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6.9.06 

Articulos de Opinion 5-9-06

Bloqueos
Luis Hernández Navarro

Una profunda crisis política sacude al país. Las reglas que norman la alternancia en el poder entre las elites han sido violentadas. Arriba no hay acuerdo, ni posibilidad de que lo haya a corto plazo. La toma de la tribuna del Palacio de San Lázaro por los legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Partido del Trabajo (PT) para impedir el discurso del presidente Fox este 1º de septiembre es muestra de ello.
Una severa crisis en el modelo de mando atraviesa las relaciones de dominación en amplias regiones del territorio nacional. Quienes están acostumbrados a obedecer se niegan a hacerlo. Quienes se creen destinados a mandar no pueden imponer su mando. Los de abajo se han vuelto desobedientes. Cuando los de arriba quieren imponer su parecer, en nombre de la ley, los de abajo no les hacen caso. Allí están Oaxaca, Chiapas, los mineros de Lázaro Cárdenas, los campesinos de Atenco.
Crisis política y crisis del modelo de mando se han empalmado. Aprovechando la bronca arriba, millones de personas de abajo han expresado su insumisión. No están dispuestos a aceptar más imposiciones. Se cuelan por las rendijas que el pleito, arriba, deja libres.
El país no cabe en el régimen político. El conjunto de las instituciones que regulan la lucha por el poder, su ejercicio y sus valores, ha sido secuestrado por los poderes fácticos. Ellos las han tomado en rehenes. Quienes exigen al PRD que se defina entre el camino de las leyes y la movilización social se comportan como el ladrón que al ser descubierto grita "al ladrón". Ellos han sido los primeros en imponer una fuerza extralegal a las instituciones. ¿Qué otra cosa si no es el famoso Pacto de Chapultepec de Carlos Slim?
Al llegar a la Presidencia de la República en 2000, Vicente Fox tuvo la posibilidad de emprender una profunda reforma del Estado que transformara al viejo régimen, ya para esas fechas claramente rebasado por la sociedad. Decidió no hacerlo para utilizar a su favor las herramientas que le permitían un uso discrecional del poder del presidencialismo.
Esas herramientas son las que fueron utilizadas para intervenir en el proceso electoral a favor del candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón Hinojosa. Esas herramientas fueron el instrumento para que los empresarios agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el oligopolio de los medios de comunicación electrónicos, líderes sindicales corruptos como Elba Esther Gordillo, sectores de la jerarquía de la Iglesia católica y los grupos de fachada de la ultraderecha mexicana participaran ilegal e ilegítimamente en los comicios del 2 de julio a favor de Calderón.
Quienes se escandalizan con el plantón de Reforma y con la toma de la tribuna de la Cámara de Diputados son los mismos que bloquean la representación política de más de 15 millones de mexicanos que votaron en las urnas y muchos millones más que no lo hicieron, porque de por sí han visto bloqueada desde siempre una inserción no subordinada en la política institucional. Son quienes obstruyen la participación de millones de mexicanos en la esfera de los asuntos estatales. Son quienes han secuestrado el gobierno federal haciendo uso faccioso de sus programas. Son quienes impiden que las voces que no están de acuerdo con la imposición se escuchen en los medios de comunicación electrónicos.
Para recuperar las instituciones de representación política no hay otra opción que acorralar a esos poderes con la movilización social. No hay más ruta que vaciarlas de autoridad bloqueando su funcionamiento. No hay más camino que evidenciar, paso a paso, la ilegitimidad de quienes se asumen como gobernantes.
Así las cosas, los bloqueos de vías públicas o de tribunas legislativas ejecutados por ciudadanos movilizados son una respuesta a los bloqueos informativos y de representación política que los de arriba hacen. Son una respuesta a una obstrucción previa.
Los bloqueos han sido un arma de lucha eficaz en diversos países de América Latina. Ante las limitaciones que formas de protesta tradicional, como la huelga general, tienen en países donde la economía informal ha crecido masivamente hasta el punto de hacer de los empleos formales una minoría, los bloqueos permiten que la multitud provoque situaciones de presión política. Su ejecución impide el movimiento de mercancías y de fuerza de trabajo. Provoca pérdidas al mundo empresarial. Los piqueteros argentinos los han puesto en práctica con éxito. Las revoluciones bolivianas del agua y del gas hicieron de ellos parte central de su estrategia contra la privatización de los recursos naturales. ¿Por qué México debe ser una excepción?
La crisis política que sacude al país tendrá una solución desfavorable para el campo popular si éste se repliega a sus casas o hacia las instituciones. Hoy, más que nunca, hay que acorralar a los poderes fácticos en las calles. Los que subestiman el encono popular no saben de lo que hablan. Y si no, que se den una vuelta por Oaxaca para saber lo que nos espera.



