ARTICULOS DE OPINIÓN
22-A Republicano: Jaque al capitalismo
x Mariano Pujadas - La Haine
Como es obvio, el edificio de la liberación no podemos empezar a construirlo por el tejado, sino por los cimientos. En este sentido, la manifestación del próximo 22 pretende colocar un nuevo ladrillo en la base, supone un paso más en el camino de pasar de la resistencia a la ofensiva.
Desde finales de la década de los 90 hasta principios del nuevo milenio, el movimiento anticapitalista (o antiglobalización) ha estado en una fase de armarse sobre las ruinas, de recomposición desesperada de una lucha pisoteada con saña por el capitalismo imperialista. Fueron años de contracumbres, de protestas contra la guerra, de salir a la calle a gritar que la historia no ha terminado.
Pero ahora nos encontramos con la sorpresa de que mucha gente ha dejado de movilizarse. El PSOE e IU ya no están en el frente del pancartismo radical, más bien están sentaditos en el parlamento, ejecutando la misma política que decían denunciar, disfrutando de la triunfante campaña electoral que llevaron a cabo a la cabeza de las manifestaciones contra la catástrofe del Prestige, contra la LOU, contra la guerra... En los días que corren, los ciudadanos ya no son convocados por la tele y los periódicos empresariales ya no nos recuerdan el calendario de movilizaciones. Ahora nos encontramos con la cruda realidad: las manifestaciones absorbidas por el cinismo electoralista no tenían base organizativa (autónoma) detrás, no existía tejido asociativo (independiente a las estructuras del poder) prácticamente de ningún tipo, era aire en su mayoría, un globo que se infló y luego se pinchó.
Pero algo sucede en los barrios, a los pies de los rascacielos, de las oficinas bancarias y de las instituciones estatales. En Madrid, numerosas organizaciones están tomando las riendas del futuro, empezando a pasar de la protesta a la propuesta. Y la propuesta no es luchar por una Tercera República Burguesa, como algunos piensan. La propuesta es plantear la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad, y caminar hacia ella.
¿Y por dónde empieza este largo camino? Empieza por lo más ineludible: denunciar que ni en el más remoto de los casos puede ser democrático un estado cuyo jefe ha sido educado y elegido por Franco como su sucesor. Un Rey y Jefe de Estado, Juan Carlos I, que forjó su carácter en las fuerzas armadas franquistas de tierra, mar y aire (según palabras textuales del dictador fascista, 1969). Un personaje cuyo papel principal es simbolizar la unidad del Reino de España, marco territorial de explotación y acumulación capitalista de la burguesía españolista dominante, impuesto por la fuerza a los pueblos que históricamente anhelan la autodeterminación.
El primer paso en este largo camino trata de plantear lo más básico: Señores procuradores... señores consejeros... no nos tomen el pelo, gracias.
La extensión de la desobediencia social
En una sociedad teledirigida y esclavizada ideológicamente hasta los más profundo de las conciencias, se hace cada vez más urgente comenzar a dar la batalla contra el monopolio del consenso social impuesto. ¿Cómo es posible que a la mayoría de la gente le de exactamente igual que tengamos un Jefe de Estado que no lo ha elegido nadie, cuya sucesión es biológica y que -para mayor choteo- ostenta un cargo medieval?
La soberbia de la burguesía española es tal, que nos están regalando un argumento que, usado como arma de movilización, puede resquebrajar la armonía neoliberal reinante. Ahí radica el valor de reivindicar la Tercera República: es un elemento de desobediencia. Pero la conciencia disidente no se construye exponiendo los argumentos en debates virtuales. Es hora de volver a exponer los argumentos a través de la movilización en la calle, de los carteles, los panfletos, las pintadas... Es hora de redecorar Madrid, de tomar por asalto el espacio público.
