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24.10.06 

Articulos de Opinion 24-10-06

22 DE OCTUBRE, UNA LUCHA COMO HOY
Damián G. Camacho Guzmán
San Salvador Atenco, 22 de Octubre de 2006.

El 22 de octubre de 2001 nace una lucha. La tierra no se vende, se ama y se defiende. Ese fue el grito que alzó Atenco la mañana de ese 22 de octubre en contra de la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Desde entonces este pueblo fue elegido para ser avasallado, y, desde entonces sus campesinos y campesinas eligieron la lucha como único recurso de dignidad. Aquél día los niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres vieron arrebatada la continuidad su vida, de sus muertos, de sus hijos, de su tierra, de su territorio, de sus pueblos, de su cultura, de sus tradiciones, de su historia, de su futuro. No había más alternativa que aceptar el decreto o defender la tierra. Muchos decían: "al gobierno no se le puede ganar". Otros decían: "la tierra no se da".
Aquí se emprendió un largo camino de encuentros con ustedes mismos, querían verse en el otro y reconocerse en lo colectivo, para entender lo que los hacía ser pueblo. Vieron hacía atrás y hacía adelante, sabían que su historia tenía futuro. Por eso recordaron que Nezahualcóyotl hizo de estas tierras su poesía, que sus abuelos habían muerto por estas tierras, que sus padres habían luchado contra el cacique para arrebatarle lo que no era suyo. Poco a poco ustedes recordaron su pasado y reconocieron a la organización como el camino a la resistencia y vieron en la unidad la esperanza de sus pueblos para ser libres. Ya desde antes habían trabajado por su pueblo y su región, tenían tradición de lucha, así que debían recuperarla para ese momento en donde se jugaban el futuro, es decir, el ahora.
Con la llegada de Fox al gobierno federal, pretendía agudizar el modelo económico neoliberal en marcha desde 1982, la palabra capitalismo rondaba fuertemente en el pueblo de Atenco de la manera más salvaje. La mundialización como expresión de la hegemonía de las relaciones capitalistas. Subordinando a la política por la economía, con la pretensión de que el mercado regule a la sociedad. La expresión más clara de la modernización como razón instrumental. En México al igual que en los países periféricos fue el gobierno quién reguló la desregulación del propio Estado, por eso se explica por qué el gobierno federal expidió un decreto expropiatorio con fines de "utilidad pública". El capitalismo genera relaciones sociales que implican la explotación al campesino, no les bastó la entrega al campo mexicano con el Tratado de Libre Comercio, sino que también, querían el destierro y el desprecio a un pueblo con historia. La idea de desarrollo en Atenco era impuesta bajo el argumento de que esa tierra no servía, y que debía llegar el progreso como único modelo civilizatorio, un modelo "sin los campesinos". Querían trasladarlos al mercado de la tierra, donde los campesinos eran los vendedores y ellos los compradores, en un intercambio desigual porque se les ofreció de 7 a 25 pesos por metro cuadrado, mientras que ellos iban a vender con la moneda de cambio del capital: el dólar. Después diría el gobierno que su error fue ofrecer poco dinero, pero se equivocó nuevamente, en Atenco no querían ni quieren vender la tierra, ¿por qué quién vende a su madre tierra?. Fue así como aquí decidieron enfrentar al enemigo de todos los pueblos del mundo: el capitalismo.
Con el proyecto del aeropuerto encontramos que los presidentes municipales de Atenco Margarito Ruiz, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de Texcoco Horacio Duarte, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), estaban de acuerdo con el proyecto, que uno de los principales impulsores, por sus intereses con el grupo Atlacomulco, era Arturo Montiel, gobernador del Estado de México, que Vicente Fox, apoyaba decididamente el proyecto para privilegiar con su alianza de clase a empresarios trasnacionales y obedecer los mandatos del gran capital. Todos ellos habían prometido el desarrollo en este pueblo sin sus campesinos, por eso ustedes decidieron enfrentar al enemigo de los explotados en México: el gobierno.
Aquí se emprendieron varias acciones y se decidió iniciar un proceso de autonomía y autogestión. Hubo un trabajo intenso para ir y platicar con sus familias y con cada pueblo para saber qué pensaban, sí estaban dispuestos a luchar para defender la tierra. Luego de reunirse y emprender acciones decidieron formar el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Organización que surgió con el objetivo de unir a los pueblos para defender a su madre tierra. Desde la tierra nació el grito que desde entonces encendió el amor por ella: "cuando el pueblo se levante por pan, libertad y tierra, temblaran los poderosos de la costa hasta la sierra". Cuando salieron a las calles decidieron ir con ustedes mismos, fueron lo que son, machete en mano, un símbolo que arma a la ciudad de campo y sudor que da de comer. Salieron con cañones para despertar la conciencia del que espera. Buscaron diálogo para entregar el pensamiento. Hicieron reuniones, mesas, foros, asambleas, encuentros, tal vez sólo podían encontrarse con sí mismos.
No pudieron caminar solos, no hacía falta, así que encontraron el apoyo de muchos pueblos, organizaciones y personas que creían que la defensa era justa y que luchaban contra los mismos enemigos. Fue así como aprendieron de la solidaridad el respeto y la admiración por otros hombres y mujeres que luchan por todos, desde entonces hicieron de la solidaridad un principio básico de la lucha, porque concibieron que la solidaridad significa hacer como suya la lucha del otro.
Recorrieron los laberintos de la estructura del poder para inconformarse contra el decreto, hicieron todo aquello que la "justicia" institucionalizada marca como vía -para terminar legitimando los actos del dueño del poder. Al contrario, fueron acusados de muchos delitos, los expedientes en su contra crecían rápido y la justicia tenía cara de policía judicial y expedientes en gobernación.
