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15.11.06 

Articulos de Opinion 14-11-06

Un pingüino no hace invierno
Escrito por Alfredo Grande para Norte del Bermejo
13.11.2006

Si una golondrina no hace verano... UN PINGÜINO NO HACE INVIERNO
El actual presidente se autodenominó "hijo de las Madres". En buen romance, esto significa un contundente intento de continuidad entre las luchas de la generación del 70, que con diferentes formas intentaron la construcción de la Patria Socialista y la actualidad del capitalismo serio. De por si este intento podría haber sido desestimado inmediatamente.
Razones varias, entre otras el desconocimiento de la militancia en derechos humanos del Jefe de Estado en los años de plomo. De todos modos, el momento máximo de esa política fueron los actos por el 30 aniversario del comienzo de la dictadura genocida. Y muy especialmente, la emblemática presencia en el Colegio Militar de la mas importante luchadora por los derechos humanos, no solo de Argentina, sino probablemente del mundo. La presencia de Hebe de Bonafini abrazando al Presidente parecía ser testimonio necesario y suficiente de que el discurso setentista y la práctica enjuiciadora a los responsables de la masacre, era una sola y misma cosa.
Sin embargo, lo real no se paga de palabras, por mas que, pautas
publicitarias mediante, sean repetidas hasta el hartazgo. Esa distancia que
se va produciendo entre el país de los discursos y el país de los hechos
(cuando incendiaron la estación de Haedo muchos recordamos diciembre 2001) estalló con la desaparición de Julio Jorge Lopez. Al igual que en la
masacre de Cromagnon, por dos razones principales: 1) la total falta de
previsión y de medidas de protección y 2) la total falta de respuestas
operativas, concretas y tangibles para reparar el daño. A más de mes y medio de la desaparición, el ahora bajado gobernador de la Provincia de Buenos Aires duplica la recompensa. No para encontrar al victimario sino para encontrar a la víctima.
Se ofrecen 50.000 por datos del paradero de Florencia Penacchi, sin que al
menos se intente desarticular la impresionante red de trata que opera en el
país. La trata, uno de los tantos hechos malditos del país burgués y
católico, es el paradigma de la impunidad. La victimización de los testigos
y querellantes del Terrorismo de Estado, al obligarlos a dar un testimonio
para probar lo que ya está probado, inauguró una nueva forma de trata: la
degradación de los derechos y la salud de los ex detenidos desaparecidos.
Julio Jorge Lopez desaparece también como sujeto de deseo y de cuidado,
cuando se lo somete a un sufrimiento innecesario al testificar en el Juicio.
Luego una de las versiones fue que ese stress lo descompensó y por eso
empezó una errancia sin rumbo fijo. En todo caso, la total falta de cuidado
con aquel que no está en un juicio de consorcio, sino que es un
sobreviviente de un plan de exterminio sistemático, evidencia que hubo un
diagnóstico de situación equivocado y un criterio de curación insuficiente.
La soberbia, la estridencia, la megalomanía discursiva, todo eso se desplomó
cuando la realidad nos mostró que otra vez el rey estaba desnudo.
Desnudo de políticas concretas que defiendan a las víctimas de los
victimarios que siguen vivitos y secuestrando. Por supuesto que al decir de
Hebe, el enemigo no está en la Casa Rosada. Pero es importante averiguar
donde está, especialmente cuando algunos de esos enemigos cobra sueldo del Estado. Sin tener la dimensión de la desaparición de Julio Lopez, los
episodios del Hospital Francés y de la quinta San Vicente deberían pensarse
dentro de la misma trata de intereses mafiosos y prácticas del fraude
permanente.
Con la desaparición de Lopez existe la convicción que hemos sido estafados y defraudados. Que la casa sigue sin estar en orden, que por olvidarnos de
Cabezas llegó el cabezón, y que los excedentes fiscales y comerciales son
necesarios pero no suficientes para dejar atrás los delirios del menemato,
la gobernabilidad trucha de la Alianza y la victoria en todos los frentes
que la ola k pronosticaba. Ojalá se aprenda aunque sea a la piña votada,
aunque es moralmente repugnante que para eso un compañero de lucha tenga que padecer el eterno retorno del calvario fascista.
Mas allá de la pauta oficial, me parece que ahora está claro que un pingüino
no hace invierno para congelar los fuegos no apagados del terrorismo de
estado.
Noviembre 2006
ALFREDO GRANDE es Médico Psiquiatra. Psicoanalista. Escritor. Presidente Honorario de ATICO. Miembro de la Dirección Nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.



Bolivia y el MAS en la encrucijada
x Carlos Antón

A 9 meses de la asunción del gobierno del MAS, Bolivia se encuentra bajo una ofensiva combinada del imperialismo yanqui, la oligarquía y las multinacionales petroleras. En este escenario, el MAS y el gobierno que preside Evo Morales están ante una encrucijada: mantener una política reformista que lo llevará inevitablemente a pactar con la derecha y alejarse de sus bases; o apoyándose en el reclamo mayoritario del pueblo, profundizar los cambios estructurales.
Si opta por lo último, necesariamente en Bolivia deberá constituirse un Frente Único entre el MAS, las masas antimperialistas y los sectores revolucionarios.