El único enunciado político que quedó de los incendios en París es "Quemad todo", pues no hay alternativa

x Revista Laberinto


Entrevista con Victoriano Alcantud :: «Hubo un largo proceso para volver invisibles los conflictos de clase y hacer desaparecer de una vez por todas la referencia política a la clase obrera, creando en su lugar el "problema de la inmigración" y al "inmigrante" como causa de todos los conflictos y todas las desgracias que aquejan al país. Los "hijos de obreros" pasan así a ser "hijos de inmigrantes" y los "problemas obreros" a ser "problemas de la inmigración"»
Victoriano Alcantud es miembro del colectivo "Réseau d?Education sans Frontières", organización que agrupa a militantes de izquierdas y profesionales de la enseñanza en Francia que se oponen a la expulsión de los alumnos sin papeles. Entrevista realizada antes de las luchas contra el "Contrato primer empleo" (CPE)
Laberinto: Victoriano, ¿hay algún relato del inicio de la sacudida vivida en Francia?
V.A. Los hechos tienen su origen en un episodio que ha quedado sólo parcialmente aclarado. Unos adolescentes vuelven de jugar un partido de fútbol de una comuna vecina en la que las instalaciones deportivas son un poco mejores. Al pasar por una zona en obras, un vigilante llama a la policía porque cree que intentan robar (en realidad no había nada que robar). Cuando la patrulla llega los jóvenes empiezan a correr, tres de ellos (no se sabe si realmente perseguidos o que creen serlo) se meten en un transformador de alta tensión (bien señalizado) porque creen así escapar al control policial. Una descarga acaba con la vida de dos de ellos y casi con el tercero que logra escapar en muy mal estado. Entretanto una patrulla de la policía, que parece haberse dado cuenta de la intrusión de los jóvenes, no reacciona y pasa de largo sin avisar a los responsables de la instalación.
Cuando llega la noticia de la muerte de los jóvenes perseguidos por la policía, comienzan los episodios de "violencias urbanas", primero en la comuna de origen, después extendiéndose a las comunas limítrofes para ganar la casi totalidad del territorio francés. ¿Por qué unos jóvenes que no han hecho nada pueden arriesgar su vida metiéndose en una zona de alta tensión? Para entender esto hay que comprender lo que es la vida cotidiana de los jóvenes que pueblan el extrarradio de las grandes ciudades en Francia. Sobre todo la de los jóvenes franceses cuya familia inmigró hace una o dos generaciones. El filósofo Alain Badiou publicó en Le Monde una carta a propósito de estos hechos que tituló "la humillación cotidiana" en la que simplemente contaba las detenciones y humillaciones que había sufrido su hijo adoptivo de origen africano por el simple hecho de ser un adolescente de piel negra.
La vida cotidiana de la mayor parte de los jóvenes y adolescentes que pueblan los barrios sórdidos de las periferias es una vida de hastío, de falta de futuro y de continua humillación policial. La policía "de proximidad" que fue un intento para controlar más sutilmente esos barrios por una presencia más duradera o menos "hostil" de la fuerza pública, desapareció con las nuevas orientaciones en materia de política de seguridad (en resumen: más represión y menos prevención) y lo que hay en su lugar es una presencia agresiva de patrullas que no conocen bien la zona ni sus habitantes. Patrullas formadas en su mayor parte por jóvenes policías que empiezan su carrera y que actúan como cow-boys agresivos y chuletas. Por cierto que durante los sucesos, un equipo de televisión logró mostrar un control de policía en un MacDonald sin ser visto, mostrando así las prácticas cotidianas de los "defensores del orden". Frente a esto reaccionaban los jóvenes. Y frente a la falta de compasión del gobierno ante los muertos cuyos representantes trataron a los jóvenes de criminales y de ladrones antes de conocer la realidad de los hechos.
L.: Hay un nombre de la derecha que ha acaparado protagonismo en el transcurso de los acontecimientos?
V.A.:La responsabilidad mayor la tiene por supuesto el bombero pirómano y ministro del interior Nicolas Sarkozy, el hombre público más peligroso actualmente de Francia y quizás de Europa. Este siniestro personaje tiene una única idea en la cabeza desde hace algunos años: llegar a ser presidente de Francia sea como sea. Para esta ambición utiliza cualquier factor que él crea que le pueda servir. Su política en realidad carece de lógica y puede parecer a veces contradictoria, en realidad utiliza una técnica que consiste en contentar a casi todo el mundo, en función de los sondeos de opinión del momento. Pero sobre todo contentar a su electorado de origen, la derecha conservadora más o menos dura, o la derecha sociológica que él mismo se encarga de asustar para presentarse después como el "hombre providencial" que arreglará cualquier problema.
Pero también está intentando atraerse a los electores de la extrema derecha, cuyos límites políticos se vieron en las últimas elecciones presidenciales. Si el país no duda en rechazar el peligro abiertamente fascista, podría aceptar a un populista camaleón. Lo que ocurre ahora no es sino el fruto de la nefasta decisión de apoyar en la segunda vuelta de las elecciones al candidato Chirac, desprestigiado entonces al máximo, y al que se le concedió un cheque en blanco para realizar la política ultraliberal de estos últimos años: deterioración de los servicios públicos, sobre todo la sanidad (los hospitales públicos están en una situación catastrófica al borde de la explosión) y la educación (reformas vinculadas a la descentralización y al estatuto del personal, abandono de los centros escolares en las zonas difíciles, reducción de personal, etc); reforma de la ley de pensiones, reforma fiscal, reforma de la seguridad social, abandono de la investigación científica pública, etc.