Hasta que llegó la hora de combatir, lo hicieron en un momento cuando se suponía que no iban a vencer, el desgaste, el conflicto, la ruptura, la cooptación, la delación, los infiltrados, la propaganda, la intransigencia, la violencia, eran signos de lo que venía: la derrota. Así despertó el 11 de julio de 2002, la policía estatal confrontó a los compañeros y luego del combate detuvo a varios de ellos y los encarceló. La reacción del pueblo fue la dignidad. Tocaron las campanas y tomaron el territorio. Estaban listos para enfrentar la furia del poderoso, el pueblo acompañó la noche para amanecer la victoria. Cuatro días después, con la demostración de la fuerza organizada el poderoso entregó a los compañeros presos. Casi un mes después se consumó la primera victoria de un pueblo campesino en este sexenio con la derogación del decreto expropiatorio, provocando así la derrota de ese proyecto neoliberal de la clase política. Ese día gritaron: "¿qué hicimos? Vencimos, ¿qué haremos? Venceremos."
Una vez lograda la defensa de la tierra, nuestro Frente de Pueblos luchó por la libertad de los compañeros sujetos a proceso, se inició una serie de diálogos con los gobiernos federal y estatal para atender el problema de la "gobernabilidad" (devolver las instalaciones de la Presidencia Municipal), la indemnización a los familiares del compañero caído en la lucha José Enrique Espinosa Juárez. En agosto de 2003 se logró un acuerdo político que daba salida al posconflicto. Mientras tanto el Frente se mantuvo como organización y atendió la problemática del desarrollo municipal y regional como prioridad, por lo que se encargó de concentrar las demandas de tierra, justicia, educación y del campo. La política alternativa del Frente hace mantener a Atenco con un doble poder que confronta al institucional y lo somete al choque de fuerzas para buscar la solución a las demandas planteadas. Además, la permanencia de la organización permite reconstituirse ya no con el único objetivo de defender la tierra, defensa que hace permanentemente con la sola existencia del Frente, sino que ahora lo centra en el elemento de la solidaridad.
De ahí surge la solidaridad con los floristas de Texcoco. El Frente fiel a sus principios brindó el apoyo y dialogó con los gobiernos municipal y estatal bajo la demanda de no ser reubicados del mercado Belisario Domínguez. El gobierno municipal perredista se negó y junto con el gobierno del estado instrumentaron un operativo para impedir la instalación de los floristas el 3 de mayo de 2006 (incumpliendo el acuerdo del día anterior). Por lo que cercaron a los compañeros e iniciaron una embestida policiaca contra el pueblo de San Salvador Atenco. El pueblo resistió y echó a correr a los policías. Se preparó una impresionante labor propagandística que criminalizó al Frente, y los tres gobiernos, municipal, estatal y federal, es decir el PRD, el PRI y el Partido Acción Nacional tomaron la decisión de detener a los integrantes del Frente y a los floristas en Texcoco, y de atacar el 4 de mayo a la población con un acto de demostración de fuerza con mas de cuatro mil elementos de la Agencia de Seguridad Estatal y de la Policía Federal Preventiva.
Entraron a Atenco con transmisión de televisión en vivo, se trató de una acción de legitimación para intentar inhibir o disuadir la participación del Frente y de las organizaciones sociales en el país. Por eso catearon las casas, sacaron a familias para apresarlas, detuvieron en total a 207 hombres y mujeres, torturaron, violaron y asesinaron a dos jóvenes en esos hechos.
Las razones son evidentes, se trató de golpear a la organización que mantiene un doble poder en la región y que confronta al poder formal con una política de alianzas basada en la solidaridad y la defensa de la tierra, con proyecto en la escala regional y con proyección nacional al formar parte de otros esfuerzos de convergencia como la Otra Campaña, por lo que constituye un serio peligro para los intereses de la clase gobernante. Bien sabemos que la represión del 3 y 4 de mayo no se explica sino se hubiera obtenido la victoria en 2002, ¿sino a qué pueblo iban a reprimir ante un hecho consumado?, por lo que la otra razón es que el gran capital quiere la tierra para imponer su aeropuerto y prepara las condiciones para que su nuevo capataz aplique mano firme y logre lo que Fox no pudo impulsar, junto con la privatización de los energéticos y las llamadas reformas estructurales.
Lo que no quiere entender el dueño del poder es que Calderón es producto de un fraude y que no tiene legitimidad y a pesar de que quieran imponerla, con una política de terrorismo de Estado para emular a Salinas de Gortari, en las calles las masas no están dispuestas a aguantar seis años de continuismo.
La lucha magisterial en Oaxaca con la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) es la demostración más clara de la existencia de fuerzas reales que construyen autonomía y autogestión. Este movimiento en Oaxaca se une a los procesos que se viven en Chiapas con los Caracoles, en Guerrero con la Policía Comunitaria, la Parota, en Atenco, de la propia movilidad de la Convención Nacional Democrática, de construcción de un sujeto social de cambio que constituye un doble poder frente al establecido. Sin embargo, el conflicto en Oaxaca es estratégico porque representa un empuje al proceso de acumulación de fuerzas que evidencia el distanciamiento de la clase política con el pueblo y además se confronta y combate de manera directa en formas de lucha que le dan dinamismo al propio movimiento popular. La resolución también pasa por la solidaridad de las organizaciones del país para empujar a que el movimiento se alce con la victoria, ya que ésta definiría a corto y mediano plazo el papel del movimiento social frente a la ofensiva de la derecha neoliberal en nuestro país. Por eso "Oaxaca somos todos".
Oaxaca, Atenco, la Parota, Chiapas y todas las luchas necesitan uno de otro para triunfar, por eso es importante buscar la unidad entre iguales a partir de objetivos comunes que definan un programa de lucha que enfrente al Estado burgués, de carácter clasista y anticapitalista y que sea capaz de construir una política alternativa y contrahegemónica.