Con el voto de 162 asambleístas de los 247 presentes en el Teatro Gran Mariscal Sucre, se aprobó el 31 de septiembre el carácter originario, fundacional y plenipotenciario de la Asamblea Constituyente.
En su artículo 1º el reglamento expresa: "La Asamblea Constituyente es originaria, porque radica en la voluntad de cambio del pueblo, como titular de la soberanía de la nación. La Asamblea Constituyente es unitaria, indivisible, y es la máxima expresión de la democracia. En tal sentido, se encuentra por encima del poder constituido. La Asamblea Constituyente tiene plenos poderes, y tiene como mandato transformar y construir un nuevo Estado boliviano". En cuanto a los poderes del Estado boliviano el mismo artículo dice: "En relación con los poderes constituidos, el poder constituyente es la vanguardia del proceso democrático y el depositario del mandato social para construir un nuevo Estado. La Constituyente no interfiere en el normal funcionamiento de los actuales poderes constituidos, hasta la aprobación del nuevo texto constitucional. Desde el momento de su aprobación, se hará efectivo el mandato del nuevo texto".
La importancia de esta declaración todavía no ha sido asimilada en su total dimensión.
A menudo, desde la izquierda y desde la derecha se analiza el actual proceso boliviano con las mismas reglas generales de la democracia burguesa. Es cierto que en términos generales Bolivia está estructurada de acuerdo a esas reglas. Sin embargo a partir de la irrupción de los llamados "movimientos sociales" en la política boliviana, algo ha cambiado radicalmente. Es que, en la base de estos movimientos están las nacionalidades originarias de Bolivia, los hombres y mujeres que durante más de 500 años fueron oprimidos como naciones y explotados como trabajadores. El rol que jugarán estos pueblos y estas clases en el actual proceso boliviano adquiere un carácter original en la política de América Latina. Tan original como que el presidente de Bolivia es aymara y llega a la presidencia reafirmando ese origen.
A lo largo del siglo XX y en lo que va del actual, entre los adherentes al socialismo científico, son escasos los que han reconocido que en Bolivia (y en otros países del continente) además ser campesinos, los pueblos originarios pertenecen a nacionalidades, distintas de la española o la criolla. Y se les sigue negando su derecho a una nacionalidad propia.
De todos modos y contrariamente a los intentos secesionistas de las oligarquías del Oriente boliviano, los aymaras, quechuas, guaraníes y otros pueblos han expresado repetidamente que también se reconocen bolivianos y luchan por una Bolivia indivisible. Estos pueblos al mismo tiempo que han denunciado que los proyectos secesionistas están siendo apoyados por las transnacionales que buscan tener libertad para poder saquear con facilidad los recursos naturales, afirman que su lucha es por un Estado plurinacional.
Las contradicciones del MAS
Si bien la base social fundamental del MAS está compuesta por los radicalizados sectores de los pueblos originarios-campesinos que demandan profundizar los cambios estructurales; en el gobierno coexisten sectores cercanos a los grupos neoliberales, con viejos militantes y activistas de los movimientos sociales.
Estas contradicciones van estallando a medida que pasan los días. Un ejemplo de esto se pudo observar en el hecho que terminó el 28 de agosto, cuando le fue aceptada la renuncia a Jorge Alvarado a la presidencia de YPFB, acusado de corrupción. En realidad, lo más grave de Alvarado -y que no fue por lo que renunció- es que ponía en riesgo el destino del Decreto de Nacionalización, pues al mismo tiempo que era presidente de YPFB, respaldaba a la Prefectura de Tarija controlada por el MNR, y sus principales asesores, eran ex-altos funcionarios del gobierno de Sánchez de Lozada.
A fines de septiembre el que renunció fue el Ministro de Hidrocarburos Andrés Solíz Rada, pero por razones diametralmente opuestas a las de Alvarado. "Renuncié porque, luego de la presión de Brasil, quisieron hacerme firmar una resolución ministerial que anulaba la primera aprobada por mí, que establecía que el petróleo crudo que va a las refinerías, y los productos que salen de éstas, pasen a manos de los bolivianos". Quien intentó que Solíz Rada fuera más "permisivo" con Brasil, fue el vicepresidente Álvaro García Linera.
Estas contradicciones entre la política que impulsan los sectores de base del MAS y sus acuerdos electorales con la pequeña burguesía se plasmó también en la alianza con los cooperativistas mineros. Ese acuerdo posibilitó que el cooperativista Walter Villarroel fuera designado ministro de Minería, cargo que lejos de usarlo para desarrollar un programa integral de rescate de la minería, lo dedicó a favorecer al sector del que provenía. Así fue que cuando los cooperativistas intentaron copar otros túneles del cerro Posokoni, en Huanuni, chocaron los asalariados de la estatal Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). El enfrentamiento terminó con 16 muertos y cientos de heridos, y el presidente Evo Morales debió romper la alianza con los cooperativistas y despidió a Villarroel. Posteriormente fue nombrado ministro de Minería y Metalurgia Guillermo Dalence, ex minero y de conocida militancia en la izquierda.
