Articulos de Opinion 15-9-06
VENEZUELA: BUSH APLICVENEZUELA: BUSH APLICA "TERROR" EN CAMPAÑA PRENSA ELECTRÓNICA.
N°645
Caracas, 14 de septiembre de 2006.
VENEZUELA: BUSH APLICA "TERROR EN CAMPAÑA ELECTORAL"
Imponer su dominio sobre el continente americano es el objetivo estratégico que se trazó Estados Unidos desde que se erigió como país independiente. Prueba de ese propósito son la Doctrina Monroe de 1823 y el Destino Manifiesto proclamado en 1845. Esa intención fue advertida por el Libertador Simón Bolívar, quien previno a sus coetáneos y a las generaciones futuras al señalar que: "Cuando yo tiendo la vista sobre la América la encuentro rodeada de la fuerza marítima de Europa, de fortalezas fluctuantes de extranjeros y por consecuencia de enemigos. Después hallo a la cabeza de su gran continente una poderosísima nación muy rica, muy belicosa y capaz de todo"? (Carta a Santander, 23 de diciembre de 1822).
Hoy, a sus elites dirigentes esa aspiración no le es suficiente, ambicionan dominar al mundo entero. Ese objetivo político es el primer paso para conseguir dividendos económicos. Para lograrlo no reparan en qué métodos utilizan, cualquiera es bueno si produce los resultados esperados.
De allí que históricamente hayan recurrido a la VIOLENCIA y al MIEDO. Producir MIEDO: "Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario/ Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.", según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es el ARMA que usa el gobierno de los Estados Unidos para conseguir sus objetivos políticos y económicos. Cuando esta ARMA se utiliza para atemorizar a toda una población con objetivos políticos y en el caso de las elites capitalistas por objetivos económicos se transforma, en TERRORISMO.
En la actualidad esa poderosa y especializada ARMA es fabricada por EXPERTOS generosamente remunerados que trabajan en sofisticados LABORATORIOS creados y financiados por las grandes empresas trasnacionales, que sigue determinados pasos para conseguir su objetivo.
Noam Chomsky en su trabajo EL CONTROL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN anota: "Empecemos con la primera operación moderna de propaganda llevada a cabo por un gobierno. Ocurrió bajo el mandato de Woodrow Wilson. Este fue elegido presidente en 1916 como líder de la plataforma electoral Paz sin victoria, cuando se cruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial. La población era muy pacifista y no veía ninguna razón para involucrarse en una guerra europea; sin embargo, la administración Wilson había decidido que el país tomaría parte en el conflicto. Había por tanto que hacer algo para inducir en la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Y se creó una comisión de propaganda gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel, que, en seis meses, logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes, y salvar así al mundo. Se alcanzó un éxito extraordinario que conduciría a otro mayor todavía: precisamente en aquella época y después de la guerra se utilizaron las mismas técnicas para avivar lo que se conocía como miedo rojo. Ello permitió la destrucción de sindicatos y la eliminación de problemas tan peligrosos como la libertad de prensa o de pensamiento político. El poder financiero y empresarial y los medios de comunicación fomentaron y prestaron un gran apoyo a esta operación, de la que, a su vez, obtuvieron todo tipo de provechos." (Para acceder al texto completo, pulse aquí)
Efectivamente para que el MIEDO surja y se apodere de las personas es necesario primero crear un ENEMIGO que ocasionará DAÑO y traerá, por lo tanto, dolor, muerte, escasez de alimentos, etc. El DAÑO que puede provocar no se le ubica en un sitio determinado, se descontextualiza, puede estar en todas partes.
Para que la figura del ENEMIGO cumpla su función debe tener una imagen, puede ser una persona, grupo, religión o ideología. De allí que en un momento fue Hitler, Stalin, más tarde Saddam Hussein o Fidel Castro, por ejemplo, hoy es Chávez. Ayer lo fueron los alemanes, rusos, después los vascos de la ETA, ahora los palestinos y el Hezbolá. El Islam es la religión condenada por las elites occidentales, Chávez el presidente condenado. En relación con las ideologías han sido el fascismo, nazismo y el comunismo.
Sin embargo, en esta estrategia del TERROR no les basta con hacerle creer a las personas que saber que pueden sufrir un DAÑO, que un ENEMIGO los acecha, se requiere algo más, es indispensable materializar esa amenaza. Para ello se construyen acciones, hechos, cuyas causas y actores se elaboran para que parezcan reales y sean imputados al ENEMIGO de turno fabricado por sus laboratorios. Un ejemplo de esa producción de hechos la tuvimos aquí en Venezuela durante la etapa del sabotaje petrolero. Tres soldados y dos de sus acompañantes, que pertenecían al pequeño grupo de militares disidentes que se "atrincheró" en la Plaza Francia de Altamira, aparecieron muertos. Inmediatamente los medios de comunicación opositores al gobierno del Presidente Chávez, señalaron a éste como el responsable de esas muertes. Con el tiempo las investigaciones demostraron que habían sido los propios militares disidentes quienes habían ordenado los asesinatos.
Esas acciones arrojan víctimas. Estas pueden ser una o cien. Lo importante para quienes utilizan el MIEDO como arma es que ese temor al daño que afecta a un grupo pequeño se generalice al colectivo, hacer creer que esa amenaza en un futuro cercano, inevitablemente te va a afectar, porque el ENEMIGO tiene la intención de hacerlo, que ya lo ha hecho, entonces TODOS PODEMOS SER VÍCTIMAS.
El instrumento que se utiliza para crear, mantener y acrecentar el TEMOR son las empresas de difusión masiva. Una vez instalado el MIEDO se pasa a otra etapa, despertar la necesidad de que exista un SALVADOR, lo suficientemente poderoso y dispuesto a acabar con la fuente de tanto dolor e inseguridad, al cual es indispensable otorgarle todos los poderes. Para evitar el peligro de sufrir las consecuencias del DAÑO a "futuro" las personas atemorizadas justifican y ceden al "SALVADOR" creados por los laboratorios el derecho a usar la VIOLENCIA.
El arma del MIEDO en la campaña presidencial venezolana
Las empresas de difusión masiva pregonan que las candidaturas opositoras a la Revolución Bolivariana y al gobierno del Presidente Chávez, "suben como la espuma", sin embargo, la cruda realidad les demuestra a los dirigentes que no cuentan con apoyo popular, por lo que recurren al uso del arma del MIEDO para lograr sus objetivos políticos y económicos.
La continua campaña de desprestigio del Gobierno Bolivariano y del desconocimiento de su obra, con el inicio de la campaña electoral de la elección presidencial se ha intensificado, aplicando una desenfrenada campaña para generar MIEDO en las venezolanas y venezolanos.
La inseguridad es el tema que más explotan para producir angustia, incertidumbre, llegando a la utilización este 11 de septiembre en el Programa Matutino de Globovisión, Primera Página de encuestas de calle sobre el tema, formulando las siguientes "preguntas" ¿Tiene usted miedo de salir a la calle? ¿Cree usted que alomejor no regresa? A la vista salta que la pregunta induce a una determinada respuesta y a crear un clima de zozobra. En algunas ocasiones los moderadores formulan preguntas y comentarios, aludiendo casos como el asesinato de la médica cubana, el 2 de septiembre en Petare. (Ver ejemplos en Análisis N° 644 y en Caricatura de El Mundo al pulsar los vínculos)
Otro de los MIEDOS incentivados y para crear el clima de TERROR es el tema de la propiedad privada, con comentarios como los emitidos por el moderador del programa La Entrevista, el día 22 de agosto: "Chávez el día viernes estuvo de entrega de tierras, pero oído al tambor, hasta la Biblia nos habla del sagrado derecho a la propiedad porque es justamente la reivindicación del trabajo productivo para la gente, para usted y para nosotros. Bajo el esquema socialista, oído al tambor, la propiedad ya no es propiedad?" Para acercar las posibilidades de DAÑO, se formulan comentarios tan burdos que pueden agregar cosas como esta: Si usted tiene un apartamento con tres habitaciones, corre el riesgo y es lo más probable es que le quiten una.
En su campaña por generar TERROR, le dicen diariamente a los venezolanas y venezolanos: "TE VAN A QUITAR LA DEMOCRACIA" señalándoles que con el uso de las captahuellas te van a "DESPOJAR DEL SECRETO DEL VOTO", y a quien vote contra Chávez "perderá el trabajo, si lo tiene". Por la automatización de los procedimientos de votación señalan que el voto es "vulnerable" y será cambiado. (Para ver la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, pulse aquí)
La labor de los candidatos
En la aplicación del MIEDO y el TERROR para conseguir los objetivos políticos y económicos de Estados Uniudos, los candidatos a la presidencia forman parte del equipo que lo instrumentaliza, y cada uno cumple su parte. Ingenuo sería no ver que el lema utilizado por el candidato Manuel Rosales, ATREVETE es la continuación del usado por Teodoro Petffok: Venezuela sin miedo.
Esa invitación al desafío, no es más que parte del condicionamiento (primero al MIEDO y después, como los perros de Pavlov a "atreverse") al que se está sometiendo a la gente con el propósito de prepararla a una determinada reacción en hechos que ellos preparen. Algo similar a lo que hicieron en el golpe de Estado, cuando instigaron a los asistentes a marchar hacia Miraflores hasta llegar al lugar donde habían ubicado francotiradores que producirían los muertos que necesitaban para responsabilizar por éstos al Presidente Chávez.
Este método TERRORISTA preparado por las empresas transnacionales para seguir manteniendo el modelo capitalista y facilitar a las elites petroleras instaladas en el gobierno de Estados Unidos apoderarse del petróleo de Venezuela, que hoy permite financiar las misiones que tanto favorecen a los tradicionalmente excluidos es un atentado a la soberanía y el respeto que se merece nuestro pueblo. Sumarse a un debate político serio de los programas de gobierno de los diferentes candidatos para hacer realidad los objetivos planteados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es ser dignos hijos del Libertador Simón Bolívar, es ser verdaderamente demócratas.
Redacción ELUNIVERSAL.com.mx
El Universal
Ciudad de México
Jueves 14 de septiembre de 2006
Carta enviada por Cuauhtémoc Cárdenas a la escritora Elena Poniatovska.
Elena:
En la edición del diario La Jornada (página 8) del 10 de septiembre aparece una nota encabezada "Marcos y Cárdenas no apoyaron a AMLO por envidia", en la cual se te atribuye, entrecomillada, la siguiente expresión: "Si estos tres personajes [en el texto de la nota se agrega a Patricia Mercado] se hubieran sumado, si no se hubieran echado para atrás, no habría la menor duda del triunfo de López Obrador, pero no lo hicieron por envidia".
No me corresponde hablar de las razones de Patricia Mercado ni del subcomandante Marcos para haber adoptado las posiciones que adoptaron frente al proceso electoral reciente, pero puedo asegurarte que no fue la envidia lo que los motivó a actuar como lo hicieron, sino que, entre otras cosas, sólo ejercieron su derecho a pensar diferente.
En lo que a mí respecta, tu talento y trayectoria me obligan a darte una respuesta, obligadamente larga, de porqué no participé en la campaña de la coalición Por el Bien de Todos ni participo en la Convención Nacional Democrática, que empieza por decirte que la envidia no ha tenido lugar hasta ahora en mi conducta, ni pública ni privada, y que nunca me he echado para atrás frente a los compromisos que he asumido a lo largo de una ya larga vida.
Con Andrés Manuel he compartido por años propósitos y episodios importantes de la lucha por la democracia en nuestro país. Nunca exigimos incondicionalidad ni subordinación en nuestra relación. El trato en los muchos encuentros de los dos, puedo decirte, ha sido cordial y respetuoso.