En Atenco después de cinco años sigue la lucha: "nos han reprimido pero no nos han vencido", es ahora la consigna que define el balance, al igual que antes se sigue luchando por la libertad de los compañeros y compañeras, 26 presos en Santiaguito y 3 en el Penal de máxima seguridad de la Palma, Almoloya de Juárez; se sigue luchando porque termine la persecución de los miembros del Frente de Pueblos; luchamos porque se castigue a los responsables de la muerte de Javier Cortéz y de Alexis Benhumea; luchamos porque se castigue a los responsables de las violaciones a nuestras compañeras; luchamos por el castigo a los policías torturadores; luchamos por el castigo a los responsables de la represión del 3 y 4 de mayo de 2006, Enrique Peña Nieto, Wilfrido Robledo, Nazario Gutiérrez, Vicente Fox y mandos medios; luchamos por la dignidad de nuestro pueblo, luchamos por la defensa de la tierra; pero no sólo por eso, también luchamos junto a la APPO; la otra campaña; los zapatistas; los pueblos indígenas; por la libertad a los presos de Guadalajara; la libertad de los hermanos Cerezo; la libertad de Gloria Arenas y Jacobo Silva Nogales; por los presos políticos de todo el país; y , luchamos con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo hagan de la lucha su bandera.
Sin un nacimiento el 22 de octubre de 2001 de un pueblo que lucha, Atenco no sería más que un pueblo avasallado por la modernización neoliberal, sin embargo, gracias a que decidió su propio camino este día volvemos a levantar el machete de la lucha, porque como hace cinco años, Atenco arma su historia.



Asamblea popular de los pueblos de Oaxaca
Eduardo Bautista

Una apuesta por la democratización y la ciudadaníaEduardo Bautista
(La Nación).- El presente artículo analiza la coyuntura del año 2006, en que emerge y se desenvuelve el movimiento magisterial y popular de Oaxaca. La coyuntura se muestra como un momento en que saltan a la luz contradicciones acumuladas en el largo plazo, cuando la historia se adelgaza y los sedimentos adquieren visibilidad al desbordarse los cauces de control social y resquebrajarse las estructuras de dominación que las contenían.

Si bien el movimiento popular se inició con demandas específicas de tipo gremial por parte del magisterio oaxaqueño, la respuesta represiva del gobierno local provocó y enlazó solidaridades de otras agrupaciones sociales hacia los manifestantes, las cuales encontraron el camino en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), para rechazar el ejercicio autoritario del poder público, articulando un "ya basta" colectivo y abriendo el espacio público para el reencauzamiento de demandas económicas, políticas y sociales añejas, nunca resueltas.
En el intersticio del momento se condensa un malestar generalizado entre la población oaxaqueña. Algunos habitantes observan causas difusas que propician inconformidades dispersas y titubeantes ante lo que observan como un estado de desorden, el cual afecta sus intereses particulares; son partidarios tan sólo de lo que identifican como el regreso de la paz y la estabilidad. Otros, con mayor sensibilidad ante los abusos al amparo del poder gubernamental y de los usos arbitrarios de la legalidad, muestran diversos grados de empatía hacia las causas que mueven la lucha de la APPO. Mientras otros más, participan de manera activa en el movimiento social.
En la coyuntura atravesada por el movimiento de protesta, se muestran las fisuras de las estructuras de dominación local, articuladas desde la clase gobernante, así como el desgaste de las prácticas tradicionales de control, observadas en la exacerbación de un ejercicio autoritario de gobierno que había sustentado el orden prevaleciente, pero que ahora muestra con toda crudeza su caducidad.
El ejercicio autoritario en Oaxaca ha estado organizado bajo la lógica de entender el poder gubernamental como un botín para el beneficio de unos cuantos, quienes son arbitrados por jefes patrimoniales en turno, investidos como gobernadores. Dichos personajes se colocan en la cima de una estructura de jerarquías en donde el de arriba sojuzga a su inmediato inferior, y opera a través de la distribución de beneficios y prebendas para premiar lealtades personales, e infligir castigos para quienes critican al orden impuesto.
En torno a esta pirámide de jerarquías se ha amalgamado una cultura política patrimonial y corporativa, nutrida de intercambios clientelares, de lealtades no hacia instituciones o reglas, sino hacia los parientes, amigos, padrinos, compadres, quienes en generosa reciprocidad distribuyen dádivas y favores con factura siempre cobrable entre la población empobrecida. Estas relaciones naturalizan la protección y el reparto a cambio de la obediencia y la lealtad personal.
Esta forma de dominación no se da de una vez y para siempre; así como alcanza momentos de vitalidad, también atraviesa momentos de crisis, de desgaste de sus mecanismos de cooptación y corrupción, como el momento que nos ocupa, cuando se abre el espacio público a expresiones de rechazo ante los agravios anteriormente tolerados y se da el replanteamiento de viejas reivindicaciones colectivas.
El escenario local y los actores del movimiento: la Sección XXII del SNTE y las organizaciones sociales
El estado de Oaxaca se caracteriza por los múltiples rezagos ancestrales en materia social y económica, que generan condiciones de empobrecimiento progresivo de un segmento importante de su población. Es una de las entidades expulsoras de mano de obra barata hacia los centros de mayor crecimiento económico del país y del extranjero; sus recursos naturales son explotados de manera irracional, en condiciones que corresponden a las periferias del sistema de acumulación de capital.
En la agreste geografía de Oaxaca, se encuentran dispersas más de diez mil pequeñas localidades, agrupadas en torno a 570 municipios, habitados por 16 grupos etnolingüísticos; al interior de cada comunidad se mantienen fuertes lazos organizativos, aunque esos lazos no se encuentran en la misma proporción en las relaciones establecidas por las comunidades entre sí, muchas de las cuales se encuentran atravesadas por viejas rivalidades agrarias, las cuales han sido arbitradas históricamente como un recurso de colonización. Esta situación, que se da desde la Colonia hasta nuestros días, ha sido documentada ampliamente por varios estudiosos (Romero Frizzi, 1990).