La reconfiguración de Bolivia
Históricamente, Bolivia desarrolló su actividad económica y política en la zona del altiplano. En 1971, tras el golpe militar de Hugo Banzer Suárez, esto comienza a cambiar, ya que Banzer era oriundo de Santa Cruz e impulsa una serie de medidas que favorecen ese Departamento. Pero será en 1985, tras las "reformas estructurales" impulsadas por el FMI durante el gobierno constitucional de Hugo Banzer-Tuto Quiroga, que la región de Santa Cruz y Tarija cobrarán mayor auge económico. Con el desguace de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), las minas más importantes fueron privatizadas y adquiridas por empresas multinacionales; otras fueron cerradas. A los llamados cooperativistas mineros se les entregaron sectores marginales de la minería, que tras el auge del valor de los metales les permitió transformarse en una suerte de pequeña burguesía.
En tanto, los ricos yacimientos petrolíferos de los departamentos de Oriente, Santa Cruz y Tarija, eran entregados a las multinacionales del área, como Petrobras, Repsol-YPF, British Petroleun, entre otras, que hicieron un negocio multimillonario. Al mismo tiempo en Santa Cruz, en la zona limítrofe con Brasil, se instalaron los "sojeros", muchos de ellos brasileños.
A partir de la drástica suba del valor de las materias primas en la llamada Media Luna de Oriente -Tarija, Santa Cruz, Beni y Pando- se desarrolló una burguesía rica y prebendaria de las multinacionales.
Rumores de golpe, el plan secesionista y la desestabilización
Además del publicitado proyecto secesionista, conocido como Nación Camba, que agrupa a los departamentos de la Media Luna; la derecha ha impulsado: una acción en el Congreso contra la ley de nacionalización de hidrocarburos; un paro cívico el 28 de septiembre (con el apoyo explícito de las petroleras y la embajada de EEUU); también se han hecho correr rumores de golpe de Estado.
Al mismo tiempo el 2 de octubre, los prefectos y cívicos de los departamentos de la Media Luna emitieron un documento a través del cual promueven el desacato a la nueva Constitución Política del Estado. La Suprema Corte de Justicia ha declarado inconstitucional el carácter originario de la Asamblea Constituyente. El 9 de octubre, La Paz amaneció sin transporte público. Los conductores del transporte público son muy conocidos en Bolivia por sus posiciones conservadoras. Esta «trayectoria» política avala las sospechas de que los pequeños propietarios que controlan el transporte público masivo hayan decidido aliarse a la derecha para conspirar contra el gobierno.

Frente Único en Bolivia; una necesidad

Las organizaciones campesinas e indígenas, en muchos casos influidas por el MAS pero también pertenecientes a sectores críticos al gobierno, mantienen una presión activa sobre el gobierno y la constituyente. Al mismo tiempo se encuentran alertas ante los embates de la derecha, como lo demostraron en la movilización del 12 de octubre que frenó las maniobras desestabilizadoras. Sin embargo esto no alcanza. La triple alianza de la oligarquía, las petroleras y el imperialismo yanqui, es un enemigo poderoso que va a requerir más que algo de presión para ser derrotada.
Para la clase obrera boliviana, los pueblos originarios, los campesinos, los revolucionarios, está a la orden del día la necesidad de construir el Frente Único.
"El problema del frente único surge de la necesidad de asegurar a la clase obrera la posibilidad de unirse en su lucha contra el capital a pesar de que actualmente, las organizaciones políticas que se apoyan en la clase obrera están fatalmente divididas", afirmaba Trotsky ante el ante el avance del nazismo en Alemania en 1936. Y en la misma obra refiriéndose a aquellos critican esta táctica como un acercamiento a los reformistas afirmaba: " De hecho, bajo este temor -prevenidamente revolucionario- al "acercamiento", se disimula una pasividad política que tiende a conservar un estado de cosas en el cual tanto los comunistas como los reformistas tienen su círculo de influencia, sus oyentes y su prensa que les basta para darles a unos y otros la ilusión de una lucha política seria".
Como afirmábamos al inicio, el actual proceso boliviano tiene componente originales que escapan a un análisis simplista y exige a los revolucionarios avanzar con audacia teórica y práctica, que no debe confundirse con aventurerismo. Al mismo tiempo, la teoría y la experiencia de otras revoluciones son un arsenal invalorable.
En repetidas oportunidades, los campesinos, pueblos originarios, mineros, trabajadores del Estado, docentes, juntas vecinales, trabajadores desocupados, cuentapropistas, han demostrado en Bolivia que por sobre las diferencias de sus dirigentes, en la base han constituido el Frente Único de hecho. Consolidarlo, por encima de los sectarismos, es el desafío.
Prensa de Frente



Literaturas de la "globalización"
Por Pedro García Olivo - La Haine


La literatura de la globalización está sirviendo para un rearme ideológico del Capitalismo; está proporcionando una nueva 'legitimidad' al orden económico-político dominante. Trabaja, pues, para la "conservación" de lo dado y para la obstrucción de los afanes de la crítica.
Desde un enfoque antiguo, se diría que es unatemática ?regresiva', ?reaccionaria'... Expresiones como "Retos de la Globalización", "Desafíos de la Globalización", "Tareas de la Globalización", etc.,
Maneras de justificar el imperialismo económico-cultural de las potencias occidentales.
(Contribución a la crítica de las formaciones culturales dominantes. Tercera parte)
1)
La palabra...