La situación de malestar que vive la sociedad francesa en su totalidad está siendo recuperada pues por Sarkozy, que ha logrado entretanto hacerse con el aparato del partido (la UMP el partido fabricado por Chirarc para mantenerse en el poder y que se le ha escapado de las manos) del que es presidente. Son sus actuaciones chulescas en los extrarradios (a la imagen de su policía), a los que se desplaza para insultar a los jóvenes y prometer limpiezas drásticas de la "escoria" (que no tiene en realidad los medios materiales para llevar a cabo) los que inflaman a los jóvenes. Por supuesto el ministro del interior utiliza todas las amalgamas preferidas de la extrema derecha que se declinan: inmigración = criminalización = paro, etc. Pero si Sarkozy puede llevar adelante esta política no es sólo porque exista una extrema derecha sociológica y bien presente en Francia. La responsabilidad de lo que pasa actualmente es fruto de las políticas de la totalidad de los partidos parlamentarios desde hace décadas.
L.: ¿Estás haciendo alusión al peso de la historia francesa?
V.A.: Por supuesto, para entender lo que pasa habría que retroceder al pasado colonial de este país que todavía no ha hecho su desastroso balance. Un fenómeno paralelo estos días han sido las protestas contra una ley introducida por los parlamentarios de la derecha, representantes de las provincias del sur de Francia en los que viven la mayor parte de lo que aquí se llama los "repatriados", es decir los "pies negros", los antiguos colonos de Argelia, y los "harkis", los argelinos que ayudaron al ejército francés durante la guerra de independencia. Esta ley pretendía imponer en los manuales escolares una visión positiva de la colonización francesa, tanto en el norte de Africa como en las Antillas. Es decir imponer una visión de la colonización como labor de difusión de la cultura occidental a los salvajes ignorantes.
Está claro que para llegar a estos extremos hay que haber mantenido en el olvido una serie de sucesos graves que han tenido lugar en este país en el siglo pasado. Para empezar, la manifestación de octubre de 1961 en la que, a la llamada del FLN, los obreros argelinos deciden manifestar en París su oposición al toque de queda al que son sometidos. El gobierno y la policía, al mando del siniestro Maurice Papón (que será juzgado más tarde por crímenes contra la humanidad por su participación durante la guerra mundial en la deportación de los judíos franceses a los campos de exterminio), deciden hacer un asunto de política exterior tratando a estos obreros como agentes directos del FLN y organiza una masacre en las calles de París de cientos de manifestantes cuyos cuerpos aparecen flotando durante días por el Sena.
Hay que decir que el Partido Comunista, que pretendía ser por aquel entonces el representante único de la clase obrera, en ningún momento defendió a estos obreros argelinos, ni los acompañó a manifestarse, ni los protegió, ni exigió responsabilidades por lo sucedido. La defensa a ultranza del nacionalismo, del chauvinismo, de este partido ha sido siempre ejemplar, de lo que parece deducirse que los obreros argelinos no eran de su incumbencia. Las consignas "nacionalistas" del PCF han perdurado hasta tiempo reciente en el que parece que han descubierto, después de tanto descalabro electoral, las maravillas de la "altermundialización".
Es precisamente una ley creada para el mantenimiento del orden público en Francia durante la guerra de Argelia la que desentierran ahora par hacer frente a la revuelta de los jóvenes, algunos de los cuales son los nietos de los que se manifestaron en aquella ocasión. A este inconsciente patológico que corroe la política en Francia desde hace décadas hay que añadir el papel que el siniestro François Mitterand jugó en la ascensión del Frente Nacional como partido referente de la política francesa. Mitterand utilizó sin escrúpulos la cuestión del racismo y del antirracismo para dividir a la derecha francesa con el único propósito de mantenerse en el poder durante dos mandatos. Hoy ya nadie recuerda que cuando comenzaron las primeras huelgas importantes en el año 1982 en la industria automovilística, el primer ministro socialista de entonces, Pierre Mauroy, calificó a los obreros de "chiitas".
L.: ¿Una colusión por tanto entre la derecha y cierta "izquierda" en la tarea prioritaria de balcanización de las clases trabajadoras?
V.A.: Claro. Un largo proceso comenzaba entonces para volver invisibles los conflictos de clase y hacer desaparecer de una vez por todas la referencia política a la clase obrera, creando en su lugar el "problema de la inmigración" y al "inmigrante" como causa de todos los conflictos y todas las desgracias que aquejan al país. Los "hijos de obreros" pasan así a ser "hijos de inmigrantes" y los "problemas obreros" a ser "problemas de la inmigración".
El paro masivo que acompañaba el final de los "treinta gloriosos" (es decir al periodo de expansión iniciado después de la segunda guerra) se encargaba de dejar sin trabajo a los hijos de los obreros y de crear con el tiempo lo que es ahora una juventud que se sabe sin futuro en este país por el simple hecho de llamarse Mohamed o Mamadou. Con esto llegamos al panorama actual en el que un país democrático puede vivir en un "estado de excepción" transitorio a condición de que la excepción se ejerza sobre aquellos que aún siendo de aquí se les niega hasta el hecho de serlo. Pero si a esto le añadimos la promulgación continua de leyes antiterroristas ante las que el PS practica la política de "abstención responsable", creando finalmente un consenso sobre las supuestas cuestiones de seguridad, tenemos en realidad un "estado de excepción" permanente en el que la policía y los jueces pueden reinar en una situación de arbitrariedad absoluta perfectamente legalizada.