Mis desacuerdos o desencuentros con él no son de carácter personal. Las diferencias que existen entre ambos son relativas a las formas de hacer y entender la política y sobre algunos aspectos programáticos, acentuadas, ciertamente, cuando se trata como hoy de los destinos del país y a partir de que se iniciara el proceso que debía conducir a la pasada elección del 2 de julio y respecto al cual ambos definimos con anticipación y públicamente nuestras posiciones frente al país y a la ciudadanía, él a través de sus "20 puntos", sus "50 puntos" y del libro Un proyecto alternativo de nación, yo mediante la publicación de Un México para todos, de autoría colectiva. Aun con esas diferencias, mi voto fue por todos los candidatos de la Coalición, como en su momento lo hice público.
Una de las discrepancias que resaltaría de esas publicaciones es con relación al juicio que hace, sin mencionar nombres, de la digna y firme defensa del principio de no intervención y de la paz que hizo Adolfo Aguilar Zinser como miembro del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Al respecto, Andrés Manuel escribió: "Después del triunfo de Vicente Fox, nuestra política exterior se ha conducido con desmesura. El resultado más notorio ha sido la afanosa intervención en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que en la práctica sólo vino a complicar aún más nuestra situación internacional", lo que me lleva necesariamente a preguntar si la política exterior de México debe plegarse incondicionalmente a la de Estados Unidos con el fin de no complicarse y olvidarse entonces de la defensa de los principios, de tomar decisiones soberanas en función de los intereses del país y de la dignidad misma de la nación, que gobierno y ciudadanos estamos obligados a respetar y a hacer valer.
Se dice también en ese proyecto: "Los sueños de ver a México como gran protagonista en el concierto de las naciones son sólo eso: espejismos protagónicos para alimentar ambiciones personales que nada tienen que ver con el país real", lo que me lleva a pensar que se quieren desconocer los logros de la política exterior mexicana como, entre otros, la aprobación por amplísima mayoría de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, el reconocimiento del derecho de los Estados a su mar patrimonial o la participación en el Grupo Contadora para lograr la pacificación de Centroamérica, que implicaron el despliegue de una gran actividad -y si se quiere llamar protagonismo- de la diplomacia mexicana.
Encuentro como una grave omisión de un candidato presidencial no tomar posiciones claras y públicas respecto a cuestiones importantes, tanto del momento como con consecuencias hacia adelante.
Puedo citarte los casos siguientes respecto a los cuales Andrés Manuel no se pronuncia todavía y que quienes consideramos prioritaria la lucha por el rescate y ejercicio pleno de la soberanía y por la cabal vigencia de un Estado de Derecho estimamos fundamentales: no ha habido una toma de posición en relación a los contratos de servicios múltiples de Petróleos Mexicanos; tampoco respecto a la ilegal prisión y la extradición hace unas cuantas semanas de seis ciudadanos vascos.
Sobre la iniciativa Sensenbrenner, que de llevarse a la práctica vulnerará los derechos de miles o millones de mexicanos en exilio forzado en Estados Unidos; la mayor y excesiva militarización de la frontera común del lado norteamericano, que constituye, sin lugar a dudas, un acto inamistoso hacia México; la iniciativa del Área de libre comercio de las Américas del presidente Bush y la propuesta alternativa de promover un acuerdo continental de desarrollo.
La iniciativa de ley de sociedades de convivencia, bloqueada en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en los primeros tiempos de su gestión; la falta de tacto y de oficio diplomático en las relaciones del gobierno mexicano con los gobiernos y Jefes de Estado de Cuba, Venezuela, Argentina y Bolivia.
Reconocerás que en el círculo de colaboradores cercanos de Andrés Manuel se encuentran algunos de los que instrumentaron el fraude electoral y la imposición en 1988 desde el gobierno, el Partido Revolucionario Institucional, la Cámara de Diputados y la Comisión Federal Electoral, que impuso la banda presidencial a Carlos Salinas el 1 de diciembre de 1988.
Además, el que instrumentó la privatización del Canal 13 de la televisión; el que ha declarado que el proyecto económico de Andrés Manuel es el mismo que el de Carlos Salinas; el que pretendió promover la reelección de éste. Pero a ninguno, que se sepa, ha pedido Andrés Manuel explicación sobre su cambio de piel política y ninguno la ha dado públicamente.
Este mismo grupo es el que ahora, con algunas adiciones, acompaña a Andrés Manuel en sus nuevos proyectos y el de quienes podría pensarse que formarían parte de su gobierno, que no sería por sus antecedentes y falta de deslindes, un gobierno identificado con los principios y las luchas del PRD y de manera más amplia con aquellos de la izquierda mexicana.
Sólo para argumentar sobre uno de los casos: de seguirse la política económica del salinato, se proseguiría con la enajenación del patrimonio estratégico de la nación y con el desmantelamiento de la planta productiva, se pondría en práctica una política entreguista en lo económico y de subordinación en lo político, se profundizaría el desastre productivo y social del campo mexicano, se mantendría acrecentado el flujo migratorio masivo hacia Estados Unidos y se haría cada vez más agudo el proceso de concentración de la riqueza en pocas manos.
Por otra parte, no se podrá decir que no manifesté oportuna y públicamente mi desacuerdo con la postulación por parte de la coalición Por el Bien de Todos, de la que el Partido de la Revolución Democrática fue el eje, de candidatos con posiciones públicas contrarias a los principios del PRD, que nunca se deslindaron de sus pasados políticos ni han explicado las razones de su traslado al PRD o cómo concilian un pasado antagónico con los principios del PRD al haber aceptado una candidatura de éste, que no los representa por sus trayectorias y posiciones políticas públicas.
Ahí están, como muestra, algunos que fueron candidatos y otros que ya son legisladores en funciones. En este caso, voces como la mía y las de muchos otros que sólo demandaban congruencia, fueron simplemente ignoradas.
En los últimos días de mayo hice público un documento a través del diario La Jornada denominado "Viendo hacia adelante: un camino democrático y progresista para México", en el cual planteaba algunas cuestiones que me parece fundamental que se lleven a la práctica en el próximo sexenio, que pudieran ser consideradas por los candidatos entonces en campaña.
No merecieron la mínima observación, ni en sentido negativo ni en positivo, por parte del candidato de la coalición y la misma actitud de ignorar críticas, discrepancias e incluso planteamientos coincidentes con su línea política recibieron muchos de aquellos que por largo tiempo han militado en el campo progresista.
Digo en ese documento -y te lo reitero ahora- que al no haberse dado relevancia a la presentación y discusión de propuestas y compromisos por parte de los candidatos a lo largo de los meses de campaña, se hace necesario insistir en pensar y discutir el país que queremos, por encima de todo y antes que nada, así como en cambiar radicalmente la forma de hacer política, subordinándola a un proyecto de país y no a la simple ambición de poder o a la toma coyuntural de decisiones.
Entre las cuestiones básicas que no se discutieron en el ir y venir de las campañas estuvo la continuidad de la reforma electoral, que después del 2 de julio y ante los serios cuestionamientos que se han venido haciendo a la calidad del proceso electoral se ve aún más urgente, ya que a pesar de los muchos cambios que ha sufrido la legislación correspondiente, continúa inconclusa.
La gente reclama reducir y transparentar los gastos de las campañas; reclama que se llame a las cosas por su nombre, empezando porque las supuestas precampañas se reconozcan como campañas en la ley y en los cómputos de gastos y tiempos electorales; reclama abrir la posibilidad de candidaturas ciudadanas que no tengan que pasar necesariamente por la aprobación y gestión de los partidos políticos.
Además, facilitar el registro de nuevos partidos políticos, sin que el registro represente acceso automático a la asignación de dineros públicos; restituir en la ley la figura de las candidaturas comunes; reunir en no más de dos momentos dentro de un sexenio, los procesos electorales federales, estatales y municipales; y establecer las dos vueltas en las elecciones, tanto presidenciales como legislativas.
En materia de reforma electoral, la medida más efectiva, aquella donde se encuentra la principal respuesta a las exigencias populares, la reforma más de fondo es hacer equitativos los tiempos en los que partidos y candidatos tengan acceso a los medios electrónicos de comunicación, así como acotar los periodos en los que pueda hacerse propaganda dirigida al público, prohibiéndose a partidos, candidatos y particulares comprar tiempos en los medios electrónicos -televisión y radio comerciales- y que éstos sean asignados por la autoridad electoral de manera equitativa.
Lo anterior para que no sea el gasto mayor o menor en la compra de tiempos lo que determine la mayor o menor presencia de las alternativas electorales que se ofrezcan a la ciudadanía al través de esos medios. Así se tendrían campañas equitativas y se lograría una reducción sustancial de los tiempos y las erogaciones públicas -y en su caso privadas- en las campañas electorales.
Por otro lado, y también en relación con la cuestión electoral, debe legislarse para prohibir que en la publicidad que se hacen las dependencias oficiales al través de los medios de información -televisión, radio, prensa escrita- aparezcan imágenes y nombres de funcionarios, que si bien pudieron haber participado en la promoción o ejecución de algún programa o proyecto público, no hicieron sino cumplir con su obligación y en su caso, con un mandato ciudadano, pues fue irritante y ofensivo en las precampañas, como creo te consta, ver cómo candidatos o precandidatos de los tres partidos de mayor presencia nacional, despilfarraron a lo largo del sexenio y hasta que dejaron sus cargos, dineros públicos para su personal promoción político-electoral.
Es necesario comprometerse con reformar la reciente y vergonzosamente aprobada Ley de Radio y Televisión, recuperando para el Ejecutivo la capacidad de normar la operación de los medios de información electrónicos con sentido de servicio público y de equidad, abriendo las posibilidades, a partir de los avances tecnológicos en la materia, de otorgar nuevas concesiones a instituciones de educación superior, gobiernos estatales y municipales, organizaciones culturales y comunitarias y sociedades comerciales sin vínculos con los medios ya en operación.
Es ya oportuno también convocar a la revisión, con sentido y procedimientos democráticos, de las bases y los términos de nuestro pacto federal.
De esa revisión habrá de surgir la nueva Constitución que contenga la estructura y competencias de la Federación, los estados, los municipios y de los tres poderes de la Unión, que considere los derechos ya ganados por los mexicanos, sus nuevos derechos y los procedimientos para que el ciudadano o las colectividades hagan exigible su ejercicio frente al Estado.
Una que esté concebida visualizando la presencia de nuestro país en el mundo globalizado, que establezca los cauces para el tránsito de una democracia representativa plena, aún por alcanzarse, a una democracia de amplia participación social, así como los mecanismos de consulta ciudadana, iniciativa popular y de revocación de los mandatos, entre otras cuestiones.
Lo que hasta aquí te he expuesto son algunas de las razones que a mi juicio determinaron el número de votos que obtuvo Andrés Manuel el 2 de julio. Por estas mismas razones no creo, contra lo que tú has declarado, que mi ausencia de los actos públicos de la campaña haya provocado una dramática disminución de las preferencias electorales a favor de la coalición. Seguir argumentando más sobre estas cuestiones, sería entrar a un terreno estéril de especulaciones.
Yendo a otros temas, me preocupa profundamente la intolerancia y satanización, la actitud dogmática que priva en el entorno de Andrés Manuel para quienes no aceptamos incondicionalmente sus propuestas y cuestionamos sus puntos de vista y sus decisiones, pues con ello se contradicen principios fundamentales de la democracia, como son el respeto a las opiniones de los demás y la disposición al diálogo.
Me preocupa, asimismo, que esas actitudes se estén dando dentro del PRD y en sus cuadros dirigentes, pues se inhibe el análisis y la discusión de ideas, propuestas y alternativas entre compañeros, más allá de que esa cerrazón se extiende también a lo que pueda llegar de afuera del partido; que la conducción política y las decisiones tomadas después del 2 de julio, como el bloqueo de Madero, Juárez y el Paseo de la Reforma -excluyo la ocupación de la plancha del Zócalo- se estén traduciendo en pérdidas y desgaste del movimiento democrático en lo general y del PRD en lo particular.
Me preocupan los cambios contradictorios de línea política: a un medio de información norteamericano Andrés Manuel le declaró no ser de izquierda, cuando había declarado serlo a lo largo de precampaña y campaña. Por otro lado, el 10 de agosto pasado se publicó en La Jornada una entrevista que hiciste a Andrés Manuel en la que preguntaste: "Si llegaras a la Presidencia, ¿tendrías que moderarte?".
