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17.8.06 

Articulos de Opinion 17-08-06

Especial: Cuiba debate sobre su presente y el futuro de la Revolución

Cuba: Constitución vs. ¿socialismo reversible?
Manuel David Orrio

Por estos días se debate sobre la potencial reversibilidad al capitalismo del modelo político cubano una vez muerto Fidel Castro, lo que para muchos significaría reencadenar a la tierra de Jose´Martí en la geopolítica de una eterna dependencia de los Estados Unidos de América.
Entre las causas posibles para provocar ese evento se mencionan procesos asociados a la pérdida de valores éticos a nivel de la sociedad; el advenimiento de generaciones de cubanos con referentes de Primer Mundo, para las cuales la épica de los años primigenios pudiera ser algo parecido a "historias de abuelitos", o incluso el que los dirigentes de una era post-líder isleño se "entreguen en brazos del imperialismo", haya o no corrupción de por medio.
Discusiones van, discusiones vienen, alerta de Fidel Castro incluído en un discurso del 17 de noviembre del 2005, con quizás algunos enfrentados a la paradoja de que en el 2002 Cuba declaró con carácter constitucional la "irrevocabilidad del socialismo", y sólo 3 años después el artífice de la organización político-social imperante en la Isla admitió que tal proclama podía ser papel mojado, aunque millones de cubanos hubieran firmado lo contrario. Públicamente rubricado, nada de voto secreto, y ése es un hecho que, como todos los hechos, es terco.
¿Gorriones a cañonazos?
Este periodista --a la altura del 2002 en plena misión como agente encubierto de la Seguridad del Estado cubano, dentro de las filas del anticastrismo interno --, siempre se preguntó y aún se pregunta cómo fue posible que para dar una respuesta al llamado Proyecto Varela-- inflado por un discurso que pronunció el expresidente Carter en la Universidad de La Habana-- se hubiera tomado la decisión de promover una reforma constitucional como la habida en aquel momento. Por favor, en nombre de un debate culto, nadie se atreva ahora a negar una relación causa-efecto entre lo dicho por el exmandatario, y la posterior reforma de la Constitución.
Pasiones cubanas son pasiones cubanas, incluídas las de Fidel Castro. Quizás ellas expliquen los hechos de aquellos días, como pudieran hoy explicar los motivos del valiente oratorio donde el presidente de Cuba reconoció la posibilidad de una implosión derrumbante. "Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (los Estados Unidos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra". (1)
El Proyecto Varela, como se recordará, es la principal iniciativa de una oposición interna financiada por el presupuesto de los Estados Unidos, razón por la cual califica totalmente como "organizaciones sujetas al control extranjero", de seguir a las propias leyes norteamericanas. Consiste en promover un referendo acerca de la constitucionalidad vigente en la Isla, sobre la base de reunir las 10 mil firmas ciudadanas necesarias para que el parlamento considere --ni siquiera apruebe --, la realización de tal consulta.
Desde luego, la proposición de marras apunta al derribo del régimen imperante, dentro de postulados muy cercanos a los preceptos de la política norteamericana hacia la nación caribeña, pero todo bien vestido dentro de conceptos generales sobre la libertad y los derechos humanos, y todo aparentemente dentro de la legalidad criolla, lo cual es una mentira palmaria.
Poco se ha dicho que el denominado proyecto pudo ser rechazado de plano por el parlamento de Cuba sin siquiera mirar a su ley de leyes, por la sencilla razón de que en ningún momento reunió ni ha reunido los requisitos procesales necesarios para que se le considere, independientemente de las signaturas logradas.
Si bien es cierto que la Constitución cubana admite la unión de 10 mil firmas de electores como iniciativa legislativa, también lo es que la reglamentación de ese precepto establece la obligatoriedad del aval de notario para cada una de las rúbricas, lo cual nunca ha ocurrido. Oswaldo Payá, inspirador del Varela, lo sabe muy bien. René Gómez Manzano, abogado y uno de los principales socios de la cabecilla contrarrevolucionaria Martha Beatriz Roque, le advirtió sobre la necesidad de cumplir con ese requisito. Lo hizo, primero en privado y después mediante la prensa. (2)
Conocer este aspecto reglamentario conduce a una conclusión y a una duda : por una parte, queda a la luz el objetivo de manipulación mediática a favor de la política norteamericana hacia Cuba, presente en el Proyecto Varela, por cuanto es un hecho que sus gestores nunca se interesaron por cumplir con los requisitos legales necesarios para DEMOSTRAR su validez jurídica. Desde el inicio "jugaron a perder" con pleno conocimiento de causa, lo cual indica que "algo huele a podrido" no en Dinamarca, sino en el cuartel de Payá.