En el estado, se han registrado largos periodos de estabilidad autoritaria, sustentada en la concentración del poder público en estructuras locales rígidas, favorables a la reproducción del régimen autoritario mexicano, caracterizado por el ejercicio patrimonial y rapaz de los gobernantes en turno, por el corporativismo ejercido por el viejo partido de Estado (PRI) y las diversas formas de operación llevadas a cabo a través de relaciones clientelares.
En estas condiciones, el sector magisterial constituye una de las estructuras de intermediación más importantes entre las comunidades oaxaqueñas y la clase gobernante; en estos lugares, los maestros han llegado a jugar un papel preponderante no sólo en las aulas escolares, sino como líderes comunitarios y de organizaciones locales, como asesores de autoridades municipales y, en muchos casos, como presidentes y concejales municipales. Los comportamientos de los maestros han ido desde la adecuación a las estructuras locales de dominación, hasta la adopción de posiciones críticas y de rechazo a las formas tradicionales de control político.
A partir de 1980, el grueso de los maestros oaxaqueños se ha caracterizado por constituir una sección de ruptura con el anquilosado corporativismo mexicano y de manera particular con una de sus instituciones más significativas: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). La lucha se emprendió de manera conjunta con otras secciones sindicales del país, que conformaron la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), cuyo objetivo ha sido la democratización de las representaciones locales del gremio, contra el verticalismo en la toma de decisiones y el rechazo a las prácticas corrompidas en las cúpulas del sindicato.
La sección oaxaqueña de la CNTE se ha distinguido como una de las más combativas; en el transcurso de sus 26 años, se ha identificado por la visibilidad de sus reclamos de reivindicación gremial, a través de paros periódicos de sus actividades, así como marchas y plantones en la capital del estado, registrando una historia de represión de sus movilizaciones y el asesinato de algunos de sus dirigentes.
Aun cuando las sucesivas dirigencias seccionales han sido acusadas en múltiples ocasiones de reproducir prácticas corruptas, de centralizar decisiones y de formar alianzas con los gobernantes locales, lo que en varios casos les ha valido su incorporación directa a posiciones burocráticas del gobierno, es importante señalar que las bases magisteriales han constituido uno de los pocos actores de protesta social en la entidad. De hecho, un sector importante del magisterio ha incidido en la conformación de organizaciones locales independientes cuya lucha es atender diversas demandas sociales y dar batalla a los cacicazgos, promoviendo la democratización de las formas de representación local y la defensa de los derechos humanos.
Tales derroteros marcan el papel político de los maestros oaxaqueños, como factor de ajuste y continuidad de las estructuras de dominación local, pero también de ruptura y articulación de resistencias, en uno de los sectores sociales que cobra conciencia ante la acumulación de los agravios. Dichas resistencias se entienden como rechazos a la dominación y por tanto, a la búsqueda de alternativas en otras formas de organización.
La descomposición de una forma de dominación local
La clase gobernante local no sólo reproduce las características de la fase política actual del neoliberalismo mexicano, sino que las acendra en sus zonas más empobrecidas, conformadas por la mayor parte del territorio oaxaqueño; restringiendo la política al quehacer de una élite autoritaria dividida en facciones que pugnan por la conservación de privilegios personales a través del juego de los partidos políticos; lo anterior lleva a un distanciamiento brutal hacia la sociedad, la permanencia de la injusticia y la impunidad ante la persistente violación de los derechos humanos.
En el ámbito local, el ejercicio de gobierno se ha sustentado en una organización patrimonial que tiende a la hiperconcentración del poder en manos de la persona detentadora del Poder Ejecutivo estatal, misma que mantiene la subordinación de los poderes legislativo y judicial, y que además se impone ante la debilidad de los opositores electorales. Las expresiones autoritarias van desde la arbitrariedad flagrante y los excesos de la autoridad, la falta de transparencia en el manejo del dinero público, la discrecionalidad en la aplicación de la justicia, hasta la represión abierta de las voces críticas al orden imperante (Red Oaxaqueña de Derechos Humanos, 2006).
La crisis de la forma de dominación en Oaxaca es delineada por la descomposición de esta politicidad reducida al quehacer de la clase gobernante y las pugnas entre sus diversas facciones, la cual, al intensificar sus prácticas autoritarias, se confronta con una sección sindical demandante.
El movimiento magisterial de 2006 se inició el 22 de mayo con propósitos de reivindicación gremial. Como una de sus demandas principales planteó la rezonificación de Oaxaca como una entidad de vida cara y sumó una serie de peticiones de tipo gremial y apoyo comunitario a zonas de mayor marginación. El pliego petitorio enfrentó la falta de respuesta del gobierno estatal, instancia que asumió una supuesta falta de competencia ante los reclamos económicos, así como indiferencia y oídos sordos respecto a las peticiones de tipo social, lo que derivó en la ruptura de las negociaciones.
La exacerbación del autoritarismo gubernamental respecto al movimiento magisterial alcanzó una de sus máximas expresiones el 14 de junio de 2006, cuando las autoridades gubernamentales, en vez de procurar soluciones a las demandas y procurar canales de diálogo, intentaron desarticular la protesta de la sección sindical. El gobernador del estado, Ulises Ruiz, ordenó la represión policiaca de los profesores concentrados en el centro de la capital, a través de disparos con armas de fuego y el bombardeo con gases lacrimógenos.
La represión generó la solidaridad de diversas organizaciones locales y un creciente rechazo social hacia esa forma de ejercicio despótico del poder gubernamental. A partir de ese momento, el movimiento asumió como principal demanda la destitución del gobernador y se extendió a más de 350 organizaciones, comunidades indígenas, sindicatos y asociaciones civiles.
