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28.11.06 

Articulos de Opinion 28-11-06

EL NUEVO EMBAJADOR CON ANTECEDENTES ANTIARGENTINOS

Earl Wayne, representante de la administración Bush, tan imperial como los otros


Earl Anthony Wayne desembarcó en Buenos Aires como el nuevo embajador de Estados Unidos y en una semana fue recibido por cinco ministros del Ejecutivo. "Eficiencia", dijeron los medios del establishment. Dependencia, parece la verdadera explicación.

EMILIO MARÍN



Mister Wayne arribó a nuestro país el 6 de noviembre y se instaló en la embajada del barrio de Palermo contigua a la Sociedad Rural. Ya le deben haber explicado que la afinidad con la entidad de los ganaderos y terratenientes excede la cercanía geográfica, más allá de la falta de complementación de las economías argentina y estadounidense que compiten por los mercados agrícolas. Y si alguna duda chica le quedó, Luciano Miguens, presidente de la SRA, se la disipará en cualquier encuentro.
Esa tertulia no tendrá que esperar hasta el 4 de julio, cuando el elenco estable pronorteamericano de nuestro país se da cita en la embajada para festejar el "día de la independencia". Habrá varias citas previas, sobre todo ahora que Wayne en pocos días recorrió casi todo el espinel gubernamental: le faltó una reunión con Daniel Filmus y Ginés González García, y una audiencia con el presidente Néstor Kirchner.
Los demás ministros lo recibieron en tiempo récord y algunos, como Jorge Taiana, dos veces. Todos los embajadores supuestamente son iguales ante el gobierno anfitrión, pero hay algunos que son más iguales que otros. Wayne es uno de ellos porque en pocos días logró lo que no consiguen muchísimos diplomáticos que llevan años en la "Reina del Plata".
Uno de los más entusiasmados por la conversación fue Julio De Vido, quien declaró que en los próximos dos años la inversión estadounidense en energía e hidrocarburos va a llegar a los 3.000 o 4.000 millones de dólares. Para los argentinos es una mala noticia: quiere decir que Kirchner no tiene la más remota idea de nacionalizar el sector. Contra esa seguridad, sonó lógico que Wayne prometiera la injerencia de empresas de su país en el gasoducto que nos traerá más gas boliviano y en emprendimientos eléctricos. Defendió así los intereses de AES, Duke Energy y Esso, entre otras multinacionales.
Rápido para los negocios, el delegado de Bush apremió a De Vido para que Argentina adopte el sistema norteamericano ATSC para televisión digital, en detrimento de las tecnologías europea y nipona.
En la entrevista con Felisa Miceli fueron parejos los pedidos de una y otra parte. La ministra solicitó que los productos argentinos no sean excluidos del Sistema General de Preferencias para acceder libres de aranceles al mercado norteamericano. Y que EE UU ayude para que el Club de París acepte una buena refinanciación de la deuda argentina, que supera los 6.000 millones de dólares.

Negocios y ejercicios
Wayne no prometió ninguna solución a estos temas, explicando que sobre el asunto SGP tomará una decisión el Capitolio. En su comunicado de prensa subrayó que las empresas de su país "están muy interesadas en explorar otras oportunidades de inversión en Argentina". Si bien actuó con tacto, sin plantear la antipática propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ni ofreció un Tratado de Libre Comercio, que hubiera rebotado con una negativa, el diplomático pidió a Miceli reactivar el Consejo de Inversión y Comercio Bilateral, inactivo desde 2003.
Como buen defensor de los intereses del imperio, el embajador tuvo una reunión con los representantes de las principales firmas estadounidenses en nuestro país, antes de dialogar con la jefa del Palacio de Hacienda.
En el hotel Four Seasons se entrevistó con los delegados de la Cámara de Comercio Americano Argentina (Amcham). Junto con su presidente, Juan Brochou, titular también del Citibank, estuvieron Alberto Carvalho (Procter & Gamble), Gonzalo Escajadillo (IBM), Cristian Siccardi (Cargill), Daniel Risso (Esso), Felipe Rovera (General Motors) y Rolando Meninato (Dow Química).
Esos ejecutivos tienen DNI argentino pero piensan en inglés y sueñan con dólares, de modo que tienen más lazos con Wayne que con Miceli. Y en consecuencia, le transmitieron al primero sus quejas contra los controles de precios impulsados por el gobierno y las demoras en actualizar determinadas tarifas.
Por eso el párrafo del comunicado del embajador donde se lee que las multinacionales quieren explorar "otras oportunidades de inversión" debería leerse que están interesadas en "mejores oportunidades de inversión".
Que Wayne haya comenzado por las reuniones con los titulares de Planificación Federal y Economía puede tener que ver con que domina más los temas económicos y comerciales. En los últimos seis años fue Secretario Adjunto de Estado para Asuntos Económicos y Empresariales. Su currícula asegura que tuvo a cargo "temas de finanzas internacionales, el desarrollo, la política sobre la deuda e inversiones, sanciones económicas, la política internacional sobre recursos energéticos, los diamantes de zonas en conflicto, la política comercial, asuntos de información y telecomunicación internacional, transporte y aviación internacional y el apoyo comercial y empresarial en el exterior".