Por la otra, quieras que no, Jimmy Carter sumó todo su impacto mediático al peso de la manipulación. Pero aún así a este periodista se le hace muy cuesta arriba entender por qué fue necesario legislar a nivel constitucional una "irrevocabilidad" socialista, hoy cuestionada en el mundo real no sólo por Fidel Castro, sino además por el canciller Felipe Pérez Roque, quien el pasado 23 de diciembre manifestó ante el parlamento cubano que "Ahora somos pueblo en el poder, Revolución victoriosa, pero que no puede garantizar el socialismo en este país sobre la base de que lo proclamó en la Constitución. En la Constitución se proclamó una convicción, pero en los hechos prácticos hay que defenderla todos los días, porque en la Unión Soviética se aprobó un referendo, donde el 85% dijo que estaba de acuerdo en no desintegrar el país, ¡ochenta y cinco por ciento!, y seis meses después un grupo de hombres decidieron ahí -en una noche tormentosa dicen- desintegrarlo, y ocurrió lo que ocurrió. Y nosotros nos quedamos solos y estamos aquí." (3)
Por los caminos de la duda metódica
Carlos Marx dijo a su yerno y colaborador Pablo Lafargue -- nacido en Santiago de Cuba, por cierto --que su frase preferida era "duda de todo" (4). Si más de 8 millones de cubanos declaran "irrevocable" al socialismo, y apenas 3 años después de la proclama esa convicción es puesta entre signos de interrogación por hombres como Fidel Castro y Pérez Roque, ¡claro que para preocuparse hay!
Primero porque un episodio puramente coyuntural como el de las anécdotas Carter-Proyecto Varela no parece motivo para promover una reforma de la Constitución. Segundo, porque si una coyuntura puede provocar ese cambio, y su resultado se pone en duda en apenas un segundo de la Historia, entonces lo que de ello se desprende es la existencia de una inquietante debilidad institucional.
La institucionalidad puede ser enunciada como aquel sistema donde determinadas reglas adquieren un carácter objetivo que hace a los agentes de la misma, sean quienes sean, libres pero controlables a los efectos sistémicos. De este modo, se hacen posibles la perdurabilidad y la reforma "hacia adelante", pero nunca la reversibilidad hacia un estadio inferior. El capitalismo tendrá mil contradicciones, pero a estas alturas de su existencia a nadie parece ocurrírsele que retorne hacia el feudalismo, por la sencilla razón de que sus base y superestructura ?es decir, su sistema de instituciones -- hacen imposible ese regreso.
Por lo tanto, la pregunta que habría de hacerse es cuáles instituciones y con cuál diseño harían irreversible al modelo político cubano, cuyo primerísimo "valor de uso" no se relaciona tanto con las ideologías, como con la independencia frente a los Estados Unidos.
Tan es así, que por éso todo cuanto se ha ensayado y ensaya contra la tierra de José Martí fracasa estrepitosamente. Sin dejar de participar en un debate sobre ideologías, el cubano de a pie siente como prioridad que cuando apoya a Fidel Castro lucha por su propia identidad, por el derecho a su nombre. Y el nombre, como es sabido, jamás se entrega. De ahí la inmensa estupidez de la política norteamericana hacia Cuba; de ahí la afirmación, nada ilógica, según la cual sería el fín del embargo-bloqueo el mayor peligro para la Revolución cubana, entendida como modelo político que hace personas a los condenados de la Tierra, pero también vista por determinados adversarios como un régimen de dominación más.
