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27.7.06 

Articulos de opinion 27-7-06

Lo que no sale en los medios: Emboscada mortal en Bint Jbeil
x Robert Fisk

¿Es posible ?es concebible? que el régimen de Israel esté perdiendo su guerra en el Líbano? Desde este pueblo en el sur del país, veo las nubes marrones y negras de humo del último ataque en la ciudad de Bint Jbeil: hasta 14 soldados israelíes muertos y otros rodeados, tanques y blindados incendiados, después de una devastadora emboscada de la guerrilla de Hezbollah en lo que se suponía que era un exitoso avance israelí contra un "centro terrorista".
Desde Qlaya, sur del Líbano.- El humo se ve también a mi izquierda, sobre la ciudad de Khiam, donde un puesto de observación aplastado queda como el único recordatorio de los cuatro soldados de la ONU ?la mayoría de ellos decapitados el martes por un misil fabricado en Estados Unidos? muertos por la fuerza aérea israelí. Soldados indios del ejército de la ONU en el sur del Líbano, visiblemente conmovidos por el horror de traer a sus camaradas canadienses, fijianos, chinos y austríacos de vuelta en por lo menos 20 pedazos, desde el puesto de la ONU, al lado de la prisión de Khian, dejaron sus restos en el hospital de Marjayoun ayer a la mañana.
En años anteriores pasé horas con sus camaradas en este puesto de la ONU que está claramente marcado con pintura blanca y azul, con la bandera celeste de la ONU frente a la frontera israelí. Su deber era reportar todo lo que vieran: el fuego de misiles de Hezbollah desde Khian y la brutal respuesta israelí contra los civiles del Líbano. ¿Era por esto que debían morir, después de haber sido blanco de los israelíes durante ocho horas, mientras sus oficiales le rogaban a la Fuerza de Defensa israelí que cesara el fuego? Un helicóptero israelí hecho en Estados Unidos se ocupó de eso.
Mientras tanto, en Bint Jbeil, otro baño de sangre tenía lugar. Declarando que "controlaban" esta ciudad libanesa del sur, los israelíes eligieron meterse en una trampa de Hezbollah. Cuando llegaron al mercado desierto, fueron emboscados por tres lados, y sus soldados cayeron al suelo bajo el fuego sostenido. El resto de las tropas israelíes ?rodeadas por los "terroristas" a los que supuestamente debían liquidar? pidieron ayuda desesperadamente, pero cuando un tanque israelí Merkava y otros vehículos se acercaron para ayudarlos, también fueron atacados e incendiados.
Diecisiete soldados israelíes murieron hasta ahora en esta operación desastrosa. Durante su ocupación del Líbano en 1983 más de 50 soldados israelíes murieron en un solo ataque suicida. A esta altura de la guerra, aniquilar a Hezbollah parece una meta ya olvidada. Los soldados israelíes intentan matar a Hasán Nasralá, líder de Hezbollah. Sin acabar con su vida, difícilmente podrán cantar victoria. En Kiryat Shmona y en Metula, en el extremo norte del Estado hebreo, a pocos kilómetros del campo de batalla, la artillería se empleaba a fondo. Dispararon cientos de proyectiles sobre el sur de Líbano, prácticamente desierto de civiles. Y la aviación también atacó la sede central en Beirut de Amal, el partido chiíta cuyo líder, Nabih Berri, a su vez presidente del Parlamento libanés, se entrevistó con la secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice, el lunes. Todo apunta, a tenor del fracaso de los diplomáticos, a que la situación va a empantanarse. Así lo afirmó un general israelí: "La ofensiva durará varias semanas".
Pero Israel es el que se está quedando sin tiempo en el sur del Líbano. Por quinta vez en treinta años sus ataques lo han colocado en el banquillo de los acusados por crímenes de guerra en el Líbano. El número de muertes civiles ya llegó a 400. Y todavía Estados Unidos no quiere intervenir para evitar la masacre, ni aun para pedir un cese de fuego de 24 horas para permitir que los 3000 civiles todavía atrapados entre Qlaya y Bint Jbeil, que incluyen a un número de habitantes con doble nacionalidad (dos canadienses entre ellos) puedan huir.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.



Vencer hasta morir http://www.amauta.inf.br/index2.php?
Por Tariq Alí


Actualmente, hay 9.000 presos políticos palestinos en los gulags israelíes. Por esta razón los soldados israelíes han sido capturados. El intercambio de presos era el objetivo buscado