¿Wayne espía?
Quien crea que el embajador es sólo un negociador comercial se llevará un fiasco. Es también un operador político, un funcionario curtido en espionaje y "lucha antiterrorista", y antiguo enemigo de la causa argentina en Malvinas, como ahora se mostrará.
Porque tiene otras tareas de la órbita política y castrense que reportar a sus jefes, el flamante embajador se vio con Nilda Garré, ministra de Defensa. A ella le planteó "la importancia del fortalecimiento de la cooperación regional y hemisférica a través de ejercicios multilaterales". Como la diplomacia es hábil en maquillar los objetivos, hay que aclarar que el visitante quiere que se reanuden los ejercicios militares en nuestro país, del tipo de "Cabañas I y II" (Ejército) y "Aguila I y II" (Fuerza Aérea) que últimamente se suspendieron. Además de la repulsa popular, esas ejercitaciones se frustraron porque el imperio pedía inmunidad total para sus efectivos y el gobierno no estaba dispuesto a tanto.
La referencia a los ejercicios no fue casual. En octubre último George Bush emitió un memorando para que el Departamento de Estado, del que depende Wayne, invite a los países latinoamericanos a volver a enviar sus oficiales a cursar en la tristemente célebre "Escuela de las Américas", ahora localizada en Fort Benning, Georgia.
Con el ministro del Interior, Aníbal Fernández, puso sobre el tapete la posibilidad de mayor cooperación en la lucha "contra el terrorismo y el narcotráfico".
Y felicitó al canciller Jorge Taiana por la política de confrontación adoptada por el gobierno nacional y la justicia federal respecto a Irán, tomando como ariete las endebles acusaciones sobre su responsabilidad en el atentado contra la AMIA.
En esas entrevistas más políticas, con Garré, Fernández y Taiana, Wayne mostró que lo suyo se limitaba a la negociación comercial, como vendieron "La Nación" y Clarín. Estos medios sólo informaron que tiene maestrías de la Universidad de Harvard, la Universidad de Princeton, la Universidad de Stanford y una licenciatura de la Universidad de California, Berkeley. Lo que se dice un académico puro.
Pero la biografía de Wayne publicada por la Dirección de Asuntos Públicos del Departamento de Estado contiene datos de los que surge un perfil muy distinto. Por ejemplo, hasta 1981 fue "analista de la política nacional e internacional de la China en la Dirección de Inteligencia e Investigación". Para los argentinos importa mucho saber que "entre 1981 y 1983 fue Asistente Especial de los Secretarios de Estado Haig y Shultz", lo que significa que fue parte de la mentirosa "mediación" del general Alexander Haig durante el conflicto de Malvinas.
"De junio de 1991 a junio de 1993, el Sr. Wayne fue Director de Asuntos de Europa Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC)", otra tarea ligada al espionaje, sigue reportando la reseña. Ese aspecto poco loable de sus funciones se refuerza con este otro antecedente: "de 1989 a 1991 fue Director de Asuntos Regionales para el Embajador Itinerante de Antiterrorismo de los Estados Unidos, cargo en que formuló y puso en práctica las normas de cooperación antiterrorista de los Estados Unidos".
Terence Todman fue el virrey, James Cheek el lobbista y Lino Gutiérrez el vendedor frustrado del ALCA. Wayne, defensor de las multis, ¿será también el espía para tratar de romper el Mercosur y separar a Argentina de Venezuela?



Las batallas de Lohana: el arco iris en el cielo rojo y la libertad de Pepo

x Claudia Korol

Diálogo con Lohana Berkins, presidenta de ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual) de Argentina. "Para que no un pedacito, para que todo el cielo sea rojo, rebelde, resistente, y que en ese cielo brille fuerte el arco iris"
Después de transcurridos cuatro años desde que se presentó el pedido de personería jurídica de ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual), y que ese pedido fuera varias veces negado, primero por la Inspección General de Justicia y luego por la sala K de la Cámara Civil, la Corte Suprema falló favorablemente, considerando que negar la personería jurídica a travestis y transexuales es un acto discriminatorio.
En esta charla, dialogamos con Lohana Berkins, presidenta de ALITT, sobre el significado del fallo, y sobre el desafío cultural que propone la batalla de ALITT por la identidad y por la ciudadanía travesti, en una sociedad atravesada por una cultura hegemónica patriarcal, burguesa y violenta.

Lohana: Para nosotras es muy importante el hecho de que la Corte Suprema, una institución que pertenece al Estado, empiece a reconocer los derechos de las personas travestis y transexuales. Digo esto porque uno de los puntos que quisieron negociar todo el tiempo, era que quitáramos el nombre de travesti de la organización, que pusiéramos un nombre de fantasía. Y lo más importante era el objeto social, en el artículo dos, en el que nosotras decíamos que íbamos a exigir que el Estado y la sociedad reconozcan al travestismo como una identidad propia. Este paso es realmente histórico, porque el fallo salió en esos términos. No salió la designación médica de "son transexuales". No, dice "travestis".
De alguna manera se ha legitimado la terminología travesti en términos políticos, que nosotras venimos planteando. La Corte contesta también cómo fue de insultante y discriminatorio al fallo anterior que para negarnos la personería, usaron el argumento del bien común. La razón para negar previamente la personería se fundamentaba en que la organización no contribuía al bien común de la sociedad. Menos el travestismo. Nosotras planteamos, como objetivos de nuestra asociación que el Estado y la sociedad reconozcan al travestismo como una identidad propia, y aclaramos cómo íbamos a lograr esto. A través de campañas, implementando nuestro proyecto vertebral de la organización que es "ir construyendo la ciudadanía travesti y transexual". Los ejes de esa campaña son el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda y al trabajo.
Eso es lo que nosotras habíamos argumentado. Lo que ellos nos dijeron es que no era necesario que nos organicemos y pidamos eso, porque la Constitución ya amparaba estos derechos. Nosotros les respondimos que la Constitución sí los contemplaba declamativamente, pero que concretamente a nosotras se nos ponían un montón de trabas burocráticas para acceder a esos derechos. Ellos decían que estaba bien que nosotras existamos de hecho, pero que el Estado no tenía por qué reconocernos de derecho. Nosotras insistimos que sí nos tenían que reconocer, y con esos objetivos.
El proceso duró cuatro años. Los papeles fueron presentados en la Inspección General de Justicia el 22 de abril del 2002, después de la efervescencia, de la caída de un presidente. Estaba Duhalde cuando lo presentamos. En ese momento había un funcionario de la Inspección General de Justicia que era de Duhalde. Cuando hacemos la apelación ya había otro puesto por Kirchner, y dice lo mismo. Ahí apelamos a la Sala K, que sostiene los dichos de la Inspección de que no contribuíamos al bien común, y así lo elevamos a la Corte Suprema en el año 2004. Esto es fundamental, porque abre las puertas a un debate mucho más profundo sobre los derechos de travestis y transexuales.
Nosotros argumentamos también la necesidad de que respetaran los tratados internacionales de derechos políticos y civiles que había firmado Argentina a nivel internacional. La Sala K lo que nos dice es que el Estado no tiene por qué reconocer esos derechos. La Corte dice ahora que están violando esos tratados, y que es tremendamente insultante que usen el bien común para negar al derecho.

Claudia: Muchas compañeras travestis, y vos personalmente, han venido luchando durante muchos años por el reconocimiento de sus derechos y de su identidad. ¿qué significa para ustedes como comunidad, y para vos en lo personal, este momento de la batalla por la identidad y la ciudadanía travesti en términos culturales?