Las 3 premisas de Pérez Roque
Felipe Pérez Roque, canciller de Cuba y apuesta de James Petras para suceder a Fidel Castro, menciona 3 premisas necesarias para hacer inderrotable a la Revolución; es decir, irreversible: la autoridad moral de su liderazgo; el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo, "no sobre la base de un consumo material, sino sobre la base de las ideas y las convicciones" y, por último, "de quién es la propiedad, si del pueblo, las mayorías, o si es de la minoría corrupta y plegada a los intereses del único gendarme en el mundo que podría garantizar esos privilegios en Cuba: el imperialismo yanki." (5) Pues bien, aquí van algunas preguntas:
1.- ¿cuáles instituciones harán imposible que el liderazgo se desmoralice, o sea reemplazado por caminos pacíficos y lícitos al primer desliz que cometa? Lamentablemente, los llamados socialismos hoy extintos no ofrecieron ejemplos de ello, mientras que los "miserables capitalistas norteamericanos" obligaron a renunciar a Nixon. Cierto, también hubo el asesinato de Kennedy y hasta el sainete de Clinton, casi defenestrado a causa de la felación más cara de la Historia. Así que puede especularse y hasta teorizarse infinitamente sobre aquel contraste.Pero el hecho, sigue terco;
2.- si algo ha tenido el pueblo cubano para resistir victoriosamente más de 40 años de terrorismo de Estado made in USA, es "ideas y convicciones". ¿No parece llegada la hora de que acceda al "consumo material" que sus estándares demográficos de Primer Mundo reclaman, a tenor de razonables índices de Desarrollo Humano? A Fidel Cuba le permite mucho... ¿y a los sucesores les permitirá igual?;
3.-¿cómo se garantiza y se garantizará que "la propiedad del pueblo" es y será EFECTIVAMENTE del pueblo? Por ahora la concepción cubana sobre este punto es que la misma es, principalmente, propiedad del Estado. Pero si el socialismo al que Cuba aspira es martiano y marxista, deberá entonces recordarse que José Martí alertó sobre los peligros del imperio de la propiedad estatal en su muy citado artículo La Futura Esclavitud, donde apuntó que "todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanzas y provechos para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes"(6). Por su parte, lo que Carlos Marx propuso fue una propiedad social sobre los medios de producción donde se produjera la negación de negación de la propiedad privada capitalista, no aquella donde el obrero sigue siendo un asalariado. El marxismo sólo otorgó al título estatal un status de transición, previo nombramiento de ese dominio como "capitalista colectivo ideal". Así pues, discutan los teóricos sobre si el bautizo ha sido, o no, profético.
Entretanto, todo parece indicar que en la experiencia criolla se hace necesario repensar muy seriamente el tema de la propiedad sobre los medios de producción -- e incluso la personal -- quizás no tanto en los límites que la Constitución acota, como mucho más en los horizontes que abre.
Bien por las premisas: ¿y qué sobre el consenso?
Mucho se ha afirmado que la Revolución cubana descansa sobre un consenso popular y social, roto tras la desaparición del sistema de alianzas con el campo diz que socialista, y en reconstrucción paulatina a lo largo de los años del llamado período especial. La investigación más reciente que demostraría la existencia del mismo procede de filas nada sospechosas de fidelismo. Se trata de una encuesta clandestina realizada al interior de la Isla por una organización con sede en España.
De acuerdo con el sondeo, se entrevistó a una muestra de 541 personas residentes en 13 provincias del país, se dice que con un margen de error de aproximadamente 3 %, respecto a lo que pensaría toda la población. Pues bien, e independientemente de otros resultados no tan "halagadores", sólo 2,4 % de los encuestados consideró a la falta de libertades o al sistema político como al principal problema de Cuba. (7)
Si el adversario avala que el consenso existe, pues existe, más cuando otra montaña de datos parece confirmarlo. No obstante, la pregunta es: ¿cuál consenso?
A entender de este periodista, el único consenso dentro de Cuba legítimamente probado, en términos de institucionalidad y por lo tanto respecto a la "irrevocabilidad" del sistema, es el existente alrededor de la Constitución de la República. Incluso sin conocer su texto, muchos nacionales, si no todos, demandan su estricto respeto por desde el primer hasta el último ciudadano, tanto en lo concerniente al ejercicio de los derechos como al cumplimiento de los deberes.
De ser así, la primera garantía institucional de la preservación del sistema no tras la muerte de Fidel, sino ahora mismo, sería el respeto a esa Constitución por parte de todos, lo cual conduce a plantear un asunto bien espinoso: ¿cómo es posible que en Cuba haya un buen número de legislaciones y decisiones de todo nivel, francamente inconstitucionales?
Algunas son constitutivas de un delito de discriminación por origen nacional, donde, en la mayoría de los casos, el discriminado es CUBANO. Otras, prohibiciones excesivas que a la postre son causas de economía informal o, peor aún, de corrupción. Y hasta las hay tropicalmente sutiles, pero que provocan un doloroso inmovilismo social o retrasan la toma de decisiones estratégicas.
Duro apuntarlo, pero ineludible apuntarlo. Si algo va contra ese consenso en reconstrucción, es precisamente este espinoso asunto de la inconstitucionalidad, por cuanto la misma es el más efectivo ataque que puede hacerse al concepto de igualdad de derechos, tan presente en la ley de leyes y tan arraigado en los sentimientos del nacional.