El 20 de junio, las alianzas conformaron la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), en un acontecimiento sin precedentes en la historia local. Es en este encuentro, donde se han ido reconociendo identidades entre los involucrados, que más allá de la trayectoria de los líderes y las organizaciones, de los devaneos en sus juegos particulares con el poder gubernamental, de las diferencias sobre estrategias, se han ido encontrando en el intersticio común del rechazo a los excesos del autoritarismo y la corrupción, así como en una conciencia cada vez más clara ante la opresión.
La composición del movimiento, se presenta diversa y múltiple; ahora se escuchan otras voces que saltan al espacio público y aparecen viejos reclamos de actores perseguidos por el poder. En la Declaración de los Pueblos de Oaxaca, la APPO establece un diagnóstico sobre la ocurrencia de asesinatos de dirigentes políticos que no han sido aclarados, de constantes violaciones a los derechos humanos, de represión a la libertad de expresión, de afectaciones a la vida independiente de los sindicatos, del fortalecimiento de los cacicazgos, de la aplicación discrecional de la justicia, de la falta de transparencia en las acciones de gobierno, de las prácticas corruptas en la asignación de la obra pública y del uso arbitrario de los programas sociales (APPO, 2006).
La coyuntura marca la trayectoria del movimiento colectivo, el cual atraviesa por diversos momentos, como su gestación en el interior de la sección independiente del sindicato magisterial ante el fracaso de la negociación de un pliego petitorio con el gobierno estatal, la articulación de su respuesta ante la represión policiaca de que es objeto, del tejido de alianzas con otras organizaciones sociales, la visibilidad de protestas tumultuarias sin precedentes en la historia de Oaxaca, el reposicionamiento mediático del movimiento con la toma de los medios locales de comunicación como Radio Universidad y la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión y una nueva escalada de represión contra el movimiento que dejó un saldo de dos muertos y varios manifestantes heridos.
Ante el despojo violento de los medios públicos que el movimiento tenía en su poder, la APPO tomó las estaciones comerciales de radio; esta acción le permitió reencauzar las expresiones públicas de rechazo al gobernador y su forma de ejercer el poder, así como la afirmación de una corriente cultural de protesta, alentadora de la creatividad de los manifestantes a través de la música, la poesía y una producción radiofónica alternativa, ante una radio comercial caracterizada por su sometimiento al poder gubernamental.
Al diversificar sus tácticas, el movimiento fue rebasando protagonismos personalizados, se reconoció en la lucha, no sólo al pedir la renuncia o destitución del gobernador del estado, sino al exigir un cambio en las relaciones tradicionales entre gobernantes y gobernados. Mientras tanto, la clase política neoliberal, forjada en la simulación de la legalidad, fue articulando alianzas con las cúpulas nacionales del PRI y del PAN, para defender al gobernador; los argumentos se establecieron en el sentido de que podría sentarse un precedente negativo en la destitución de gobernantes, presuntamente electos por lo que ellos entienden como democracia y Estado de derecho.
Durante este periodo, la ciudad ha atravesado por momentos de tensión; los comercios y diferentes servicios públicos han tenido que disminuir el ritmo de sus actividades; las calles de la ciudad de Oaxaca son ocupadas por los manifestantes quienes instalan barricadas en sus barrios y colonias para defenderse de los ataques policíacos y de grupos de choque. Al mismo tiempo, decenas de municipios son tomados por agrupaciones locales, quienes además de sumarse a la exigencia por la salida del gobernador, reivindican la democratización de sus formas de gobierno, exigiendo espacios de autonomía y respeto hacia la autoorganización comunitaria.
Tras la escalada de represiones contra el movimiento y el secuestro de sus líderes, los jefes de la burocracia gubernamental se convierten en operadores clandestinos, guiados por la venganza delirante hacia quienes suponen que manipulan al movimiento, se muestran dispuestos ellos mismos a subvertir el orden impuesto al fabricar escenarios de guerrilla o confrontación social para justificar la represión armada.
La mayor parte de los actos violentos e intimidatorios son ejecutados por policias estatales y municipales, que el propio gobernador denomina "operaciones de limpieza", en sus declaraciones ante los medios informativos; respecto a la operación de grupos paramilitares no admite responsabilidad alguna.
Por su parte el gobierno federal, enredado en su propia indolencia al postergar indefinidamente la solución del conflicto -más de cuatro meses-, bajo el reiterado argumento "de que se trata de un asunto de competencia local", ha observado como se desborda el movimiento y se enlaza a otras expresiones de resistencia que amenazan a su máximo tesoro político: las instituciones de una democracia que se reduce a lo electoral.
Cabe señalar que en la disputa por los votos, la mayoría oaxaqueña llevó al triunfo a las formulas identificadas con la coalición encabezada por el PRD, obteniendo nueve de las once diputaciones federales y el triunfo de dos senadores de la república por el principio de mayoría relativa, en un hecho sin precedentes en la historia electoral de la entidad, considerada desde siempre como bastión indiscutible del PRI. El rechazo generalizado a la clase priista se podría explicar por el hartazgo generado por los abusos del partido de Estado.
Este rechazo al priismo local ha merecido el blindaje de la clase priista nacional, que desde sus espacios de poder en gubernaturas y posiciones legislativas, sabedores de su peso para garantizar un mayor margen de estabilidad en el próximo relevo presidencial y de su juego en la agenda legislativa de reformas neoliberales, se ha convertido en un grupo de presión para apoyar al gobernador de Oaxaca.
La coyuntura oaxaqueña se abre entonces, en condiciones de mayor amplitud, hacia el fondo, y hacia los lados, en un momento crítico de reestructuración del poder político nacional y de decadencia de las estructuras locales.