A estas cuestiones políticas se le añade una política urbana desastrosa que ha creado en las periferias barrios sin ninguna actividad industrial ni comercial, ciudades dormitorio (aquellas "ciudades rabiosas") de las que han huido poco a poco las clases medias o simplemente todo aquel que todavía podía y en las que la degradación de los servicios sociales y la miseria cotidiana los han convertido en infiernos para todos, pero sobre todo para los que allí viven.
Los jóvenes que viven en esos barrios padecen una extrema indigencia en todo sentido. El medio familiar suele estar en franca descomposición, suelen abundar las familias monoparentales, o desestructuradas por uniones sucesivas; los padres suelen estar en paro y muy a menudo no poseen ninguna cualificación con lo que no pueden acceder más que a empleos precarios. Las únicas entradas en esos "hogares" provienen de los subsidios sociales y del trapicheo que los jóvenes ejercen en el barrio, sobre todo ligado al tráfico de drogas y al producto de la pequeña delincuencia. La escuela no les puede ofrecer una solución a su situación o una vía de salida por desclasamiento relativo pues la política escolar ha favorecido, o por lo menos no ha impedido, el descalabro de los centros situados en las zonas de educación prioritaria (ZEP) carentes de medios y a los que el ministerio suele enviar a un personal joven poco preparado para enfrentarse a la gran violencia que reina en esos centros.
Además, a los jóvenes que quemaban coches o escuelas no se les puede calmar diciéndoles que si estudian y obtienen algún diploma podrán salir de su mísera situación. Los hermanos mayores que consiguieron tener el bachiller, o incluso alguna formación de más peso, están en casa sin trabajo. Los intentos de crear una vida social en esos barrios creando una red de asociaciones de todo tipo que ofrezcan al mismo tiempo una ocupación laboral a los jóvenes, han ido decreciendo con las sucesivas políticas presupuestarias de los últimos gobiernos.
Laberinto: Pero?estás describiendo?¡cómo decirlo!, ¿el porvenir de una desilusión?
V.A.: Incendiando no sólo los coches o los pocos comercios que tenían a mano (propiedad privada) sino también las instituciones públicas (escuelas, correos, etc) los jóvenes no han hecho sino expresar un sentimiento compartido por todos: el abandono del Estado de sus obligaciones con la población más desfavorecida y la humillación de ser tratados únicamente como delincuentes, como gente que, habiendo nacido aquí siguen siendo considerados como extranjeros inadaptables. Estos jóvenes no expresaban ningún deseo revolucionario, no querían cambiar la sociedad, ni luchar por un mundo distinto. En este sentido son ajenos a la política, en tanto que la política es un combate organizado.
Pienso que en el estado actual de las cosas no hay nada que esperar en cuanto a una organización durable en los barrios que se plantee problemáticas a largo plazo. No había ninguna organización ni política ni de ningún tipo detrás de ellos. Por supuesto ninguna organización religiosa, a las que no les convenían nada estos incidentes y que actuaron más bien como cortafuegos. En realidad lo único que expresaban era su desesperación y el odio por sentirse despreciados. Esta sociedad es una fábrica de exclusión, crea exclusión de la misma manera que crea televisiones o tanques. Esta exclusión crea también sus modos de ser, de "estar en el mundo".
Los jóvenes incendiarios estaban a veces organizados en bandas locales. Estas bandas funcionan a un nivel extremadamente primario, estructurados por una ideología violenta y machista cuyos "ritos iniciáticos" predisponen a una serie de comportamientos frente al otro sexo, a la familia, a las instituciones, etc, que están bastante alejados de lo que tenemos por costumbre considerar como prácticas progresistas. Además, parte del éxito de las violencias urbanas se ha debido como siempre al funcionamiento de una sociedad estructurada por el espectáculo: por un proceso de "imitación" y rivalidad los jóvenes de una comuna tenían que hacer más y mejor que los de la comuna limítrofe para salir en la tele.
Ningún enunciado político ni de ningún tipo ha resultado de estos sucesos. O tan sólo uno: "brûlez tout". "Quemad todo" pues nada es posible. No creo que las medidas que el gobierno ha tomado desde el fin del conflicto vayan a calmar los ánimos. En dirección a la inmigración la nueva versión del CESEDA (Código de Entrada y Estancia de Extranjeros y del Derecho de Asilo) por Sarkozy es simplemente una ofensiva para dejar sin derechos a una parte importante de la clase obrera. El texto, que hace imposible derechos fundamentales como el de vivir en familia por las restricciones que impone al reagrupamiento familiar, reduce al obrero inmigrante a una pura fuerza de trabajo, sin vida privada y sin apenas derechos cívicos.
En cuanto a la filosofía gubernamental sobre la juventud y su futuro, el nuevo "Contrato primer empleo" (CPE) muestra bien el fondo: generalizar la precariedad por la institucionalización de contratos en los que el patrón puede quitarse de encima en todo momento al trabajador sin necesidad de justificación alguna. La ofensiva es total, pero las contradicciones se hacen cada vez más agudas, a pesar de todo el trabajo de división en el seno de las clases trabajadoras (hombres/mujeres, jóvenes/adultos/seniors, nacionales/extranjeros y dentro de éstos subdivisiones por procedencias: asiáticos/africanos, etc.).
