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20.12.06 

Articulos de Opinion 20-12-06

Agua, saqueo y devastación
Ni el campo ni la ciudad tienen garantía de sobrevivir

Octavio Rosas Landa

Hoy, para sostenerse, todas las ciudades (de cualquier tamaño) están obligadas a extraer agua del campo y de su propio subsuelo. Conforme crecen su población, industria, edificación y áreas pavimentadas, crecen también su necesidad de agua y la contaminación que es devuelta como basura al campo.
En el último siglo, la ciudad de México ha crecido a un ritmo tal que su expansión obligó a que (hace unos cincuenta años) se comenzara a extraer agua de la cuenca del río Lerma y después del Cutzamala, en el estado de México. Ello significa que más sembradíos, lagos y lagunas, ríos, bosques y especies de animales y plantas desaparezcan o corran peligro y, con ellos, la vida de pueblos campesinos ñahñú, mazahua, náhuatl y mestizos en cuyos bosques y tierras se recupera el agua que bebemos, se producen los alimentos que consumimos y se hace respirable el aire.
La destrucción sistemática de la vida comunitaria y campesina de los pueblos y municipios que rodean la ciudad de México, mediante despojos, expulsiones, conflictos políticos creados y agresiones económicas, provoca que las milpas, nopaleras, bosques y hortalizas se vuelvan pavimento invasor que destruye tierras que antes servían para captar agua y permitían recuperarla, por obra de las mismas comunidades, para producir alimentos y consumir a diario.
Aunque la conservación del bosque que por generaciones han trabajado los mazahuas hoy sirve para llevar casi 20 mil litros de agua por segundo a la capital (supuestamente para dotar a quienes no la tienen), una cantidad semejante al despojo se desperdicia en el subsuelo de la ciudad. Es el deterioro de los sistemas, el hundimiento irremediable de la ciudad por su mayor extracción de agua subterránea, la rotura de tubos de distribución y desagüe que mezcla aguas limpias y contaminadas.
Cuando el agua sí llega a los hogares de los habitantes de la ciudad, está saturada de materia fecal, solventes, detergentes, pinturas, químicos y metales pesados procedentes de viviendas, industria y comercio.
Millones de litros del agua residual del despilfarro industrial y doméstico se arrojan al valle del Mezquital, en Hidalgo, donde comuneros y ejidatarios ñahñú la usan para regar cultivos de maíz, calabaza, chile o alfalfa que consumen ellos y los habitantes de la ciudad de México. Así, ni urbanos ni campesinos tenemos acceso al agua o garantía de sobrevivir.
El crecimiento y hundimiento del Distrito Federal aumentan su necesidad de agua limpia y su desalojo de aguas residuales (desde y hacia regiones cada vez más lejanas). Para bombearlas y transportarlas se volvió indispensable un mayor consumo de energía eléctrica. Esto sirve como justificación oficial para construir más represas, como La Parota, en Guerrero, El Arcediano, en Jalisco o El Cajón y La Yesca, en Nayarit, proyectos que despojan de recursos y cultura a los pueblos indígenas y aumentan la emigración del campo a las ciudades mexicanas y a Estados Unidos, donde, en calidad de jornaleros asalariados por la agroindustria transnacional, producen (en semiesclavitud) alimentos que se exportan a México a precios más bajos que los nacionales, arruinan la economía campesina y, nuevamente, estimulan una emigración que desborda las ciudades y destruye la capacidad ambiental de recuperar el agua.