Culpar a Siria e Irán por esta última ofensiva es una frivolidad. Mientras no se resuelva la cuestión palestina y finalice la ocupación de Irak, no habrá paz en la región. Una fuerza de la "ONU" para disuadir a Hezbollah, pero no a Israel, es una idea disparatada
En su última entrevista -después de la guerra de los seis días de 1967- el historiador Isaac Deutscher, algunos parientes del cual habían muerto en los campos de exterminio nazis, mientras otros que habían sobrevivido residían en Israel, dijo: "Justificar o aprobar las guerras de Israel contra los árabes es hacerle un flaco favor al propio Israel y perjudicar su propio interés a largo plazo." Comparando Israel con Prusia, dio una advertencia sombría: "Los alemanes han sintetizado su propia experiencia con esta lacónica sentencia: ?Man kann sich totsiegen' , puedes vencer hasta morir."
En las actuales acciones de Israel podemos detectar muchos de los elementos propios del engreimiento desenfrenado: arrogancia imperial, distorsión de la realidad, conciencia de su superioridad militar, la convicción de actuar rectamente con la destrucción de las infraestructuras de los estados más débiles, y una creencia en la superioridad racial. La muerte de muchos civiles llevada a cabo en Gaza y Líbano importa menos que la captura o muerte de un simple soldado israelí. En esto, las acciones de Israel son aprobadas por Estados Unidos.
La ofensiva contra Gaza está diseñada para destruir Hamás por la audacia de haber ganado las elecciones. La "comunidad internacional" se mantuvo al margen cuando Gaza sufrió el castigo colectivo. Docenas de inocentes continúan muriendo. Esto no significó nada para los líderes del G8. Nada se ha hecho.
La osadía israelita tiene luz verde por parte de Estados Unidos. En este caso, sus intereses coinciden. Quieren aislar y derrocar al régimen sirio mediante la fortificación del Líbano como un protectorado israelí-estadounidense a partir del modelo jordano. Arguyen que fue éste el diseño original del país. El Líbano contemporáneo, es verdad, aún representa en gran medida la creación artificial del colonialismo francés, siendo una banda costera de la Gran Siria amputada de su interior por París para formar un cliente regional dominado por la minoría maronita.
El tablero de ajedrez confesional del país nunca ha permitido un censo preciso, por miedo a que pudiera revelar una sustancial mayoría musulmana (hoy quizás incluso chiíta), que es negada debido a al modo de representación del sistema político. Las tensiones sectarias, sobredimensionadas por la difícil situación de los refugiados palestinos, explotaron en la guerra civil de los 70, mantenida por la entrada y permanencia de las tropas sirias con el tácito consentimiento de Estados Unidos (ostensiblemente, como un parachoques entre las facciones combatientes, y para disuadir de un golpe israelí, como se veía venir con las invasiones de 1978 y 1982, cuando Hezbollah no existía).
El asesinato de Rafik Hariri provocó grandes manifestaciones de la pequeña burguesía, pidiendo la expulsión de los sirios, en tanto que las organizaciones occidentales llegaron para asistir a la evolución de la revolución del cedro. Washington y París dieron la espalda a Siria, y ello fue suficiente para forzar su retirada y dejar un gobierno débil en Beirut.
Pero las facciones permanecieron a sus anchas. Hezbollah no fue desarmada, y Siria no se derrumbó. Washington se empeñó, pero la plaza aún ha de ser sometida. Estuve en Beirut en mayo, cuando el ejército israelí entró y asesinó a dos "terroristas" de un grupo palestino escindido, el cual respondió con cohetes. Los aviones de combate de Israel castigaron a Hezbollah tirando unas 50 bombas en sus ciudades y barrios cercanos a la frontera. La última ofensiva de Israel está diseñada para tomar la plaza. ¿Tendrá éxito? Tenemos una guerra colonial prolongada por delante, porque Hezbollah, como Hamás, tiene apoyo de masas. No pueden ser consideradas sin más como organizaciones "terroristas". El mundo árabe las considera como luchadoras por la libertad que resisten a la ocupación colonial.
Actualmente, hay 9.000 presos políticos palestinos en los gulags israelíes. Por esta razón los soldados israelíes han sido capturados. El intercambio de presos era el objetivo buscado. Culpar a Siria e Irán por esta última ofensiva es una frivolidad. Mientras no se resuelva la cuestión palestina y finalice la ocupación de Irak, no habrá paz en la región. Una fuerza de la "ONU" para disuadir a Hezbollah, pero no a Israel, es una idea disparatada.
Sinpermiso. Traducción para www.sinpermiso.info : Daniel Raventós



LA HAINE

Hezbollah usa fortificaciones subterráneas para contraatacar

x Juan Carlos Algañaraz - Clarín

Los túneles de Vietnam de los que ahora habla Israel :: La red subterránea de túneles, trincheras, pasillos y fortificaciones construidas durante los últimos cinco años por Hezbollah, de acuerdo al modelo vietnamita en la zona de Cu Chi, está siendo uno de los factores cruciales de la tenaz resistencia de los milicianos contra las fuerzas de Israel.
Solo la utilización de este sistema "a la vietnamita" explica que Hezbollah resista a tan tremendo poder de fuego. Además, la otra novedad, ha sido que en la vecina villa de Marum Al Ras, pegada a la frontera y controlada oficialmente por Israel, un grupo de guerrilleros surgidos como por arte de magia dispararon ayer un obús antitanque contra un blindado al que destruyeron hiriendo a cuatro miembros de la tripulación y dando muerte a otro. Después desaparecieron sin que pudieran ser encontrados.
¿Y cómo eran esos fabulosos túneles de Cu Chi que fueron una de las bazas más importantes del Vietcong para derrotar a los norteamericanos en una zona próxima a Saigón, bombardeada por los octoreactores B-52 hasta convertirla en un paisaje lunar?. Los vietnamitas que luchaban en el Vietminh contra los franceses, hicieron frente a su poder de fuego, enterrándose bajo tierra y luchando amparados por una red de túneles en la zona de Cu Chi, que comienza a extenderse a unos 40 kilómetros al noroeste de la capital de Vietnam. Después de derrotar a los franceses, los heroicos vietnamitas se enfrentaron con los norteamericanos encuadrados en el Frente de Liberación Nacional que, despectivamente, los invasores llamaban el "Vietcong".
Esa zona de Cu Chi se llamaba para EE.UU. "el Triángulo de Hierro" por la tenaz resistencia que les oponían los mejores guerrilleros de la historia. La construcción del sistema de túneles, que se extendió por más de 300 kilómetros, interconectaba aldeas, llegó a albergar hasta diez mil personas, servía para resistir a los feroces bombardeos, acumular armas y víveres, curar a los heridos, y hasta divertirse con espectáculos de baile folklórico y compañías de artistas que visitaban los túneles. "Si quiere saber hasta dónde llegó el heroísmo de nuestra gente no deje de visitar Cu Chí. Piense que muchos combatientes se ahogaban por la falta de aire, que sufrían epidemias y hambre, y algunos no soportaban el encierro. Pero, resistieron y ganaron", decían. (...)
En una sala de comando se recuerda que desde allí se dirigió la ofensiva Tet, en enero de 1968, que fue un golpe demoledor para EE.UU. Arriba, en la superficie, era el infierno. Pero bajo tierra mandaban los guerrilleros. Las aldeas estaban conectadas por la red subterránea. Los acantonamientos norteamericanos se construían sobre este formidable sistema y los militares no podían imaginarse de dónde salían por las noches esos pequeños luchadores de pijamas negros que los pusieron en retirada.