Un movimiento local de causa global
¿Qué tiene en común el movimiento popular de Oaxaca con otros movimientos populares que ocurren en la periferia del sistema de acumulación? ¿Cuáles son los puntos de coincidencia de las protestas? ¿Qué condiciones estructurales reactivan el reclamo colectivo? ¿Qué tan particular o qué tan universal es el caso de Oaxaca?
Se puede señalar que el movimiento popular oaxaqueño se muestra como un proceso colectivo que va más allá de particularidades locales, que rebasa presuntas manipulaciones de individuos con nombre y apellido, que toma distancia de las tramas entre enemigos próximos, ficticios, inventados por mentalidades conservadoras. Se trata de un movimiento que no se explica por formas de pensar que quedan atrapadas en un regodeo parroquial que piensa lo local y, en particular, las pugnas en el interior de la clase política oaxaqueña, como el gran ombligo del mundo.
Sin embargo, esta última lógica sostiene al gobernador y su grupo, quienes han apostado no al retiro pacífico del poder, sino al desgaste del movimiento popular y de toda la población de Oaxaca. Bajo el sentido común de un gobernante patrimonial y de los analistas de la élite, no se comprenden los objetivos del movimiento social, un movimiento que habla en un lenguaje que ellos desconocen. Forjados en la cultura del priismo, articulado en torno a la simulación, la mentira y la corrupción, no aceptan la existencia de hombres y mujeres capaces de decidir por sí mismos, de luchar contra la opresión y la injusticia, al margen de fuerzas que manipulan para obtener algo.
Por su propia naturaleza, el movimiento va rebasando progresivamente a sus propios liderazgos; se perfila como una aglomeración de contradicciones, cuya consistencia se va articulando en torno a una creciente inconformidad que a medida en que se extiende, provoca el desmantelamiento de las instituciones del gobierno estatal.
De esta manera, Oaxaca ajusta tiempos con el reloj de otros movimientos para ir más allá de transiciones electorales; construye y muestra su propia dinámica social para promover cambios colectivos orientados a la democratización de sus estructuras locales de gobierno, en una tendencia de resquebrajamiento y pérdida de hegemonía del pensamiento conservador y de sus dispositivos de represión, sin perder las especificidades de la historia local.
Esta perspectiva identifica la dimensión de un problema local, a partir de la naturaleza de su conformación; se reconoce que las causas de dicho problema son de alcance global que se desprenden de la explotación, el racismo y la exclusión; condiciones que se encuentran presentes en otros movimientos que ocurren en la periferia del sistema de acumulación capitalista, despedazando el tejido social de los pueblos marginados y fragmentando la mínima organización social que no corresponda a los criterios de la democracia formal: la de los votos usados para reafirmar la posición de unos cuantos, de los mismos.
Una apuesta política por la democratización y la ciudadanía
Las protestas que adquieren visibilidad en la coyuntura oaxaqueña se manifiestan muy distantes de cualquier guion prefijado. Algunas se diluyen y son absorbidas por los mecanismos de dominación; otras configuran resistencias que se enlazan e impugnan las formas autoritarias, al incorporar rechazos acumulados, al abrir espacios para otras voces, otros reclamos de interpelación al poder, corriendo de manera paralela a la marcha emprendida hacia la ciudad de México para insistir que la experiencia de Oaxaca es la de la opresión generalizada.
En la Declaración de los Pueblos de Oaxaca, se apunta la necesidad de un gobierno que represente al pueblo en toda su diversidad: pueblos indígenas, población urbana, campesinos, trabajadores, empresarios, mujeres, hombres, niños, jóvenes y las comunidades lésbico-gay; un gobierno cuya acción prioritaria sea establecer los puentes de diálogo en donde se incluyan todas las voces; que establezca instituciones, leyes y políticas acordes con las culturas y la autonomía de los pueblos y comunidades de Oaxaca (APPO, 2006A).
El movimiento ha abierto una agenda local de alcances más amplios, que tiene que ver con reclamos por la democratización y la generación de una ciudadanía más crítica, informada y participativa. El logro de la APPO es haber articulado a diversas organizaciones sociales y comunidades, las cuales, por encima de sus diferencias y divisiones, coinciden en una lucha contra las arcaicas estructuras locales de dominación en donde la destitución del gobernador parece ser sólo el principio. En la APPO han coincidido agrupaciones civiles, perredistas y grupos antipartidistas, adherentes a la Otra Campaña zapatista, profesionistas, algunos empresarios, párrocos y colectivos eclesiales de base (APPO, 2006B).
Sin embargo, el movimiento sigue un camino minado, una cuerda floja que es sacudida constantemente por un poder político que tiene la franquicia de las leyes y de las instituciones de la estabilidad. La APPO, por su propia naturaleza como movimiento, no está exenta de divisionismos abiertos entre corrientes, aunque el punto de intersección colectiva apuesta a disolver las pretensiones protagónicas de algunos líderes, que intentan erigirse como dueños del fundamento de la lucha o como representantes de la totalidad, lo que ha dificultado la negociación de sus líderes con instancias del gobierno federal.
Como posibles cauces del conflicto se plantea, por una parte, la salida del gobernador como lo exige la APPO -planteamiento que se ha ratificado en las consultas a las bases magisteriales efectuadas a fines de septiembre- y, por otra, la represión y desarticulación del movimiento, como lo exigen los grupos más conservadores que apuestan a la prolongación del decadente régimen autoritario.
Más allá de su próximo derrotero, el movimiento ha sentado marcas en el ánimo colectivo imprimiendo sentido a los enojos de buena parte de la población oaxaqueña, con el rechazo colectivo a las formas de ejercicio despótico del poder público, lo que permite plantear que, después de las rupturas de las estructuras locales de dominación o la recomposición de la clase gobernante, nada quedará igual que antes.