Lohana: Primero en lo personal, ésta es una lucha que por momentos se vuelve solitaria, difícil. Por ejemplo, cuando nosotras logramos hacer entender la importancia de la defensa de la identidad, salió parte de la Academia a decir que ya era "demodée" seguir defendiendo la identidad. Nosotras dijimos que no, que para nosotras es sumamente sustancial el tema de la identidad, porque nos da una posibilidad muy amplia para trabajar desde la propia subjetividad. Porque si no el travestismo queda como algo aislado. Como si se pensara que nosotras venimos de "travestilandia", y nada. No solo tenemos que decirnos, definirnos, sino construirnos como todo un mundo.

Claudia: Estas críticas a las políticas de identidad, que las definen como algo superado, muchas veces no consideran que la mayoría de las personas, por lo general, no llegaron a reconocer y menos a asumir las múltiples identidades que nos van constituyendo. Sobre todo cuando hablamos de las identidades de género no hegemónicas. Hoy existen enormes barreras para que cada cual pueda asumirse por fuera de la norma heterosexual, y para que la sociedad pueda también convivir con esa diversidad de identidades. Tal vez darlo por superado, sea una manera de anticipar otros momentos posibles, pero es un enfoque todavía muy restringido a un pequeño sector de la Academia. Sería interesante que existiera la mayor flexibilidad y el mayor respeto por los tiempos de los distintos grupos y personas, de manera de no contraponer los diferentes procesos por los que se puede estar atravesando en el camino de batallar por nuestras emancipaciones.

Lohana: Acá hay dos cosas que yo separo. Una cuestión es lo que a mí me gusta. Yo debato y genero, y juego a hacerme la "intelectual popular", que recapacita y reflexiona sobre sí misma. En ese punto, yo le respondo a la Academia que para mí no es un tema que ya esté superado. Porque la idea en sí misma puede haber alcanzado cierto desarrollo en el que esos sectores de la intelectualidad consideren que ya está suficientemente debatido, y que les hayan dado las suficientes vueltas como para entender que esos debates ya quedaron atrás y que habría que debatir otras cosas. Que los enfoques de identidad resultan ya insustanciales.
Pero acá hay algo que quiero señalar. Una cosa es lo que podemos debatir como intelectuales, y otra es cómo eso se vive en los movimientos populares, o si esto permeó a quienes realmente viven cotidianamente en esa realidad. Yo nunca puedo apartarme en lo que en términos personales digo, como Lohana Berkins, de la situación de la mayoría de las compañeras.
Es lo mismo que sucede, para darte otro ejemplo, con las compañeras de AMMAR, con quienes comparto mucho. Si vos les quitás esa definición identitaria, como mujeres en situación de prostitución, les quitás mucho. Es un retroceso. Esto fue muy evidente, por ejemplo, cuando se hizo la muestra "Ninguna mujer nace para puta", y muchas de ellas se sintieron ofendidas. En términos teóricos y contestatarios, esa frase está maravillosamente bien, yo la adoro y la celebro, desde un cierto lugar de comodidad. Pero si ha lastimado a quienes suponen que deberían encarnar esa posición, ahí hay que ver un síntoma que nos obliga a reconocer que hay cuestiones que todavía no han sido superadas.
Lo mismo pasa con las travestis. Yo no puedo sentarme ahora a decirles: "ya no somos travestis, chicas", cuando recién después de tantos años estamos logrando calar esta cuestión de la identidad, y lo vemos en cuestiones prácticas, como por ejemplo salir a la calle sin tanta pintura, mostrar si tienen barba, aceptar su propio cuerpo. Incluso cuestionar ese abuso que se hace del cuerpo, de someterlo a cirujías. Cuando esto empieza a avanzar, de manera incipiente, no podemos salir ahora a decir que ya está superado. Todavía la identidad en términos concretos, de sectores populares y de sectores que encarnamos esa lucha, es una herramienta válida.
Pero además, es una mentira creer que la identidad sólo refuerza una cuestión monolítica. Nosotras lo que hacemos a través de la identidad, es apropiarnos de esa cuestión, y desde ahí develar las desventajas, las opresiones, las desigualdades en que vivimos.

Claudia: Éste es un debate que interpela también la teoría política, en cuanto a quién es el sujeto que construye la palabra que nos nombra y a veces que nos define. Si vamos a aceptar que nos nombren desde la Academia, o desde algún otro lugar hegemónico de la creación cultural, o si son los sujetos colectivos quienes se van nombrando, a partir de sus prácticas sociales, y de la reflexión sobre las mismas.

Lohana: Totalmente, en eso tenemos que ser muy cuidadosas, porque si el movimiento en sí mismo, si las sujetas o los nuevos sujetos, cada vez más complejizados en la realidad concreta, todavía sienten que no pueden abandonar ese lugar de certeza, ese escalón alcanzado, hay que ser respetuosas con ese sentido. También hay que cuestionar cuando se avanza, en función de qué se avanza también.

Claudia: Otro aspecto que es necesario considerar es cuál es la mirada de la sociedad hacia las distintas expresiones de disidencia sexual, y en especial en relación a las travestis. A mí me da la impresión de que algunos de estos debates que estamos comentando, si bien son muy interesantes, empiezan a alejarse mucho de las vivencias de diversas subjetividades que hay en nuestra sociedad, y ahí se corre el riesgo una vez más, de volverse un debate para muy pocos.

Lohana: Una cuestión que tenemos analizar, es qué es lo que se ha obtenido realmente dentro de la sociedad. A mí me parece que nosotras podemos estar instaladas como sujetas políticas, en varios espacios se nos reconoce. La Corte Suprema nos acaba de dar la personería jurídica. Hemos ganado visibilidad. Pero lo que aquí hay que ver es que esos cambios son lentos. En términos concretos y cotidianos, nosotras no hemos modificado muchas cosas como comunidad en general. Tenemos excepciones y situaciones concretas que hemos logrado muchas compañeras, pero la comunidad en si misma no ha logrado avanzar, y ser colectivamente una sujeta de derechos.
Una cuestión es si analizamos en términos esporádicos o aislados determinados reconocimientos, y otra cuestión es si colectivamente se ha logrado modificar la subjetividad, la mirada de la sociedad hacia esa comunidad. Creo que para eso falta muchísimo. Florencia de la Vega, Lohana Berkins, Marlene Wayar, son excepciones. Colectivamente nosotras no hemos avanzado todavía. Porque la sociedad tiene cuestiones regulatorias. Y en este momento la regulación está puesta sobre nosotras. Hasta que no aparezcan nuevos sujetos cuestionantes que nos desplacen de ese lugar del control, nosotras seguiremos siendo materia de absoluto control de la sociedad y del Estado.