A lo que respondió: "Si, la institución te lo exige, yo lo haría. Es más, durante la campaña y hasta ahora no he dicho cosas que pienso sobre mi país, porque me he autolimitado, porque mi rol es hasta ahora uno.Una vez que se resuelva este asunto [el conflicto poselectoral], ya veremos.
Pero muchas cosas me las guardé porque uno tiene que actuar de una manera cuando es candidato y, desde luego, actuar de otra manera cuando se es Presidente, y de otra manera como dirigente de resistencia social. Pero en cualquier circunstancia uno tiene que mantener sus principios. Es nada más un asunto de matices, de moderación".
¿Por qué entonces guardarse de fijar posiciones y hacer propuestas, cuando era precisamente en su calidad de candidato a la Presidencia cuando se tenían que hacer definiciones que atrajeran con lealtad y orientaran con rectitud el voto de la ciudadanía? ¿No es principio básico de un comportamiento leal y democrático actuar con transparencia y hablar con la verdad? ¿Cómo lo explicas tú?
En reciente documento suscrito por Andrés Manuel se plantea que la convención que él ha convocado para celebrarse el 16 de septiembre "decida si el órgano de gobierno y quien lo represente, se instale y tome posesión formalmente el 20 de noviembre o el primero de diciembre de 2006".
Aquí me surge la siguiente pregunta: si se considera que el gobierno actual ha quebrantado ya el orden constitucional ¿para qué esperar al 20 de noviembre o al 1 de diciembre, por qué no empezar por desconocer a la administración en funciones, como sucedió cuando el movimiento constitucionalista encabezado por el Primer Jefe Venustiano Carranza desconoció al gobierno usurpador de Huerta, a los poderes Legislativo y Judicial y a los gobiernos estatales que no acataran el Plan de Guadalupe?
No pienso que así deba procederse. Hacerlo sería un craso error, de altísimo costo para el PRD y para el movimiento democrático en su conjunto. Por el contrario, estoy de acuerdo con la sensatez y sabiduría de Luis Villoro, que en un artículo reciente dice que la discusión de un proyecto nuevo de nación requiere de tiempo para su debate y no puede aprobarse en un acto declaratorio en el Zócalo, al calor de un discurso, pues haría falta por lo menos la consulta y la anuencia de delegados de toda la República.
Es decir, agrego yo, de un amplio proceso de análisis y discusión, que en función de un proyecto de nación construido colectivamente en la pluralidad y mediante procedimientos democráticos, desemboque en la elaboración de una nueva norma constitucional.
Villoro expresa también que "muchos no podemos estar de acuerdo con nombrar un nuevo presidente en rebeldía. Esto rompería, aunque sólo fuera simbólicamente, el orden constitucional. Para sostener una amplia y permanente oposición lo que menos necesitamos son actos provocadores.
Lo que sí es necesario, pienso yo con muchos conciudadanos, es caminar hacia la paulatina realización de un nuevo proyecto de nación para el porvenir cercano? Un proyecto de oposición podría seguir ciertas ideas regulativas: una nueva ley electoral; una nueva legislación sobre los derechos de los pueblos indígenas; resistencia contra la privatización de los recursos naturales; lucha contra la corrupción; ampliación de la educación en todos sus niveles; lucha para disminuir radicalmente la desigualdades económicas y sociales. Una izquierda nueva podría aglutinarse, sin perder diferencias, en las líneas de un proyecto semejante".
Como ves, con esta larga carta lo que hago es defender el derecho a disentir, a pensar diferente, a pensar que cuando se ha impedido ha conducido a dictaduras, opresión, represión, sectarismos e intolerancia, que estoy cierto, ni tú ni yo queremos ver en nuestro país.
Muy atentamente
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
FIRMA
http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/new/2006/04/19/p1353
JORGE BEINSTEIN
El reinado del poder confuso
(América Latina en la trampa progresista)
Por Jorge Beinstein
para Prensa De Frente
Cartón lleno, la ola progresista está a punto de cubrir lo esencial de la geografía latinoamericana, si López Obrador llega a imponerse en Méjico, la vieja derecha neoliberal habrá quedado reducida a unos pocos remanentes de los años 1990. Sin embargo desde el punto de vista de los intereses económicos dominantes en la región muy poco ha cambiado, tampoco se han producido mejoras en el plano social, el proceso de concentración de ingresos y empobrecimiento masivo continua su marcha. Aunque se han producido mutaciones decisivas en las retóricas oficiales, ahora plagadas de alusiones humanistas y de críticas a las multinacionales o al FMI (que no se dan por aludidos y prosiguen su labor). ¿Que es en realidad el progresismo latinoamericano?, ¿que rasgos definen a un gobierno como tal?, ¿en que se diferencia de los regímenes anteriores?, ¿como puede ser que en Washington, donde gobierna la extrema derecha, no aparezca ni la menor señal de preocupación por estos cambios?.
Fronteras borrosas
Ensayar una tipificación del centroizquierda regional no es tarea sencilla, pululan señales híbridas, contradictorias, discursos opuestos a los hechos, promesas incumplidas. Sus fronteras son borrosas, en ciertos casos es difícil establecer si algunos de sus integrantes realmente pertenecen o no al espacio, su heterogeneidad ideológica y de origen político es desconcertante. Lula fue un dirigente obrero partidario del socialismo aunque apenas llegó al gobierno aclaró que no era un hombre de izquierda, Kirtchner fue en la década pasada un decidido gobernador de provincia neoliberal, amasó su primera fortuna durante la dictadura militar, pero ahora ha decidido borrar ese pasado, se proclama progresista y recuerda lejanos nebulosos antecedentes en la "izquierda peronista" (y aplica una política favorable a la hegemonía de las multinacionales). Bachelet es al mismo tiempo "heredera" del partido socialista de Salvador Allende y firme defensora del sistema económico forjado bajo la dictadura de Pinochet. Y tanto ella como Tabaré Vazquez (de vieja trayectoria en la izquierda y acompañado por funcionarios ex tupamaros) están entre los más fieles aliados de los Estados Unidos.
Algo que los marca a casi todos es su dedicación prioritaria a las manipulaciones mediáticas, el mundo ilusorio de los medios de comunicación es la "tierra firme" cuya dinámica sobredetermina buena parte de sus actos, toda esa venta y reventa de ilusiones cubre un pragmatismo próximo a la amoralidad absoluta. Su común denominador es un cierto izquierdismo "cultural" (moderado) combinado con políticas económicas conservadoras que preservan las reformas neoliberales de los años 1980-1990.
Aunque en materia de política internacional en algunos casos van más allá de los discursos y practican un juego que afloja los tradicionales lazos de sujeción al Imperio y anuda vínculos con otros sistemas de poder. En fin, la rápida decrepitud de las privatizaciones los lleva a veces a reasumir el control público de algún sector enajenado en ruinas, lo que les permite animar unos pocos shows nacionalistas (muy acotados).
Tanto juego confuso despista a quienes los evalúan siguiendo patrones de otras épocas, entre otras cosas, porque una de sus fuentes (mediáticas) de legitimación es la utilización inescrupulosa del pasado, en especial de la memoria (remodelada) de rebeldías populares extinguidas. Ejemplos: un alto funcionario uruguayo que hace varias décadas era un joven rebelde tupamaro se escuda en esos antecedentes para justificar algún acto de corrupción gubernamental o la aceptación "realista" del saqueo realizado por empresas multinacionales, Kirchner rinde una y otra vez homenaje a las víctimas de la dictadura mientras obedece fielmente la última exigencia del FMI y salda por anticipado la megadeuda argentina con ese organismo (al mismo tiempo le arroja alguna crítica), un funcionario del gobierno de Brasil recuerda su lejano combate contra el despotismo militar mientras Lula decide el remate 13 millones de hectáreas de tierras amazónicas o el envío de tropas a Haiti.
El nuevo contexto global
La observación de los recientes cambios en el contexto global nos puede ayudar a entender al progresismo latinoamericano. En poco menos de un lustro los Estados Unidos han perdido la imagen de superpotencia imbatible y ahora afloran alianzas, polos de distinto peso que toman distancia del Imperio y que a veces lo enfrentan, la fantasía del planeta norteamericanizado se va esfumando. Emerge China, que pese a su dependencia comercial del mercado norteamericano enfrenta a la estrategia estadounidense en numerosos países y temas decisivos del comercio global (suministro de materias primas, inversiones, etc.).
En el corazón de Asia se está conformando una alianza económico-política entre Rusia, China e Irán, contratos multimillonarios de venta de petróleo y gas, inversiones en infraestructura, venta de armas, programas de cooperación tecnológica, etc., van tejiendo una tupida red entre esos tres países, atrayendo a numerosos estados de la periferia y desplazando intereses occidentales. India juega cierto juego propio oscilando entre los Estados Unidos y las naciones emergentes de Asia, la Unión Europea mantiene su amistad histórica con el Imperio pero en una suerte de distanciamiento suave, muy prudente, manifestando a veces sus desacuerdos.
El empantamiento de los Estados Unidos en Irak y Afganistan y sus crecientes dificultades económicas (superdeudas pública y privada, déficits comerciales y financieros, etc.) demuestran sus debilidades estratégicas, la enfermedad del gigante incita a las fieras circundantes a pegarle mordiscos, robarle alguna presa o alejarse de su influencia.
La hegemonía aplastante de los años 1990 no es sustituida por otra forma de polarización dura (como fue la bipolaridad en la época de la Guerra Fría) sino por una situación muy original (no tiene paralelo en la era moderna) de despolarización que le abre el paso a una suerte de multipolaridad floja de futuro incierto. Mientras la superpotencia declina no emergen centros dominantes de reemplazo. Amplios espacios del sistema mundial aparecen así sumergidos en un capitalismo difuso, sin control imperialista fuerte (por parte de potencias declinantes o emergentes).
Además el marco de esta transformación no es una nueva prosperidad general del capitalismo sino su crisis prolongada que ahora tiende a agudizarse.
Impulsadas por esta realidad numerosas burguesías periféricas (especialmente en Latinoamérica) combinan interpenetraciones financieras y productivas extra norteamericanas con gestos de independencia frente el Imperio. Esto podría hacernos recordar al mundo de los años 1930 cuando la oligarquía argentina (y algunas otras de la región) mezclaba su tradicional anglofilia con acercamientos hacia Alemania o Estados Unidos y alentaba a muchos de sus políticos, militares e intelectuales al acercamiento con las "nuevas ideas" (el fascismo) en detrimento de las "viejas" (el liberalismo decimonónico). Pero el paralelo es en buena medida falso, este es otro planeta, en el plano ideológico no asistimos a tentativas de recambio de los paradigmas burgueses sino al desprestigio de los existentes sin renovaciones culturales (capitalistas) a la vista. Desde el punto de vista económico no declina un viejo Imperio (Inglaterra) acosado por otros más jóvenes, más bien constatamos el deterioro del gran barco estadounidense y el probable hundimiento por arrastre de sus aliados y rivales.
Independencias moderadas
Las pequeñas maniobras por cuenta propia del Mercosur (liderado por Brasil) deben ser inscriptas en este nuevo contexto, también el galimatías de Evo Morales que luego de su victoria electoral pudo exhibir el apoyo de Cuba y Venezuela, pero también de España y la Unión Europea, el visto bueno de Bush, la amistad de China e India y la decisión del FMI de perdonar la deuda boliviana.
La autonomización prudente respecto de los Estados Unidos por parte de algunos gobiernos progresistas suele combinarse con la aplicación de políticas económicas reaccionarias, de consolidación del subdesarrollo, Lula, Kirchner y Tabaré Vazquez son tres buenos ejemplos de eso. Evo Morales en Bolivia con su proyecto de "capitalismo andino-amazónico", más allá de sus desbordes verbales aparece objetivamente como un renovador de la Bolivia burguesa (atrapada por las redes empresarias multinacionales) ampliando el espectro de relaciones carnales con el capitalismo global, lo que seguramente, de lograr algunos éxitos en sus objetivos, implicará cambios importantes en las relaciones internas de poder.