También cambió el modo de urbanizar el país: en las periferias de sus ciudades crecen proyectos de urbanización salvaje que incluyen, en un solo paquete, las miles de monstruosas unidades habitacionales (casas Geo, Ara, Sadasi, Homex-Beta, Came, etcétera), que impiden una vida humanamente soportable a sus habitantes. Proliferan gasolineras, centros comerciales transnacionales (Wal-Mart, Costco, Sam's), carreteras de cuota, antenas para telefonía celular y las llamadas "tiendas de conveniencia" (Oxxo, 7-Eleven, Waldo's, Extra), que superexplotan a sus empleados, aniquilan el pequeño comercio establecido y ambulante, imponen la modificación de los patrones de consumo de la población, generan millones de toneladas de basura (plásticos, envases, baterías eléctricas, papel y residuos orgánicos) arrojada sin miramientos en terrenos inadecuados y a cielo abierto (barrancas, ríos, lagunas, lotes baldíos), envenenando más el agua, la tierra y el aire. En Alpuyeca, Morelos y en Tlalnepantla, estado de México, existen dos basureros cuya operación, en los últimos 30 años, ha matado de cáncer a decenas de pobladores y enfermado a muchos más.
La crisis ambiental y social de la ciudad de México y la "corona de ciudades, municipios y pueblos" que la rodean es un espejo de la crisis en la relación entre campo y ciudad. Si ya era desventajosa para el campo, tras 25 años de neoliberalismo es casi catastrófica para campo y ciudad. Para "solucionar" la crisis, al gobierno y los empresarios nacionales y transnacionales no se les ocurre sino privatizarlo todo y convertir las áreas rurales que circundan las ciudades en gigantescos basureros, confinamientos químicos peligrosos o incineradores que rebasan el entendimiento ambiental de las autoridades locales y niegan toda oportunidad de que la gente opine o decida su propia vida.
La agresión que supone privatizar el agua es parte de un ataque general contra toda la población porque su control privado posibilita acaparar todos los recursos naturales y producidos. Desde esta óptica, la reproducción de la comunidad rural se considera un estorbo.
Uno a uno, los elementos privatizadores se entretejen y expresan en los cambios a leyes, normas, reglamentos y procedimientos, en las contrarreformas agraria de 1992 e indígena de 2001, las leyes forestal, minera, de aguas nacionales, de bioseguridad, y otras. En programas y planes de un falso combate a la pobreza (Oportunidades), de control de los productores agrícolas (Procampo), de pago por servicios ambientales, de ordenamiento "ecológico" del territorio o la certificación de tierras (Procede y Procecom). En la reorganización neoliberal de instituciones de gobierno, del nivel federal (la Comisión Nacional del Agua), al municipal, con los organismos operadores de agua potable y saneamiento. En un alarmante deterioro de la calidad de vida, la sustentabilidad ecológica, económica, social y política de las regiones. Peor aún, en la criminalización de todas las luchas que se oponen a la corrupción generalizada de autoridades y partidos políticos en abierta u oculta complicidad con narcotraficantes, jerarcas de la iglesia y empresarios. Se trata de perseguir, golpear, amenazar, encarcelar y asesinar a quienes deciden defender su derecho al lugar en que viven.
Por todo el país surgen movimientos populares que enfrentan la voracidad empresarial, la corrupción gubernamental y la desinformación ciudadana. Como la embestida del capital tiene cohesión, la resistencia social debe ser integral. Es indispensable construir información crítica de los aspectos de regresión legal y erosión económica, social, política y cultural provocados por los planes privatizadores, el intercambio de variadas experiencias organizativas contra esta expropiación, y la construcción de alternativas colectivas autogestionarias y democráticas: de ellas dependerá nuestra vida. Nuestras luchas deben considerar todas las escalas (local, regional, nacional e internacional), todas las dimensiones (jurídica, económica, política, cultural y ambiental), todos los grupos (indígenas, campesinos, obreros, ciudadanos, consumidores) y todos los ámbitos de la agresión privatizadora (agua, tierra, aire, biodiversidad, maíz, saberes y conocimientos), para mejor defender a comunidades y pueblos, la autonomía, la naturaleza, el territorio y la vida. Es vital articular las luchas del campo y la ciudad, como ocurre dignamente en Oaxaca y muchos otros lugares de México.