Pero Francia ha sido siempre un país sometido a fuertes contradicciones, en donde la lucha de clases ha dado a veces giros violentos e inesperados. Sin ir más lejos, para todo aquel que vivió las huelgas del 95, la experiencia de solidaridad y de resistencia es inolvidable. Frente a la despiadada ofensiva actual, todo es posible...



Entrevista con Tariq Alí: Una nueva política para la izquierda radical
x Paige Austin

Las ONGs son WGOs - Western Governmental Organizations (Organizaciones Gubernamentales Occidentales). En su gran mayoría lo que hacen es cooptar a más y más gente que luego no se involucra en ningún tipo de actividad política o movimientos sociales, a los cuales básicamente se paga un salario, llevan una pequeña oficina y van a manifestaciones coreando "Otro mundo es posible"
Los libros de Tariq Ali cosechan acaloradas reseñas en Amazon.com, alternándose adoración y mordacidad, según las preferencias políticas del crítico - el tipo de reacciones polarizadas que uno esperaría hacia el editor de The New Left Review.
Nacido y criado en el Pakistán previo a la escisión Ali estudió en Oxford, dónde se convirtió en un fiero opositor a la Guerra de Vietnam; posteriormente amplió sus críticas para condenar lo que consideró como imperialismo americano en la mayor parte del mundo, especialmente en Oriente Medio y América Latina. Por el camino debatió con Henry Kissinger y forjó una amistad con Edward Said que duró hasta su muerte.
Aunque comprometido con la izquierda, Ali nunca ha estado limitado políticamente en su trabajo. Ha publicado docenas de libros a lo largo de una carrera de casi 40 años, desde la ficción histórica - el primer Islam es su tema más habitual ? hasta el ensayo político. Su trabajo más reciente, Bush en Babylonia, aparece a raíz de la invasión de Irak, una guerra que él considera un nuevo capítulo del entramado histórico entre imperialismo occidental y extremismo musulmán ya narrado en su anterior trabajo Choque de Fundamentalismos.
No resultó muy sorprendente pues, dados sus antecedentes, que Ali estuviese entre los varios escritores ? incluídos Noam Chomsky, Jose Saramago y Howard Zinn - que firmaron recientemente dos cartas de apoyo a los palestinos y libaneses ante lo que ellos llamaron la campaña de Israel para una "destrucción deliberada y sistemática".
"Cada provocación y contra-provocación se rebate y publicita", escriben en la primera, con fecha de 19 de julio. "Pero los posteriores argumentos, acusaciones y promesas, sirven todos como distracción para desviar la atención mundial sobre unas prácticas militares, económicas y geográficas a largo place cuyo objetivo político no es otro que liquidar la nación palestina".
Además de editor de la NLR, Ali es también editor jefe de la editorial de izquierdas Verso, y un frecuente colaborador de The Guardian, Counterpunch y The London Review of Books. Recientemente habló con Mother Jones sobre su opinión respecto a la guerra en el Líbano, la necesidad de una Reforma Islámica y el auge de la nueva izquierda en América Latina.

Mother Jones: En la carta que usted y varios otros escritores publicaron el pasado 19 de julio, decía que la "liquidación de la nación palestina" se está llevando a cabo más rápidamente estos días. ¿Cuánto hace que tiene la impresión que la posibilidad de que Palestina se constituya en estado ha desaparecido?
Tariq Ali: He tenido esa impresión desde hace ya unos años, mucho antes de estas últimas acciones de Israel. Una vez resultó obvio para los palestinos que los acuerdos de Oslo eran una farsa y que ningún gobierno israelí estaba preparado para llevar a cabo ni esas mínimas concesiones que se habían prometido en ellos, entonces era ya una cuestión de tiempo. Mi punto de vista ha sido siempre que o bien los palestinos consiguen un estado justo e imparcial o se impone la solución de un único estado ? no hay una tercera vía intermedia. Ahora, cursivamente, los israelís han conseguido con sus propias acciones que la solución de un único estado sea la única posible.
MJ: Algunos de los firmantes son, como usted mismo, tanto escritores de ficción como activistas. ¿Cree usted que los escritores tienen la obligación de utilizar su fama como una plataforma para el activismo? ¿Incluso si están aventurándose fuera de su campo?
TA: Creo que depende de cómo se sientan ellos. Usted sabe que en muchas partes del mundo, incluido el mundo árabe, el latinoamericano e incluso en partes del occidental, hay tradición de escritores que toman bastante partido. En particular en el mundo árabe ha habido tradiciones muy, muy fuertes de literatura y poesía y muchos de los escritores han estado profundamente comprometidos con la causa nacionalista árabe. Y asimismo en Latinoamérica: son intelectuales públicos. Y creo que ello es bueno, especialmente en un mundo dónde los medios de comunicación convencionales ofrecen en sus páginas muy poca diversidad de opiniones.
MJ: ¿Cómo cree usted que la actual guerra en el Líbano, y al aparente éxito militar de Hezbollah, modificará los términos de la ecuación en Oriente Próximo?