Usted puede ser bombardeado por el mundo libre

x La Felguera

Acción callejera y colectiva: un equipo de La Felguera advierte que los pilotos de Israel "nunca se equivocan" y marca en Madrid con una gran "X" aquellas zonas sensibles a su destrucción. Cartel, manifiesto "Usted puede ser bombardeado por el mundo libre" y fotografías de la acción. Llamamiento a que distintos colectivos y grupos del estado se sumen a la campaña y visualizen la barbarie en sus respectivas ciudades.
La alta política, la única capaz de ser propietaria legal de las formas y trucos propios de los bajos fondos, está logrando su propósito. Más temprano que tarde asistiremos al espectáculo del olvido, de la inexistencia del pasado, de aquello que algunos reconocieron como el indagar las causas y sus razones. Conocer, conocernos. En las pocas ocasiones en que se invoca la exposición de las razones para una atrocidad mayúscula surge la incuestionable verdad de la carne rasgada. Los muertos se muestran para mantener al público en silencio, incapaz de articular discurso disidente alguno a riesgo de ser tachado de ?amigo de nuestros enemigos?. Así, el villano es presentado como aquél vecino que se ve obligado a matar a cañonazos al osado que ha cruzado la valla de su jardín. Razones de defensa. Pero esa defensa, por supuesto, no deja de ser un vago eufemismo.
Hoy, la agresión contra un pueblo como el libanés o el palestino persigue la destrucción total, la "solución final" y la instauración (con o sin consenso internacional) de una política exterior basada en el miedo más abyecto. Nunca el terrorismo fue tan eficaz, sobre todo cuando el terrorista es un gobierno democrático y del ?mundo libre?. Mientras tanto, la diplomacia y la comunidad internacional ha sido y es cómplice de la barbarie, en tanto que no condena tajantemente la agresión militar de estos días y los crímenes de guerra implícitos a ésta. El propio gobierno español, junto con buena parte del izquierdismo y de los fósiles del estalinismo reconvertidos a buenos ciudadanos, ha condenado las matanzas por ser ?desproporcionadas?. Un misil es algo justo pero ocho ya no. El camino escogido resulta grotesco y responde al intento por hacer algo para, en realidad, no hacer nada, pero que representa, eso sí, que se hace algo. Esa timidez es sinónimo del respeto al padre, a la democracia, a un lenguaje ajeno a esos terribles chicos malos que luchan por una causa, en definitiva, de ser fiel correa transmisora (aunque de vez en cuando broten cortocircuitos temporales) del tándem Estados Unidos-Israel.
Si hace bien poco asistiamos a la política de Israel de tierra quemada en donde decenas de bulldozers derribaban las casas e infraestructuras del ocupante judio que era obligado a abandonar esas tierras, ahora es el turno de destruir a aquellos vecinos tan caricaturizados como deshumanizados por la prensa y el gobierno sionista. Para ellos, sin lugar a dudas, ya no son ni tan siquiera humanos, son monstruos. A estas alturas, a casi nadie se le escapa que el intento por liberar a aquellos dos convencidos soldados fue lo que menos importó. Una operación militar de este calibre resulta imposibe de preparar en un par de días o de improvisar sobre la marcha. Tras unas elecciones en las que Hamas salió triunfante y Hezbolá consolidó su influencia en el Líbano, había que sabotear aquel gobierno y conducir a los palestinos al canibalismo, el enfrentamiento fraticida y a demostrar ante todos, y sobre todo, la ineficaz gestión del autogobierno palestino. En el fondo el objetivo es ambicioso y no conduce tanto a controlar un territorio (Líbano) como a modificar por la más brutal violencia la distribución de poder existente y la correlación de fuerzas. La clave nos la daba hace poco un alto responsable del Pentágono -aún y a pesar de referirise no a Palestina sino a Irán-, para quien la Casa Blanca estimaba que "el único modo de resolver el problema es cambiar la estructura de poder en Irán, y eso significa una guerra" (Le Monde Diplomatique,nº129, julio).
¿Qué hacer? La mejor alternativa posible parece residir en la menos probable: la masiva resistencia civil de los propios ciudadanos israelíes ante su propio gobierno. Pero esto es bastante improbable, sobre todo cuando comprobamos el alineamiento de los sectores supuestamente pacifistas de esa sociedad. De este modo, el escritor Amos Oz es capaz de señalar que "Israel está defendiéndose del acoso y el bombardeo diario de docenas de nuestros pueblos y ciudades y, para ello, está intentando aplastar a Hezbolá en sus escondites" (El País, jueves 20 de julio). Por supuesto, olvida citar el sinfín de "errores" en los objetivos finalmente destruidos tras el lanzamiento de misiles contra vehículos que huían de Beirut, sobre Mezquitas, hospitales o centrales eléctricas. La pregunta vuleve a asaltarnos. Se nos ocurren varias cosas: extender las protestas por todo Europa, crear un clima de oposición en la calle, endurecer el discurso y visibilizar el hecho de que estamos ante el verdadero "pueblo de dios", el mismo que es capaz de rezar y matar, reir y torturar.
La llave de la solución del conflicto no está entre los palestinos. Para ellos parece no haber otro camino que el martirio o la rendición total. Según Israel, cualquier disidencia interna es sancionada duramente puesto que hace caer el dominó histórico que es la ocupación violenta de Palestina, es decir, su derecho a existir.
El nuevo discurso creado por los neocons estadounidenses acerca del derecho a la defensa por medio de la prevención y el ataque, ha sido suscrito íntegramente por Israel. Tanto es así que ha superado a su mentor. Poco importa si Hezbolá -que más que una milicia es un movimiento y de ahí gran parte de la dificultad por acabar con éste- es aniquilado físicamente. De lo que se trata es de conducir al país tradicionalmente enemigo al medievo, destruir su infraestructura, su supervivencia y extender por toda la zona una política exterior que en los hechos se ha mostrado como infinitamente cruel. El miedo es rentable, tanto hacia dentro de sus fronteras como fuera de éstas. El miedo logra los mayores resultados para la clase dirigente y para las empresas que lo que buscan a toda costa es seguridad económica y jurídica, toda vez que unifica a los suyos en torno a una causa común, a un proyecto histórico. No sólo supone influencia, sino también acatamiento. El miedo pervierte y demoniza al otro. Esta cartografía de la barbarie será dificil de superar, aunque se sospeche que lo peor está aún por llegar.
Mientras esto sucede, los niños de Israel escriben poemas de guerra en los misiles que posiblemente maten a otros niños como ellos, aunque en realidad Israel no sienta empatía alguna por sus vecinos, ni tan siquiera en los aspectos más simples de su vida cotidiana. Y las bombas caen haciendo un ruido ensordecedor (23 toneladas de explosivos sobre un solo edificio el 20 de julio) mientras el verano se echa encima y llena las playas de Israel. Resulta grotesca la imagen. Hace unas semanas varios palestinos eran asesinados desde el aire mientras descansaban placidamente en sus modestas playas. En cambio, Tel-Aviv puede dormir tranquilo, por ahora.
Fotos de la acción (formato pdf).
Cartel del la acción (en pdf)
Pierre Loeb
Colectivo de Trabajadores Culturales La Felguera-Comité Madrid