Sin embargo las audacias "patrióticas" o "sociales" del progresismo son muy limitadas porque a diferencia de los años 1930 hoy el capitalismo como realidad mundial es básicamente un gran depredador financiero, su "cultura" no es la de la gran industria militarizada o de otro signo sino la de los negocios especulativos de corto plazo, los golpes de mano financieros, el saqueo veloz de países. Nada más lejos del capitalismo global del siglo XXI que los proyectos de reconversión productiva (recomposiciones semicoloniales, industrializaciones periféricas, etc.). Ello incluye a la degeneración gangsteril de las (lumpen)burguesías locales.
Algunos gobiernos progresistas suelen referirse a sus antepasados nacionalistas burgueses (Getulio Vargas en Brasil, Peron en Argentina)... nada que ver. Así como la prostitución no es una forma de liberación de la mujer, la diversificación de negocios a escala internacional tampoco es la independencia de la sociedad periférica. Cada nuevo amo-inversor aporta sus propias perversiones, la degradación deja de tener una única referencia externa para extenderse a un fluctuante abanico de aves de rapiña.
El neoliberalismo latinoamericano fue la expresión de una doble decadencia (pese a sus invocaciones al milenio de prosperidad de la economía de mercado); decadencia del capitalismo mundial que ingresaba de lleno en la era de la hipertrofia financiera, y del capitalismo regional que dejaba atrás sus últimas ilusiones productivistas (de industrialización acelerada, de modernización agraria, etc.) para ingresar en el parasitismo de la mano de Menem, Salinas de Gortari o Fujimori. Ahora el progresismo expresa una doble degradación mayor, en el plano internacional marcado por el delirio militarista del Imperio, su profundo deterioro institucional y económico, y el resquebrajamiento político y social de la Unión Europea (con bajas tasas de crecimiento), una megacrisis energética a la vista, etc. Y en el nivel regional la tentativa de gestión de la agonía neoliberal.
Realismo norteamericano
Pero esos modestos espacios de autonomía son también el resultado de la flexibilidad de la diplomacia norteamericana. Ironías de la historia, la era "demócrata" de Clinton coincidió en América Latina con gobiernos de "derecha" , la época ultraconservadora de Bush coincide con la extensión del progresismo. Es que los años 1990 fueron los de las grandes reformas privatistas, la recolonización se consumó en ese momento, ahora ya no queda casi nada por privatizar, estos no son tiempos de "reformas" neoliberales sino de preservación del sistema, de gobernabilidad, afectada por las consecuencias catastróficas de aquellos cambios (explosión de la indigencia, crisis de los servicios públicos desnacionalizados, desprestigio de los elencos políticos, del sistema judicial, en suma; de la institucionalidad burguesa). En la mayoría de los países las camarillas abiertamente neoliberales no están en condiciones de gobernar, su presencia en el poder provocó desde fines de la década pasada sublevaciones populares como en Bolivia, Ecuador o Argentina o el crecimiento de movimientos sociales amenazantes como en Brasil. La alternativa conservadora viable pasó a ser el progresismo.
Por otra parte el Imperio consagrado a una gigantesca operación de conquista y control militar en Asia Central y Medio Oriente no está en condiciones de abrir un segundo maga frente militar en América Latina, menos aún cuando en el espacio asiático está sufriendo serios reveses.
Ambos motivos han llevado a la diplomacia norteamericana a una estrategia de "retaguardia flexible" en América Latina contemporizadora con ciertos discursos altaneros y una que otra picardía sin consecuencias graves (por ahora), el realismo político ha prevalecido, los halcones de Washington tuvieron que auto controlar sus delirios fascistas.
Debilidades y equívocos convergentes
El progresismo no es el resultado del ascenso de nuevos sistemas de poder sino el producto de diversas debilidades y equívocos convergentes. En primer lugar aparecen las burguesías locales, transnacionalizadas, sin otro proyecto que la reproducción del parasitismo, sin partidos políticos conservadores medianamente estables y respetados (crisis de legitimidad). Luego las fuerzas armadas que no se han recompuesto de sus pasados dictatoriales, entrelazadas con redes mafiosas y diversos sistemas de corrupción y acotadas, en parte desestructuradas por la estrategia que los Estados Unidos aplicó en la región desde los años 1980 (logrando debilitar a los estados latinoamericanos). En tercer lugar el Imperio ha perdido fuerza global y en consecuencia ya no está en condiciones de imponer sus decisiones en un ciento por ciento. En cuarto término las otras potencias (Unión Europea, China, Japón) intervienen en la región con distinta grado de incidencia pero en ningún caso se perfilan como fuerzas imperialistas dominantes.
A todo lo anterior que podríamos denominar "debilidad de los de arriba" debemos asociar una dualidad compleja en "los de abajo". A lo largo de la década actual estallaron rebeliones, se extendió una multiplicidad de formas de protesta, de organizaciones sociales, que en algunos casos apuntaron más allá del neoliberalismo. En Bolivia por ejemplo a mediados del año pasado el pueblo insurgente exigía un "gobierno obrero y popular", en Argentina el reclamo popular entre fines de 2001 y comienzos de 2002 era "que se vayan todos" (jueces, políticos, transnacionales...), en Ecuador las movilizaciones sociales derribaron varios presidentes.
Sin embargo esas rebeldías no lograron destruir los sistemas de poder... las masas avanzan, golpean, desbordan, amenazan, acosan pero finalmente se repliegan o bien demuestran su incapacidad para superar la crisis. Es en ese punto donde las instituciones del sistema logran recomponerse y frenan el descontento, el poder burgués sobrevive, aunque para ello se ve obligado vestir una nueva indumentaria que adorna con vistosos apliques "izquierdistas" y símbolos extraídos del folclore popular, mientras arroja al basurero a unos cuantos políticos desprestigiados.
Uno de los instrumentos de esa renovación política es la incorporación al sistema de poder de cuadros y estructuras sociales de izquierda que abandonan según distintos ritmos viejos principios para ingresar en el universo de los "cambios posibles", es decir ínfimos, superficiales. El PT de Brasil o el Frente Amplio de Uruguay realizaron un largo camino de integración a las instituciones, cada paso hacia arriba, cada victoria electoral los iba comprometiendo más y más con la gobernabilidad del régimen (el proceso no constituyó ninguna novedad, repetía antiguas comedias reformistas). En Argentina se trató de una sucesión de cooptaciones de cuadros ablandados por la adversidad (o su "recuerdo" deformado) desde los 1980 con Alfonsin, incluso bajo Menem y por supuesto desde la llegada de Kirchner.
El panorama es completado por una suerte de equívoco que ayuda a la reproducción de la farsa. Cuba, una vieja revolución que resiste exitosamente al acoso imperial y Venezuela, una revolución nueva en plena búsqueda de caminos postcapitalistas, burlan en parte la tentativa de aislamiento regional al que los quiere someter la Casa Blanca, anudando acuerdos y abrazos amistosos con algunos de los gobiernos progresistas, aprovechando los espacios entreabiertos de autonomía. Esas maniobras están plagadas de desprolijidades, zancadillas, efectos positivos y pasos en falso. Los Estados Unidos no pueden oponerse de manera brutal a dicho juego porque corren el riesgo de acorralar más de lo conveniente a sus amigos progresistas y a veces se hacen los distraídos (no siempre), por su parte los gobiernos progresistas emplean a fondo las imágenes cubano-venezolanas en su empresa de captura y domesticación de la izquierda, aunque a veces cometen torpezas, por ejemplo ciertas maniobras (por encargo) de desestabilización de esos países (así fue el "caso Hilda Molina" donde el gobierno de Kirchner intentó crearle problemas interno-externos a Cuba seguramente en coordinación con el Departamento de Estado norteamericano).
La izquierda empantanada
El progresismo pudo desplegar su arte de la confusión con un alto grado de impunidad (hasta el presente) porque en numerosos casos manipuló o marginó a una izquierda culturalmente floja que no pudo superar formas ideológicas fracasadas, obsoletas, y comprender plenamente las transformaciones producidas en el último cuarto de siglo. Como no saldó teóricamente sus cuentas con el pasado permitió que los sistemas de poder pudieran aprovechar esa grieta para bloquear su desarrollo, recapturar desbordes populares, neutralizar o devorar a muchas de sus estructuras nuevas o viejas.
Ello plantea "temas" cuyo tratamiento excede los limites de esta nota pero que de todos modos es útil enunciar alentando de ese modo un debate estratégico ineludible. Primero, el bloqueo ideológico (1) que le impide a la izquierda convertirse en catalizadora de las rebeldía populares y promover el avance de prácticas autónomas (2) articuladas, impulsando el desborde revolucionario de los de abajo, acosando, desestructurando al Poder burgués apuntando a su destrucción. Prisionera de los paradigmas jacobinos victoriosos con la Revolución Rusa y luego sensiblemente deformados, no puede superar el anquilosamiento aparatista que le ha impedido conectar positivamente con la nueva pluralidad popular. Producto de la última modernización capitalista (y de su crisis) donde irrumpen miles de organizaciones, iniciativas, ensayos de ruptura, de reconstrucción cultural, de supervivencia, ejerciendo un alto nivel de desconfianza ante las estructuras jerárquicas, centralizadas de manera autoritaria.
El desafío es construir concretamente, sobre el terreno de las confrontaciones antisistema, izquierdas revolucionarias cuya meta no sea el control de la insurgencia (con la esperanza ilusoria de conducirla a la victoria) sino su impulso, su promoción democrática. Tal vez eso fue lo que faltó en Bolivia en las dos últimas sublevaciones (dejándole la vía libre al reformismo), también se notó dicha carencia en la Argentina de 2001-2002. probablemente no con vista a una revolución en el corto plazo sino para el inicio de un proceso de desestabilización prolongada y creciente del régimen. No se trata de una adaptación a los nuevos tiempos sino de una mutación cultural apoyada en la critica radical del autoritarismo.
En segundo lugar, la reinstalación superadora del proyecto revolucionario, diferenciándolo no solo de las ilusiones reformistas sino también de los gradualismos basistas que eluden el tema del Poder, es decir la confrontación integral con el sistema. No se trata de elaborar construcciones autistas sino respuestas revolucionarias a la crisis del capitalismo (incluyendo su reciente conformación neoliberal pero profundizando la revuelta más allá de la misma hasta llegar a las raíces del régimen). Esta no es época de reconfiguración positiva del mundo burgués (como lo fue la era keynesiana) sino de su decadencia, evidente en América Latina donde las estructuras sociales elitizadas y controladas por mecanismos de saqueo no permiten "mejoras" duraderas. Y mucho menos desarrollos integradores de capitalismos nacionales, populares, "serios", etc., desde el cuento kirchnerista del capitalismo nacional y popular o la exageración folclorica de Evo Morales y su capitalismo andino-amazónico. hasta el de la gestión astuta de lo existente apuntando a su modificación en el larguísimo plazo (Bachelet, Tabaré Vazquez, Lula).
En tercer lugar, el enfrentamiento, la ruptura total, sin conciliaciones de ningún tipo con el espectro progresista. Que debe dejar de ser considerado el mal menor o el amigo inconsecuente para ubicarlo en el campo de los enemigos del pueblo. Ello implica una compleja construcción teórica y práctica de la confrontación con el sistema de poder y su estructura institucional, el desarrollo de fuerzas populares extra institucionales.
Si la función histórica del progresismo es postergar, corromper, trabar el desborde del potencial insurgente de las bases populares, el rol de la izquierda revolucionaria debería forjarse en torno de la articulación de vastas operaciones de destrucción del orden establecido, de liberación de la energía social aprisionada por las estructuras burguesas, la palabra clave es Revolución.
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(1) utilizo el término "ideología" en el peor sentido de la palabra, es decir conciencia falsa, reduccionista, simplificadora de la realidad que se autoproclama comprensión total (sin contradicciones) de la misma.