Por eso la reivindicación de la Tercera República es, esencialmente, una lucha táctica. Queremos destruir el capitalismo, pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos de la implicación masiva de los que sufren las consecuencias de este sistema enfermo, que nos echen una mano y que finalmente se conviertan -nos convirtamos todxs- en los protagonistas. Pero para que la sociedad se implique en la lucha, primero hay que sacudir las mentes absorbidas por la televisión, despertar la rabia de todos los mediáticamente hipnotizados e invitarles a que se autoorganicen. Porque la gente está más que cansada de ser víctima del ninguneo cotidiano, pero hay que demostrar que la desobediencia al orden impuesto no es una utopía. Hay personas y organizaciones que están construyendo un espacio de protesta en la calle, y la entrada es libre. La reivindicación de la Tercera República es, por tanto, un acto de agitación social.
Y si es un acto de agitación social... ¿Por qué Llamazares ha salido públicamente reivindicando la Tercera República? Una pregunta elemental que requiere una respuesta elemental: porque la socialdemocracia pretende convertir la Tercera República en un fin, no en un instrumento. Y si la lucha de masas se vuelve poco a poco realidad, no os quepa duda que será la propia burguesía la primera en instaurar la República (burguesa). Total, el Rey no deja de ser un símbolo a fin de cuentas (coloridas repúblicas tenemos también en Francia, Argentina o EEUU, por ejemplo), cuando no sirva se deshechará con un par de malabares políticos. "Ya está chicos y chicas, queríais la República y aquí la tenéis. Ya os podéis ir a casa", sería el argumento del poder.
Por eso denunciar la Monarquía de mercado en la lucha por la Tercera República es una cuestión táctica. Señalamos al Rey pero en realidad estamos apuntando al aparato de domesticación social. Si queremos avanzar en el camino de la transformación revolucionaria de la sociedad, debemos impulsar mecanismos de desobediencia ideológica. Y en esos espacios de disidencia construida, tenemos la oportunidad de afrontar el debate sobre qué sociedad queremos, qué democracia, que horizontalidad y qué participación. Tenemos la responsabilidad de mantener viva en todo momento la llama de la discusión política de fondo (la de la destrucción del estado burgués y, en última instancia, de toda autoridad), o en caso contrario la Tercera República se convertirá en una nueva "transición", un nuevo engaño, una nueva herramienta de desmovilización.
Si dejamos la iniciativa en manos del poder, qué menos podemos esperar. Si tomamos la lucha en nuestras manos y la sacamos a la calle con toda su complejidad y dureza, y si además empezamos desde ya a trabajar en la construcción de un movimiento popular autónomo e independiente de las estructuras del poder, entonces estaremos dejando abierta la puerta de la esperanza (la esperanza que otorga el tomar y hacer, no el pedir y esperar).
Por eso el 22 de abril (18.30h, Cibeles) nos tocar mover y declarar un "Jaque al Capitalismo". Porque estamos pasando del pataleo a sentar los cimientos de la liberación. Estamos en el inicio de una lucha ofensiva: acumular fuerzas a través de la extensión de la desobediencia.
www.la-plataforma.net
La pluma y el plumero
x Jose Mari Esparza Zabalegi
De un escritor de renombre, de un intelectual comprometido, y además vecino, se espera algo más que repetir el parte oficial. El es el maestro del verbo y la metáfora, el que debe mostrarnos el lado oculto de las cosas con la bella alquimia de las palabras. Y ante todo, evitar tratar a un humilde paisano como jamás trataría al Príncipe.
H ace unos años en ?El País? entrevistaban a un escritor vasco de renombre, en la plaza de su pueblo, Asteasu: ¿Cómo es posible que en un lugar tan apacible, pintado de bucólicos caseríos, sea un importante nido de terroristas?, vino a preguntar la entrevistadora. Y el escritor de renombre se puso a explicar el contexto, y cómo en la casa de enfrente, junto a la suya, tenían un hijo preso... Un terrorista, dice la entrevistadora. Bueno es un chico? ¡Pero es un terrorista!, insiste la periodista. Sí, es un terrorista, le concede finalmente el renombrado escritor, doblando la rodilla.