Octavio Rosas Landa es miembro del Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop).




Grupos guerrilleros apoyan luchas de resistencia
Creemos en la vía pacífica, pero la derecha la bloquea

La Jornada
17 de diciembre de 2006
Juan Balboa

Organizaciones revolucionarias armadas reafirmaron que su deseo es que las transformaciones democráticas en el país puedan verificarse por la vía pacífica, pero advirtieron que la actitud violenta y represiva de la fracción derechista que gobierna la nación los pone en alerta, porque todo parece indicar que "la vía pacífica ha sido definitivamente bloqueada".

Seis organizaciones guerrilleras con presencia en varias entidades de la República aseguran que México vive uno de los momentos más críticos y complejos de su historia, porque el ala derechista y conservadora de la clase en el poder despojó de la Presidencia a la izquierda electoral y a un amplio sector del pueblo, y reprimió brutalmente a la izquierda antineoliberal y anticapitalista.

El Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos, la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, la Organización Insurgente 1º de Mayo, las Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre y Populares de Liberación, así como la Unidad Popular Revolucionaria Magonista ratificaron ayer las recientes declaraciones fomuladas en exclusiva para La Jornada, en las que destacan la urgente necesidad de mantener el proceso de resistencia, la lucha armada y la articulación política fraterna entre las organizaciones revolucionarias.

Consideran de "extraordinaria importancia" que tienen en este momento las diferentes expresiones de resistencia y lucha social contra la imposición del gobierno y el proyecto neoliberal, dentro de las que destacan el movimiento de resistencia social representado por la convención nacional democrática, el movimiento antineoliberal y anticapitalista organizado por las organizaciones de la otra campaña del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y, su clon nacional, la Asamblea Popular de los Pueblos de México.

Hacen un reconocimiento al movimiento de resistencia social representado por la convención nacional democrática porque, enfatizan en su comunicado, al negarse a reconocer a Felipe Calderón como Presidente, y al reconocer y legitimar simbólicamente el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, este movimiento ha contribuido a develar el carácter de clase y represivo, así como el uso faccioso de las instituciones gubernamentales por parte de la fracción derechista y conservadora en el poder.

"Reafirmando la necesidad de transformar democráticamente dichas instituciones y reconquistar nuestra soberanía, aunque no proponga ninguna alternativa social profunda a la opresión y explotación capitalista, destaca el movimiento antineoliberal y anticapitalista organizado por las organizaciones de la otra campaña, porque apunta justamente en dirección de una reorganización social desde abajo y a la izquierda a fin de poner término al modo capitalista de producir y reproducir la existencia humana.

"Destaca la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, y ahora la de los Pueblos de México, porque es la concreción política multitudinaria de la indoblegable resistencia popular y del rechazo a las políticas neoliberales que han depredado al país, y porque es la expresión del surgimiento de nuevas formas de relación social y de nuevos órganos de poder emanados directamente del pueblo.

"Destaca el proceso de resistencia y lucha armada que sostenemos organizaciones revolucionarias porque pone de manifiesto la voluntad y la capacidad de articulación y actuación conjunta, ante la permanente conculcación de la legalidad y la democracia, así como la facciosa administración de la justicia, por parte de la elite neoliberal, a fin de impedir que el pueblo conquiste y ejerza, civil y pacíficamente, su soberanía y su libertad", puntualizan.

Las organizaciones hicieron un llamado a la población a resistir y luchar contra "la imposición del gobierno espurio y sus políticas antipopulares", creando y fortaleciendo formas de relación social y de trabajo liberadas de la lógica mercantil predominante, e impulsar la organización de un constituyente, para rearticular la voluntad popular nacional y abrir rutas que nos permitan definir e impulsar un nuevo proyecto de nación antineoliberal y anticapitalista.

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C E N C O A L T
Centro de Comunicación Alternativa

http://mx.geocities.com/cencoalt/index.html
CENCOALT@yahoo.de


Líbano está a punto de quebrar la estrategia de EEUU en Oriente Medio: Hezbollah lee a Gramsci
x Alberto Cruz

Hay un sector de intelectuales que se reclaman de izquierda que abominan de Hezbollah y de lo que representa, pero hay que tener en cuenta la historia de este movimiento político-militar y partir de la premisa que, por encima de cualquier otra consideración, es un movimiento de liberación nacional
"Feliz es el que aprende de otros, y desgraciado quien no aprende su propia lección"
(proverbio árabe)