(2) es decir "autopraxis", liberadora de los oprimidos y destructora del Poder opresor, tal como Marx empleaba el concepto.
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N°645
Caracas, 14 de septiembre de 2006.
VENEZUELA: BUSH APLICA "TERROR EN CAMPAÑA ELECTORAL"
Imponer su dominio sobre el continente americano es el objetivo estratégico que se trazó Estados Unidos desde que se erigió como país independiente. Prueba de ese propósito son la Doctrina Monroe de 1823 y el Destino Manifiesto proclamado en 1845. Esa intención fue advertida por el Libertador Simón Bolívar, quien previno a sus coetáneos y a las generaciones futuras al señalar que: "Cuando yo tiendo la vista sobre la América la encuentro rodeada de la fuerza marítima de Europa, de fortalezas fluctuantes de extranjeros y por consecuencia de enemigos. Después hallo a la cabeza de su gran continente una poderosísima nación muy rica, muy belicosa y capaz de todo"? (Carta a Santander, 23 de diciembre de 1822).
Hoy, a sus elites dirigentes esa aspiración no le es suficiente, ambicionan dominar al mundo entero. Ese objetivo político es el primer paso para conseguir dividendos económicos. Para lograrlo no reparan en qué métodos utilizan, cualquiera es bueno si produce los resultados esperados.
De allí que históricamente hayan recurrido a la VIOLENCIA y al MIEDO. Producir MIEDO: "Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario/ Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.", según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es el ARMA que usa el gobierno de los Estados Unidos para conseguir sus objetivos políticos y económicos. Cuando esta ARMA se utiliza para atemorizar a toda una población con objetivos políticos y en el caso de las elites capitalistas por objetivos económicos se transforma, en TERRORISMO.
En la actualidad esa poderosa y especializada ARMA es fabricada por EXPERTOS generosamente remunerados que trabajan en sofisticados LABORATORIOS creados y financiados por las grandes empresas trasnacionales, que sigue determinados pasos para conseguir su objetivo.
Noam Chomsky en su trabajo EL CONTROL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN anota: "Empecemos con la primera operación moderna de propaganda llevada a cabo por un gobierno. Ocurrió bajo el mandato de Woodrow Wilson. Este fue elegido presidente en 1916 como líder de la plataforma electoral Paz sin victoria, cuando se cruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial. La población era muy pacifista y no veía ninguna razón para involucrarse en una guerra europea; sin embargo, la administración Wilson había decidido que el país tomaría parte en el conflicto. Había por tanto que hacer algo para inducir en la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Y se creó una comisión de propaganda gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel, que, en seis meses, logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes, y salvar así al mundo. Se alcanzó un éxito extraordinario que conduciría a otro mayor todavía: precisamente en aquella época y después de la guerra se utilizaron las mismas técnicas para avivar lo que se conocía como miedo rojo. Ello permitió la destrucción de sindicatos y la eliminación de problemas tan peligrosos como la libertad de prensa o de pensamiento político. El poder financiero y empresarial y los medios de comunicación fomentaron y prestaron un gran apoyo a esta operación, de la que, a su vez, obtuvieron todo tipo de provechos." (Para acceder al texto completo, pulse aquí)
Efectivamente para que el MIEDO surja y se apodere de las personas es necesario primero crear un ENEMIGO que ocasionará DAÑO y traerá, por lo tanto, dolor, muerte, escasez de alimentos, etc. El DAÑO que puede provocar no se le ubica en un sitio determinado, se descontextualiza, puede estar en todas partes.
Para que la figura del ENEMIGO cumpla su función debe tener una imagen, puede ser una persona, grupo, religión o ideología. De allí que en un momento fue Hitler, Stalin, más tarde Saddam Hussein o Fidel Castro, por ejemplo, hoy es Chávez. Ayer lo fueron los alemanes, rusos, después los vascos de la ETA, ahora los palestinos y el Hezbolá. El Islam es la religión condenada por las elites occidentales, Chávez el presidente condenado. En relación con las ideologías han sido el fascismo, nazismo y el comunismo.
Sin embargo, en esta estrategia del TERROR no les basta con hacerle creer a las personas que saber que pueden sufrir un DAÑO, que un ENEMIGO los acecha, se requiere algo más, es indispensable materializar esa amenaza. Para ello se construyen acciones, hechos, cuyas causas y actores se elaboran para que parezcan reales y sean imputados al ENEMIGO de turno fabricado por sus laboratorios. Un ejemplo de esa producción de hechos la tuvimos aquí en Venezuela durante la etapa del sabotaje petrolero. Tres soldados y dos de sus acompañantes, que pertenecían al pequeño grupo de militares disidentes que se "atrincheró" en la Plaza Francia de Altamira, aparecieron muertos. Inmediatamente los medios de comunicación opositores al gobierno del Presidente Chávez, señalaron a éste como el responsable de esas muertes. Con el tiempo las investigaciones demostraron que habían sido los propios militares disidentes quienes habían ordenado los asesinatos.
Esas acciones arrojan víctimas. Estas pueden ser una o cien. Lo importante para quienes utilizan el MIEDO como arma es que ese temor al daño que afecta a un grupo pequeño se generalice al colectivo, hacer creer que esa amenaza en un futuro cercano, inevitablemente te va a afectar, porque el ENEMIGO tiene la intención de hacerlo, que ya lo ha hecho, entonces TODOS PODEMOS SER VÍCTIMAS.
El instrumento que se utiliza para crear, mantener y acrecentar el TEMOR son las empresas de difusión masiva. Una vez instalado el MIEDO se pasa a otra etapa, despertar la necesidad de que exista un SALVADOR, lo suficientemente poderoso y dispuesto a acabar con la fuente de tanto dolor e inseguridad, al cual es indispensable otorgarle todos los poderes. Para evitar el peligro de sufrir las consecuencias del DAÑO a "futuro" las personas atemorizadas justifican y ceden al "SALVADOR" creados por los laboratorios el derecho a usar la VIOLENCIA.
El arma del MIEDO en la campaña presidencial venezolana
Las empresas de difusión masiva pregonan que las candidaturas opositoras a la Revolución Bolivariana y al gobierno del Presidente Chávez, "suben como la espuma", sin embargo, la cruda realidad les demuestra a los dirigentes que no cuentan con apoyo popular, por lo que recurren al uso del arma del MIEDO para lograr sus objetivos políticos y económicos.
La continua campaña de desprestigio del Gobierno Bolivariano y del desconocimiento de su obra, con el inicio de la campaña electoral de la elección presidencial se ha intensificado, aplicando una desenfrenada campaña para generar MIEDO en las venezolanas y venezolanos.
La inseguridad es el tema que más explotan para producir angustia, incertidumbre, llegando a la utilización este 11 de septiembre en el Programa Matutino de Globovisión, Primera Página de encuestas de calle sobre el tema, formulando las siguientes "preguntas" ¿Tiene usted miedo de salir a la calle? ¿Cree usted que alomejor no regresa? A la vista salta que la pregunta induce a una determinada respuesta y a crear un clima de zozobra. En algunas ocasiones los moderadores formulan preguntas y comentarios, aludiendo casos como el asesinato de la médica cubana, el 2 de septiembre en Petare. (Ver ejemplos en Análisis N° 644 y en Caricatura de El Mundo al pulsar los vínculos)
Otro de los MIEDOS incentivados y para crear el clima de TERROR es el tema de la propiedad privada, con comentarios como los emitidos por el moderador del programa La Entrevista, el día 22 de agosto: "Chávez el día viernes estuvo de entrega de tierras, pero oído al tambor, hasta la Biblia nos habla del sagrado derecho a la propiedad porque es justamente la reivindicación del trabajo productivo para la gente, para usted y para nosotros. Bajo el esquema socialista, oído al tambor, la propiedad ya no es propiedad?" Para acercar las posibilidades de DAÑO, se formulan comentarios tan burdos que pueden agregar cosas como esta: Si usted tiene un apartamento con tres habitaciones, corre el riesgo y es lo más probable es que le quiten una.
En su campaña por generar TERROR, le dicen diariamente a los venezolanas y venezolanos: "TE VAN A QUITAR LA DEMOCRACIA" señalándoles que con el uso de las captahuellas te van a "DESPOJAR DEL SECRETO DEL VOTO", y a quien vote contra Chávez "perderá el trabajo, si lo tiene". Por la automatización de los procedimientos de votación señalan que el voto es "vulnerable" y será cambiado. (Para ver la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, pulse aquí)
La labor de los candidatos
En la aplicación del MIEDO y el TERROR para conseguir los objetivos políticos y económicos de Estados Uniudos, los candidatos a la presidencia forman parte del equipo que lo instrumentaliza, y cada uno cumple su parte. Ingenuo sería no ver que el lema utilizado por el candidato Manuel Rosales, ATREVETE es la continuación del usado por Teodoro Petffok: Venezuela sin miedo.
Esa invitación al desafío, no es más que parte del condicionamiento (primero al MIEDO y después, como los perros de Pavlov a "atreverse") al que se está sometiendo a la gente con el propósito de prepararla a una determinada reacción en hechos que ellos preparen. Algo similar a lo que hicieron en el golpe de Estado, cuando instigaron a los asistentes a marchar hacia Miraflores hasta llegar al lugar donde habían ubicado francotiradores que producirían los muertos que necesitaban para responsabilizar por éstos al Presidente Chávez.
Este método TERRORISTA preparado por las empresas transnacionales para seguir manteniendo el modelo capitalista y facilitar a las elites petroleras instaladas en el gobierno de Estados Unidos apoderarse del petróleo de Venezuela, que hoy permite financiar las misiones que tanto favorecen a los tradicionalmente excluidos es un atentado a la soberanía y el respeto que se merece nuestro pueblo. Sumarse a un debate político serio de los programas de gobierno de los diferentes candidatos para hacer realidad los objetivos planteados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es ser dignos hijos del Libertador Simón Bolívar, es ser verdaderamente demócratas.
Redacción ELUNIVERSAL.com.mx
El Universal
Ciudad de México
Jueves 14 de septiembre de 2006
Carta enviada por Cuauhtémoc Cárdenas a la escritora Elena Poniatovska.
Elena:
En la edición del diario La Jornada (página 8) del 10 de septiembre aparece una nota encabezada "Marcos y Cárdenas no apoyaron a AMLO por envidia", en la cual se te atribuye, entrecomillada, la siguiente expresión: "Si estos tres personajes [en el texto de la nota se agrega a Patricia Mercado] se hubieran sumado, si no se hubieran echado para atrás, no habría la menor duda del triunfo de López Obrador, pero no lo hicieron por envidia".
No me corresponde hablar de las razones de Patricia Mercado ni del subcomandante Marcos para haber adoptado las posiciones que adoptaron frente al proceso electoral reciente, pero puedo asegurarte que no fue la envidia lo que los motivó a actuar como lo hicieron, sino que, entre otras cosas, sólo ejercieron su derecho a pensar diferente.
En lo que a mí respecta, tu talento y trayectoria me obligan a darte una respuesta, obligadamente larga, de porqué no participé en la campaña de la coalición Por el Bien de Todos ni participo en la Convención Nacional Democrática, que empieza por decirte que la envidia no ha tenido lugar hasta ahora en mi conducta, ni pública ni privada, y que nunca me he echado para atrás frente a los compromisos que he asumido a lo largo de una ya larga vida.
Con Andrés Manuel he compartido por años propósitos y episodios importantes de la lucha por la democracia en nuestro país. Nunca exigimos incondicionalidad ni subordinación en nuestra relación. El trato en los muchos encuentros de los dos, puedo decirte, ha sido cordial y respetuoso.
Mis desacuerdos o desencuentros con él no son de carácter personal. Las diferencias que existen entre ambos son relativas a las formas de hacer y entender la política y sobre algunos aspectos programáticos, acentuadas, ciertamente, cuando se trata como hoy de los destinos del país y a partir de que se iniciara el proceso que debía conducir a la pasada elección del 2 de julio y respecto al cual ambos definimos con anticipación y públicamente nuestras posiciones frente al país y a la ciudadanía, él a través de sus "20 puntos", sus "50 puntos" y del libro Un proyecto alternativo de nación, yo mediante la publicación de Un México para todos, de autoría colectiva. Aun con esas diferencias, mi voto fue por todos los candidatos de la Coalición, como en su momento lo hice público.