La justicia política de la monarquía: el código penal del enemigo
x Agustín Morán - La Haine

Los más de 600 presos políticos vascos no reciben el reconocimiento de «políticos» porque eso implicaría aceptar la existencia de un conflicto de naturaleza política, negado por la Constitución Española (CE). Al afirmar el art. 2 de la CE «la indisoluble unidad de España», la demanda popular de autodeterminación no sólo queda expresamente excluida de cualquier protección jurídica, sino también proscrita.
La heterodeterminación (subordinación a un poder exterior que determina tus actos al margen de tu propia voluntad) como daño producido, tanto a la mayoría de la población vasca que vota mayoritariamente, elección tras elección, candidaturas sobenaristas, como al poderoso movimiento popular que reivindica la autodeterminación desde hace cuarenta años, carece de cauce de expresión democrática dentro de la legalidad constitucional española. Reivindicar este derecho es, hoy en España, una actividad alegal que comporta un alto grado de inseguridad jurídica. La fuerza de esta arbitrariedad jurídica y política no radica en su legalidad ni en su legitimidad, sino en la violencia del Estado. Dicha violencia, anunciada en el artículo 8 de la CE: «las Fuerzas Armadas... tienen como misión? defender su integridad territorial...», desborda los derechos y libertades consagra- dos por esa misma Constitución. La lectura jerarquizada de unas obligaciones constitucionales «de hierro» frente a unos derechos, también constitucionales, «de papel», supone una lectura política de la Constitución. Aunque los actos de protesta inducidos por este daño sean ­además de legítimos­ legales, la calificación de estos comportamientos no es política, sino penal.
Para enjuiciar estos comportamientos penales «no políticos», la monarquía española y el bipartidismo que la sustenta mantienen un tribunal de excepción, la Audiencia Nacional, cuyo papel en la represión de la disidencia política hunde sus raíces en el Tribunal de Orden Público del franquismo.
Paradójicamente, los presos «no políticos» vascos son enjuiciados y condenados por un tribunal especial ­vale decir, político­ que les suspende las garantías jurídicas constitucionales (políticas) de «reinserción social» y «cumplimiento de la pena cerca de sus domicilios». Esta suspensión (política) ­y anticonstitucional­ de derechos constitucionales (políticos), se fundamenta en el carácter político de su falta de arrepentimiento político respecto a los supuestos delitos que les han acarreado el procesamiento o la prisión.
El carácter político de los motivos de estos presos «no políticos» abunda no sólo en sus declaraciones a lo largo del proceso judicial, sino también en la jurisprudencia de los jueces de la «Audiencia Nacional». Estas sentencias han ido configurando un «código penal del enemigo». Este código desborda, de forma expansiva, la tipificación de las conductas ilícitas aplicables a los individuos que las ejecutan. También vulnera otros muchos principios básicos del derecho penal como, por ejemplo, la no retroactividad de las modificaciones del código penal o el paradigma de in dubio pro reo (ante la duda, favorecer al procesado).
En quiebra con el principio jurídico de que «las sociedades no delinquen, sino que delinquen los individuos», este código penal, enriquecido por la «doctrina Garzón», ha llegado a adjudicar un contenido ilegal a la mera defensa del derecho de autodeterminación, aunque dicha defensa se realice mediante actividades políticas, culturales o sociales perfectamente legales. La ilegalización, en base a esta doctrina, de periódicos, radios, empresas y organizaciones sociales y políticas vascas ha privado a cientos de miles de ciudadanos vascos del derecho de sufragio, de participación política y de libertad de expresión, asociación y reunión. Esta arbitrariedad política del poder judicial muestra la impunidad con la que esta democracia tan poco democrática puede violar sus propios derechos y libertades constitucionales. Todo ello sin que exista ningún conflicto político.
El «derecho penal del enemigo», aplicado a la juventud combativa vasca, persigue cercenar la continuidad de un movimiento popular irreductible. Las arbitrariedades jurídicas y procesales observadas y documentadas, tanto en los juicios contra jóvenes militantes vascos como en el macrosumario 18/98, constituyen un atentado contra el estado de derecho y sus normas fundamentales. En particular, en lo tocante a las libertades y garantías jurídicas y procesales de miles de ciudadanos y ciudadanas. Esta vulneración masiva de las normas que protegen las libertades civiles está protagonizada por la derecha franquista y su «pareja de hecho», la izquierda socialdemócrata. Todo esto no sería posible sin la pasividad cómplice o el doble juego de «oposición leal» del entorno de esa izquierda capitalista.
La restitución del Derecho, es decir de la ley justa, depende de que amplios sectores sociales se movilicen por sus reivindicaciones y se autodeterminen frente al estado y al mercado que les priva de derechos sociales, laborales, sindicales y políticos. La impunidad de los que violan el derecho de autodeterminación, el derecho a la vivienda y el derecho a la vida de 1.500 trabajadores y trabajadoras al año es de la misma sustancia.
Centro Asesoría y Estudios Sociales / Gara



"23 años de Corrupción en Boliva 1982-2005"

Por Luis Zavala Castro *
27 de julIo de 2006 -Amauta
(1982 - 2005)
Prólogo*
"Tiene el gaucho que aguantar / hasta que lo trague el hoyo /
o hasta que venga algún criollo / en esta tierra a mandar".
Martín Fierro