La ciudad de los dioses. Así llamaban los romanos a Baabek, una población situada en pleno corazón del valle de la Bekaa. De ella, sobre ella, han escrito muchos desde que Edward Gibbon la retratase a la perfección en su ?Historia de la decadencia y caída del imperio romano?, una majestuosa obra en seis volúmenes que se fueron publicando entre 1776 y 1778. Las ruinas de los templos romanos de Júpiter, Baco y Venus son un lujo para los sentidos.
Ha llovido mucho desde entonces, y no todo para bien. Baalbek fue bombardeada casi a diario durante la guerra de agresión de Israel contra Líbano de este verano y estas ruinas sufrieron daños irreparables. Por ejemplo, los templos de Júpiter y Baco presentan fisuras en los dinteles de sus impresionantes columnas y la UNESCO dice que algunas de estas columnas se han espaciado como consecuencia de las vibraciones de los bombardeos israelíes. Y el zoco de la ciudad, así como casas históricas del centro, sufrieron muy serios daños durante los bombardeos.
Además, aquí se libró el último episodio de la guerra. El 17 de agosto, una vez alcanzado el acuerdo de cese de hostilidades y en marcha la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, un comando israelí pretendió secuestrar a un alto dirigente de Hezbollah, operación que se saldó con un rotundo fracaso para los agresores al ser detectados y muerto uno de ellos. Los iniciados en la situación de Líbano dicen que Baalbek es la cuna de Hezbollah. La presencia de esta formación político-militar es omnipresente y en las últimas elecciones consiguió la mayoría absoluta para todos los cargos del Ayuntamiento, de ahí el ensañamiento israelí con la ciudad.
La noche en Baalbek es especial. Manteníamos una sobremesa larga, muy larga, escuchando la música de Fairuz, la cantante de la tierra, uno de los símbolos de la música árabe de los últimos treinta años, y discutiendo sobre el papel de las organizaciones de izquierda en la nueva situación de Líbano, Hezbollah y la alianza que este movimiento político-militar está tejiendo con diferentes fuerzas políticas, laicas y cristianas, marxistas y burguesas. Nadia, una militante del Partido Comunista libanés que ha estudiado medicina en Cuba, dijo una frase que explica el éxito de Hezbollah: "ellos leen a Gramsci, si hoy alguien está aplicando a pies juntillas la política de alianzas de Gramsci son ellos, incluso el concepto de fuerza hegemónica".
Conversábamos sobre la manifestación a que íbamos a acudir al día siguiente, en Beirut, contra el régimen pro-occidental de Fuad Siniora. Nadia repetía una y otra vez que en contra de lo que reflejaba la prensa occidental -¡nunca más cierto el viejo aserto de que el buen periodista es aquel que escribe de todo y no sabe de nada!- no era una concentración de Hezbollah, sino de todas las fuerzas patrióticas y antiimperialistas libanesas.
El 10 de diciembre amaneció radiante. El día se sumaba a la fiesta. La caravana de vehículos era impresionante, con cientos de banderas agitando sus colores al viento: amarillas, verdes, rojas, naranjas y nacionales libaneses. Sobre todo, nacionales libanesas. A medida que se iba pasando por las localidades del valle, Riyak, Aley, Bhamdoun, Sofar, la caravana iba aumentando y haciéndose cada vez más lenta. Se ascendía el Monte Líbano y los poco menos de 90 kilómetros desde Baalbek hasta Beirut iban a recorrerse en casi 4 horas. Una mezcla variopinta de utilitarios, furgonetas, autobuses y coches de lujo, un mezcolanza de personas de todo tipo de edad y condición, religión y status social, portando el hiyab o enseñando el ombligo. Familias enteras mostrando una esperanza: un gobierno nacional. Una buena galería de fotos de la marcha, aunque pone énfasis en el Movimiento Patriótico Libre de Michel Aoun, puede verse en la página de globalresearch (1).
Evaluar una concentración de más de un millón de personas, por citar la cifra más conservadora que se ha ofrecido de las personas que se congregaron en la Plaza de los Mártires y calles aledañas, es muy difícil. Líbano es un país que no llega a los 5 millones de habitantes, lo que da una idea de la magnitud de la convocatoria. Lo que se podía ver en la zona en la que estábamos era una mayoría obrera, gente sencilla cansada de que el régimen libanés se enriquezca con la especulación rampante, endeudando al país en más de 40.000 millones de dólares, con un desempleo del 35% y un salario mínimo de 250 dólares mensuales. Pero, sobre todo, cansados de un régimen dócil a las pretensiones imperialistas. La enorme pancarta que se podía observar, Siniora besando a Condolezza Rice cuando visitó Beirut durante la guerra, era suficientemente expresiva. Allí no había lemas islamistas, sino nacionales.
Un sistema injusto