Una de las discrepancias que resaltaría de esas publicaciones es con relación al juicio que hace, sin mencionar nombres, de la digna y firme defensa del principio de no intervención y de la paz que hizo Adolfo Aguilar Zinser como miembro del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Al respecto, Andrés Manuel escribió: "Después del triunfo de Vicente Fox, nuestra política exterior se ha conducido con desmesura. El resultado más notorio ha sido la afanosa intervención en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que en la práctica sólo vino a complicar aún más nuestra situación internacional", lo que me lleva necesariamente a preguntar si la política exterior de México debe plegarse incondicionalmente a la de Estados Unidos con el fin de no complicarse y olvidarse entonces de la defensa de los principios, de tomar decisiones soberanas en función de los intereses del país y de la dignidad misma de la nación, que gobierno y ciudadanos estamos obligados a respetar y a hacer valer.
Se dice también en ese proyecto: "Los sueños de ver a México como gran protagonista en el concierto de las naciones son sólo eso: espejismos protagónicos para alimentar ambiciones personales que nada tienen que ver con el país real", lo que me lleva a pensar que se quieren desconocer los logros de la política exterior mexicana como, entre otros, la aprobación por amplísima mayoría de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, el reconocimiento del derecho de los Estados a su mar patrimonial o la participación en el Grupo Contadora para lograr la pacificación de Centroamérica, que implicaron el despliegue de una gran actividad -y si se quiere llamar protagonismo- de la diplomacia mexicana.
Encuentro como una grave omisión de un candidato presidencial no tomar posiciones claras y públicas respecto a cuestiones importantes, tanto del momento como con consecuencias hacia adelante.
Puedo citarte los casos siguientes respecto a los cuales Andrés Manuel no se pronuncia todavía y que quienes consideramos prioritaria la lucha por el rescate y ejercicio pleno de la soberanía y por la cabal vigencia de un Estado de Derecho estimamos fundamentales: no ha habido una toma de posición en relación a los contratos de servicios múltiples de Petróleos Mexicanos; tampoco respecto a la ilegal prisión y la extradición hace unas cuantas semanas de seis ciudadanos vascos.
Sobre la iniciativa Sensenbrenner, que de llevarse a la práctica vulnerará los derechos de miles o millones de mexicanos en exilio forzado en Estados Unidos; la mayor y excesiva militarización de la frontera común del lado norteamericano, que constituye, sin lugar a dudas, un acto inamistoso hacia México; la iniciativa del Área de libre comercio de las Américas del presidente Bush y la propuesta alternativa de promover un acuerdo continental de desarrollo.
La iniciativa de ley de sociedades de convivencia, bloqueada en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en los primeros tiempos de su gestión; la falta de tacto y de oficio diplomático en las relaciones del gobierno mexicano con los gobiernos y Jefes de Estado de Cuba, Venezuela, Argentina y Bolivia.
Reconocerás que en el círculo de colaboradores cercanos de Andrés Manuel se encuentran algunos de los que instrumentaron el fraude electoral y la imposición en 1988 desde el gobierno, el Partido Revolucionario Institucional, la Cámara de Diputados y la Comisión Federal Electoral, que impuso la banda presidencial a Carlos Salinas el 1 de diciembre de 1988.
Además, el que instrumentó la privatización del Canal 13 de la televisión; el que ha declarado que el proyecto económico de Andrés Manuel es el mismo que el de Carlos Salinas; el que pretendió promover la reelección de éste. Pero a ninguno, que se sepa, ha pedido Andrés Manuel explicación sobre su cambio de piel política y ninguno la ha dado públicamente.
Este mismo grupo es el que ahora, con algunas adiciones, acompaña a Andrés Manuel en sus nuevos proyectos y el de quienes podría pensarse que formarían parte de su gobierno, que no sería por sus antecedentes y falta de deslindes, un gobierno identificado con los principios y las luchas del PRD y de manera más amplia con aquellos de la izquierda mexicana.
Sólo para argumentar sobre uno de los casos: de seguirse la política económica del salinato, se proseguiría con la enajenación del patrimonio estratégico de la nación y con el desmantelamiento de la planta productiva, se pondría en práctica una política entreguista en lo económico y de subordinación en lo político, se profundizaría el desastre productivo y social del campo mexicano, se mantendría acrecentado el flujo migratorio masivo hacia Estados Unidos y se haría cada vez más agudo el proceso de concentración de la riqueza en pocas manos.
Por otra parte, no se podrá decir que no manifesté oportuna y públicamente mi desacuerdo con la postulación por parte de la coalición Por el Bien de Todos, de la que el Partido de la Revolución Democrática fue el eje, de candidatos con posiciones públicas contrarias a los principios del PRD, que nunca se deslindaron de sus pasados políticos ni han explicado las razones de su traslado al PRD o cómo concilian un pasado antagónico con los principios del PRD al haber aceptado una candidatura de éste, que no los representa por sus trayectorias y posiciones políticas públicas.
Ahí están, como muestra, algunos que fueron candidatos y otros que ya son legisladores en funciones. En este caso, voces como la mía y las de muchos otros que sólo demandaban congruencia, fueron simplemente ignoradas.
En los últimos días de mayo hice público un documento a través del diario La Jornada denominado "Viendo hacia adelante: un camino democrático y progresista para México", en el cual planteaba algunas cuestiones que me parece fundamental que se lleven a la práctica en el próximo sexenio, que pudieran ser consideradas por los candidatos entonces en campaña.
No merecieron la mínima observación, ni en sentido negativo ni en positivo, por parte del candidato de la coalición y la misma actitud de ignorar críticas, discrepancias e incluso planteamientos coincidentes con su línea política recibieron muchos de aquellos que por largo tiempo han militado en el campo progresista.
Digo en ese documento -y te lo reitero ahora- que al no haberse dado relevancia a la presentación y discusión de propuestas y compromisos por parte de los candidatos a lo largo de los meses de campaña, se hace necesario insistir en pensar y discutir el país que queremos, por encima de todo y antes que nada, así como en cambiar radicalmente la forma de hacer política, subordinándola a un proyecto de país y no a la simple ambición de poder o a la toma coyuntural de decisiones.
Entre las cuestiones básicas que no se discutieron en el ir y venir de las campañas estuvo la continuidad de la reforma electoral, que después del 2 de julio y ante los serios cuestionamientos que se han venido haciendo a la calidad del proceso electoral se ve aún más urgente, ya que a pesar de los muchos cambios que ha sufrido la legislación correspondiente, continúa inconclusa.
La gente reclama reducir y transparentar los gastos de las campañas; reclama que se llame a las cosas por su nombre, empezando porque las supuestas precampañas se reconozcan como campañas en la ley y en los cómputos de gastos y tiempos electorales; reclama abrir la posibilidad de candidaturas ciudadanas que no tengan que pasar necesariamente por la aprobación y gestión de los partidos políticos.
Además, facilitar el registro de nuevos partidos políticos, sin que el registro represente acceso automático a la asignación de dineros públicos; restituir en la ley la figura de las candidaturas comunes; reunir en no más de dos momentos dentro de un sexenio, los procesos electorales federales, estatales y municipales; y establecer las dos vueltas en las elecciones, tanto presidenciales como legislativas.
En materia de reforma electoral, la medida más efectiva, aquella donde se encuentra la principal respuesta a las exigencias populares, la reforma más de fondo es hacer equitativos los tiempos en los que partidos y candidatos tengan acceso a los medios electrónicos de comunicación, así como acotar los periodos en los que pueda hacerse propaganda dirigida al público, prohibiéndose a partidos, candidatos y particulares comprar tiempos en los medios electrónicos -televisión y radio comerciales- y que éstos sean asignados por la autoridad electoral de manera equitativa.
Lo anterior para que no sea el gasto mayor o menor en la compra de tiempos lo que determine la mayor o menor presencia de las alternativas electorales que se ofrezcan a la ciudadanía al través de esos medios. Así se tendrían campañas equitativas y se lograría una reducción sustancial de los tiempos y las erogaciones públicas -y en su caso privadas- en las campañas electorales.
Por otro lado, y también en relación con la cuestión electoral, debe legislarse para prohibir que en la publicidad que se hacen las dependencias oficiales al través de los medios de información -televisión, radio, prensa escrita- aparezcan imágenes y nombres de funcionarios, que si bien pudieron haber participado en la promoción o ejecución de algún programa o proyecto público, no hicieron sino cumplir con su obligación y en su caso, con un mandato ciudadano, pues fue irritante y ofensivo en las precampañas, como creo te consta, ver cómo candidatos o precandidatos de los tres partidos de mayor presencia nacional, despilfarraron a lo largo del sexenio y hasta que dejaron sus cargos, dineros públicos para su personal promoción político-electoral.
Es necesario comprometerse con reformar la reciente y vergonzosamente aprobada Ley de Radio y Televisión, recuperando para el Ejecutivo la capacidad de normar la operación de los medios de información electrónicos con sentido de servicio público y de equidad, abriendo las posibilidades, a partir de los avances tecnológicos en la materia, de otorgar nuevas concesiones a instituciones de educación superior, gobiernos estatales y municipales, organizaciones culturales y comunitarias y sociedades comerciales sin vínculos con los medios ya en operación.
Es ya oportuno también convocar a la revisión, con sentido y procedimientos democráticos, de las bases y los términos de nuestro pacto federal.
De esa revisión habrá de surgir la nueva Constitución que contenga la estructura y competencias de la Federación, los estados, los municipios y de los tres poderes de la Unión, que considere los derechos ya ganados por los mexicanos, sus nuevos derechos y los procedimientos para que el ciudadano o las colectividades hagan exigible su ejercicio frente al Estado.
Una que esté concebida visualizando la presencia de nuestro país en el mundo globalizado, que establezca los cauces para el tránsito de una democracia representativa plena, aún por alcanzarse, a una democracia de amplia participación social, así como los mecanismos de consulta ciudadana, iniciativa popular y de revocación de los mandatos, entre otras cuestiones.
Lo que hasta aquí te he expuesto son algunas de las razones que a mi juicio determinaron el número de votos que obtuvo Andrés Manuel el 2 de julio. Por estas mismas razones no creo, contra lo que tú has declarado, que mi ausencia de los actos públicos de la campaña haya provocado una dramática disminución de las preferencias electorales a favor de la coalición. Seguir argumentando más sobre estas cuestiones, sería entrar a un terreno estéril de especulaciones.
Yendo a otros temas, me preocupa profundamente la intolerancia y satanización, la actitud dogmática que priva en el entorno de Andrés Manuel para quienes no aceptamos incondicionalmente sus propuestas y cuestionamos sus puntos de vista y sus decisiones, pues con ello se contradicen principios fundamentales de la democracia, como son el respeto a las opiniones de los demás y la disposición al diálogo.
Me preocupa, asimismo, que esas actitudes se estén dando dentro del PRD y en sus cuadros dirigentes, pues se inhibe el análisis y la discusión de ideas, propuestas y alternativas entre compañeros, más allá de que esa cerrazón se extiende también a lo que pueda llegar de afuera del partido; que la conducción política y las decisiones tomadas después del 2 de julio, como el bloqueo de Madero, Juárez y el Paseo de la Reforma -excluyo la ocupación de la plancha del Zócalo- se estén traduciendo en pérdidas y desgaste del movimiento democrático en lo general y del PRD en lo particular.
Me preocupan los cambios contradictorios de línea política: a un medio de información norteamericano Andrés Manuel le declaró no ser de izquierda, cuando había declarado serlo a lo largo de precampaña y campaña. Por otro lado, el 10 de agosto pasado se publicó en La Jornada una entrevista que hiciste a Andrés Manuel en la que preguntaste: "Si llegaras a la Presidencia, ¿tendrías que moderarte?".