Si, desde el punto de vista que he adoptado en mis últimos trabajos, la docilidad de la ciudadanía y la disolución de la Diferencia en inofensiva Diversidad constituyen los dos rasgos capitales de Occidente, conviene añadir enseguida que esos dos preocupantes caracteres se hallan hoy en proceso de globalización, ya que nuestra Cultura avanza decididamente hacia su hegemonía planetaria -Occidente se va a "universalizar": esta es la verdad y el contenido principal del término globalización. "Globalización" es "occidentalización" (mundialización del Capitalismo liberal), o no es nada...
Globalización aparece, pues, como una nueva palabra para aludir a una realidad ya vieja, designada por otras palabras: la realidad de la "occidentalización" del Planeta, de la hegemonía universal del Capitalismo. Pero no es una palabra inocente, y su función consiste en tachar lo que "occidentalización" -o "imperialismo económico y cultural"- sugiere. Produce la impresión de un 'convivencia en armonía', de una 'coexistencia pacífica y enriquecedora', entre partes distintas situadas al mismo nivel de fortaleza. "Global"... Hablar de "occidentalización" supone, por el contrario, señalar una ?imposición', una ?generalización coactiva'; y subrayar una ?pérdida', una 'reducción complementaria' de lo no-occidental. Mientras la palabra "globalización" desiste de delatarnos, de acusarnos, el término "occidentalización" nos identifica como representantes de una cultura avasalladora, irrespetuosa con lo extraño, con lo diferente. "Globalización" alimenta aún la engañifa del diálogo intercultural, la mentira de una ?suma' de civilizaciones; es, por utilizar una expresión antigua, un término "ideológico"...
2)
El negocio...
Pero aún más: "Occidentalización" no renta como "Globalización"... En tanto término 'económico', 'inversión' lexicográfica, soporte de un negocio editorial, de unas ventas de libros que lo incluyen en sus títulos, de un encadenamiento de conferencias retribuidas, de congresos, debates, intervenciones televisivas, etc., "Globalización" se erige en un nuevo estímulo, una nueva ocasión para la revitalización de la factoría cultural -de la máquina universitaria. "Occidentalización", "imperialismo", etc., se habían gastado; hacía falta una nueva palabra para seguir produciendo, para continuar vendiendo, rentabilizando...
"Globalización" emerge, sin duda, como un fenómeno de ?moda cultural', de ?ambiente filosófico' pasajero, como lo fueron el de la "crisis de la Razón", el de la "muerte del Hombre" (o del Sujeto), el de la "Postmodernidad", el del "Fin de casi todo" ("Fin de la Historia", "Final de la Ideología", "Fin de la Educación", "Final de lo Social", "Fin del Tiempo", etc.). Grandes montajes económico-culturales con escasa aportación analítica y teórica detrás... Temas que polarizan la atención de los autores y de los lectores, de los ?creadores' y del ?público', durante unos años, con un apoyo mediático considerable y con el propósito inconfesado de reanimar la producción y el mercado cultural, surtiendo a la vez títulos de justificación (de legitimación) al orden político-social vigente. Y esto es, quizás, lo más importante...
3)
El servilismo político-ideológico de la nueva literatura...
La literatura de la globalización está sirviendo para un rearme ideológico del Capitalismo; está proporcionando una nueva ?legitimidad' al orden económico-político dominante. Trabaja, pues, para la "conservación" de lo dado y para la obstrucción de los afanes de la crítica. Desde un enfoque antiguo, se diría que es una temática ?regresiva', ?reaccionaria'... Expresiones como "Retos de la Globalización", "Desafíos de la Globalización", "Tareas de la Globalización", etc., (títulos de ensayos, de ?reflexiones', que invaden las revistas, los Congresos, las portadas de los libros, las charlas televisivas, las conferencias universitarias,...) connotan, una vez más, la perspectiva reformista -cuando no ?inmovilista'- de que, estando ya bajo el umbral de Lo Inevitable, Lo Intocable, Lo Incuestionable (la sociedad ?globalizada'; es decir, la implantación universal del modelo burgués de sociedad), sólo cabe, en lo sucesivo, aspirar a "corregir excesos", "afrontar desafíos", "superar retos", "emprender tareas reparadoras", enmendar errores concretos, subsanar pequeñas anomalías, matizar los perfiles de unos procesos de todas formas irreversibles, etc.
4)
Pensando en el "nuevo mundo globalizado", Galbraith apuesta por un Capitalismo de rostro humano. Ese es el sistema por cuya ?universalización' declama... A. Giddens, testimoniando la incorporación de la izquierda anglo-americana a esta retórica, aboga por unos gobiernos de "centro-izquierda" para la sociedad ?globalizada'; unos gobiernos inspirados en el laborismo inglés, pero "más avanzados" -habla de "alentar una renovación social y económica", de "prestar atención a las inquietudes ecologistas", de "reformar el mercado laboral", de "limar desigualdades", de "resolver los problemas de las mujeres", de "revisar los modelos dados de familia", etc. "La desigualdad -nos dice- es disfuncional para la prosperidad económica en el mercado mundial. En conjunto, las sociedades más desiguales parecen menos prósperas (y menos sólidas) que las sociedades con menos desigualdades. ¿Por qué no lanzar una ofensiva concertada contra la pobreza dentro de una estrategia para incrementar la competitividad económica ?global'?". Resulta que, desde el nuevo punto de vista, la "desigualdad" y la "pobreza" ya han dejado de ser ?males' en sí mismas, ?lacras' objetivas, y ahora aparecen sólo como 'pequeñas deficiencias' que habría que subsanar en beneficio de la competitividad económica global, de la prosperidad del mercado global. Aquí se percibe cómo la literatura de la globalización parte de una aceptación implícita, y en ocasiones explícita, de lo establecido, y sólo se abre -en los autores que aún se presentan como "de izquierdas"- a un timorato reformismo conservador. Subsiste, en la base de estos planteamientos, una fetichización del ?crecimiento económico', de la competitividad material, convertidos en bienes absolutos, nuevos dioses laicos, lógicas eternas e inmutables, fin de todos los fines... Todo ha de disponerse para que este novísimo motor de la historia funcione como debe funcionar...