TA: Ha sacudido al mundo, pero no lo ha sacudido suficiente para entender las causas originarias de todo esto ? [debido a lo que] tenemos esta situación grotesca en la que Israel, Estados Unidos y los franceses colaboran para promover una resolución que es tan pro-Israel que incluso el más dócil de los líderes árabes no puede aceptarla.
Pero Hezbollah ha cambiado cosas, de eso no hay duda. Ahora incluso el primer ministro libanés, no precisamente conocido por ser un político especialmente fuerte, le ha dicho a Condoleezza Rice que no debería molestarse en visitar el país. ¡Inaudito! Y por supuesto el otro aspecto a tener en cuenta de todo esto es que ha habido manifestaciones, pequeñas pero importantes manifestaciones contra la guerra en Tel Aviv, en Haifa, en Jerusalem, y creo que van a crecer en importancia a medida que la gente vea que esta guerra absurda y criminal librada por el régimen de Israel contra el Líbano está haciendo sus vidas más inseguras.
MJ: ¿Tiene usted las mismas esperanzas de ver un movimiento que exija el fin de la ocupación de Israel sobre territorios palestinos?
TA: Sí, creo que tendremos una resistencia interna en Israel, incluyendo muchos judíos que verán que no podemos seguir con lo de siempre. Y aquí creo que la analogía surafricana no es tan descabellada: muchos surafricanos blancos finalmente se dieron cuenta que no podemos seguir con lo de siempre, que hay que hacer un pacto con la gente que hemos estado oprimiendo, y que ello es lo mejor para ambas comunidades. Tal vez esté siendo ultra-optimista, pero creo que antes de que este siglo acabe algo así ocurrirá.
MJ: ¿Cómo puede apoyar las acciones de Hezbollah ? o las de Hamas ? dada la adhesión de ambos grupos a una ideología fundamentalista sobre la que no esconde su disgusto?
TA: Mire, obviamente yo no estoy de acuerdo con sus posiciones religiosas. No soy creyente. Eso es difícilmente un secreto: lo digo públicamente. Sin embargo cuando un país es invadido y atacado y la gente está resistiendo es importante hablar claro y alto y decir que tienen el derecho a resistir y defender ese derecho. Toda la historia del siglo XX es una historia de grupos de resistentes que o bien son nacionalistas o, en grandes partes del mundo musulmán, grupos religiosos, incluido por ejemplo en Libia y Sudán. Allí los grupos que resistían la invasión italiana eran tales que [los europeos] no podían apoyar políticamente ? pero sin embargo los defendieron del ataque. Cuando Mussolini invadió Abyssinia y Albania en nombre de la civilización europea y dijo que iba a acabar con esos atrasados despotismos feudales, mucha gente en occidente defendió a etíopes y albaneses contra el asalto italiano y dijeron que esa gente tenía derecho a resistir.
Así pues es en base a ese principio ? que cuando la gente, quienquiera que sean, aunque no te gusten, decide resistir uno tiene que defender su derecho a hacerlo.
MJ: Usted ha estado escribiendo sobre imperialismo durante décadas. ¿Cree que la actual administración Bush está llevando a cabo una nueva forma de imperialismo?
TA: Es diferente en el sentido de que el enemigo ha cambiado. Ya no se trata del comunismo y ya no se trata del nacionalismo sino que ahora son otros movimientos que creen que deben ser destruidos para poner al mundo totalmente bajo el dominio del hegemon. Pero como he venido defendiendo desde el 11S aquí creo que han cometido un enrome error de cálculo atacando Afganistán e Irak. Y ahora incluso comentaristas norteamericanos que realmente fueron una especie de fanáticos de la guerra, como Tom Friedman, o demócratas como Edwards, han dicho que fue un error votar a favor de la guerra y se debe hablar con los militares la mejor forma de retirarse. El hecho de que algunas de esas alimañas políticas que no tuvieron el temple necesario para oponerse a la guerra cuando debieron hacerlo estén ahora cambiando de chaqueta indica hasta que punto está yendo mal la guerra.
MJ: Usted ha escrito que la llamada guerra contra el terrorismo no requiere una solución militar sino política. ¿A parte de acabar con la ocupación americana de Irak y Afganistán, y la ocupación israelí de Palestina, que más conllevaría dicha solución política?
TA: Bien creo que precisamente por el hecho de hayan hecho una guerra ello hace mucho más difícil una solución política. Creo que actualmente los Estados Unidos y su perro de presa británico ya no son tomados en serio en ningún lugar del mundo y no pueden jugar ningún rol en fomentar una solución política.
MJ: Usted ha pedido una Reforma Islámica. ¿Dónde cree usted que hay las mejores perspectivas para un movimiento de ese tipo?
TA: Solía confiar - y aún no he renunciado a ello - que un gran movimiento de reforma podría aparecer en Irán, el cuál es en algunos aspectos el país islámico más culto, también con una tradición pre-islámica muy extensa que no ha sido completamente erradicada. Pero cuando los Estados Unidos e Israel se comportan de esta forma lo están retrasando. Así que por el momento estoy algo desanimado respecto a esa cuestión en particular. Eso es un primer problema.