La reacción de los patrocinadores del gobierno de Siniora es la que cabía esperar: se ha considerado esta muestra de fuerza como un intento de "golpe de estado" y de "agresión a las formas democráticas". Es lo que han dicho la Unión Europea, Estados Unidos y, en menor medida, el Consejo de Seguridad de la ONU que en una nueva resolución del pasado día 12 (obsérvese que es sólo dos días después de la manifestación, pacífica, mientras que tardó 34 días en parar la guerra) manifiesta el "apoyo total al gobierno legítimo y democrático de Líbano" y condena los "intentos de desestabilización del país". Curioso. Manifestaciones similares se impulsaron en Ucrania, Bielorrusia y otros lugares y fueron saludadas como una muestra de espíritu cívico y democrático. Lo mismo se dijo cuando las fuerzas que integran hoy el gabinete libanés salieron a la calle para reclamar la retirada de las tropas sirias en la primavera de 2005. Ahora es al revés, los manifestantes son antidemocráticos, lo que pone en su lugar a la UE, EEUU y la ONU, por no ir más allá. En medio, como siempre, la inoperante e ineficaz Liga Árabe.
Y la prensa árabe, aquella que alabó la lucha de Hezbollah contra Israel en la guerra de este verano, toma partido claramente por Siniora (es decir, toma partido por los suníes, en lo que ya es la nueva estrategia de división del mundo árabe ante el temor a que el auge del shiísmo haga temblar los privilegios de las élites suníes que gobiernan esos países, tal y como viene manifestando el diario Al Hayat) argumentando que "Líbano no es Ucrania puesto que hay un gobierno democrático" (2). El periódico que este verano rechazaba la estrategia imperialista de "fronteras de sangre" y alababa el nacionalismo frente al confesionalismo religioso ahora retrocede. Poco a poco, la lucha del pueblo libanés va poniendo a cada uno en su lugar.
En Líbano hay que matizar los calificativos de "legítimo y democrático" al referirse al gobierno. Los colonizadores franceses diseñaron el sistema en 1943 según un censo poblacional de 1932, hoy obsoleto. El virtud de la correlación de fuerzas entonces existente, el presidente tenía que ser católico maronita (al igual que el jefe supremo del Ejército libanés), el primer ministro suní y el presidente del parlamento shíi. Todo a mayor gloria de las élites políticas y económicas, maronitas y suníes, mientras que los shiíes eran los parias. El reparto de escaños era, también, favorable a los cristianos, aunque hoy hay una equiparación cristianos-musulmanes de 64-64 tras una modificación adoptada en 1989 en los Acuerdos de Taif que pusieron fin a la guerra civil pero que no tiene en cuenta, por ejemplo, que el 70% de la población es musulmana. Y ya que entramos en la cuestión religiosa, el 40% del total de la población de Líbano es de confesión shií.
Esto es lo que subyace en el trasfondo de la reivindicación de un gobierno de unidad nacional. Tras el triunfo en la guerra contra Israel, Hezbollah está en una posición de fuerza y exige que la situación del país se adecue a la nueva realidad. Ese nuevo gobierno tiene que ser más representativo, por lo que las demandas del frente patriótico que hegemoniza Hezbollah son justas. Comenzando por unas nuevas elecciones que pongan fin a la corrupta élite política que ha venido gobernando el país desde la independencia. El primer ministro, Fuad Siniora, tiene fuertes lazos con las altas finanzas internacionales, es un firme partidario del libre mercado y ha venido aplicando una política de claro corte neoliberal que ha hecho más ricos a los ya ricos y más pobres a los ya pobres. Estamos, por tanto, también ante un conflicto de clases.
Las alianzas que ha logrado Hezbollah (cristianos, una pequeña minoría de suníes y drusos, izquierdistas varios, baasistas, nacionalistas laicos y no pocos palestinos de los residentes en los campos de refugiados en Líbano) es consecuencia de lo anterior, así como de la inacción del gobierno libanés durante la guerra del verano. Si Israel perdió la guerra fue sólo por la asombrosa capacidad de lucha del brazo armado de Hezbollah, la Resistencia Islámica, a la que ayudaron otras fuerzas patrióticas especialmente de izquierda. Aquí jugó un papel nada despreciable el Partido Comunista libanés, por cierto.
A ello hay que añadir un dato más: la ayuda de Hezbollah a las familias que perdieron sus casas, campos y familiares durante la agresión israelí ha sido más eficaz, rápida y antisectaria que la del gobierno. También se ha encargado de la reconstrucción de lo destruido, facilitando una cierta vuelta a la normalidad que no ha sido capaz de hacer el gobierno de Siniora. No es extraño oír hoy a la izquierda libanesa lo siguiente: "Hezbollah ha impulsado un movimiento de masas, ha creado una nueva dinámica a nivel político libanés y ofrece un claro programa de cambio".