Giddens suspira, significativamente, por lo que llama "centro radical". "El centro-izquierda no excluye el radicalismo -nos cuenta-, de hecho persigue desarrollar la idea del centro radical (...). Quiero decir, con esto, que existen problemas políticos necesitados de soluciones radicales, pero para los que se puede recurrir a un amplio consenso interclasista". La misma postura reaparece en John Gray, que también se incursiona por estas temáticas de los retos de la Globalización. En el nuevo contexto del mundo ?globalizado', de la actual "globalización del mercado de trabajo y de los mercados de capitales", las prácticas socialdemócratas -apunta- se revelan tan inoperantes e inviables como las prácticas neoliberales puras. Se precisa, entonces, otra cosa, algo muy parecido al "centro-izquierda" (o "centro radical") de Giddens: "Habrá que idear -explica- instituciones y políticas que moderen los riesgos a los que la gente se ve sometida, y que le hagan más fácil conciliar en sus vidas la necesidad de relaciones duraderas con los imperativos de la supervivencia económica. Habrá que hacer más equitativa la distribución de conocimientos especializados y de oportunidades". Gray se inclina, de forma vaga y vaporosa, hacia un sutil intervencionismo del Estado, pero en sentido ?no-socialdemócrata'; y hacia una humanización de las instituciones y de las prácticas liberales ("A menos que sean reformadas de manera que su funcionamiento sea más tolerable en términos humanos, las instituciones liberales de mercado sufrirán una merma de legitimidad política", concluye). Su punto de partida coincide con el de Giddens, con el de Galbraith (y de Rorty, y de Taylor, y de Habermas, y de Walzer, y de Rawls, y de casi todos los autores hoy ?en candelero', las cabezas visibles del "Pensamiento Único"...): "No hay alternativa defendible a las instituciones del capitalismo liberal, aún cuando hayan de ser reformadas".
El "Capitalismo de Rostro Humano": he aquí la meta; he aquí la última, y acobardada, utopía. (Que el Capitalismo cambie mañana de rostro, ¿no constituye, aunque disminuida y casi indigna de su nombre, una "utopía", la más miserable y desmadejada de las conocidas hasta hoy? ¿Dónde está el cirujano, dónde la técnica plástica? ¿Cómo soñar, después de haber vivido un día, abiertos los ojos, que el Capitalismo puede hermanarse de corazón al Humanismo? El Capitalismo será siempre lo que ha sido hasta ayer, lo que está siendo hoy mismo. ¡Terrible patraña, la de alegar que podemos hacerlo otro sin que deje de ser él mismo! Como ha señalado Emil M. Ciorán, el liberalismo constituye una farsa sangrienta que inauguró su historia con una soberbia campaña de matanzas -el Terror francés- y que, desde entonces, siempre ha guardado una guillotina en su trastienda).
5)
En España, Adela Cortina, por ejemplo, propone también como una de "las grandes tareas de nuestro tiempo", y ante el "imparable proceso de globalización", una "transformación ética de la economía" ("economía social"), para "hacerla capaz de asumir sus responsabilidades" y a fin de que no quede "socialmente deslegitimada"... Darle rostro humano a la economía capitalista, en resumidas cuentas, para que no se nos torne ?odiosa' en su proceso de globalización... Como los autores anteriores, aboga por un "Estado limitado", que no puede ?abandonar' por completo a los individuos pero que tampoco ha de acabar con su esfera de autonomía, como ocurriera bajo el comunismo. Y, en la línea de Walzer, deposita su fe en "el potencial transformador de la sociedad civil" (organizaciones voluntarias, asociaciones, opinión pública, ?cultura social', nuevos movimientos ciudadanos, revitalización de las profesiones,...). En definitiva, ante los ?retos' de la Globalización, un poco de trabajo para el Estado ("social") y mucha confianza en lo que pueda dar de sí la "sociedad civil"; todo ello, por supuesto, dentro de las coordenadas de este Capitalismo que hay que humanizar, reformar, pero que ya no cabe ?rebasar'...