Claudia: Me acuerdo por ejemplo de la situación creada cuando la movilización a la Legislatura, contra los cambios reaccionarios en el Código de Convivencia de la Ciudad de Buenos Aires. A pesar de los avances que se venían dando en relación a los derechos de la comunidad glttbi, a partir de una operación política, represiva y de prensa, se logró demonizar ante la sociedad a la comunidad travesti. Se desplegó un gran terror entre las integrantes de la comunidad, que además de ser cada vez más perseguidas y reprimidas por las fuerzas policiales ?alentadas por el cambio del código-, también fueron castigadas por otros sectores de la sociedad.
Lohana: Para mí ese fue un caso emblemático de esto que veníamos discutiendo. Si bien es cierto que hemos logrado articularnos con determinados sectores, e incluso hacer alianzas, tanto travestis como mujeres en estado de prostitución, esas alianzas fueron mínimas y con fuertes condicionamientos no explicitados. A nosotras se nos pone como una garantía muy condicionada. "Está todo bien con ustedes", pero no se nos aclara la letra chica de cuán real y profundo es ese apoyo, ese compromiso. Discursivamente está todo bien, pero el compromiso en lo cotidiano, en lo concreto, es diferente. Cuando surge una situación como la de la Legislatura, ahí nos aplican la letra chica. "Fueron ellas, no están organizadas, no vienen de orgas, no tienen historia política".
Claudia: Este discurso fue el que se realizó en esos días desde diferentes organizaciones populares.

Lohana: Claro, desde organizaciones del campo popular. Es un debate que nosotros y nosotras tenemos que poder hacer ahora con toda la izquierda latinoamericana. Porque aún en los países en los que los gobiernos van asumiendo posiciones antiimperialistas, o de izquierda, no hemos pasado a ser sujetas de derecho en plenitud. Se nos da como cuotitas mínimas, con retaceo.
Acá lo que habría que pensar de tu planteo, es lo siguiente: la burguesía capitalista, el sistema capitalista, no es que no nos reconoce. Nos reconoce a través de otros u otras. Cuando quiere dar debate sobre estos temas, lo hace a través de una disciplina tan autoritaria como es la Medicina, o la legalidad. La izquierda a veces no nos da siquiera esa representatividad en términos reales y concretos. No se nos reconoce como sujetos transformadores, de lucha, o como sujetas revolucionarias. La izquierda trata de analizarnos con sus categorías tradicionales. "No hubo organización". Hay que entender que hay nuevos sujetos, nuevas sujetas, y nuevas maneras de encarnar la lucha. Yo insisto en que la contradicción de clase es la principal, pero no es la única. Cuando se empieza a plantear que no es la única contradicción, y las formas que toman las diferentes demandas, como las de la diversidad sexual, o las de las mujeres, esto no es escuchado, y los temas que planteamos no son nunca prioritarios dentro de la agenda de la izquierda. A la hora del protagonismo concreto, somos relegadas.

Claudia: Es que no alcanza con colocar una candidatura de la comunidad glttbi en una lista, o en firmar un documento en el que se reconoce el derecho de las minorías sexuales, o se plantea la batalla contra la violencia hacia las mujeres. Existe todavía una gran distancia entre nuestras declaraciones y nuestras prácticas cotidianas.

Lohana: Claro, una cosa es que esté en el discurso o en el imaginario de la izquierda, y otra es en las prácticas concretas. Para darte sólo un ejemplo: ¿cuántos compañeros y compañeras de la izquierda, comparten con nosotras los espacios de la marcha del orgullo o de la contramarcha? Yo todo el año transito por miles de marchas, por cualquier cuestión, incluso no coincidiendo siempre con todos los contenidos o las consignas, pero son contados con los dedos de la mano quienes comparten nuestras demandas en la marcha del orgullo.
Lo mismo sucede con el tema de la prostitución. Para mí el debate que hicimos hace un par de meses en el Instituto Hannah Arendt sobre prostitución, es fundamental, porque por primera vez nos sentamos a discutir quienes hemos sido atravesadas y somos atravesadas por esa experiencia. Yo pregunto: ¿por qué la izquierda no debate la cuestión de la prostitución, de la misma manera que debate la nacionalización del petróleo, la redistribución de la riqueza? Sobre la prostitución hay un gran silencio.

Claudia: Creo que ese silencio tiene que ver con la cultura de la izquierda, con el tabú sobre todos los temas relativos a la sexualidad.

Lohana: Claro, para mí la izquierda sigue atravesada por la ideología dominante, por las batallas culturales que ha ganado la burguesía capitalista y patriarcal, abonada por la Iglesia Católica. En esto no se ha modificado demasiado en la izquierda, y piensa como el resto de la sociedad, por ejemplo, que la prostitución es un problema de la que se para en la esquina nada más, y no es un problema de toda la sociedad. También es un error sostener que la prostitución es fruto del capitalismo. Porque hasta ahora en las experiencias socialistas, la prostitución ha seguido existiendo.
Entonces, es un problema de la sociedad, de la cultura. Demuestra la regulación que hay en cualquiera de los Estados sobre la sexualidad, sobre el libre ejercicio de la sexualidad, y sobre los cuerpos. Hagamos un debate profundo sobre esto, porque toda la sociedad termina involucrada en la prostitución. El que calla, el que omite, los jueces que no dicen nada, el gobierno que contabiliza la prostitución como trabajo para disminuir los índices de desocupación, los que lucran con nosotras, el fiolo, el dueño del hotel. Eso en términos económicos. Y en términos subjetivos, la prostitución sigue develando una sexualidad paralela.