¿Es socialismo que con una Constitución que se proclama socialista se incurra en inconstitucionalidad? Evidentemente, no. Y más que evidente, peligroso. Si esos fenómenos se entronizan puede ocurrir que para la percepción de los cubanos un "retorno al capitalismo" contenga un aspecto justiciero, nada más por el aquello de liquidar un divorcio entre proclama y ejercicio. Para su momento, esa formación socio-económica fue un progreso enorme para la Humanidad, descrito por Lenin en estos términos: "el capitalismo, en su lucha triunfante contra el feudalismo, garantizó la igualdad de derechos jurídicos de todos los ciudadanos.Corresponde a nosotros (los partidos obreros de la época)? garantizar la igualdad de derechos económicos". (8)
Esas palabras de Lenin son esenciales para comprender por qué el llamado socialismo real fracasó. No por gusto, el escritor brasileño Frei Betto le extendió un certificado de autopsia, donde se dice que "para poder privatizar los bienes materiales, el capitalismo socializa los bienes simbólicos por medio de la religión o los medios electrónicos, los cuales no distinguen la choza del pobre de la mansión del rico. El socialismo ha hecho exactamente lo contrario: socializa los bienes materiales y privatiza el sueño, en la medida en que únicamente quienes detentan el poder pueden aspirar al ejercicio de la transgresión ? como cambiar, por ejemplo, el modo de pensar y obrar en materia política ? que es uno de los atributos de la libertad". (9)
La trinchera? y el reto
Cuba ha resistido victoriosamente la caída del llamado socialismo real y el arreciamiento de la política de sanciones económicas de los Estados Unidos, gracias al heroísmo cotidiano de su pueblo, a transformaciones habidas al interior cuyo balance ha sido el fortalecimiento del sistema, y a la creación de nuevas alianzas externas con pronósticos de expansión, habida cuenta del viraje a la izquierda que se está produciendo en América Latina. Más de un decenio después de que Fidel llamara a "salvar la Patria, la Revolución y las conquistas del socialismo", el hecho de que el presidente cubano alerte sobre el peligro de una implosión debería mirarse como lo que parece ser: una crisis de desarrollo. Entonces, existe una trinchera, pero también un reto.
Por un lado, hacer invulnerable a Cuba pasa por desplegar en todas sus potencialidades su organización político- social, comenzando por respetar ad literam sus preceptos fundamentales, recogidos en la Constitución de la República. Y no sólo respetar, sino además interpretar en el sentido de una libertad que en el capitalismo es una ficción como la descrita por Frei Betto, pero que al mismo tiempo contiene una dialéctica nada ficticia respecto a la sucesión de formaciones socio-económicas.
Por el otro, desde esa trinchera, Cuba tiene la responsabilidad de aceptar un reto, si quiere ser un paradigma en el proceso de creación de lo que se ha dado en llamar socialismo del siglo XXI. Hoy mucho se habla de éste. Pero cuesta imaginar que exista, si no se le pone nombre y apellidos a una palabra que invita a citar a Rosa Luxemburgo, la comunista más bella de la Historia: "libertad sólo para los partidarios de un gobierno, sólo para los miembros de un partido, no importa cuán numerosos sean, no es libertad; sólo lo es, si lo es para aquel que disiente." (10)
Por ahora, la experiencia de la Humanidad ha demostrado que, en materia de instituciones políticas, lo que no pasa esa prueba suspende.
Insurgente

Notas:
1.-Fidel Castro. Discurso en la Universidad de La Habana del 17 de noviembre del 2005. Ver Granma en Internet.
2.-Manuel David Orrio. Proyecto Varela: ¿validez jurídica? .Ver archivos de http://www.cubanet.org/ .
3.-Felipe Pérez Roque. Discurso pronunciado en la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba el 23 de diciembre del 2005. http://www.rebelion.org/
4.-Pablo Lafargue. Entrevista a Carlos Marx. Ver Pablo Lafargue, Textos Escogidos, Editorial Política. La Habana.
5.-Ibídem 3.
6.-José Martí. La Futura Esclavitud. Obras Completas, tomo 15. La Habana
7.-Ver http://www.solidaridadconcuba.com/ . Encuesta.
8.-Lenin, Réplica a Tugan- Baranovski. Obras Completas, tomo 24. Editorial Progreso, Moscú.