REFERENCIAS
-Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (2006a), Declaración del Pueblo de Oaxaca (http://oaxacalibre.org/libertad/index.php?option=com_content&task=view&id=12&Itemid=28).
-Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (2006b), resumen final del foro nacional "Construyendo la Democracia y la Gobernabilidad", Oaxaca, 16 y 17 de agosto de 2006 (http://www.oaxacalibre.org/libertad/index.php?option=com_content&task=view&id=34).
-Frente de Sindicatos y Organizaciones Democráticas de Oaxaca, "Carta abierta", en Diario Noticias, 15 de agosto de 2006, Oaxaca.
- Organización de Pueblos Indígenas Zapotecos, "Carta abierta", en Diario Noticias, 29 de agosto de 2006, Oaxaca.
- Red Oaxaqueña de Derechos Humanos (2006), VI Informe. Situación de los derechos humanos en Oaxaca (http://www.laneta.apc.org/rodh/spip/IMG/pdf/inf000001Anexo-I.pdf).
- Red Oaxaqueña de Derechos Humanos y otros, "Carta Abierta de Organizaciones de la Sociedad Civil", en Diario Noticias, 21 de agosto de 2006, Oaxaca.
- M. Romero Frizzi, coordinadora (1990), Lecturas históricas del estado de Oaxaca. (cuatro volúmenes), INAH-CNCA, México.
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No es Iraq, es Venezuela
Fuente: La Haine
x Alberto Cruz

La situación en Iraq no es buena para los EEUU. No lo ha sido nunca, pero se está a años luz de Vietnam, por poner el fácil ejemplo que tanto gusta. Nos perdemos en la cifra de soldados muertos, en si la ratio es más o menos alta y nos animamos pensando en una derrota imperial. No. EEUU no se puede permitir el lujo de salir derrotado de Iraq porque eso supondría el fin de su hegemonía a nivel mundial.
No había que ser muy perspicaz para analizar que sólo cabían tres posibilidades: la retirada de los ocupantes (que supondría una derrota), la estabilidad política incierta (puesta en marcha con la celebración de elecciones) y la guerra civil (en la que ya se está, aunque se pueda denominar "de baja intensidad"). No obstante, será en las elecciones del 7 de noviembre en Estados Unidos en las que se vea si Iraq es determinante o no para un cambio en la correlación de fuerzas interno, aunque los demócratas tampoco se retirarán del país. Sin embargo, una derrota de Bush y un triunfo demócrata permitiría llegar a un acuerdo con quien realmente tiene la llave de la estabilidad: Muthada al Sadr.
Sorprende que haya muy pocos análisis de lo que realmente le importa a los EEUU: el control del petróleo. Guste o no, el petróleo iraquí ­a pesar de los reiterados ataques de las diferentes organizaciones de liberación nacional contra los oleoductos- está controlado. Así hay que interpretar el plazo dado al gobierno colaboracionista de Maliki para que en diciembre, como máximo, apruebe una ley para liberalizar el sector ­es decir, quedará en manos de cuatro grandes compañías, todas occidentales- y modernizar las instalaciones. Esto se hará, además, para cumplir una de las condiciones del FMI para otorgar créditos a Iraq. El objetivo estratégico de EEUU en Iraq es controlar el petróleo y, con él, derribar definitivamente el poder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), teniendo en cuenta también que Iraq cuenta con unas importantes reservas de gas natural
Estabilizar la producción petrolífera de Iraq y conseguir su retorno a la OPEP con todos sus derechos -durante la época del embargo al que fue sometido el país tras la guerra con Kuwait su producción estaba sometida a un riguroso régimen fiscal dentro del programa Petróleo por Alimentos- fue una de las prioridades iniciales de EEUU tras la ocupación, máxime en unos momentos en los que la producción de los países que no son miembros de esta organización había comenzado a declinar y estaba a punto de ser sobrepasada por la producción de los países OPEP, por lo que el mundo industrializado no podrá buscar mercados alternativos a los de esta organización. En este sentido, no hay que perder de vista las maniobras de EEUU en África.
Por lo tanto, normalizar la producción de petróleo de Iraq ha sido siempre la prioridad de EEUU, por encima de cualquier otra, porque de esta forma le convertiría en el principal servidor de sus intereses en una doble vía dentro de la OPEP: garantizar un aumento de la producción para que el precio del barril no supere los 30 dólares y asegurar que no se va a cambiar el dólar como moneda de transacción financiera en detrimento del euro, como hizo en su momento Saddam Hussein y ahora preconizan otros países como Irán o, en menor medida, Rusia. En estos momentos Iraq exporta 2'05 millones de barriles diarios (cifras de la OPEP en el mes de septiembre) y se pretende llegar a los 3'5 millones en dos años, para lo que son necesarias unas inversiones de entre 3.000 y 5.000 millones de dólares.
La estrategia energética de Washington supone que a mediados de 2007 la producción haya alcanzado los 2'8 millones de barriles diarios e incluye, entre otras cosas, el incumplimiento por Iraq de las cuotas de bombeo fijadas por la OPEP para provocar una severa contracción de los precios a corto plazo. Esto alarma a otros países productores, que consideran que hay que estabilizar el precio entre los 50-60 dólares por barril y no permitir en ningún caso que se llegue a los 30 dólares, como al inicio de la guerra contra Iraq en 2003. Esta es la razón por la que la OPEP, a iniciativa de Venezuela, está dispuesta a estudiar un recorte de la producción para impedir que el precio del barril continúe bajando. Será en la reunión extraordinaria que la OPEP celebre en Abuja (Nigeria) el 14 de diciembre próximo.