Claudia: Reflexionando sobre los silencios de la izquierda en los temas referidos a la sexualidad, se me ocurre que es más sencillo asumir como parte del discurso, el reconocimiento de los derechos de la comunidad glttbi como parte de los derechos humanos, y promover su inclusión en políticas de ciudadanía, que analizar los desafíos que plantea a la cultura y a las concepciones sobre la sexualidad, por ejemplo, la idea de identidad travesti, rompiendo con la visión binaria de la normatividad hombre / mujer. Esto es más complejo porque pone en cuestión no sólo ideas generales sobre la vida, sino también creencias particulares que cada uno o cada una tenemos, y que como decías recién, en muchos casos no son más que una reproducción de la cultura hegemónica. Esto también abre espacio para otras subversiones del sentido común, e implica un desafío para la izquierda, que es conectarse con aspectos fundantes de la subjetividad, que atraviesan individual y colectivamente nuestros cuerpos.
Lohana: Para mí lo fuerte del travestismo, es el deseo de develar, el deseo de mostrar. Esto es algo que no se perdona en esta sociedad. Porque mientras quede en el marco del deseo oculto -fijate que los fascistas, fundamentalistas, dicen "mientras quede entre cuatro paredes no importa-, no le importa a nadie. Pero cuando el deseo es concretizado, es afrontado y es corporizado, cuando exige derechos, cuando tiene un cuerpo que es evidente, que está frente a mí, cuando comienza a convertirse en mi espejo... ¡es lo que no quiero ver! Cómo me ponen esto frente a mí? A esa persona no sólo le empiezan a tambalear las estructuras, sino los cimientos más profundos donde sentó las más absolutas certezas de la sexualidad esta sociedad.
No es que "me corro un poquito". No. Son los cimientos más profundos donde esta sociedad patriarcal, capitalista, misógina, ha asentado la sexualidad. Eso es lo que pasa. Yo lo vivo cotidianamente cuando voy con compañeras travestis que no responden al estereotipo, por ejemplo viajando en un colectivo. Quien va al lado se sofoca, empieza a mirar para todos lados, transpira... trata de mostrar que no tiene nada que ver con esa persona, que no tiene nada que ver con la "aberración". Nos han moldeado de tal manera, que nosotras podemos permitirnos en el discurso, en nuestra fachada, ponernos un poco más progres. La ropa, por ejemplo, ahora es unisex, pero que no nos toquen nuestros cimientos. Que a la hora de la verdad, quede claro quien es quien.

Claudia: Otro dato de esta realidad, es que una parte de quienes son referentes de la comunidad glttbi hoy están integrados en instancias del gobierno. Se puede pensar, por un lado, que esto es producto de la lucha que ha visibilizado a una comunidad, y la ha ido transformando en sujeto de derechos. Se puede pensar, en esa dimensión, como un logro de esta comunidad. Pero también puede ser analizado como una política que desde el poder, en éste como en otros ámbitos en los que se venían articulando fuerzas en la resistencia, tiende a disociar al movimiento, o a la comunidad, captando e integrando a los referentes, incluyéndolos dentro de espacios estatales, situación que no necesariamente significa un cambio en la vida y en los derechos a los que accede el conjunto de la comunidad de la que son o han sido referentes. En este sentido, es posible que este logro aparente, se transforme en una trampa que apunte al disciplinamiento no sólo del movimiento, sino de las problemáticas subversivas de las que este movimiento es portador, o podría serlo.

Lohana: Esto que decís me hace recordar un libro que leí sobre la lucha de los afrodescendientes, cuando en el momento en que estaba terminándose la esclavitud, cuando había vientos de cambio, los hacendados empezaban a poner en puestos de capataces a negros que iban a saber dominar la rebelión, o hacerles entender que era mejor este amo que el otro. De alguna manera está pasando ahora. Frente a la lucha constante, sistemática, de muchos compañeros y compañeras, para lograr conmover los cimientos de la sexualidad en la que esta sociedad está fundada, el gobierno se traviste ?insultando la idea de travestismo- de progresista, creyendo que es cuestión de mero maquillaje y ropa, y empieza a dar lugar a ciertas voces como para decir "estamos cambiando".
A mí me parece importante es ver cómo y a qué precio se va a producir ese cambio. Yo podría sentarme alegremente, y ocupar un puesto que en definitiva resuelva mi propia vida. Pero no sería justo hacerlo en nombre del movimiento, me parece insultante. En el caso específico de las travestis, no fuimos consultadas como comunidad. Entonces son decisiones individuales. Tampoco a las travestis se les han ofrecido lugares decisivos. Estos fueron reservados, en el caso del INADI por ejemplo, fundamentalmente para gays y lesbianas.
Si hablamos de las políticas concretas hasta el momento, en relación con las travestis, no veo un programa de integración al ámbito laboral. No veo que se intente poner un inmediato freno a la muerte de las travestis que no superan los treinta años. No veo que se estén tomando medidas para resolver la inclusión en la educación, en la salud. En la actual reforma educativa, no se plantea por ejemplo que se respete a las travestis en todo el país, sin cuestionar su identidad, que el Estado les va a garantizar su derecho a la educación, a la salud. Son cuestiones muy profundas y muy sentidas en el movimiento. En los hoteles, en las esquinas, las travestis vivimos en la misma realidad, en el mismo fango.
Yo no discuto que si algunas compañeras necesitan trabajo y se lo están ofreciendo en esas secretarías, que lo tomen... pero otra cosa es pensar que se están haciendo cambios profundos. En realidad, se terminan convirtiendo en los interlocutores entre el Estado y la comunidad, designados desde el poder.

Claudia: Cuáles son tus sueños actuales y tus próximas batallas?