9.- Frei Betto. El fracaso del socialismo alemán y los desafíos a la izquierda latinoamericana. Pasos # 29 mayo- junio de 1990. Costa Rica.
10.- Ibídem 9, citado por Frei Betto.
mdorrio54@yahoo.com



Cuba: Constitución y peligros
Malime

Debate sobre el artículo Cuba: Constitución vs. ¿socialismo reversible?, de Manuel David Orrio
Cuando las palabras no se corresponden con los hechos, pero se las sigue considerando ciertas, algo muy grave sucede, estamos idealizando a las palabras, escribimos una nueva Biblia "materialista".
Si estamos convencidos que el socialismo es la única salida posible en la transición del capitalismo al comunismo, deberemos comprobar en dónde se manifiesta la contradicción entre las palabras y los hechos para que ese proceso peligre, máxime tras la experiencia de la caída del llamado socialismo real.
Si damos por cierto, desde la concepción marxista, que el Estado surgió como una necesidad de la clase social en el poder para perpetuar sus privilegios, que solo se extinguirá cuando la sociedad ya no esté dividida en clases sociales y "menos antagónicas", deberemos analizar cuál es la forma institucional que permite a la burguesía organizarse como clase dominante, y cual es la forma que permite realmente al proletariado organizarse como tal, en tanto el desarrollo productivo y moral de la nueva sociedad permite llegar al comunismo, para dar a cada uno según lo que necesita en vez de por lo que produce, como sucede en la fase de desarrollo socialista.
Y entonces en el comunismo el Estado, cuya principal función fue la represiva y burocrático-administrativa, ya no tiene sentido de ser porque no existen clases o sectores a los que reprimir y además la sociedad se ha organizado de forma tan natural que es autogestionaria, cada uno puede disponer de lo que necesita, sin la necesidad de funcionarios administradores. Como la historia del comunismo primitivo nos enseñó, pero ya en una espiral inimaginable del mundo material gracias al grado de desarrollo alcanzado por la especie humana. Actuando desde una libertad como nunca fue ejercida, con la racionalidad y práctica que permite el conocimiento científico y el dominio del método de análisis basado en el materialismo dialéctico convertido ya en parte material del cuerpo humano.
Lo que es inadmisible, como Marx denunció ante los falsos adoradores del Estado, al decir que el "Estado no está colgado del cielo", es que desde posiciones marxistas se siga con esa adoración, sin realizar el esfuerzo necesario para descolgarlo del cielo y verlo en su interrelación dialéctica con el mundo material en su práctica. Ver formas organizativas institucionales que respondan a las nuevas necesidades de los trabajadores organizados como clase dominante, todo ello, a pesar de las experiencias organizativas que las propias masas explotadas nos expusieron tras La Comuna y el Soviet, que los grandes teóricos Marx y Lenin nos destacaron como las verdaderas formas alternativas de poder, formas de democracia directa permanente que responden a las necesidades reales de las clases populares.
Si el capitalismo establece como determinante la propiedad de los medios de producción, y utiliza el Estado, "colgado del cielo", para que mantenga su propiedad y ponga su orden, los trabajadores tienen que actuar sin adoraciones, de forma materialista y dialéctica, mandado al basurero de la historia al caduco Estado capitalista con su falsa democracia. Los medios de producción ya están en sus manos y son ellos mismos los que los administran desde su organización como clase dominante en los lugares naturales donde pueden ejercerlos sin los falsos y alejados parlamentos burgueses. Desde donde laboran en las diversas áreas, desde los centros donde producen, o ejercen la actividad social, educacional y cultural.
En tiempos de la URSS, a los trabajadores se les decía que eran soviéticos porque, a propuesta de Stalin, el 11 de junio de 1936 se abolió la constitución soviética leninista, reemplazada por otra que seguía llamándose soviética, pero con las formas institucionales burguesas, con el sufragio universal burgués, que separaba el poder de los trabajadores desde los centros de producción y sus lugares de convivencia. Lo que se consiguió fue subir al cielo al Estado "Soviético". De por vida a los trabajadores se les condenó a ser sociedad civil, a la división clasista del Estado capitalista en el ejercicio de sus derechos políticos. El sufragio universal permitía elegir a la clase política en el parlamento y el gobierno, al partido erigido ya en Estado que nombraba los directores de fábrica y que controlaban el proceso productivo al servicio de ese Estado burocrático-socialista-capitalista, que debemos insistir no era producto de la democracia directa participativa permanente de abajo hacia arriba, sino del sufragio institucional burgués. Por muchos noventa y tantos por cientos de votos que había a favor del PCUS en los procesos formales electorales, a semejanza de nuestra "democracia" capitalista, con tantos trabajadores votando a partidos administradores del poder capitalista.