Para la inmensa mayoría de los ciudadanos bolivianos que han resultado ser víctimas inocentes y prisioneros de la corrupción, uno de los problemas más críticos y traumáticos aún no resuelto por el sistema democrático, precisamente es el agravamiento de las formas de delincuencia de cuello blanco que han contaminado vorazmente a todo el espectro de la administración pública boliviana en los últimos 23 años. Definitivamente en la población existe un sentimiento generalizado de frustración e impotencia por lo que ha venido sucediendo durante las últimas dos décadas al interior de la instituciones públicas del Estado boliviano. Las grandes expectativas que los bolivianos habían depositado en la restauración de la democracia, desgraciadamente en la practica se han visto frustradas por la proliferación de una gama inagotable de actos de corrupción que fueron conocidos por la opinión pública a través de diferentes medios de comunicación social.
En este sentido la distorsión de las funciones públicas ha sido una de las principales causas por las cuales la corrupción en Bolivia se ha convertido en el componente indisoluble del último periodo democrático que parte de 1982 y que se prolonga hasta finales del 2005. Si bien se quiso proyectar una preocupación por el debilitamiento del sistema político a raíz del comportamiento desviado de los principales actores políticos, aún no se ha logrado dimensionar la verdadera profundidad de esta tragedia que afectó de manera directa e irreparable la existencia de millones de bolivianos.
En los últimos 8 años, estudios realizados sobre la percepción de la corrupción por "Transparency International" (TI) clasifican a Bolivia como uno de los países más afectados por este fenómeno social precisamente porque la gente percibe que la corrupción es visible en las diferentes instituciones públicas del aparato estatal pero además advierte que por lo general los actos de corrupción quedan en la absoluta impunidad y encubrimiento.
Irónicamente el sorprendente grado de institucionalización y consolidación democrática que se dió en Bolivia a partir del año 1982 y que finalizó de manera abrupta el pasado 22 de enero de 2005, no logró reducir las viejas y típicas prácticas de corrupción que constantemente se pusieron de manifiesto al interior del aparato estatal. Se puede constatar con facilidad que a ninguno de los anteriores regimenes democráticos les fue posible diseñar y poner en marcha una politica gubernamntal destinada a luchar de manera exitosa contra la la corrupción. Por el contrario, cualquier medida burocrática que se pretendió adoptar en este sentido, fracasó de manera rotunda ante lo absurdo y contradictorio de las propuestas. Sin embargo esta profunda crisis y desviación del sistema democrático a pesar de haber dejado una huella profunda en el imaginario colectivo del pueblo boliviano paradójica y desafortunadamente no tuvo su correlato con la realidad porque nunca existió en la ciudadanía una conciencia crítico-práctica sobre la necesidad de enfrentar el problema de la corrupción de manera radical.
El 10 de octubre de 1982, el General del Ejercito Guido Vildoso Calderón, luego de una prolongada crisis política e inestabilidad económica que afectó a Bolivia los 5 años precedentes (1977-1982), entregaba el mando de la nación al Dr. Hernán Siles Zuazo (en ese entonces un politico muy popular) quién luego de haber ganado 3 elecciones consecutivas se convertía en el flamante Primer Mandatario de Bolivia en medio de una algarabía casi generalizada de la mayoría de la población. Luego de un prolongado periodo del ejercicio arbitrario del poder político por parte de gobiernos civico-militares, los bolivianos daban inicio a un nuevo ciclo político, económico y social de su historia republicana con mucha esperanza y un marcado optimismo.
Este nuevo periodo constitucional pletórico en promesas e lusiones se reiniciaba después de casi 20 años de cruentas dictaduras militares que comenzaron allá por el año 1964 con el golpe militar del General de Aviación René Barrientos Ortuño. La flamante restauración de la democracia contó con el pleno respaldo de las masas representadas en ese momento ciertamente por las organizaciones sociales y sindicales del conjunto de la sociedad. En nombre de la la democracia se vivió en todo el país momentos muy emocionantes y de mucha euforia.
De igual manera el año 1982 el pueblo boliviano depositaba toda su confianza y aplaudía freneticamente a los principales líderes políticos con la expectativa de lograr prosperidad pero sobretodo con la expctativa de poder mejorar sus precarias condiciones de vida. Se confió en la implementación de una política social destinada a reducir la pobreza. Había mucha confianza en mejorar la calidad de vida de los sectores sociales que fueron históricamente discriminados, marginados y excluidos de las políticas estatales durante los respectivos gobiernos de turno. Se creía que se combatiria la desocupación con la reactivación de la económica y que reactivando el aparato productivo vendrían mayores empleos. En síntesis, con el advenimiento de la democracia para los pobres se vislumbraba una luz de esperanza al final del túnel porque ingenuamente se pensó que "la clase política emergente" socializaría la escasa riqueza que generaba el país en favor de los más desprotegidos del sistema. Pero desgraciadamente absolutamente nada de eso sucedió y por el contrario al igual que hace 30 años Bolivia como Haití sigue siendo el país más pobre de America Latina donde el 65 % de su población sobrevive con menos de $us 2 al día.