Lohana: Desde que yo fui tomando más herramientas, como el feminismo, el marxismo, fui conociendo otras luchas, mi sueño comenzó a ser más colectivo. Mi sueño es lograr la despenalización de la identidad travesti, que no seamos criminalizadas. El acceso directo a un montón de derechos. La gran casa de ALITT, una megacasa. Y otro sueño muy personal, es el de rescatar esa gran alegría que yo tenía a los catorce años, a los quince, con todas las travestis, que realmente nos juntábamos, sufríamos exactamente lo mismo que ahora, pero tal vez porque éramos más inocentes, o no teníamos tanta conciencia de lo que era el mundo, nuestras fiestas eran maravillosas. De creatividad, de performatividad, que fulanita hacía un show. Hasta la historia más trágica era contada con una gracia enorme. Apelábamos al humor como una fuente de escape.
Yo soy muy fantasiosa. Es como una manera de escapar de este mundo. Una vez hablando con una psicóloga le dije muy asustada que eso no podía ser, y ella me dijo "Lohana, el mundo no es tan lindo como para estar todo el tiempo en él". Yo alimento esas fantasías. Creo que tendríamos que rescatar ese sentido genuino de la fiesta travesti, de la celebración del ser travesti. Muchas compañeras ya no están. Ni la Pocha, ni Katia, ni Nadia. Es una lista interminable de muertas, pero sin embargo, tenemos que rescatar la alegría de la fiesta travesti. Yo quiero ese pedazo de cielo rojo del que hablaba en su poesía "Manifiesto" Pedro Lemebel. Lo quiero no sólo para mí. También para mis sobrinos, para mis sobrinas, que han tenido la fortuna de tenerme a mí, y que van a vivir más libres. Los prejuicios que eran para mí sentencias mortales, "no hagas esto", ellos lo pueden reflexionar, hablar, plantear sus disidencias, pero desde otro lado.
Pepo, por ejemplo, tiene cinco años. Yo veo todas las libertades que tiene. Él una vez me dijo que iba a ser travesti, después me dijo que no, que iba a ser gay. Después entró en la escuela, y la escuela se encargó de decir lo que iba a ser, y él me dijo entonces: "yo voy a ser hombre", y no quería que le hagamos más colitas en el pelo. El otro día Pepo me mostró que le habían hecho una colita preciosa en el pelo.
En esta sociedad tan oscurantista, yo pensé que era maravilloso que Pepo se dé esos permisos. Pepo va a ser lo que quiera ser en la vida, va a tener amplia libertad de elegir. Esas cosas me parecen maravillosas, y siento que de alguna manera tiene que ver con nuestra lucha. Acá estamos nosotras, poniendo la verdad en el cuerpo a todas las violencias, para seguir brillando. Para que en nosotras siga surgiendo el arco iris de la rebeldía, en el cielo rojo. Para que no un pedacito, para que todo el cielo sea rojo, rebelde, resistente, y que en ese cielo brille fuerte el arco iris.
Noviembre de 2006
América Libre




Tres anotaciones sobre una autobiografia de Pietro Ingrao

x Rossana Rosanda

Quería la luna, de Pietro Ingrao. Retrato privado de un hombre público. De la clandestinidad antifascista a la larga militancia en el grupo dirigente comunista. De los recuerdos sobre su amada Laura a las preguntas sobre el fallecimiento del Partido Comunista Italiano.
Cuando Pietro Ingrao publicó en 1986, su primer libro de poesía (La duda de los vencedores, Ed. Mondadori) más de uno quedó confundido: cómo podía ser aquéllo; era el dirigente comunista más querido, el más firme, el seguro punto de referencia en la crisis del partido, y de repente revelaba una dimensión personal propia tumultuosa e inquietante, que pugnaba por encontrar un espacio en la forma, era como si dijese: no os pertenezco por entero a vosotros, mi comunidad política.
Hoy, al volver sobre su vida, (Quería la luna, Einaudi, pp. 376, 18,75 ?) aparta de sí nuevamente el icono de líder del pueblo y padre de la patria, de una pieza, el que en la sobrecubierta habla a las masas, de rostro aseverativo y mano levantada en ademán de exhortación. El icono ?según dicen sus páginas-, es la cristalización forzosa de una trayectoria, interior y pública, de la cual, en el momento de hacer cuentas, se reordenan prioridades y pesos, y corre un gran riesgo de parecer vanidad. Ingrao sabe que es un hombre público, y se atiene a ello, incluso si acepta ceder algo al halago, pero sopesa sus logros y admite sus errores. Es una vida auténtica.
El propio título abre un interrogante. ¿Quería lo inalcanzable o simplemente aquello que quería se ha quedado lejos? La respuesta queda en el aire. Pienso en los versos de Eluard: ?Et s?il était à refaire, je referais ce chemin?. Sí, si hubiera que volver a hacerlo, volvería a recorrer este camino?. Con algo menos de ilusión o de arrogancia comunista.¿Y con qué resultado? Su actual camarada de partido, Fausto Bertinotti, no cesa de citar los versos de Kavafis en Itaca: lo importante no es el destino, sino el viaje. Pero el destino da sentido al viaje.
El destino de Ingrao es que la revolución de los oprimidos contra la opresión, que está por realizarse, será distinta de como él la imaginó durante su anterior militancia y el sujeto de la misma será múltiple. Como camino, permanece, con todos sus escombros, el leninismo ? estalinismo, pareja de sustantivos a los que todavía no se había enfrentado. Y la violencia
Un retiro sin aspavientos
A diferencia de su último trabajo de investigación, Anotaciones finiseculares (manifestolibri) en el que se interrogaba en primer lugar sobre la precarización del trabajo, Quería la luna, recorre, a partir de su propia experiencia personal cincuenta años de historia del siglo XX. Desde su infancia en el seno de una familia meridional de señores pobres, contradicción relevante, a su formación intelectual y política, ya de joven, en la (grácil) resistencia romana, y a la larga militancia en la cúpula del PCI, que se convierte en la posguerra en enfrentamiento (áspero) con la arrogancia del estamento dominante y con los campos en los que el mundo quedó dividido. Después vendrá la (amarga) división en el partido, preludio de una derrota mucho mayor, hasta la muerte de Moro.
¿Por qué la muerte de Moro? Ingrao no había sido un incondicional del compromiso histórico, conocía suficientemente a la Democracia cristiana como para dudar del mismo, se lo había dicho a Berlinguer, no había sido escuchado y se había mantenido al margen. La razón es interior: desde aquel año no volverá a aceptar cargo alguno en el PCI, comenzando por la presidencia de la cámara que el partido quería encomendarle por segunda vez, después de habérsela encargado anteriormente para quitárselo de encima en la sede Botteghe Oscure. Siente ?la necesidad de reflexionar sobre el fracaso de la estrategia del PCI en Italia?, sobre Europa, sobre el mundo que cambia. Quiere estudiar, investigar, comprender. Se trata de hacer política, pero ya no de ?hacer de político?.
Ingrao siempre ha abrigado dudas sobre la ?febrilidad del hacer?, y no se ha hecho nunca ilusiones sobre lo que sea o deje de ser hacer de político. Se retira sin aspavientos. En el libro se trata esto en tan solo unos pocos, secos, renglones, antes de concluir con la figura solitaria y emblemática del Disperso de Marburgo, según el relato de Nuto Revelli. No abandonaba la militancia activa a causa de la edad; tiene en esa época alrededor de sesenta años y, por otra parte, aún no hace un par de años se incorporaba a una manifestación atravesando una Roma atascada en el sillín posterior de una moto. La dejaba a consecuencia de sus dudas, sobre las que había meditado largamente, respecto de la capacidad del partido para entender la evolución de los acontecimientos y de hacerles frente.
En aquel momento se mantuvo en silencio al respecto, y en la actualidad no le achaca la responsabilidad de ello a éste o aquél. Y, a mi juicio, no porque haya llegado a la conclusión de que, desde el comienzo, el intento comunista estaba llamado a fracasar, porque su fruto estaba agusanado. En el crepúsculo de la izquierda que también fue la suya, siempre estuvo atento al despuntar de aquéllos que él ha sido el primero en llamar ?los nuevos sujetos?. Pero en buena medida debe haber dejado de creer que el PCI lo comprendiese, y tampoco cree que ninguno otro lo haya entendido mejor.
Vano, cuando no peligroso, debe haberle parecido el tormento padecido durante los años setenta. El adjetivo que más frecuentemente surge de su pluma ahora es ?amargo?. Pero sin resentimientos. También él ha fallado, se ha equivocado. ¿En qué? En la supeditación al modo de ser del partido. Ésta le pesa mucho más que los errores de análisis y de previsión, de los cuales aquél es una causa. Si en la actualidad no propone una lectura diferente del cambio en las relaciones de fuerza, acaecido de los años sesenta en adelante, es por la complejidad del envite, no se le escapa la envergadura de la misma, y es una firme convicción suya que tan sólo un gran partido -no un totum revolutum de opiniones, sino un "intelectual colectivo"- hubiera podido hacerle frente.
Pero, ni siquiera él mismo, recalca, ha podido apuntar preguntas y respuestas. Es demasiado severo consigo mismo. Muchos de nosotros sabemos que estaba mucho más atento que los otros dirigentes al cambio de las cosas, y que sobre ello ha pensado y escrito mucho. Aunque nunca se resolviera a extraer las consecuencias de ello cuando el partido no las extraía, Ingrao estuvo siempre un poco fuera y más allá de la línea del partido, pero estaba convencido de que no se hace política en solitario. Como si dentro de él resonase el brechtiano: "Camarada, no existe razón al margen de nosotros"
Tanto más cuanto existe una íntima consonancia entre su formación y la de la cúpula comunista italiana, la propia de su generación: una fuerte impronta moral antifascista, nacional -popular más que marxista, una aguda sensibilidad en favor de los oprimidos más que por los explotados, más por los vejámenes infligidos por los patrones o por el aparato represivo del estado que por el mecanismo capitalista de producción, que se le antoja abstracto, e incluso casi no humano. Humanismo contra "economicismo"es la "vía italiana", y siempre me ha reprochado ser economicista.
Este talante moral al que se ha plegado (porque se plegaba también) incluso Gramsci, y que en el debate interno, ha sido convertido inadecuadamente en la disputa entre meridionalistas nacional - populares y septentrionales - cosmopolitas, ha sido dentro del PCI, mucho más decisivo que la obediencia a la Vulgata marxista leninista de la URSS. En Ingrao se encuentra reforzado por aquel "historicismo absoluto", que es lo contrario del determinismo (los poperianos jamás lo entendieron) y que procede del poshegelianismo filtrado a través del tamiz de Labriola y Gramsci. El descubrimiento cálido del abuelo garibaldino confluye con una Weltanschaung caracterizada por el entrelazamiento entre Risorgimento, antifascismo, democracia y opresiones del presente.