Podemos imaginar, de existir la democracia soviética leninista (que nunca se pudo implantar en aquel inmenso y atrasado país), a los obreros reuniéndose y controlando directamente el proceso productivo en las fábricas, aportando ideas, eligiendo de entre los compañeros que por sus iniciativas fueran considerados los mejor dotados y gozaran de la mayor confianza para ejercer la responsabilidad en los puestos de gerentes de ramas de producción y eligiendo a los propios directores. Cómo imaginar que esos trabajadores, organizados con esa democracia, no sintiesen suyas las fábricas y permitieran que les fueran arrebatadas para ser entregadas a manos capitalistas, una vez caída la URSS con su falso socialismo real.
Podemos imaginar que, de existir en Cuba esa forma marxista y leninista de poder y organización desde abajo hacia arriba, desde los centros de producción que permita controlar el proceso productivo y los bienes sociales generados colectivamente, sentidos propios y colectivos, pudiera coexistir con el robo, con gentes que roban tabaco o gasolina, sin ser controlados por los propios compañeros. ¿O es que todos los trabajadores son ladrones y unos se encubren a otros, cuando no les toca ejercer su cuota de robo? Es imposible imaginar ese grado de corrupción en un pueblo que ha dado muestras de heroísmo en su lucha antiimperialista. Algo falla en la Constitución Cubana que impide el ejercicio permanente de la democracia directa desde los centros de producción nacionalizados, que posibilite el control de los medios de producción y la integración real, la forma de poder que impida el retorno al capitalismo. No bastan con los tres puntos moralistas en que se sustenta las premisas de Pérez Roque, ni con infinitas charlas moralistas. Hay que ligar la moral a la base material que permite ejercer el poder directamente al pueblo organizado como clase dominante, de abajo hacia arriba, que las enseñanzas morales se interrelacionen dialécticamente y puedan ejercerse desde la práctica productiva y desde la práctica política en general.
Desgraciadamente, a pesar de su buena intención Manuel David Orrio* en su trabajo Cuba: Constitución vs. ¿socialismo reversible? publicado en Insurgente y en Rebelión, es de temer que cuelga del cielo a la Constitución Cubana, ya que la cita de Lenin** con la que justifica el fondo de su argumentación no se ajusta al contexto histórico actual de Cuba. No es el partido el que tiene que ejercer el poder estatal, no es el que tiene que salvaguardar los derechos económicos de los trabajadores, sino los propios trabajadores cubanos organizados como clase dominante los llamados a realizarlo directamente. La situación cultural y política e incluso productiva del pueblo cubano no tiene punto de comparación con la que existía en aquella atrasada Rusia, cuando Lenin tuvo que apoyarse en el partido como la fuerza que asegurase el poder socialista, en tanto se generaban las condiciones objetivas que permitieran al pueblo ejercer el poder directamente.
Ello sí implica que los militantes del partido deben saber interpretar el marxismo al actual momento político, para poder convencer a los trabajadores en cada confrontación dialéctica ante los múltiples problemas que en el proceso de desarrollo se suscitan. Convencer en vez de imponer, porque existen verdaderos mecanismos de participación democrática desde donde el pueblo siempre está para poder hacerlo, desde abajo, desde ese lugar natural que es la fábrica y desde donde reside, estudia, ejerce su cultura y su ocio. Cuando no somos capaces de convencer, dejar que el pueblo se pueda confundir, porque si creemos en el pueblo y existen los mecanismos de base organizativa y participativa que le permite corregir sus errores, el poder popular no peligra.
Con una constitución no basada en la democracia directa de abajo hacia arriba, en un momento de crisis que obligue al ejercicio del sufragio universal, entonces si puede peligrar el socialismo, que se retorne al capitalismo por los anteriores errores "democráticos" cometidos. Los Varelas y Cía. ganarían "democráticamente". Sin embargo el proyecto Varela, discutido fábrica por fábrica barrio por barrio, no necesitaría tener que ser rechazado por la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Popular, que decidió archivarlo y dar cuenta a sus promotores de ese veredicto, serían los propios trabajadores cubanos, fábrica por fábrica, barrio por barrio, los que mandarían a la mierda ese proyecto avalado por 11.020 firmas, de cubanos "democráticos" que tanta resonancia tiene en los merdideros "democráticos" capitalistas.