A lo que respondió: "Si, la institución te lo exige, yo lo haría. Es más, durante la campaña y hasta ahora no he dicho cosas que pienso sobre mi país, porque me he autolimitado, porque mi rol es hasta ahora uno.Una vez que se resuelva este asunto [el conflicto poselectoral], ya veremos.
Pero muchas cosas me las guardé porque uno tiene que actuar de una manera cuando es candidato y, desde luego, actuar de otra manera cuando se es Presidente, y de otra manera como dirigente de resistencia social. Pero en cualquier circunstancia uno tiene que mantener sus principios. Es nada más un asunto de matices, de moderación".
¿Por qué entonces guardarse de fijar posiciones y hacer propuestas, cuando era precisamente en su calidad de candidato a la Presidencia cuando se tenían que hacer definiciones que atrajeran con lealtad y orientaran con rectitud el voto de la ciudadanía? ¿No es principio básico de un comportamiento leal y democrático actuar con transparencia y hablar con la verdad? ¿Cómo lo explicas tú?
En reciente documento suscrito por Andrés Manuel se plantea que la convención que él ha convocado para celebrarse el 16 de septiembre "decida si el órgano de gobierno y quien lo represente, se instale y tome posesión formalmente el 20 de noviembre o el primero de diciembre de 2006".
Aquí me surge la siguiente pregunta: si se considera que el gobierno actual ha quebrantado ya el orden constitucional ¿para qué esperar al 20 de noviembre o al 1 de diciembre, por qué no empezar por desconocer a la administración en funciones, como sucedió cuando el movimiento constitucionalista encabezado por el Primer Jefe Venustiano Carranza desconoció al gobierno usurpador de Huerta, a los poderes Legislativo y Judicial y a los gobiernos estatales que no acataran el Plan de Guadalupe?
No pienso que así deba procederse. Hacerlo sería un craso error, de altísimo costo para el PRD y para el movimiento democrático en su conjunto. Por el contrario, estoy de acuerdo con la sensatez y sabiduría de Luis Villoro, que en un artículo reciente dice que la discusión de un proyecto nuevo de nación requiere de tiempo para su debate y no puede aprobarse en un acto declaratorio en el Zócalo, al calor de un discurso, pues haría falta por lo menos la consulta y la anuencia de delegados de toda la República.
Es decir, agrego yo, de un amplio proceso de análisis y discusión, que en función de un proyecto de nación construido colectivamente en la pluralidad y mediante procedimientos democráticos, desemboque en la elaboración de una nueva norma constitucional.
Villoro expresa también que "muchos no podemos estar de acuerdo con nombrar un nuevo presidente en rebeldía. Esto rompería, aunque sólo fuera simbólicamente, el orden constitucional. Para sostener una amplia y permanente oposición lo que menos necesitamos son actos provocadores.
Lo que sí es necesario, pienso yo con muchos conciudadanos, es caminar hacia la paulatina realización de un nuevo proyecto de nación para el porvenir cercano? Un proyecto de oposición podría seguir ciertas ideas regulativas: una nueva ley electoral; una nueva legislación sobre los derechos de los pueblos indígenas; resistencia contra la privatización de los recursos naturales; lucha contra la corrupción; ampliación de la educación en todos sus niveles; lucha para disminuir radicalmente la desigualdades económicas y sociales. Una izquierda nueva podría aglutinarse, sin perder diferencias, en las líneas de un proyecto semejante".
Como ves, con esta larga carta lo que hago es defender el derecho a disentir, a pensar diferente, a pensar que cuando se ha impedido ha conducido a dictaduras, opresión, represión, sectarismos e intolerancia, que estoy cierto, ni tú ni yo queremos ver en nuestro país.
Muy atentamente
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
FIRMA
http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/new/2006/04/19/p1353
JORGE BEINSTEIN
El reinado del poder confuso
(América Latina en la trampa progresista)
Por Jorge Beinstein
para Prensa De Frente
Cartón lleno, la ola progresista está a punto de cubrir lo esencial de la geografía latinoamericana, si López Obrador llega a imponerse en Méjico, la vieja derecha neoliberal habrá quedado reducida a unos pocos remanentes de los años 1990. Sin embargo desde el punto de vista de los intereses económicos dominantes en la región muy poco ha cambiado, tampoco se han producido mejoras en el plano social, el proceso de concentración de ingresos y empobrecimiento masivo continua su marcha. Aunque se han producido mutaciones decisivas en las retóricas oficiales, ahora plagadas de alusiones humanistas y de críticas a las multinacionales o al FMI (que no se dan por aludidos y prosiguen su labor). ¿Que es en realidad el progresismo latinoamericano?, ¿que rasgos definen a un gobierno como tal?, ¿en que se diferencia de los regímenes anteriores?, ¿como puede ser que en Washington, donde gobierna la extrema derecha, no aparezca ni la menor señal de preocupación por estos cambios?.
Fronteras borrosas
Ensayar una tipificación del centroizquierda regional no es tarea sencilla, pululan señales híbridas, contradictorias, discursos opuestos a los hechos, promesas incumplidas. Sus fronteras son borrosas, en ciertos casos es difícil establecer si algunos de sus integrantes realmente pertenecen o no al espacio, su heterogeneidad ideológica y de origen político es desconcertante. Lula fue un dirigente obrero partidario del socialismo aunque apenas llegó al gobierno aclaró que no era un hombre de izquierda, Kirtchner fue en la década pasada un decidido gobernador de provincia neoliberal, amasó su primera fortuna durante la dictadura militar, pero ahora ha decidido borrar ese pasado, se proclama progresista y recuerda lejanos nebulosos antecedentes en la "izquierda peronista" (y aplica una política favorable a la hegemonía de las multinacionales). Bachelet es al mismo tiempo "heredera" del partido socialista de Salvador Allende y firme defensora del sistema económico forjado bajo la dictadura de Pinochet. Y tanto ella como Tabaré Vazquez (de vieja trayectoria en la izquierda y acompañado por funcionarios ex tupamaros) están entre los más fieles aliados de los Estados Unidos.
Algo que los marca a casi todos es su dedicación prioritaria a las manipulaciones mediáticas, el mundo ilusorio de los medios de comunicación es la "tierra firme" cuya dinámica sobredetermina buena parte de sus actos, toda esa venta y reventa de ilusiones cubre un pragmatismo próximo a la amoralidad absoluta. Su común denominador es un cierto izquierdismo "cultural" (moderado) combinado con políticas económicas conservadoras que preservan las reformas neoliberales de los años 1980-1990.
Aunque en materia de política internacional en algunos casos van más allá de los discursos y practican un juego que afloja los tradicionales lazos de sujeción al Imperio y anuda vínculos con otros sistemas de poder. En fin, la rápida decrepitud de las privatizaciones los lleva a veces a reasumir el control público de algún sector enajenado en ruinas, lo que les permite animar unos pocos shows nacionalistas (muy acotados).
Tanto juego confuso despista a quienes los evalúan siguiendo patrones de otras épocas, entre otras cosas, porque una de sus fuentes (mediáticas) de legitimación es la utilización inescrupulosa del pasado, en especial de la memoria (remodelada) de rebeldías populares extinguidas. Ejemplos: un alto funcionario uruguayo que hace varias décadas era un joven rebelde tupamaro se escuda en esos antecedentes para justificar algún acto de corrupción gubernamental o la aceptación "realista" del saqueo realizado por empresas multinacionales, Kirchner rinde una y otra vez homenaje a las víctimas de la dictadura mientras obedece fielmente la última exigencia del FMI y salda por anticipado la megadeuda argentina con ese organismo (al mismo tiempo le arroja alguna crítica), un funcionario del gobierno de Brasil recuerda su lejano combate contra el despotismo militar mientras Lula decide el remate 13 millones de hectáreas de tierras amazónicas o el envío de tropas a Haiti.
El nuevo contexto global
La observación de los recientes cambios en el contexto global nos puede ayudar a entender al progresismo latinoamericano. En poco menos de un lustro los Estados Unidos han perdido la imagen de superpotencia imbatible y ahora afloran alianzas, polos de distinto peso que toman distancia del Imperio y que a veces lo enfrentan, la fantasía del planeta norteamericanizado se va esfumando. Emerge China, que pese a su dependencia comercial del mercado norteamericano enfrenta a la estrategia estadounidense en numerosos países y temas decisivos del comercio global (suministro de materias primas, inversiones, etc.).
En el corazón de Asia se está conformando una alianza económico-política entre Rusia, China e Irán, contratos multimillonarios de venta de petróleo y gas, inversiones en infraestructura, venta de armas, programas de cooperación tecnológica, etc., van tejiendo una tupida red entre esos tres países, atrayendo a numerosos estados de la periferia y desplazando intereses occidentales. India juega cierto juego propio oscilando entre los Estados Unidos y las naciones emergentes de Asia, la Unión Europea mantiene su amistad histórica con el Imperio pero en una suerte de distanciamiento suave, muy prudente, manifestando a veces sus desacuerdos.
El empantamiento de los Estados Unidos en Irak y Afganistan y sus crecientes dificultades económicas (superdeudas pública y privada, déficits comerciales y financieros, etc.) demuestran sus debilidades estratégicas, la enfermedad del gigante incita a las fieras circundantes a pegarle mordiscos, robarle alguna presa o alejarse de su influencia.
La hegemonía aplastante de los años 1990 no es sustituida por otra forma de polarización dura (como fue la bipolaridad en la época de la Guerra Fría) sino por una situación muy original (no tiene paralelo en la era moderna) de despolarización que le abre el paso a una suerte de multipolaridad floja de futuro incierto. Mientras la superpotencia declina no emergen centros dominantes de reemplazo. Amplios espacios del sistema mundial aparecen así sumergidos en un capitalismo difuso, sin control imperialista fuerte (por parte de potencias declinantes o emergentes).
Además el marco de esta transformación no es una nueva prosperidad general del capitalismo sino su crisis prolongada que ahora tiende a agudizarse.
Impulsadas por esta realidad numerosas burguesías periféricas (especialmente en Latinoamérica) combinan interpenetraciones financieras y productivas extra norteamericanas con gestos de independencia frente el Imperio. Esto podría hacernos recordar al mundo de los años 1930 cuando la oligarquía argentina (y algunas otras de la región) mezclaba su tradicional anglofilia con acercamientos hacia Alemania o Estados Unidos y alentaba a muchos de sus políticos, militares e intelectuales al acercamiento con las "nuevas ideas" (el fascismo) en detrimento de las "viejas" (el liberalismo decimonónico). Pero el paralelo es en buena medida falso, este es otro planeta, en el plano ideológico no asistimos a tentativas de recambio de los paradigmas burgueses sino al desprestigio de los existentes sin renovaciones culturales (capitalistas) a la vista. Desde el punto de vista económico no declina un viejo Imperio (Inglaterra) acosado por otros más jóvenes, más bien constatamos el deterioro del gran barco estadounidense y el probable hundimiento por arrastre de sus aliados y rivales.
Independencias moderadas
Las pequeñas maniobras por cuenta propia del Mercosur (liderado por Brasil) deben ser inscriptas en este nuevo contexto, también el galimatías de Evo Morales que luego de su victoria electoral pudo exhibir el apoyo de Cuba y Venezuela, pero también de España y la Unión Europea, el visto bueno de Bush, la amistad de China e India y la decisión del FMI de perdonar la deuda boliviana.
La autonomización prudente respecto de los Estados Unidos por parte de algunos gobiernos progresistas suele combinarse con la aplicación de políticas económicas reaccionarias, de consolidación del subdesarrollo, Lula, Kirchner y Tabaré Vazquez son tres buenos ejemplos de eso. Evo Morales en Bolivia con su proyecto de "capitalismo andino-amazónico", más allá de sus desbordes verbales aparece objetivamente como un renovador de la Bolivia burguesa (atrapada por las redes empresarias multinacionales) ampliando el espectro de relaciones carnales con el capitalismo global, lo que seguramente, de lograr algunos éxitos en sus objetivos, implicará cambios importantes en las relaciones internas de poder.