El fin de EEUU en la región

Mientras la opinión pública europea está centrada en Iraq, siguiendo la moda que marcan los medios de comunicación estadounidenses, no es en este país donde se está jugando la estrategia de EEUU en Oriente Medio ?desde luego no únicamente-, sino en Líbano. Por muy mal que vaya la guerra, que lo va, la producción de petróleo se mantiene estable y con pequeños incrementos en la producción mes a mes. Eso por no hablar de los ingentes negocios que están haciendo las corporaciones armamentistas, financieras, de servicios y hasta de mercenarios.
Quienes sigan esos medios para justificar unos análisis centrados en la moda que, por trágica que sea no deja de ser moda y nos remite a lo fácil para escribir artículos, deberían estar atentos a lo que Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional durante la presidencia de Jimmy Carter, publicaba el mes de octubre: ?la política exterior estadounidense en Medio Oriente se acerca a una crisis muy seria, puesto que nos enfrentamos con la posibilidad de ser literalmente expulsados de allí? (3). Es de reseñar que Brzezinski sólo ha comenzado a hablar en estos términos después de la derrota que Hezbollah infringió a Israel en la guerra de este verano.
Otro que sigue la estela de Brzezinski es Richard Haass, presidente del influyente Consejo de Relaciones Exteriores y asesor del gobierno de George Bush: "el dominio estadounidense en Medio Oriente terminó, y una nueva era ha comenzado en la historia moderna de la región" (4). Esa nueva era está marcada por la preponderancia de "las fuerzas locales"frente a los 'actores externos' ", y dentro de esas fuerzas locales se destacan "los radicales, que ganan poder por la práctica distante [de la clase política árabe] y la corrupción". Un fenómeno en el que las televisiones por satélite árabes, han jugado un papel central y, de forma relevante, por la situación en Iraq, Palestina y la última guerra de Líbano. Aquí hay que mencionar expresamente la importancia que ha tenido la televisión de Hezbollah, Al Manar.
Haass hace un repaso por toda la región, pero se centra en Líbano en tanto que considera que la guerra de este verano ha dejado muy débil a Israel y, por el contrario, ha acentuado el seguidismo que otras formaciones hacen del ejemplo de Hezbollah, "que han percibido que es la forma de actuar, creando o reforzando milicias donde hay un estado o autoridad débil", mencionando expresamente a Palestina e Iraq, como anteriormente habían hecho otros analistas estadounidenses con el Ejército del Mahdi de Muqtada al Sader, claramente inspirado en Hezbollah(5).
Es más o menos lo mismo que dice Husein Rahal, portavoz de Hezbollah: "somos el enemigo principal de EEUU, si nos derrotan a nosotros pueden alcanzar otras metas [en Oriente Medio]. Entonces controlarán Palestina, y luego se lanzarán contra Siria y contra Irán".
Nunca antes en la historia del mundo árabe (con la excepción de Sudán en 1985) se había asistido a una impresionante muestra de civismo como la que está proporcionando el pueblo libanés en lucha contra su gobierno. La diferencia de estas movilizaciones con las de marzo de 2005 que reclamaban la retirada de las tropas sirias es que aquí no hay apoyo occidental, lo que sí ocurrió entonces, y que está poniendo claramente de manifiesto que el único apoyo con que cuenta el gobierno de Siniora es, precisamente, occidental. Los regímenes árabes están muy atentos a lo que ocurra e intentan reconducir la situación porque ven, de nuevo, un ejemplo peligroso para sus países. Y, de nuevo, es Hezbollah quien lo promueve. Si antes fue con el ejemplo de lucha durante la guerra, ahora es con la movilización pacífica y eso marcará fuertemente la tendencia política en Oriente Medio, sin duda.
La geoestrategia imperialista en Oriente Medio no puede prosperar mientras no se "pacifique" Palestina y Líbano, perdida como está en el marasmo iraquí. Eso significa que los movimientos populares en estos países tienen que ser derrotados: Hamás en Palestina que, no hay que olvidarlo, fue elegido mayoritariamente por el pueblo en unas elecciones libres, y Hezbollah en Líbano.
Hay un sector de intelectuales que se reclaman de izquierda que abominan de Hezbollah y de lo que representa, pero hay que tener en cuenta la historia de este movimiento político-militar y partir de la premisa que, por encima de cualquier otra consideración, es un movimiento de liberación nacional. Como dice Nadia, "Marx nos enseñó a anteponer la contradicción principal a la secundaria, y la principal hoy en Líbano es que hay que parar los pies a un gobierno proimperialista. El gobierno libanés actual, patrocinado por los imperialistas franceses y estadounidenses no tiene ninguna esperanza sólida de mantenerse a menos que utilice la fuerza o si hay una intervención extranjera en su favor". Eso es lo que está ocurriendo. La izquierda debería tener en cuenta que la lucha del pueblo libanés es de gran importancia no sólo para Líbano, sino para toda la región.