La Haine
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* N de la R: Uno de los "periodistas independientes" estrella de la disidencia cubana, con entrada libre a la Oficina de Intereses de estadounidense en La Habana, Manuel David Orrio, resultó ser el agente Miguel, de la Seguridad del Estado, cuyo trabajo permitió desenmascarar las falsedades de los "disidentes" pagados por EE.UU. Sus empleadores eran Cubanet y Carta de Cuba principalmente, que reciben fondos de la National Endowment for Democracy. Más información.
** N de la R: La cita en cuestión es "El capitalismo, en su lucha triunfante contra el feudalismo, garantizó la igualdad de derechos jurídicos de todos los ciudadanos.Corresponde a nosotros [los partidos obreros de la época]? garantizar la igualdad de derechos económicos". V. Lenin, Réplica a Tugan-Baranovski. Obras Completas, tomo 24. Editorial Progreso, Moscú.



Dictadura del proletariado: ¿Estado vertical o gobierno descentralizado?

Programa de talleres bimestrales en Cuba: "La Obra de Carlos Marx y los Desafíos del Siglo XXI"

2006 Febrero 28: La construcción de un poder revolucionario: experiencias socialistas y prácticas emergentes actuales
Malime

El término dictadura generalmente se asocia a la imposición violenta de un sistema político, a la falta de democracia, a la forma de poder que se impone por vía militar. Lo que nos provoca el repeler la palabra dictadura. Sin embargo en el mundo que nos toca vivir, donde la explotación del hombre por el hombre da lugar a las desigualdades sociales y económicas que existen entre colectivos sociales e incluso dentro de un mismo colectivo, aun viviendo en las denominadas "democracias" capitalistas existe la objetiva realidad material de la dictadura de unos colectivos sobre otros, e incluso dentro de colectivos sociales explotados por los colectivos que ostentan el poder también se produce la dictadura que se manifiesta en la insolidaridad de clase de unos trabajadores sobre otros, lo que impide el poder conseguir la necesaria unidad que permita a la clase oprimida la lucha contra el colectivo opresor. En otros tiempos esa actuación se la atribuía a la llamada aristocracia obrera.
La ideología dominante capitalista ha conseguido prostituir el término dictadura del proletariado hasta conseguir que gentes como Santiago Carrillo (ex-secretario general del PCE) le llevara a decir ¡Dictadura, ni la del proletariado!. Dictadura del proletariado, no lo es tanto por la violencia del proceso revolucionario en sí, o por el concepto manipulado negativo impuesto asociado a una violencia que está por encima de las clases sociales en pugna, sino por la realidad material que supone el poder en manos proletarias que por su estructura organizativa impide que se den los privilegios que la minoritaria clase burguesa disfruta en la "democracia" capitalista. Lo que de hecho era dictadura capitalista para los explotados, al acabarse con la forma que permite esa realidad explotadora se convierte en democracia proletaria, pero dictadura para la burguesía.
También en la sociedad socialista, dadas las limitaciones de desarrollo productivo y moral que impide dar a cada uno según sus necesidades, inherentemente existe la dictadura que toda desigualdad material provoca entre los seres humanos productivos, aunque evidentemente siempre es relativa, ya que en su desarrollo la sociedad socialista en su caminar hacia el comunismo, donde desaparecen las manifestaciones de opresión de unos seres humanos sobre otros, se está rompiendo con esa contradicción propia e inherente del sistema capitalista. Podríamos definir a la fase socialista, como fase intermedia entre el capitalismo y el comunismo, con ciertas formas de relación económica y moral heredadas del capitalismo que se van liquidando a medida que se desarrolla el sistema socialista.
Si además examinamos la palabra democracia, gobierno de la mayoría, también supone una dictadura contra la minoría, de ahí que la clase burguesa, como minoría social que es, siempre etiquete a la revolución socialista como dictadura comunista, aunque lo haga como epíteto insultante y descalificador en vez de con la objetividad material del hecho en sí. Al desaparecer sus privilegios materiales, se la impone la dictadura de la clase antagónica ya en el poder.