El cuerpo y la sangre del partido

En la experiencia subjetiva, las relaciones con el partido son más determinantes que las opciones adoptadas por el partido. La suya es una pertenencia cálida, directa, imponente. Tanto respecto de la base, como respecto del grupo dirigente, que no son lo mismo. La base está emparentada con el pueblo, con las masas que la cúpula interpreta y dirige, interpela y frena; de entre aquéllas la memoria aísla y recobra individualidades, hombres y mujeres con nombre y apellidos, con los cuales ha compartido días y esperanzas, alegrías o angustias, acciones y reflexiones inolvidables.
En los comienzos, con el grupo romano, a medias entre generacional, amistoso y político, y después, -durante la insensata inflexión de la primera clandestinidad- con Salvatore di Benedetto que lo oculta en Milán o el viejo pastor que lo encubre en Sila. Después serán los cientos de personas, camaradas individuales, encontrados a lo largo de decenios de trabajo en l'Unità , o en la secretaría, o en el Congreso (en el cual Ingrao se ha movido como nadie , recuerdo un encuentro de trabajo colectivo con la asamblea de Montedison de Castellanza). La base es la pluralidad del país real, que se coagula en torno a las instituciones locales, en las comunas, terminales precisamente plurales de tradición secular y modernidad. Estas son el cuerpo, la sangre del partido.
Otra cosa es el grupo dirigente, al que Ingrao fue elevado casi de inmediato. Es una cúpula imbuida de su propia responsabilidad, a la cual se es cooptado y en la cual se experimenta la solidaridad del trabajo colectivo, un cierto sentido de misión histórica y la discusión cotidiana sobre el que hacer. Y ésta, si bien a menudo es convergente, otras veces produce confrontación, convertida en acontecimiento dramático por la jerarquía y por un centralismo para el cual tan sólo la momentánea ocurrencia de una divergencia sería la catástrofe, lo destruiría todo.
Tan solo una vez lo desafía Ingrao, en el Xl congreso, donde presenta una hipótesis de modelo de desarrollo y de alianzas opuesta a la de Amendola (aunque en el libro a penas la recuerda), y una innovación de método, la legitimación del disenso (en el libro este recuerdo está muy vivo). Que sea acogido por un estruendoso aplauso por parte de los delegados cuenta poco frente a la gelidez del grupo dirigente. Quiere decir que ha perdido; aquel es el verdadero alcance de la confrontación.
No intentará en modo alguno sublevar o dividir a la asamblea y soportará sin reaccionar la granizada de castigos que cae sobre él y los suyos. No protesta porque aún hoy cree haber violado una prohibición: es verdad que constituíamos una fracción, escribe. ¿Fracción por haber hablado con cuatro o cinco de nosotros, y por haber discutido con Lucio Magri el discurso que iba a pronunciar en el Xl congreso?
A pesar de que nos tratasen como fracción, no lo habíamos sido. No habíamos tratado de reunir ni una sola vez a los camaradas que sentíamos más próximos . Los conocíamos a todos y nos conocían todos, hubiera sido un enfrentamiento duro, pero no existió. Este fue el único desafío. Cada "ingraiano" se movía aisladamente, con más o menos acierto, por respeto a un líder que parecía querer todo el partido o nada.
Será así incluso más tarde, después de la caída del Muro de Berlín, a la que estas memorias no llegan. Ingrao rechaza el cambio del nombre del partido, sabe que significa cambio de identidad y de posición. Pero cuando se coagulan en torno a él las esperanzas de una ruptura y una vuelta a empezar -una Refundación dirigida por él en lugar de por Armando Cosutta- no se le oye. El camarada Ingrao no es un escisionista. La pasión entra en contradicción con el método, ambos introyectados. Pondrá en juego, por última vez, todo su peso contra la guerra del Golfo. Después, saldrá del partido, solo, sin consultar a nadie.