El pasado 18 de diciembre de 2005 el carismático lider aymara y dirigente cocalero, Evo Morales Ayma, a la cabeza del Movimiento al Socialismo (MAS) logra con el 54% de los votos una contundente victoria en las urnas y así la democracia del "cuoteo" llegaba patéticamente a su fin, precisamente después de 23 años del ejercicio corrupto y delincuencial del poder por parte de una reducida casta oligarquica, clintelista, patrimonialista y de mentalidad fascista que impuso a rajatablaa y sin misericordia un modelo económico neoliberal que con el transcurso de los años sólo trajo miseria, hambre, desocupación, recesión y cero prosperidad para la gran mayoría de los bolivianos
La presencia constante y obsena del fenómeno de la corrupción en el sistema político, jurídico y económico del Estado boliviano es uno de los principales factores sociales que ha venido a perturbar y a degradar hasta límites insospechados la cultura democrática en Bolivia. A causa de la galopante corrupción que se extendió en forma de pulpo por todo el cuerpo de la administración pública, los jerarcas de la democracia casi sin ninguna excepción se convirtieron en el transcurso de sus gestiones en un símbolo de la egolatría, el abuso, la angurria y la corrupción. Gracias a la constitución de espúreas "alianzas políticas" para lograr la ansiada gobernabilidad, tanto en el poder ejecutivo como el poder legislativo y el poder judicial se cuoteron los espacios de poder y se distribuyeron de manera despótica las instituciones del Estado con el único propósito de repartirse a manos llenas los escasos recursos económicos de los que disponía el Estado.
Desde la asunción a la Presidencia de la República del Dr. Hernán Siles Zuazo, el 10 de octubre de 1982 hasta la salida de Eduardo Roriguez Veltzé de la Presidencia el 22 de enero de 2006, a lo largo de este periodo negro de oscurantismo democrático se sucedieron de manera ininterrumpida nueve gobiernos constitucionales de corrientes políticas demasiado sui generis. Se concibieron pactos políticos entre agrupaciones políticas de las más diversas y contrapuestas ideologías. El sistema democrático de "pactos y repartos" se redujo simplemente a la consolidación de una estrecha casta política que como aves de rapiña y en nombre de las multitudes dispusieron a su libre albeldrio del excedente apropiándose cínicamente de los bienes y recursos naturales y monetarios del Estado en base al fraude, el tráfico de influencias, las trampas, las artimañas y las recurrentes violaciones a la ley.
En nombre de la democracia llegaron a pactar comunistas y fascistas, en nombre de la democracia "se cruzaron rios de sangre" y bajo esta lógica los extremos se unieron únicamente con el propósito de llevar al Estado a su absoluta ruina. Fueron ocho los gobernantes (Hernán Siles Zuazo abogado, Víctor Paz Estenssoro abogado y economista, Jaime Paz Zamora sacerdote y sociólogo, Gonzalo Sanchez de Lozada filósofo y empresario, Hugo Bánzer Suárez militar, Jorge "Tuto" Quiroga ingeniero, Carlos Mesa Gisbert periodista, historiador, escritor, cineasta y Eduardo Rodríguez Veltzé abogado) quienes traicionaron la voluntad del pueblo y se encargaron de quebrar al país más pobre de America del Sur y donde no pasó ni un sólo día sin que no se haya registrado algún hecho de corrupción. Es decir, durante los últimos 23 años de la historia boliviana día tras día la ciudadanía se anoticiaba impavida de algun acto de corrupción ligado a uno de los tres poderes del Estado. Y principalmente a esto se redujo el ejercicio pragmático de la democracia en Bolivia a partir del año 1982.
A causa de este enfermo comportamiento, la corrupción se ha convertido en una realidad cultural porque el ciudadano ahora suele concebir este fenómeno como un rasgo típico del mundo que lo rodea. Es estructural y sistémica porque en la sociedad boliviana existe la creencia generalizada que la corrupción es la norma de conducta y el denominador común que reproducen todas las instituciones del Estado y resulta una realidad endémica porque a cualquier nivel de la estructura del aparato estatal se puede constatar que las instancias llamadas por ley para controlar de manera eficaz y transparente los bienes públicos concebidas de la manera perversa como lo estaban ideadas, no funcionaron jamás.