El segundo problema es que en muchas partes del mundo islámico las fuerzas seculares, allí dónde existen, están tendiendo a sentirse tan inseguras de si mismas, con tanta falta de confianza, que en muchos casos - no en todos - se alinean directamente detrás del proyecto imperial y eso creo un gran vacío en el cuál los islamistas devienen el poder dominante porque luego son vistos como los únicos resistentes. Y ello creo que ha sido una evolución en el mundo islámico muy, muy peligrosa. Y cuando voy encuentro mucha, mucha buena gente - intelectuales, escritores - ahí sentados completamente desanimados, atrapados entre el martillo americano y el yunque islamista, sin saber qué camino seguir.
MJ: ¿Puede indicar algún líder que haya encontrado en los países musulmanes, árabe o no, que pueda ser un rayo de esperanza para la reforma religiosa?
TA: No hay ningún movimiento como tal, pero mire si echa un vistazo a Irán el grueso de la población - el 75% - está por debajo de los 30 años, y esa es gente que ha crecido ya totalmente bajo las normas clericales, y su primer instinto casi visceral es repeler todos aquellos códigos sociales que les son impuestos. Yo he estado defendiendo que ahí es dónde tendremos probablemente un levantamiento en unos diez años. Actualmente la situación está paralizada por todas las amenazas que pesan sobre Irán, que han unido al país. Sea lo que sea que uno piense sobre esas amenazas o porque son hechas, lo cierto es que tienen el efecto de que la mayoría de gente en Irán se irrite con occidente, y ven a los islamistas como la única oposición, ¡y el motivo por el cual los consideran la única oposición es porque sencillamente no hay nadie más!
MJ: A juzgar por sus escritos no parece que tenga demasiada confianza en el potencial de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) para lograr un cambio.
TA: No lo hago. En primer lugar, no las llamo ONGs sino WGOs - Western Governmental Organizations (Organizaciones Gubernamentales Occidentales). Algunas de ellas hacen un trabajo decente pero en su gran mayoría lo que hacen es cooptar a más y más gente de esos países que luego no se involucra en ningún tipo de actividad política o movimientos sociales, a los cuales básicamente se paga un salario, llevan una pequeña oficina y van a manifestaciones coreando "Otro mundo es posible". Y no creo que eso sea especialmente útil, ya que la gente está cada vez más empezando a ver sólo a través del proceso de "ONG-ización".
MJ: Como muchos otros en la extrema izquierda, usted vincula antiimperialismo con anticapitalismo. Y parece que dé por descontado la posibilidad de que el fundamentalismo islámico u otros fundamentalismos religiosos proporcionen una base a largo plazo para la resistencia. Pero el capitalismo y el conservadurismo religiosos están en líneas generales bastante asentados y bien afianzados. ¿Qué otro marco para la resistencia prevé?
TA: En los últimos años he estado defendiendo que si bien lo que está ocurriendo en Oriente Medio es importante en el sentido de que evita que el poder imperialista haga lo que le venga en gana. Pero en lo que se refiere a ofrecer al mundo un modelo socio-político no aporta nada en absoluto, ni al mundo ni a su propia gente. Así que desde ese punto de vista la situación es nefasta.
Donde está emergiendo un modelo distinto no es en el mundo islámico sino en América Latina. Se trata de un continente dónde hemos tenido enormes movimientos sociales empujando desde abajo a todo un espectro de políticos y líderes hacia el poder mediante elecciones democráticas y luego presionándolos para que cumpliesen sus promesas ? y en Venezuela y Bolivia sus líderes están empezando a hacerlo. Eso está creando un masivo polo de atracción a lo largo de todo el mundo. Cuando Hugo Chávez vuela un país árabe y se le entrevista en una televisión árabe, obtienes una fenomenal respuesta de los árabes, preguntándose ¿porqué no podemos nosotros tener un Chávez árabe? Y eso es porqué él explica lo que está haciendo en Venezuela, que están usando el dinero del petróleo para construir escuelas, hospitales, universidades, para ayudar a los pobres, a los cuales nunca se les ayudó antes, y desde mi punto de vista este modelo en particular, que describiría como un modelo de social-democracia de izquierdas, es muy importante porque es lo único que enfrenta el actual estrangulamiento neoliberal sobre la economía mundial.
MJ: Usted estuvo en Bolivia hace ya varias décadas durante la campaña de Che Guevara. ¿Ha estado allí desde la reciente elección de Evo Morales el pasado enero?
TA: No he estado pero iré allí pronto. Es muy, muy alentador lo que está pasando allí. Alguien me preguntó el otro día qué pienso sobre Bolivia y yo lo describí como "la venganza del Che". Tienes a un gobierno en el poder que ha homenajeado públicamente al Che y su lucha y yo comenté, ¡a él le hubiese hecho muy feliz si hubiera estado vivo! Son los únicos progresos en el mundo con los que uno puede identificarse plenamente y decir: ¡Magnífico!
MJ: ¿Imagina a Morales distanciándose de sus promesas de ayudar a los pobres ahora que ya ha sido elegido, como ha acusado usted a Lula de hacer en Brasil?