Notas
(1) Globalresearch
(2) Al Hayat, 8 de diciembre de 2006.
(3) IPS, 27 de octubre de 2006.
(4) Foreing Affairs, noviembre-diciembre de 2006.
(5) Alberto Cruz, ?Muqtada al Sader, el verdadero problema de EEUU en Iraq? http://www.lahaine.org/index.php?p=18397
albercruz@eresmas.com

Rebelión

Por John A. Manisco
19 de dezembro de 2006
El congreso de los EEUU avala 32.000 millones en adjudicaciones
John A. Manisco ? ? ? ? ?

Halliburton, etc. Investigación de la empresa de Dick Cheney. Salvada la investigación en Irak: Bush quería cerrar el expediente. El caso Abu Ghraib: torturas en concesión.
Sumado todo esto. El privatizar la guerra para evitar los controles de los políticos escogidos democráticamente por los ciudadanos. Los mismos ciudadanos que financian la privatización de los servicios militares con sus impuestos. El privatizar las operaciones militares fuera de la ley para proteger a los responsables políticos de posibles repercusiones. El sistema de "puertas giratorias" que permite que los directivos del Pentágono puedan ser contratados, el día después de presentar sus dimisiones, como altos cargos y consultores de las sociedades que venden sus servicios a las fuerzas armadas. ¿Qué se obtiene? Un sistema perfecto. O casi. El único problema es la arrogancia, la corrupción y la avidez demostrada por los beneficiarios de las adjudicaciones estadounidenses en Irak.
A lo largo de los últimos tres años y medio todas las supervisiones políticas o administrativas sobre los gastos de los receptores de las adjudicaciones públicas en Irak se ha realizado desde el Pentágono; con la única supervisión de la mayoría republicana en el parlamento. Por el contrario, los demócratas que ocuparán sus asientos en el congreso y en el senado a partir de enero no tendrán problemas para iniciar investigaciones sobre las compañías receptoras de adjudicaciones. El fraude y la corrupción que se intuye resultan molestos incluso para las fuerzas armadas. Los "mercaderes de la guerra" han obtenido beneficios a sacrificio de la salud y la vida de los soldados americanos. El director de documentales Robert Greenwald acaba de producir un documental titulado "Irak en venta", basándose en las investigaciones del diputado Henry Waxman, que a partir de enero dirigirá una Comisión de Investigación sobre el gasto público en Irak, y en las declaraciones de numerosos testigos que se han sentido decepcionados por la falta de patriotismo de las empresas para las que han trabajado.
El listado de denuncias es enorme. Algunas se remiten al principio de la guerra. Para comprender la amplitud del escándalo es necesario recordar que desde el principio de la ocupación en Irak, la Casa Blanca ha impuesto contratos sin concurso público. Los más importantes eran contratos "cost-plus", que permitían directamente que le fuese devuelto a la compañía el total de sus gastos sumándole a esta cantidad un porcentaje de beneficios. El incentivo a la hora de maximizar el gasto es evidente: paga el contribuyente.