La mayoría de las instituciones públicas en Bolivia se manejaron durante este extenso periodo democrático como corporaciones de tipo neocolonial, instituciones rígidas, monoliticas y verticales de tipo cuasi feudal-familiar donde se consolidó un esquema institucional muy parecido al de las dictaduras civico-militares. Es decir, el amo y señor todopodeoso que tomaba casi por asalto una institución pública, resultaba ser ó militante del partido ó un allegado ó pariente directo de algun político déspota que se movía en las altas esferas del gobierno de turno.
Durante este largo tiempo se consolidó una neooligarquía política-empresarial privilegiada especialmente de banqueros, latifundistas y logieros decadentes pseudo-patriotas que se organizaron y se camuflaron en diferentes agrupaciones políticas bajo el liderazgo de sus principales dirigentes quienes desde sus organizaciones partidarias armaron un doble discurso para hacerse pasar como portadores y defensores de los valores inherentes a la democracia pero en realidad sólo cuidaban sus intereses de clase y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso. Lotearon al país de mil maneras y lo convirtieron en su propio feudo y parque de diversiones. Ahora aparecen como los únicos dueños del 75 % del territorio nacional.
El festín fue infinito, por ejemplo el ex Presidente Carlos D. Mesa Gisbert ordenó que se le pague mensualmente Bs. 40.000 cuando el salario mínimo nacional de un obrero apenas llegaba a Bs 400. En nombre de la democracia parlamentaria, los partidos políticos tradicionales se atrincheraron respectivamente en la cámara de senadores y diputados para desde allí promulgar leyes de manera criminal porque gracias a un sofisticado mecanismos de contubernios políticos no sólo que tomaron por asalto las arcas del Estado sino que además se subordinaron sumisamente a poderosos intereses económicos internacionales.
Por lo tanto, una poderosa constelación de intereses políticos, económicos y jurídicos tanto de orden nacional como internacional, hicieron posible que los recursos económicos de los bolivianos en los hechos se concentrará en manos de una élite política, altamente discriminadora, incestuosa y corrupta que se encargaba de controlar el circuito económico redondo de las finanzas públicas para posteriormente adueñarse de los mismos sin el menor escrúpulo y la menor vergüenza. Organizaron el sistema financiero con el exclusivo propósito de vaciar las arcas del Estado a través de préstamos bancarios fantasmas que posteriormente fueron devueltos con dinero de alasitas. Y fue el Banco Central de Bolivia (BCB) la cuna misma desde donde se engendró y se incubó la gran corrupción.
La desmantelación y destrucción del aparato productivo estatal más el saqueo sistemático de sus recursos naturales fue posible sólo a partir de la implementación de complejos y a la vez sorprendentes mecanismos de interacción social que finalmente condujeron al despojo del patrimonio del Estado boliviano en favor de empresas transnacionales relacionadas a diferentes rubros de la economia boliviana.
Bajo la organización delincuencial del Estado un reducido grupo social angurriento, egoista, incapaz y racista logró adueñarse y disponer arbitrariamente de los gigantescos recursos financieros que eran propiedad de 8.5 millones de bolivianos, pero también destruyó para siempre las ilusiones de un pueblo pobre y subdesarrollado. Los "demócratas de los años 80" con brutal apetencia se volvieron especialistas en el arte de mendigar y luego despilfarrar y derrochar a manos llenas los recursos económicos que disponían las instituciones del Estado.
Poner en funcionamiento toda esta monstruosa maquinaria de la corrupción sólo fue posible gracias al consentimiento, complicidad y constitución de varios grupos mafiosos supranacionales ligados especialmente al poder judicial, a la cooperación internacional, a los círculos empresariales locales y a la cooptación sistemática de los intelectuales bolivianos que curiosamente nacieron en corrientes políticas de "izquierda". Fueron estos traidores del movimiento popular disfrazados de demócratas quienes se ocuparon de estructurar y armar el discurso ideológico y político de esa minoría blanca que gobernó delincuencialmente Bolivia durante los últimos 23 años. Gracias a la cultura extendida de la "coima" , el soborno y la prebenda también se consiguió el apoyo y respaldo a la democracia de los mandos militares de turno y logicamente ahí también estuvo el consentimiento piadoso, encubierto e hipócrita de la Iglesia Católica. Sin temor a equivocarme creo que la palabra "chantaje" es la que mejor define la idiosincracia de la corrupción en Bolivia porque bajo esta simple estrategia se compró la lealtad y la consciencia de aquellos espíritus críticos incluidos el de los dirigentes sindicales. Por otra parte de manera descarada sistemáticamente se manipuló groseramente la línea editorial de importantes medios de comunicación social comprando la conciencia de periodistas mercenarios que no dudaron un instante en vender su pluma e ideología ante la mirada satisfecha pero también abyecta de sus circunstanciales benefactores. Y así se consolido el circuito perfecto de la sagrada democracia y de su hija putativa, la corrupción.