A partir de entonces le leí más entrevistas en periódicos españoles y siempre me quedó la misma sensación amarga. El renombrado escritor, el mago de la palabra, se dejaba llevar con suma facilidad por cualquier periodista pichimangas que le hacía decir lo que le interesaba. Porque para llamar terrorista a tu vecino, quizás compañero de la infancia, vale cualquier chusquero de cuartel y cualquier plumilla mediocre. De un escritor de renombre, de un intelectual comprometido, y además vecino, se espera algo más que repetir el parte oficial. El es el maestro del verbo y la metáfora, el que debe mostrarnos el lado oculto de las cosas con la bella alquimia de las palabras. Y ante todo, evitar tratar a un humilde paisano como jamás trataría al Príncipe.
Cuando más tarde vi al renombrado escritor hacer campaña pública por Izquierda Unida, lo entendí mejor y lo sentí más cercano ya que, además de tenerlo como referente en el mundo mágico de la literatura, también me podía acordar de él en el mundanal de la política, cuando su partido en Navarra votaba a favor del tren de alta velocidad, se separaba de la unidad de Euskal Herria, callaba ante descaradas violaciones de derechos humanos o corría tras cargos y granjerías. La pluma es lengua del alma, aseveró Cervantes, así que, conociendo las debilidades del alma, entendía mejor el plumero.
Todo esto me ha venido a las mientes tras leer el artículo ?Primavera Vasca? que el renombrado escritor ha publicado en ?The New York Times? con motivo de la tregua. Conociendo el percal no me extrañaron sus juicios políticos adobados de fina prosa, pero sí me ha sorprendido su endeblez como analista y su revolcón historicista: el síndrome de Pío Moa llegó hasta nosotros.
Para él, érase una vez «un grupo de universitarios que fundó ETA», y que tras «cuarenta años de violencia política a nuestras espaldas», la historia por fin ha terminado. Y colorín colorado, le faltó decir. Antes de ETA no hubo nada, con ETA violencia, ergo ETA es la Violencia. A lo sumo algún exceso del Estado, ya sabemos. El resto del artículo, palabras de celofán para envolver mixtificaciones.
El artículo ha tenido su continuación en ?El País? del pasado sábado, con lo cual, más que ante opiniones sueltas, parece que estamos ante una campaña: «Siempre hay una canción o una poesía en el origen de la violencia política, y así ha ocurrido también entre nosotros, en este País Vasco que ahora mismo, cuarenta años después de los primeros disparos, celebra la vuelta a la normalidad». La canción de la violencia a la que se refiere Atxaga no es el ?Cara al Sol?, claro está, sino el ?Txoria txori?; antes de Etxebarrieta (Echevarrieta escribe) aquí no había disparos, y tras el alto el fuego, Atxaga vive ya en un país «en normalidad». Atxaga sigue diciendo lo que otros quieren que diga, a costa de mofarse de su propio país.
A la vista está que hay una corriente de escritores y articulistas necesitados de recontar cuatro décadas de historia acorde con sus acomodos. ¿Cómo explicar si no, a la hora de los balances, tantos silencios ante el Príncipe y tantos anatemas al paisano rebelde? ?Poeta horiek?, les cantábamos en los años setenta, ¿recuerdan? Es penoso volver a replicar a un Atxaga que antes que ETA existió el franquismo; que la Transición fue un fraude diga lo que diga su Izquierda Unida; que esto era un país ocupado antes de nacer ETA; que los conflictos no comienzan porque cuatro se junten, sino porque hay entuertos que enmendar; que la violencia política no es, ni por asomo, ajena al Estado; que el que no distingue entre violencias no es intelectual, sino estúpido? ¿Habrá que empezar otra vez a contar todo esto? Sin duda, una y mil veces. Como ocurrió con lo de 1936, no podemos dejar que nos roben la memoria, ni los escribas españoles ni sus Píos Moa indígenas.
Y a los que aparentan caerse de un guindo, y a la hora de los recuentos preguntan si la lucha de cuarenta años de miles de vascos sirvió para algo, habrá que devolverles las preguntas: ¿Hubiera tenido su obra el eco que ha tenido sin la lucha de sus paisanos? ¿Habría recibido tanto reconocimiento si su postura política hubiera sido otra? ¿Les encargarían entonces artículos en ?The New York Times?? Contesten, y sigamos discutiendo.