¿Ejemplos? Halliburton, la empresa que dirigía el vicepresidente Dick Cheney antes de entrar en la Casa Blanca ha sido acusada de haber suministrado agua contaminada a las tropas estadounidenses para uso potable. También de haberse embolsado 200 millones de dólares para alimentos que jamás llegaron a las tropas en el terreno. Ha transportado carburante a las fuerzas armadas por valor de 2,64 dólares por galón mientras el Departamentote Defensa de los EEUU ofrecía el mimo servicio a la mitad de precio. En un contrato, consiguió embolsarse 617.000 dólares para ofrecer bebidas no alcohólicas a 2.500 soldados. Una rápida división arroja 247 dólares por cabeza. Se acusa a Halliburton de mover por Irak camiones vacíos. Por todo el territorio Iraquí. Cuando se les pincha una rueda o tienen que pararse al embozarse el filtro del aceite, Halliburton ordena a los conductores que quemen el camión. Cada uno cuesta 75.000 dólares.
Las adjudicaciones para la reconstrucción han generado una situación todavía más grave. Stewart Bowen es el Director de Inspecciones designado especialmente para Irak. Se trata de una Oficina creada en el año 2004 para frenar las protestas que generaron los primeros escándalos. El testimonio que ofreció en octubre pasado frente a una Comisión del Partido Demócrata revelaba que una sucursal de Halliburton, la "Kellog, Brown & Root", suministraba sus documentos contables, requeridos para realizar los controles, con un sello que indicaba que eran "derechos de propiedad reservada". Al tratarse de una compañía privada, todos los documentos referentes al número de camiones utilizados o a los sueldos pagados, se convertían, de inmediato, en secretos comerciales. Así Bowen no podía transmitirlos a las Agencias Estatales competentes para ejercer los controles.
Poco después de los testimonios de Bowen, una nota en la ley para la financiación de los gastos militares, firmada por Bush en octubre, ha eliminado su oficina. Solo la reciente victoria electoral de los demócratas ha permitido salvar la Oficina de Inspección para Irak. El 8 de diciembre el Congreso aprobó que se mantenga hasta octubre de 2007. Esta Oficina es la encargada de controlar adjudicaciones por valor de 32.000 millones de dólares. Hasta hoy, ha llevado a la luz pública hasta 25 casos de fraude, señalándolos al ministerio de justicia. Cuatro de ellos ya han generado arrestos.
En Irak, incluso la tortura ha generado dividendos. Tras el escándalo de Abu Ghraib, el informe redactado por el general Taguba para el Pentágono reveló la existencia de adjudicaciones, otorgadas a la compañía Caci, para ejercer interrogatorios. El contrato no obliga a Caci a asumir personal con experiencia o entrenamiento específico para ejercer estas tareas. 11 de los 31 empleados no tienen ninguna experiencia. Los militares implicados en los casos de tortura, como la soldado Lynndie England o la única general mujer del ejército estadounidense, Janis Karpinski, han sido condenados y han perdido sus puestos. Por el contrario, nadie puede imputar cargos o penas al personal de Caci. Gracias a una ley que dictó el ex Vicerey de Irak, el americano Paul Bremer, los beneficiarios de las adjudicaciones estadounidenses no están sujetos al código militar americano ni a las leyes de Irak.
John A. Manisco es colaborador del cotidiano comunista italiano Il Manifesto.