A la sombra de Rawls y Habermas, J. de Lucas convierte los "Derechos Humanos" y "la fuerza del Mejor Argumento" (el argumento ?más razonable') en el tribunal competente para dirimir los conflictos entre las diferentes concepciones, tradiciones culturales y pretensiones valorativas que el "proceso de globalización" pondrá irremediablemente sobre la mesa. Los "Derechos Humanos" no son considerados, por este autor, como una mera realización occidental (algo que incluso el conservador Rorty ha tenido que admitir), sino como "el producto de la conciencia histórica de justicia y de las luchas sociales en pos de la libertad y de la igualdad" -una especie de conquista de la Humanidad, un valor universal, incondicional, eterno. Pensando en el correlato jurídico del Nuevo Mundo Globalizado, en los usos de justicia a los que deberá someterse la Humanidad toda, De Lucas ?decreta' que "todo lo que resulte incompatible con los Derechos Humanos habrá de renunciar a encontrar cobertura jurídica". Y así resume su postura, ingenua, idealista y racionalizadora de la pretendida excelencia de Occidente: "Que el pluralismo sea en sí un valor no significa necesariamente que haya que poner en pie de igualdad todas y cada una de las distintas ideologías, tradiciones culturales y pretensiones valorativas, sobre todo cuando se trata de extraer pautas de conducta, deberes y derechos. La preferencia entre ellas (...) debe obedecer a lo que nos parece como más razonable después de argumentar (...). Hay que distinguir entre pretensiones que resultan razonablemente dignas de la protección y garantía que comporta su reconocimiento como derechos, y las que no se hacen acreedoras a ese instrumento". Detrás de la "indiscutibilidad" de los Derechos Humanos y de la "fuerza del Mejor Argumento" se esconde sin duda Occidente (formación que ?encarna' esos "derechos" y que presumiblemente "argumenta" mejor), con su complejo de superioridad, "parte" y "juez", "contendiente" y "árbitro", de los conflictos y discusiones interculturales en el mundo ?globalizado'...
Pero, ¿qué es, en realidad, un "derecho humano"? El Islamismo político conceptúa el "interés bancario", valga el ejemplo, como un flagrante atentado contra el "derecho humano" a obtener, en caso de necesidad, un ?préstamo sin recargo', un dinero a salvo de la usura. ¿Qué diría de eso Occidente, tan orgulloso del poder de sus bancos? Y, ante una controversia que involucra principios filosóficos, cuestiones de hondura, y ya no sólo matices de opinión, ¿dónde está y donde no está el "mejor argumento"? Las tesis de J. de Lucas, que no constituyen más que una retranscripción de las de Habermas y Rawls, entre otros, basadas en "apriorismos", "peticiones de principio", "valores genéricos", etc. -de hecho, se insertan en la tradición kantiana-, aparecen hoy como un mero artefacto metafísico para justificar y legitimar la occidentalización ético-jurídica del Planeta. No de otra forma cabe entender, en rigor, el "Derecho de Gentes" de Rawls o la "Sociedad Liberal de Grandes Dimensiones" de Taylor...
6)
Al repasar toda esta "literatura de la Globalización", se tiene la impresión de que, ante la certeza del inminente ?exterminio' de la diferencia cultural, los filósofos de Occidente han empezado ya a lavarse las manos, cuando no a justificar cínicamente lo injustificable. Sabedores de que se está produciendo un choque, una batalla cultural, no ignoran qué formación se hará con la victoria. Nada temen, pues. Pertenecen al bando que ha de triunfar; y eso les garantiza que sus propias realizaciones, sus libros, sus tesis, podrán asimismo ?globalizarse', imponerse
planetariamente. Les irá bien...
Pero son "filósofos", y no les está permitido mirar a otra parte. Algo deben decir, algo han de ?aconsejar' (a los poderes políticos, al común de las gentes, a sus estudiantes). Arrancando de la tradición kantiana, y recalando en los trabajos recientes de Habermas, Apel, Rawls, etc., ya es posible justificar la mundialización de las ideas ?occidentales' de Justicia, Razón, Democracia,... Estos autores parten siempre de cláusulas supuestamente ?transculturales', de categorías pretendidamente ?universales', y las conclusiones que alcanzan en Occidente (las conclusiones a que ha llegado Occidente) las consideran perfectamente extensibles a todo el Planeta. Los "pragmáticos" tipo Rorty, anti-kantianos, alardeando de un sano ?empirismo', no pueden hablar el mismo lenguaje, y se revelan más "relativistas", más "contextualistas". Pero su celebrado pragmatismo les conduce a no hacer nada "por adelantado": será lo que tenga que ser y, sobre la marcha, haremos lo que juzguemos oportuno...