Extraído de Gara (www.gara.net)
La inmigración y la clase dominante en EEUU
Alex Callinicos
Sin Permiso
El domingo pasado marcharon medio millón de personas en defensa de la inmigración en Dallas, Texas. Al día siguiente, lo hicieron unos cientos de miles más en más de 60 ciudades. Pocas semanas atrás, había marchado medio millón en Los Ángeles??Algo muy importante está ocurriendo en USA.
Las protestas fueron provocadas por una legislación que se debatía en el Congreso, concebida para controlar la inmigración ilegal en los EEUU ?que se estima de 500.000 personas al año?. La derecha republicana representada en la Cámara Legislativa, luego de haber enfrentado una difícil elección en noviembre, trata de usar el voto anti-inmigración para aumentar su caudal electoral. Pujan por lograr una ley que reforzaría los controles fronterizos e impondría fuertes multas a quienes emplearan a inmigrantes ilegales.
En cambio, los demócratas y los republicanos moderados en el Senado proponen una amnistía que permitiría a los ?ilegales? ?aproximadamente 12 millones? obtener los derechos de residencia y ciudadanía, tras pagar una multa y soportar una larga espera. En este momento, el congreso está paralizado.
En un sentido, el debate es irrelevante, a la vista de los poderosos lazos que unen a los vecinos estadouniudenses con los latinoamericanos en una economía política común. Me percaté de eso cuando asistí a una conferencia sobre globalización e imperio en la Ciudad de México, hace algunos meses.
El tema que preocupaba más a los participantes mexicanos era la migración.
Uno de ellos describió por qué, desde la firma del Tratado de libre Comercio con los Estados Unidos, se ha producido un enorme éxodo desde el México rural: los campesinos se han visto obligados a competir con el agrobusinness norteamericano.
Pueblos enteros que han visto destruidos sus medios de subsistencia, migran hacia el norte en busca de trabajo. No sorprende que los controles fronterizos norteamericanos se comban bajo el peso de la presión. El capitalismo norteamericano tiene una gran demanda de trabajo inmigrante.
En el Financial Times de la semana pasada, hay un texto muy interesante sobre Dalton, Georgia. La población de esta ciudad sureña pasó de 22.000 habitantes en 1999 a tener 28.000 en el 2000. En el mismo período de tiempo, ha cambiado la composición racial: de ser un 83 por ciento los blancos, a representar un 40 por ciento los hispanos.
Los inmigrantes llegaron para trabajar en las fábricas de alfombras de Dalton, que abastecen a un tercio del mercado global de alfombras. No es un dato aislado. Un trabajo presentado en la Conferencia de la Ciudad de México mostró el impacto de los trabajadores rurales mexicanos en el Valle Cruci, en la Carolina del Norte rural.
Dada la dependencia de la economía estadounidense respecto del trabajo inmigrante, no es sorprendente que sectores significativos de los grandes negocios quieran suavizar las leyes migratorias.
Pero sería demasiado simplista presentar la división dentro de la clase dominante de EEUU como una contraposición entre el interés del capital por derogar las leyes de inmigración y los fanáticos irracionales que desean leyes más duras ?si bien hay muchos de éstos últimos.
El domingo pasado, el New York Times citaba a un veterano ejecutivo de la empresa de alfombras Dalton, que coincidía en que ?no considerar prácticos los requisitos impuestos por la ley del Senado, particularmente los que exigirían a los inmigrantes de larga estancia pagar multas y aprender inglés.?
?Muchos empleadores también se oponen a la clásula que penalizaría a quienes contrataran a trabajadores ilegales, sabiéndolo o no. Algunos expresan su preocupación ante la posibilidad de que se concediera la ciudadanía a los inmigrantes que hubieran residido al menos cinco años en los EEUU, porque sería un modo de alentarlos a renunciar o a ser menos productivos.?
?Los ilegales son probablemente mejores trabajadores que los legales?, dijo Mike Gonya, un agricultor propietario de 2.800 acres de cultivo de trigo y vegetales cerca de Fremont, Ohio. ?Los legales conocen el sistema. Conocen los recursos legales. Los ilegales se dejan la piel.?