La férrea pertenencia

Hoy siente esta inmobilidad como una culpa, pero más por ciertas consideraciones de carácter ético que en virtud de este o aquel análisis, de los que, sin embargo dependían el presente y el futuro del PCI. Su juicio sobre los camaradas de la dirección es generoso, incluso indulgente con quien le había hecho la guerra, como Amendola, de quien recuerda una sucia amenaza sin dar el nombre. Tan sólo de uno de ellos se siente lejano, de Togliatti, a quien no llama "el camarada Togliatti". Lo llama "aquel jefe". Aquel jefe ha mentido callando o hablando, aquel jefe ha brindado por la invasión de Budapest, aquel jefe ha impedido la discusión sobre 1956 definiéndola como un atraco contra uno mismo, y haciendo callar con eso a todos.
El Ingrao de hoy no se perdona haber callado, peor, de haber escrito a favor de la invasión de Hungría -sin embargo no callaba por vileza, sino por compartir fanáticamente el método interno, por una contradicción entre dos principios de lucha. Muchos años después fuel único comunista de relieve que interviniese en el segundo congreso sobre el Este, de Il Manifesto, en donde no se usaban en absoluto perífrasis. Pero era 1981 y él estaba fuera del grupo dirigente.
Y esta es la prioridad de las relaciones. En un partido o en un grupo, ésta significa pertenencia. En otro tiempo, nosotros la llamábamos más fríamente adhesión. Pertenencia es una ligazón más profunda, implica vínculos que la mera racionalidad no sospecha. Ingrao se acusa de traición por haber votado en 1969 la exclusión del grupo de Il Manifesto del Comité Central.
¿Pero qué traición? Era evidente que no hubiera participado en nuestra empresa. No lo había aprobado y pocos de nosotros nos habíamos atrevido a hablar desde la tribuna en el Xll congreso. Cuando le hablamos de la revista nos advirtió que, a pesar de la garantía dada por Berlinguer, seguramente seríamos sancionados. Nos separamos del modo más limpio y amistoso. Si alguno se sintió abandonado fue mucho más tarde, después del 89, en Arco, cuando con alguna razón se esperaba de él el lanzamiento de un nuevo inicio.
Para este último Ingrao, que "parte de sí", la relación con cualquier otro ser viviente, persona o grupo, es la relación esencial, a través de la cual filtra la verdad de la experiencia pública y privada. Y esto es lo que hace que queden desteñidos en sus páginas los rasgos de la apuesta sobre la que una y otra vez se ha puesto en juego nuestro destino, y el del país.
Y además de eso: cuál era la alternativa que se perfilaba tras la muerte de Togliatti, qué era verdaderamente, el partido de Berlinguer, que consistencia tenía, más allá de las negociaciones en la cumbre, el encuentro entre DC y PCI, católicos y comunistas, cómo se fue diseñando la crisis de los socialismos reales y la respuesta del neoliberalismo al llegar a los últimos años 60 y los 70 -cómo madura, en resumidas cuentas, a través de qué pasos, la crisis que hace época del comunismo-. Sus páginas recuerdan el estruendo del mundo, como se oye el estrépito de una marejada, esbozan los grandes motivos del sufrimiento humano y de la redención; no lo analizan en absoluto. El tiempo de optar ha pasado.
Como algo absoluto y dulce permanece la familia, raíz y lugar al que retornar. Laura, la compañera de su vida, Laura a menudo más fuerte y avisada que él (no por ello lo dice claro, siempre macho italiano él), Laura que resuelve, Laura madre que se las tiene que apañar con sus cinco retoños, Laura que es la pasión, y el ojo indulgente. Y las hijas, intermediarias físicas del 68 romano, conocido tan sólo a través de ellas, el hijo al que ha dado su nombre en la resistencia (y ni siquiera esto había comprendido Togliatti), la gran tribu de los Ingrao en la vieja casona de Lenola. Y después los lapsos de tiempo de follaje y sol y mar que irrumpen en los años y en el recuerdo, la felicidad física. Es el primado de la persona en una experiencia que no habría podido ser más pública.
Esto es Pietro Ingrao visto por sí mismo. No está, además, el otro, semejante y diferente, aquel que ha atravesado por dentro la prueba política de muchos de nosotros. La serie de retratos que le hizo en los años ochenta Alberto Olivetti, y que han sido brevemente expuestos en el Auditorium de Roma con ocasión de sus noventa años, dicen de él más que las millares de fotografías que acompañan el itinerario como una estela

N. del T. Nuto Revelli comunista y antiguo partisano, escritor que narra historias mediante las que da voz a los desheredados, y a los perdedores, oyó diversas narraciones populares según las cuales, durante la segunda guerra mundial, en la provincia de Cuneo, hubo un oficial alemán bondadoso, que fue capturado y ejecutado por la resistencia en 1944 . Nuto Revelli emprendió una obstinada y rigurosa investigación histórica a través de la que reconstruyó la historia transmitida de forma oral y la publicó bajo ese título. Las memorias de Ingrao se cierran con capítulo dedicado a este libro.
Traducción de Joaquin Miras para sinpermiso.info. Espai Marx

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