"No podemos dejar de ser Occidentales y leales con los nuestros", advierte Rorty. Y enseguida llegan los subterfugios: "No impondremos nada a las otras culturas, pero ?propondremos'. Les diremos: esto nos ha ido bien a nosotros, mirad si a vosotros también os funciona (...). Creo que la retórica que nosotros los occidentales empleamos al intentar que toda otra comunidad se asemeje más a la nuestra se vería mejorada si nuestro etnocentrismo fuera más franco y nuestro supuesto universalismo menor. Sería preferible afirmar: he aquí lo que, en Occidente, consideramos resultado de abolir la esclavitud, de escolarizar a las mujeres, de separar la Iglesia y el Estado, etc. Y he aquí lo ocurrido tras empezar a tratar ciertas distinciones interpersonales como algo arbitrario y no como algo cargado de significado moral. Puede que, si intentáis darle este tratamiento a vuestros problemas, os gusten los resultados". Subterfugio grosero, no cabe duda, pues Rorty sabe que nuestros criterios se van a ?implantar' bajo coacción (en lugar de ser ?libremente adoptados'); y porque raya en la infamia estimar que el Otro puede aproximarse de ese modo, sin temor, sereno y reflexivo, al "ejemplo" que le suministra Occidente, a la "propuesta" que le dejamos caer tan desinteresadamente, como si lo pusiéramos todo en sus manos. Rorty se olvida de la lógica económica de dependencia que deja a ese ?otro' a nuestra merced, del poder de los medios de comunicación "occidentalizadores", de la ?fascinación de los modelos aristocráticos' (hoy euro-americanos) subrayada hace años por G. Duby,... Se olvida del interés concretísimo de las llamadas "burguesías externas", de la orientación de sus gobiernos (tan a menudo ?dirigidos' por nuestras multinacionales),... Se olvida de la situación económica, se olvida de los procesos ideológicos, se olvida de la historia,... En realidad, no se olvida de nada: finge olvidarse, y quisiera que a sus lectores les flaqueara al respecto la memoria... "Desechar la retórica racionalista heredada de la Ilustración permitiría a Occidente aproximarse a las sociedades no-occidentales como si obrase con ?una historia instructiva que relatar', y no representando el papel de alguien que pretende estar empleando mejor una capacidad universal", nos dice. ¿Una historia instructiva que relatar?
Rorty, en el fondo, pugna por ?dulcificar' y ?llevar de la mejor manera', más elegantemente, la occidentalización de la Tierra. Apuesta por un acercamiento al Otro menos arrogante, pero con las mismas intenciones... No en balde es un filósofo ?conservador', feroz partidario de la "democracia representativa" -y nunca "participativa": "En términos políticos, la idea de democracia participativa me parece un objetivo muy poco realista. Podríamos considerarnos afortunados si conseguimos generalizar la democracia representativa como realidad política."
Esta postura de Rorty (el pragmatismo) nos demuestra que la crítica contemporánea de la metafísica, el antilogocentrismo ambiente, el anti-racionalismo, la negación del Proyecto Moderno y de los mitos de la Ilustración, etc., han sido también ?absorbidos', ?recuperados', por el pensamiento conservador -por una fracción ?renovadora' del mismo-, en la línea de lo que Foster y Jameson llamaron "Postmodernismo de reacción".
Hay, pues, dos modos de ?legitimar' la occidentalización del Planeta, una "idealista" y otra "pragmatista". Así las ha definido el propio Rorty:
"Cuando las sociedades liberales de Occidente piden a las del resto del mundo que emprendan ciertas reformas, ¿lo hacen en nombre de algo que no es puramente occidental -en nombre de la moralidad, de la humanidad o la racionalidad? ¿O son simplemente expresiones de lealtad hacia ciertas concepciones locales, occidentales, de justicia? Habermas respondería afirmativamente a la primera pregunta. Yo diría que son expresiones de lealtad hacia cierta concepción occidental de justicia, y que no por ello son peores. Creo que deberíamos abstenernos de afirmar que el Occidente liberal es mejor conocedor de la racionalidad y de la justicia. Es preferible afirmar que, al instar a las sociedades no-liberales a emprender esas reformas, lo único que hacen las sociedades liberales de Occidente es ser fieles a sí mismas." Parece convincente este "relativismo" de Rorty, pero oculta lo fundamental: con la invitación (irritante eufemismo, pues deberíamos decir "forzamiento") a las ?reformas' no hacemos sólo un "acto de fidelidad" a nosotros mismos; sino que procuramos sentar las bases del dominio político-militar y de la explotación económica de las mencionadas sociedades por los países del Norte... Paralelamente, la apelación al "mejor argumento" y la noción de "razonabilidad" de Rawls "limitan la pertenencia a la Sociedad de las Gentes a aquellas sociedades cuyas instituciones incorporan la mayoría de las conquistas obtenidas por Occidente desde la Ilustración, tras dos siglos de esfuerzos" (R. Rorty).
Al final, Rorty comparte con Rawls, con Habermas, etc., el "complejo de superioridad de la cultura occidental", y es también un apóstol de la occidentalización -sólo que por vías más astutas, sutiles, casi insuperablemente pérfidas: "No niego que las sociedades no-occidentales hayan de adoptar costumbres occidentales contemporáneas, como abolir la esclavitud, practicar la tolerancia religiosa, escolarizar a las mujeres, permitir los matrimonios entre miembros de distintas razas, tolerar la homosexualidad y la objeción de conciencia ante la guerra, etc. Como alguien leal a Occidente, estoy convencido de que han de hacer todas esas cosas. Coincido con Rawls acerca de qué cosas han de contar como razonables, y qué tipo de sociedades hemos de aceptar, en cuanto occidentales, como miembros de una comunidad moral de carácter global." Resulta que la "occidentalización jurídica y moral" de todo el globo se justifica como mera consecuencia de la lealtad a la propia comunidad -que es la más poderosa-; y que la llamada "comunidad moral de carácter global" se fundamenta en nuestra particular visión de la moralidad y de la justicia. No sólo se "globaliza" la moral de Occidente, sino que se profundiza el potencial represivo de dicha disposición ética: abolir la esclavitud, pero para afianzar la nueva ?servidumbre' del trabajo asalariado; practicar la tolerancia religiosa, pero asegurándose de que subsistan las iglesias, esas "hermanas de la sanguijuela" (por utilizar una expresión de Lautreámont); escolarizar a las mujeres, para ?moldear' también, en el conformismo y en la indistinción, la subjetividad femenina; permitir los matrimonios entre distintas razas, de modo que el color de la piel no sea un obstáculo para ese "fin de la experiencia" (Lawrence) que la institución familiar garantiza; ?tolerar' la homosexualidad, pero siempre señalándola con el dedo y con una mueca de asco en el rostro; permitir la objeción de conciencia, pero sólo ante la guerra (¿por qué no ante la Escuela, por ejemplo?); etc.