TA: De momento no. Uno no puede excluir ninguna posibilidad, pero no por el momento. Lo primero que hizo Morales cuando fue elegido es muy interesante: se le envió un avión, se subió y voló a la Habana y tuvo una clase de dos horas y media con el abuelo sobre qué hacer y cómo seguir adelante. Y ese es un gesto público muy claro. Muchos europeos cuando son elegidos se van a Washington y besan el culo en la Casa Blanca.
MJ: Usted visitó Cuba el año pasado y hablo con escritores e intelectuales de allí. ¿Cómo definiría su situación? Usted siempre ha aplaudido la Revolución Cubana pero es cierto que ha significado un montón de restricciones para los cubanos.
TA: Yo no he defendido esas restricciones. Creo que la gran tragedia para la Revolución Cubana fue que se convirtió en dependiente de la Unión Soviética, y lo hizo bajo un régimen burocrático muy reaccionario dirigido por Leonid Brezhnev. Yo creo que eso afectó negativamente la cultura y la política cubanas, [y] transformó a la prensa cubana en la más torpe, sombría y previsible de toda América Latina. Se persiguió a los escritores. Yo nunca defendí nada de eso.
Pero al mismo tiempo me negué a respaldar a aquéllos que querían librarse de Fidel, que enviaron asesinos para matarle, que quieren que Miami se vaya a la Habana, no estoy a favor de eso. Creo que la Revolución Cubana ha hecho increíbles progresos ? y uno puede ver eso cuando se va allí, a pesar de los apuros. Es el país más formado de todo el continente, probablemente también en todo el tercer mundo. De entre una población de 12 millones tienes entre 800.000 y un millón de licenciados cada año. Tienes un capital humano en forma de médicos que están ayudando en África y América Latina. Recuerdo perfectamente que cuando hubo el terremoto en Pakistán los cubanos enviaron a 1.100 médicos, la mitad de ellos mujeres, que eran más que los médicos enviados por el conjunto de todos los países occidentales.
Pero creo que los cubanos deben cambiar algunas de sus estructuras políticas y permitir voces críticas, por su propio interés, porque como no haya exigencia de responsabilidades la revolución se atrofiará totalmente. Dije esto clara y públicamente a todo tipo de gente cuando estuve en la Habana y lo tomaron en serio creo. Tiene un ministro de cultura muy culto, Abel Prieto, que con toda certeza entiende el problema. Está reeditando todos los autores cubanos que fueron censurados durante los malos tiempos: Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, toda esa gente se está reimprimiendo actualmente en Cuba. Y esas absurdas, absurdas y desquiciadas restricciones a la homosexualidad han desaparecido todas: no queda nada de eso, lo que es un importante salto adelante.
MJ: Muchos de los movimientos de los que usted alguna vez formó parte ? desde los Marxistas hasta las acampadas de activistas contra la guerra de Vietnam no-alineados ? han decaído. ¿Qué le ha mantenido ideológicamente en la misma línea?
TA: Supongo que una de las cosas que me ha mantenido en esta línea ha sido el haber trabajado muy próximo a un grupo de gente, con los que tenemos una revista llamada The New Left Review (Revista de la Nueva Izquierda), una editorial llamada Verso. Y hemos mantenido una identidad intelectual colectiva, incluso en los malos tiempos. Y no es que The New Left Review no se viese afectada por el cataclismo de cambios de los ochenta; muchos [de nuestros antiguos colaboradores] son hoy básicamente liberales belicistas o "bombarderos de sobremesa". Así que no es que no nos haya afectado, es más bien que el círculo de personas que de hecho producen la revista y la mantienen en marcha ha seguido en funcionamiento, y este tipo de solidaridad dentro de un pequeño grupo de intelectuales ha sido importante.
En mi caso en los ochenta dejé de ser políticamente activo en sentido literal e hice un montón de trabajo cinematográfico, documentales, cine, teatro, escribí obras, guiones, produje un montón de cosas, y escribí mucha ficción ? y ese viraje creo que fue bastante beneficioso, en el sentido de que me aislé de las tendencias políticas dominantes en ese momento que eran triunfalistas y festivas, todo había terminado y no había que hacer nada. Sencillamente me mantuve a distancia de todo eso. De modo que cuando me reactivé tras el 11S llegué intacto, no me había afectado ninguna de esas corrientes anticomunistas, antipolíticas y pro-capitalistas que barrían el mundo.
MJ: ¿Así que diría que usted aplica los mismos principios a los conflictos de hoy en día que los que aplicaba hace algunas décadas?
TA: No, no exactamente, porque el mundo ahora es muy distinto. El mundo que había cuando yo era joven era un mundo en el que todos los imperios europeos habían colapsado; los Estados Unidos habían sufrido una derrota horrible en Vietnam; muchos, muchos países del mundo estaban afirmando sus derechos y su soberanía y resistiendo a las grandes potencias de modo que era un mundo muy distinto. Había mucho espacio en ese mundo para que políticas radicales funcionasen. Ese mundo se ha ido del todo, destruido, hecho polvo, adiós. De modo que debe construirse un nuevo tipo de política y de qué modo luchas, políticamente, resulta extremadamente importante. Y es por eso que, como decía antes, lo que está ocurriendo en América Latina creo que ofrece una gran esperanza para el siglo XXI.

Fuente: Mother Jones. Traducción para sinpermiso.info: Xavier Fontcuberta Estrada