Bajo el eufemismo del "achicamiento del aparato estatal " y la aplicación del modelo neoliberal, cuyo pilar fueron las privatizaciones o capitalizaciones salvajes de las empresas públicas, producto del trabajo y esfuerzo de millones de bolivianos, se originó una masiva fuga de capitales, la deuda externa creció a niveles astronómicos, se tomaron por asalto las rentas de los jubilados y los dueños del poder político y del poder economico en Bolivia lucraron con la miseria de los pobres hasta la saciedad. Por efectos de la corrupción se debilitó al Estado haciendo uso y abuso perfido y con fines privados del 99% de las instituciones públicas. Robar, robar y robar fue en los hechos la única consigna que traía la clase política tradicional desde 1982 para hacerse del poder.
Robar fue el sinónimo para definir una democracia de corte marcadamente excluyente y perfida donde un pequeña tropa de inescrupulosos delincuentes de cuello blanco y camarillas cupulares agazapados en discursos políticos se apoderaron de principios nobles y honestos que encarna en si mismo la democracia. Este tipo de democracia de corte profundamente corrupta, autoritaria y en muchos casos mercenaria, muy pocas veces tomó en cuenta la opinión del pueblo. Jamás se defendieron los intereses de la pluralidad y diversidad de los grupos sociales y mucho menos fue posible proyectar principios y valores morales y éticos al conjunto de los ciudadanos. El "pueblo" simple y llanamente fue un desecho, una entelequia, un simple dato estadístico al que había que exquilmarlo las 24 horas del día y hasta más allás de los límites de su resistencia.
Estudio preliminares dan cuenta que por efectos de la corrupción en los pasados 23 años se habrían desviado de manera ilegal a cuentas personales de los gobernantes de turno y de sus directos familiares y allegados la suma de $us. 20.000.00 millones de dólares. Se trata de un monto cuya malversación, en un país tan pobre como lo es Bolivia, cuyo PIB alcanza los $us 8.000.00 millones y tiene un ingreso per cápita de $us 900.00, se constituye ipso facto en un delito de lesa humanidad. Según un estudio de la ONU cada año mueren en Bolivia 7.000 niños antes de cumplir el primer mes de vida. 20.000 mueren antes de cumplir los cinco años y 70.000 niños sufren de desnutrición crónica.
Definitivamente la traumática transición de las dictaduras militares a la legalidad de la democracia "pactada" en lo concreto no ha significado una mejora en el uso y destino que debió darse a los recursos públicos y tampoco ha servido para poner en evidencia aquellas zonas oscuras de aprovechamiento ilícito por parte de los servidores públicos. En los hechos la restauración de la democracia en el año 1982 únicamente ha permitido la efectiva consolidación de una serie de libertades de tipo individual, pero de ningún modo se ha logrado tener la capacidad para ejercer un control riguroso de las finanzas públicas, a pesar de las múltiples disposiciones legales que actualmente rigen para el efecto. Mucho menos se ha logrado recuperar los montos malversados como tampoco ha sido posible meterlos a la cárcel a los principales culpables de los actos de corrupción. Ahí siguen campeantes, altarenos y orgullosos paseando sus delitos por las calles sin la menor vergüenza.
En el contexto de este desangramiento y el despilfarro de los últimos 23 años, inevitablemente se ha agudizado la distribución desigual entre los pobres y los ricos. Por ello y de cara al futuro, en primer lugar es importante no perder la memoria de nuestra historia reciente y resulta vital recuperar los recursos malversados y llevar a tribunales comunitarios a los culpables de este holocausto invisible. También es fundamental crear espacios de reflexión sobre la necesidad por mantener los valores comunes que hacen al ejercicio de una verdadera democracia, es decir, mantener la convivencia pacífica con libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y a la hora de distribuir la riqueza todos los boliviano tengan los mismos derechos y la misma igualdad de oportunidades.
Para concluir me voy con las palabras del reconocido médico, abogado e ingeniero agrónomo catalán, Juan Bialet Massé (1846-1907) que escribió en su Iapidario - Informe sobre las clases obreras en el Interior de la Argentina - : " Se qué por este informe voy a recibir críticas, porque la verdad, la imparcialidad, la justicia siempre las provocan, pero no se curan las llagas ocultándolas o velándolas a la vista del cirujano. Por el contrario, es preciso presentralas en toda su desnudez, manifestando sus antecedentes con toda sinceridad para aplicar el remedio conveniente. Mucha sería mi satisfacción si de este informe pudieran resultar un nuevo grano de arena en el edificio del progreso nacional".
Berlin, 24 de julio de 2006
* El presente artículo constituye el Prólogo del libro de próxima circulación:
"23 años de Corrupción en Boliva 1982-2005" del mismo autor.