"La justicia como lealtad extensiva" (título de un trabajo de Rorty) quiere decir, para este autor, en definitiva, que ?hoy' es perfectamente "fiel" a Occidente -y se muestra convencido de la ?preferencia', de las ?ventajas comparativas' de nuestras prácticas e instituciones-, y que ?mañana' podrá ser suficientemente "fiel" (leal) a la Comunidad Moral Global en la medida en que ésta incorpore las conquistas ético-jurídicas de Occidente. Se trata de llegar al mismo destino de Rawls, Habermas y Apel, pero por trayectorias no-kantianas: de ahí la necesidad de un nuevo concepto, el de "lealtad extensiva", a fin de evitar las ?incondicionalidades' de los alemanes y del inglés. Pero la meta es la misma: glorificar una Sociedad de las Gentes que coincide con la nuestra ?universalizada'...
7)
El neo-pragmatismo norteamericano, que halla en Rorty uno de sus voceros más carismáticos y en Dewey un venerado ?inspirador', proclama abiertamente que "la democracia (representativa) tiene prioridad sobre la filosofía": la reflexión ha de partir de la Democracia, sus ?exigencias', sus ?posibilidades', sus ?expectativas'; y no de un ?apriori' filosófico, de un supuesto ?externo', ajeno a la misma. Se piensa para la Democracia... "Cuando una concepción filosófica ha querido fundamentar un proyecto político, las consecuencias se han demostrado nefastas", pontifica Rorty. El pensador "pragmatista" lleva, como Dewey, como Rorty, una doble vida: una como filósofo y otra como comentarista político; carece de todo ?programa político', pues es "un experimentalista, atento a los cambios de la situación y dispuesto a avanzar nuevas propuestas, a acometer la nueva problemática intentando algo distinto, sin aferrarse a grandes principios ideológicos"(Rorty). Esta prioridad de la democracia y esta ausencia de grandes principios ideológicos, lleva a fundar la ?bondad' del régimen liberal ya no en algo ?exterior', como un criterio teorético o un concepto filosófico, sino exclusivamente en sus "ventajas comparativas" respecto a las restantes formas de organización política. "Los filósofos han ansiado desde siempre ?comprender' los conceptos, mientras que para un pragmatista sería preferible ?transformarlos' de manera que sirvan mejor a nuestros intereses comunes", concluye Rorty.
Como se apreciará, el pragmatismo procede siempre desde la aceptación de la democracia (representativa) como un bien absoluto; para justificar esa alabanza se alude a "mejorías objetivas" frente a otras formas de organización, lo que de nuevo evidencia aquella autocomplacencia enfermiza de la sociedad capitalista. Considera que la filosofía debe estar ?al servicio' de la generalización de la Democracia; y que no puede ir "por delante", examinándola, reorientándola, cuestionándola de acuerdo a principios ?externos'. Con ello, se invalida la filosofía como herramienta de la crítica político-social y de la transformación ético-jurídica. De un modo efectista, Rorty reprocha a los filósofos admitir sin excepciones alguna forma de autoridad, y no ser lo bastante parricidas (por subordinarse a la idea de Dios, de Progreso, de Razón,...); pero el pragmatismo tiene también su propio Dios, su propio forma de ?autoridad', su propio Padre: la Democracia Liberal. He aquí el tremendo "conservadurismo" de un autor y de una corriente supuestamente iconoclastas: derivan de la aceptación de lo existente y disponen todos sus argumentos en la línea de un reforzamiento y una generalización (universalización) de lo instituido en Occidente -esos "nuestros intereses comunes". Frente a las filosofías europeas, el "pragmatismo" se propone como el pensamiento a ?globalizar' por excelencia, pues su vínculo con la democracia liberal y el tipo de sociedad que ésta protege es más transparente, más cristalino, más límpido... Constituirá la "apuesta americana" para la filosofía del Planeta...
Me he detenido en el "neopragmatismo" norteamericano porque, involucrado en todas las temáticas de la Globalización, aparece como una de las vías más francas de justificación de la occidentalización en curso. La tradición kantiana alemana se presenta como una segunda vía, muy transitada hoy. Como si miraran hacia otro lado, pero legitimando también el imperialismo político-cultural de Occidente, las literaturas de la sociedad civil y los posicionamientos ecléctico-moralizantes de los filósofos ex-contestatarios (ex-marxistas, ex-socialistas, ex-izquierdistas radicales,...) completan de algún modo el panorama contemporáneo de las narrativas centradas en
la mítica de la "globalización". En anteriores artículos he ensayado una aproximación crítica a la "teoría de la sociedad civil" y a lo que se podría llamar "la deriva del pensamiento ex-contestatario".
Pedro García Olivo
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