En el sistema socialista toda manifestación de poder verticalista de arriba hacia abajo aun en sus orígenes realizado con las mejores intenciones, con el tiempo (como desgraciadamente hemos podido ver tras la experiencia del llamado Socialismo Real) contribuye a perpetuar la dictadura de clase, de los que asumen el poder y se consideran los únicos capacitados para ejercerlo, desconfiando de la capacidad del conjunto de los demás seres productivos para organizarse como clase dominante de abajo hacia arriba: Desde los propios centros de producción y servicios donde laboran hasta los centros de educación y cultura y los propios lugares de residencia. Desgraciadamente las experiencias positivas que Marx y Lenin supieron ver tras la Comuna de Paris y el intento revolucionario de 1905 hasta su desarrollo en 1917, no han sido comprendidas, ni desarrolladas por pretendidos revolucionarios marxistas. Tal vez, sin tener el conocimiento directo necesario del proceso bolivariano en Venezuela podemos apreciar, desde la realidad material, cultural y política de ese pueblo, sin interpretaciones dogmáticas en el uso de la terminología marxista, que de hecho a través de las Misiones, las actuaciones desde las parroquias, los barrios, se esté incorporando al pueblo trabajador a que se organice como clase dominante desde abajo hasta llegar a arriba, hasta conseguir mandar al basurero de la historia al viejo Estado burgués con su falsa democracia y su falsa división de poderes. Con medidas que permitan finalmente y directamente al pueblo legislar, ejecutar y administrar la justicia desde abajo, desde sus respectivos ámbitos de convivencia local, regional, nacional e internacionalmente si como imaginan es posible conseguir llevar a efecto el pensamiento de Simón Bolivar en toda la América Latina.
El verticalismo niega la descentralización que el pueblo necesita para desde abajo ejercer el poder directamente y de forma permanente, tampoco debemos entender la descentralización como contradictoria con el centralismo democrático que tiene que darse en el socialismo. La democracia verdadera del pueblo trabajador organizado como clase dominante, permite que desde abajo ascienda la voz del pueblo, que los problemas que desbordan su competencia local sean tenidos en cuenta a niveles superiores de gestión más general, permite que una vez ascendidas las necesidades generales y reales del conjunto del pueblo, desde las cúspides gubernativas se propongan y desciendan las medidas legislativas y ejecutivas que respondan a las verdaderas necesidades sentidas y manifestadas previamente por el pueblo.
No se puede educar al pueblo de forma dirigista, sin la participación directa y permanente de este en su propio proceso educativo, que tiene que partir desde su realidad material y laboral. No puede educarse revolucionariamente desde el púlpito alejado del lugar donde el trabajador vive y labora, su aprendizaje político tiene que ir ligado a su aspecto productivo, en relación directa con los demás seres con los que convive. El ser social individual que estimula el sistema capitalista, tiene que desarrollarse en el ambiente colectivo, que es la única forma que nos permite vernos como seres sociales, necesitados los unos de los otros.
Se confunden los marxistas economicistas cuando anteponen el desarrollismo al margen de la integración del pueblo en la dirección del poder. Se confunden o no quieren ver que los trabajadores desde los centros de producción laboran pero también aprenden a como mejor realizar su trabajo, lo cual les califica para poder decidir que mejores compañeros son los mejor capacitados para ejercer la dirección en las diferentes ramas de producción e incluso para ser los directores de empresa. Qué mayor integración y participación se puede permitir al trabajador, que ese ejercicio directo y permanente de la democracia directa participativa. Algunos dirán que tienen mejor conocimiento y voz un ingeniero mandado por el gobierno que los obreros de la propia fábrica, pero se equivocan los que así piensen, en algún momento se podrán equivocar las voces obreras, pero de su equivocación, que no tiene porque ser trascendental e incorregible, también se aprende, y de los errores corregidos se consigue una mayor integración e identificación con el proyecto laboral y político en el que los trabajadores están embarcados. Podemos imaginar que los obreros de la URSS organizados de esa forma hubiesen permitido que sus fábricas fueran privatizadas. Nunca las sintieron propias, eran los burócratas impuestos desde arriba los que aparecían como dueños, bastó que el borracho subido al tanque les dijera que con el capitalismo se acabaría el burocratismo y sus privilegios y todos podrían aspiran a vivir como burgueses. Fueron los burócratas mejor situados y controlando las fábricas, los que terminaron de apropiarse en total exclusividad, y sin los condicionantes formales del socialismo burocrático.
Habrá que repetirlo constantemente, lo dijo Lenin, ¡Una de las principales características del capitalismo es el burocratismo!. El socialismo solo se puede desarrollar y caminar hacia el comunismo cuando se libere de todo signo de burocratismo. La propia democracia no se libra de la burocracia, por eso en el comunismo el Estado y la Democracia se extinguen. La naturaleza de las hormigas a un nivel de grandeza imposible de imaginar seria el ejemplo de convivencia de la especie humana.