Y esta es la razón por la que Venezuela se ha convertido en la principal amenaza para los intereses estratégicos de EEUU. Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, ex consejero de Bill Clinton en su etapa como presidente de los EEUU y ex vicepresidente del Banco Mundial, lo dice muy claro en su último libro, "Haciendo funcionar la globalización". EEUU ha estado detrás de todos los intentos desestabilizadores y golpistas contra Chávez, pero lo que no le perdona es que haya tomado en sus manos el control de la industria petrolera, y sus rentas. Stiglitz hace un reconocimiento expreso de los cambios en los contratos petroleros del Gobierno de Venezuela para obtener las mejores condiciones para su país y que se vienen traduciendo en las ingentes ayudas para mejorar el nivel de vida de la población a través de las famosas "misiones" en educación, salud, alimentación, etc.
Los medios estadounidenses editorializan regularmente con tres cuestiones y por este orden: Venezuela y su influencia en América Latina; la guerra en Iraq, y el pulso con Irán. Ahora se añade Corea del Norte, que circunstancialmente ha pasado al primer plano. Chávez es visto como el "heredero rico [por el petróleo y el gas] de las ambiciones revolucionarias de Fidel Castro" y el principal desestabilizador del continente, con mención expresa a dos países: Ecuador y Nicaragua. Las recientes elecciones en Ecuador y las del mes que viene en Nicaragua han encendido todas las alarmas. Incluso se recuerda que Lula ha repuntado en la intención de voto y que será reelegido sin duda en la segunda vuelta de las elecciones el 29 de octubre, "lo que puede hacer que renueve su agenda izquierdista". Hay que recordar que Lula ha sido duramente criticado por el Movimiento Sin Tierra, por ejemplo, en lo que atañe a la reforma agraria, en la adopción de medidas a favor de la multinacional de transgénicos Monsanto y en la aplicación de una política macroeconómica de claro corte neoliberal y que por ello en la primera vuelta electoral esta organización, y otras, le retiraron su apoyo.
Estos tres elementos, Ecuador-Nicaragua-Brasil son considerados "vitales" para que "no se haga más daño a las relaciones de EEUU con América Latina" y conjurar "el peligro del chavismo-castrismo" que ya se ha asentado, según estos análisis, en Bolivia y Argentina. De hecho, el jefe del Comando Sur, general Bantz Craddock, ha mostrado públicamente su preocupación porque un triunfo de Rafael Correa ponga en peligro la presencia de EEUU en la base de Manta (18 de octubre de 2006). Esta base es parte importante del Plan Colombia, diseñado con una estrategia regional y con la vista puesta en Venezuela puesto que la Revolución Bolivariana se ha convertido en una amenaza estratégica para los EEUU por su independencia política internacional y el liderazgo regional que está logrando. No hay que olvidar importantes cuestiones como la creación de Petrocaribe, el gasoducto del sur, el Banco del Sur o el Bono del Sur (con Argentina), por citar sólo la última iniciativa y para la que Venezuela ya ha destinado mil millones de dólares.
La escenificación de lo que está sucediendo en la ONU con la votación del país latinoamericano que tiene que ocupar el puesto en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente es tremendamente gráfica. Es una lucha que pone de manifiesto la valentía de un país por hablar con otra voz en este foro y el miedo de otro a que dicha voz se oiga. En la ONU ha entrado muy pocas veces el aire fresco. Si exceptuamos los discursos del Che y Arafat ante la Asamblea General, nunca hasta la llegada de Chávez, EEUU había sufrido una bofetada tan contundente en su casa. Una humillación que no se perdona y la campaña de EEUU para que Venezuela no sea elegida es algo más que una anécdota.
Lo que se está viendo en la ONU es un logro de Venezuela: ha puesto de manifiesto que no se ha terminado la guerra fría, que continúa la polarización mundial entre los países ­casi habría que decir mejor gobiernos- que se pliegan a las presiones estadounidenses y los que mantienen su apuesta por la dignidad, soberanía y autodeterminación de los pueblos.
Son muchos, en muchas partes del mundo, quienes ven con admiración el ejemplo de Venezuela. Desde México (es muy recomendable la lectura del editorial del diario La Jornada del día 18 de octubre) a la India (The Telegraph, también el día 18). El primero dice que "más allá de juicios ideológicos, la llegada de Caracas al Consejo de Seguridad es deseable por una razón: mientras que Guatemala no enfrenta ningún amago externo, Venezuela es, hoy, un país sometido al la hostilidad imperial, y el puesto le daría mayor margen de defensa, así sea diplomática, ante los cada vez más desembozados planes intervencionistas de Washington".
El segundo va más allá y, con el título "¿Bush o Chávez?", acusa a su gobierno de haberse dejado presionar por EEUU para no votar a Venezuela, donde sí hay embajada de India y no en Guatemala, por ejemplo, y finaliza con el siguiente párrafo: "India no ha afirmado su independencia en política exterior, no ha hecho valer sus intereses nacionales [en referencia al floreciente mercado que supone Venezuela y su petróleo]. La moraleja de la historia es la siguiente: cuando sus intereses están en juego, los americanos no dejarán ninguna piedra sin remover". Lo que dice el diario hindú se puede aplicar a todos los países que a última hora decidieron no votar por Venezuela, como es el caso de Chile, entre otros.
Y el hecho de que Venezuela aguante la presión y no retire su candidatura pone otra vez de manifiesto el uso que EEUU hace de una organización inoperante y la necesidad imperiosa de su reforma.
Si antes de la invasión de Iraq en marzo de 2003, y al calor de la Doctrina de Seguridad Nacional establecida por Bush, para los EEUU la ONU era irrelevante, tras el fiasco de la ocupación del país árabe han triunfado aquellos que, como Michael Ignatieff o Robert Kagan, preconizaban que había que hacer de este foro multinacional un "suministrador de legitimación política" siempre y cuando, claro está, que se reflejen en sus resoluciones los intereses nacionales estadounidenses. A ello se han dedicado, concienzudamente, desde entonces tal y como pone de manifiesto el veto a Venezuela y lo que este país representa.
CSCAweb, 20 de octubre de 2006