En otras palabras, los intereses del capital están mejor servidos mediante controles lo suficientemente débiles para permitir el ingreso de inmigrantes, pero lo suficientemente fuertes para que los inmigrantes ilegales sigan siendo vulnerables y, por eso mismo, fácilmente explotables. Divide y reinarás es el santo y seña del capitalismo.
Con esta perspectiva, el debate actual en Washington resulta peligroso, porque empuja hacia la acción política a los rotundos 40 millones de que se compone la población hispánica en EEUU. Luego de haber provocado el desastre en Irak, parecería que la derecha Republicana está ahora empeñada en ir a despertar al gigante dormido en su cueva.
Alex Callinicos es autor del Manifiesto anticapitalista, Barcelona, Crítica, 2003.
Traducción para www.sinpermiso.info : María Julia Bertomeu
Llamamiento en defensa de la libertad de expresión
Señores:
Exijo junto con miles de trabajadores de la ciencia y militantes revolucionarios del mundo entero que la Fundación Federico Engels tenga su espacio en la Feria del Libro de Madrid y que se garantice el derecho a ser escuchada una producción editorial cuyo valor y prestigio crece gracias al impulso, la participación vive, los debates y las contribuciones de sus lectores en todo el mundo. Que no gane el silencio.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
La Comisión de la Feria del Libro de Madrid pretende excluir a la Fundación Federico Engels
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión
Se trata de una monstruosidad. Ningún silencio impuesto ha logrado acallar la inteligencia ni la razón. Con este intento de impedir la participación de la Fundación Federico Engels en la Feria del Libro de Madrid 2006 se pretende excluir a una editorial que impulsa el desarrollo científico marxista para contribuir al entendimiento y la movilización mundial de los pueblos hacia un mundo mejor que es posible sólo con el socialismo. Prohibir esto tiene ribetes intolerables. La historia de las luchas humanas incluye una lista larga de estrategias y soluciones con que los pueblos han sabido amplificar sus voces y sus ideas. Que no se traicione esa herencia? que no gane el silencio.
La jerarquía de la obra editorial impulsada desde la Fundación Federico Engels atañe a mundos científicos muy diversos y con un arco de intereses teórico-metodológicos que van desde de la academia más avanzada hasta de la vida política más vigoroso. Incluso juntas por mil razones. Nadie tiene derecho a cancelar unilateralmente la posibilidad de que especialistas y estudiantes, militantes y público en general dispongan de una fuente de información, y acción, cuyo prestigio mundial no sólo proviene de sus contribuciones científicas sino, además, de su capacidad de acercarlas a lectores que antes nunca pudieron tener contacto con ellas.
Realmente es irritante saber que hay personas capaces de tomar decisiones tan en contra de la inteligencia, arbitrarias y provocadoras? peor aun cuando se trata de una Feria del Libro cuyo renombre internacional y responsabilidad lógica hace suponer solvencia intelectual y solidaridad con el acercamiento de buenos libros, a la mayor cantidad posible de lectores, con lo mejor que la ciencia produce a pesar de muchos pesares en estos tiempos.
Sin haber comprendido las raíces económicas del capitalismo, sin un diagnóstico profundo sobre sus implicaciones políticas y sociales, y sin poner a la censura como un enemigo central es imposible dar el menor paso para entender por qué se pretende privar a los pueblos de información científica marxista. Por qué se pretende silenciarla utilizando la censura. La censura, que no es otra cosa que la actualización cínica del fascismo. Muchas editoriales Españolas, y no sólo, reconocen las estrategias de la censura. Vengan de donde vengan. Saben qué tan amargo es el trago de las prohibiciones sin fin. Toda censura es una forma de guerra ideológica. La censura no sólo sirve para manipular conciencias privándolas de su libertad de información, también es resultado de una lucha, no pocas veces mafiosa, para apoderarse de los espacios de distribución y cercenar conciencias. Es decir la censura es también una forma de impedir el pensamiento.