Sin embargo las audacias "patrióticas" o "sociales" del progresismo son muy limitadas porque a diferencia de los años 1930 hoy el capitalismo como realidad mundial es básicamente un gran depredador financiero, su "cultura" no es la de la gran industria militarizada o de otro signo sino la de los negocios especulativos de corto plazo, los golpes de mano financieros, el saqueo veloz de países. Nada más lejos del capitalismo global del siglo XXI que los proyectos de reconversión productiva (recomposiciones semicoloniales, industrializaciones periféricas, etc.). Ello incluye a la degeneración gangsteril de las (lumpen)burguesías locales.
Algunos gobiernos progresistas suelen referirse a sus antepasados nacionalistas burgueses (Getulio Vargas en Brasil, Peron en Argentina)... nada que ver. Así como la prostitución no es una forma de liberación de la mujer, la diversificación de negocios a escala internacional tampoco es la independencia de la sociedad periférica. Cada nuevo amo-inversor aporta sus propias perversiones, la degradación deja de tener una única referencia externa para extenderse a un fluctuante abanico de aves de rapiña.
El neoliberalismo latinoamericano fue la expresión de una doble decadencia (pese a sus invocaciones al milenio de prosperidad de la economía de mercado); decadencia del capitalismo mundial que ingresaba de lleno en la era de la hipertrofia financiera, y del capitalismo regional que dejaba atrás sus últimas ilusiones productivistas (de industrialización acelerada, de modernización agraria, etc.) para ingresar en el parasitismo de la mano de Menem, Salinas de Gortari o Fujimori. Ahora el progresismo expresa una doble degradación mayor, en el plano internacional marcado por el delirio militarista del Imperio, su profundo deterioro institucional y económico, y el resquebrajamiento político y social de la Unión Europea (con bajas tasas de crecimiento), una megacrisis energética a la vista, etc. Y en el nivel regional la tentativa de gestión de la agonía neoliberal.
Realismo norteamericano
Pero esos modestos espacios de autonomía son también el resultado de la flexibilidad de la diplomacia norteamericana. Ironías de la historia, la era "demócrata" de Clinton coincidió en América Latina con gobiernos de "derecha" , la época ultraconservadora de Bush coincide con la extensión del progresismo. Es que los años 1990 fueron los de las grandes reformas privatistas, la recolonización se consumó en ese momento, ahora ya no queda casi nada por privatizar, estos no son tiempos de "reformas" neoliberales sino de preservación del sistema, de gobernabilidad, afectada por las consecuencias catastróficas de aquellos cambios (explosión de la indigencia, crisis de los servicios públicos desnacionalizados, desprestigio de los elencos políticos, del sistema judicial, en suma; de la institucionalidad burguesa). En la mayoría de los países las camarillas abiertamente neoliberales no están en condiciones de gobernar, su presencia en el poder provocó desde fines de la década pasada sublevaciones populares como en Bolivia, Ecuador o Argentina o el crecimiento de movimientos sociales amenazantes como en Brasil. La alternativa conservadora viable pasó a ser el progresismo.
Por otra parte el Imperio consagrado a una gigantesca operación de conquista y control militar en Asia Central y Medio Oriente no está en condiciones de abrir un segundo maga frente militar en América Latina, menos aún cuando en el espacio asiático está sufriendo serios reveses.
Ambos motivos han llevado a la diplomacia norteamericana a una estrategia de "retaguardia flexible" en América Latina contemporizadora con ciertos discursos altaneros y una que otra picardía sin consecuencias graves (por ahora), el realismo político ha prevalecido, los halcones de Washington tuvieron que auto controlar sus delirios fascistas.
Debilidades y equívocos convergentes
El progresismo no es el resultado del ascenso de nuevos sistemas de poder sino el producto de diversas debilidades y equívocos convergentes. En primer lugar aparecen las burguesías locales, transnacionalizadas, sin otro proyecto que la reproducción del parasitismo, sin partidos políticos conservadores medianamente estables y respetados (crisis de legitimidad). Luego las fuerzas armadas que no se han recompuesto de sus pasados dictatoriales, entrelazadas con redes mafiosas y diversos sistemas de corrupción y acotadas, en parte desestructuradas por la estrategia que los Estados Unidos aplicó en la región desde los años 1980 (logrando debilitar a los estados latinoamericanos). En tercer lugar el Imperio ha perdido fuerza global y en consecuencia ya no está en condiciones de imponer sus decisiones en un ciento por ciento. En cuarto término las otras potencias (Unión Europea, China, Japón) intervienen en la región con distinta grado de incidencia pero en ningún caso se perfilan como fuerzas imperialistas dominantes.
A todo lo anterior que podríamos denominar "debilidad de los de arriba" debemos asociar una dualidad compleja en "los de abajo". A lo largo de la década actual estallaron rebeliones, se extendió una multiplicidad de formas de protesta, de organizaciones sociales, que en algunos casos apuntaron más allá del neoliberalismo. En Bolivia por ejemplo a mediados del año pasado el pueblo insurgente exigía un "gobierno obrero y popular", en Argentina el reclamo popular entre fines de 2001 y comienzos de 2002 era "que se vayan todos" (jueces, políticos, transnacionales...), en Ecuador las movilizaciones sociales derribaron varios presidentes.
Sin embargo esas rebeldías no lograron destruir los sistemas de poder... las masas avanzan, golpean, desbordan, amenazan, acosan pero finalmente se repliegan o bien demuestran su incapacidad para superar la crisis. Es en ese punto donde las instituciones del sistema logran recomponerse y frenan el descontento, el poder burgués sobrevive, aunque para ello se ve obligado vestir una nueva indumentaria que adorna con vistosos apliques "izquierdistas" y símbolos extraídos del folclore popular, mientras arroja al basurero a unos cuantos políticos desprestigiados.
Uno de los instrumentos de esa renovación política es la incorporación al sistema de poder de cuadros y estructuras sociales de izquierda que abandonan según distintos ritmos viejos principios para ingresar en el universo de los "cambios posibles", es decir ínfimos, superficiales. El PT de Brasil o el Frente Amplio de Uruguay realizaron un largo camino de integración a las instituciones, cada paso hacia arriba, cada victoria electoral los iba comprometiendo más y más con la gobernabilidad del régimen (el proceso no constituyó ninguna novedad, repetía antiguas comedias reformistas). En Argentina se trató de una sucesión de cooptaciones de cuadros ablandados por la adversidad (o su "recuerdo" deformado) desde los 1980 con Alfonsin, incluso bajo Menem y por supuesto desde la llegada de Kirchner.
El panorama es completado por una suerte de equívoco que ayuda a la reproducción de la farsa. Cuba, una vieja revolución que resiste exitosamente al acoso imperial y Venezuela, una revolución nueva en plena búsqueda de caminos postcapitalistas, burlan en parte la tentativa de aislamiento regional al que los quiere someter la Casa Blanca, anudando acuerdos y abrazos amistosos con algunos de los gobiernos progresistas, aprovechando los espacios entreabiertos de autonomía. Esas maniobras están plagadas de desprolijidades, zancadillas, efectos positivos y pasos en falso. Los Estados Unidos no pueden oponerse de manera brutal a dicho juego porque corren el riesgo de acorralar más de lo conveniente a sus amigos progresistas y a veces se hacen los distraídos (no siempre), por su parte los gobiernos progresistas emplean a fondo las imágenes cubano-venezolanas en su empresa de captura y domesticación de la izquierda, aunque a veces cometen torpezas, por ejemplo ciertas maniobras (por encargo) de desestabilización de esos países (así fue el "caso Hilda Molina" donde el gobierno de Kirchner intentó crearle problemas interno-externos a Cuba seguramente en coordinación con el Departamento de Estado norteamericano).
La izquierda empantanada
El progresismo pudo desplegar su arte de la confusión con un alto grado de impunidad (hasta el presente) porque en numerosos casos manipuló o marginó a una izquierda culturalmente floja que no pudo superar formas ideológicas fracasadas, obsoletas, y comprender plenamente las transformaciones producidas en el último cuarto de siglo. Como no saldó teóricamente sus cuentas con el pasado permitió que los sistemas de poder pudieran aprovechar esa grieta para bloquear su desarrollo, recapturar desbordes populares, neutralizar o devorar a muchas de sus estructuras nuevas o viejas.
Ello plantea "temas" cuyo tratamiento excede los limites de esta nota pero que de todos modos es útil enunciar alentando de ese modo un debate estratégico ineludible. Primero, el bloqueo ideológico (1) que le impide a la izquierda convertirse en catalizadora de las rebeldía populares y promover el avance de prácticas autónomas (2) articuladas, impulsando el desborde revolucionario de los de abajo, acosando, desestructurando al Poder burgués apuntando a su destrucción. Prisionera de los paradigmas jacobinos victoriosos con la Revolución Rusa y luego sensiblemente deformados, no puede superar el anquilosamiento aparatista que le ha impedido conectar positivamente con la nueva pluralidad popular. Producto de la última modernización capitalista (y de su crisis) donde irrumpen miles de organizaciones, iniciativas, ensayos de ruptura, de reconstrucción cultural, de supervivencia, ejerciendo un alto nivel de desconfianza ante las estructuras jerárquicas, centralizadas de manera autoritaria.
El desafío es construir concretamente, sobre el terreno de las confrontaciones antisistema, izquierdas revolucionarias cuya meta no sea el control de la insurgencia (con la esperanza ilusoria de conducirla a la victoria) sino su impulso, su promoción democrática. Tal vez eso fue lo que faltó en Bolivia en las dos últimas sublevaciones (dejándole la vía libre al reformismo), también se notó dicha carencia en la Argentina de 2001-2002. probablemente no con vista a una revolución en el corto plazo sino para el inicio de un proceso de desestabilización prolongada y creciente del régimen. No se trata de una adaptación a los nuevos tiempos sino de una mutación cultural apoyada en la critica radical del autoritarismo.
En segundo lugar, la reinstalación superadora del proyecto revolucionario, diferenciándolo no solo de las ilusiones reformistas sino también de los gradualismos basistas que eluden el tema del Poder, es decir la confrontación integral con el sistema. No se trata de elaborar construcciones autistas sino respuestas revolucionarias a la crisis del capitalismo (incluyendo su reciente conformación neoliberal pero profundizando la revuelta más allá de la misma hasta llegar a las raíces del régimen). Esta no es época de reconfiguración positiva del mundo burgués (como lo fue la era keynesiana) sino de su decadencia, evidente en América Latina donde las estructuras sociales elitizadas y controladas por mecanismos de saqueo no permiten "mejoras" duraderas. Y mucho menos desarrollos integradores de capitalismos nacionales, populares, "serios", etc., desde el cuento kirchnerista del capitalismo nacional y popular o la exageración folclorica de Evo Morales y su capitalismo andino-amazónico. hasta el de la gestión astuta de lo existente apuntando a su modificación en el larguísimo plazo (Bachelet, Tabaré Vazquez, Lula).
En tercer lugar, el enfrentamiento, la ruptura total, sin conciliaciones de ningún tipo con el espectro progresista. Que debe dejar de ser considerado el mal menor o el amigo inconsecuente para ubicarlo en el campo de los enemigos del pueblo. Ello implica una compleja construcción teórica y práctica de la confrontación con el sistema de poder y su estructura institucional, el desarrollo de fuerzas populares extra institucionales.
Si la función histórica del progresismo es postergar, corromper, trabar el desborde del potencial insurgente de las bases populares, el rol de la izquierda revolucionaria debería forjarse en torno de la articulación de vastas operaciones de destrucción del orden establecido, de liberación de la energía social aprisionada por las estructuras burguesas, la palabra clave es Revolución.
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(1) utilizo el término "ideología" en el peor sentido de la palabra, es decir conciencia falsa, reduccionista, simplificadora de la realidad que se autoproclama comprensión total (sin contradicciones) de la misma.
(2) es decir "autopraxis", liberadora de los oprimidos y destructora del Poder opresor, tal como Marx empleaba el concepto.
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