La distribución de libros en el mundo entero sigue atrapada por monopolios impagables, impenetrables e intocables. Reina la censura de cierto cinismo comercial. Cada vez son más frecuentes los ataques, las prohibiciones, las excusas insustanciales. No podemos dejar de analizar y desenmascarar los estragos históricos de toda censura patente o latente. Esto es tan urgente como el desarrollo de obra editorial científica capaz de proveer a los pueblos con ideas y programas avanzados para la conquista de su liberación definitiva y permanente. La censura, directa o indirecta, expresa o solapada, impuesta o soterrada, ideológica o económica, expresa el parasitismo y descomposición fascista del capitalismo que, apoyado en policías de la conciencia, pretende custodiar la información, la realidad, las ideas? La censura plantea una guerra civil de los significados. La censura es un arma de la alienación.
Exijo junto con miles de trabajadores de la ciencia y militantes revolucionarios del mundo entero que la Fundación Federico Engels tenga su espacio en la Feria del Libro de Madrid y que se garantice el derecho a ser escuchada una producción editorial cuyo valor y prestigio crece gracias al impulso, la participación vive, los debates y las contribuciones de sus lectores en todo el mundo. Que no gane el silencio.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Doctor en Filosofía. Vicerrector de la Universidad Abierta de México y Director del Instituto de Investigaciones sobre la Imagen, de la misma universidad. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro del comité científico Internacional de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro de la Fundación Federico Engels.
RESOLUCIÓN
En defensa de la libertad de expresión
No a la exclusión de la Fundación Federico Engels de la Feria del Libro de Madrid 2006
Las ideas del socialismo deben tener cabida en la Feria
Los abajo firmantes, socios, amigos y colaboradores de la Fundación Federico Engels (FFE), queremos manifestar nuestra más enérgica protesta por la decisión de la Comisión de la Feria del Libro de Madrid de excluir a la Fundación Federico Engels de la edición de este año 2006.
Desde 1998, la FFE participa en este espacio cultural que es visitado por cientos de miles de personas todos los años. El carácter de las publicaciones de la FFE, centradas en la difusión de las ideas del socialismo y que desde hace diez años ha permitido recuperar clásicos marxistas agotados desde hacía más de veinte años, ha merecido la felicitación y el reconocimiento de miles de personas que han pasado por las diferentes ediciones de la Feria.
Durante años, las ideas del socialismo, las ideas progresistas que rechazaban el pensamiento único, han sido atacadas desde todos los ámbitos. La ausencia de ediciones actuales de estos textos por los grandes grupos editoriales ha supuesto, en la práctica, cercenar la libre circulación de ideas. Por eso, la iniciativa de la FFE tiene aún más importancia y es más meritoria si cabe, pues ha permitido poner a disposición de miles de lectores obras de gran valor científico, filosófico, político e histórico.
En los últimos cinco años la FFE ha realizado más de 500 actos públicos presentando sus ediciones en Universidades, locales sindicales, centros culturales y bibliotecas públicas de más de cuarenta ciudades del Estado español. Ha contado para ello con la colaboración de decenas de intelectuales de izquierdas, profesores universitarios y dirigentes sindicales de nuestro país que han colaborado desinteresadamente con esta labor de difusión cultural.
En la actualidad la FFE está presente en la Feria del Libro de Sevilla, de Málaga, de Guadalajara, además de Madrid. Ha participado periódicamente en la Semana Negra de Gijón, en el Día de Sant Jordi en Barcelona, Tarragona y Girona; en el día del libro de Vitoria; en la cincomarzada de Zaragoza y en centenares de eventos culturales del conjunto del país.
La FFE también ha estado presente en estos últimos dos años en la Feria Internacional del Libro de La Habana (Cuba), presentando sus ediciones en actos con un gran éxito de público. Ha participado también en eventos culturales de solidaridad con los pueblos que luchan por un mundo mejor, celebrados en Venezuela, México o Argentina así como en el Foro Social de Porto Alegre (Brasil).
La FFE realiza una amplia labor de difusión de sus publicaciones en América Latina, donde sus materiales son utilizados por departamentos docentes y centros de estudiantes de Universidades como la UNAM en México, la Cantuta en Perú, la Universidad Central de Quito en Ecuador, o la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Así mismo, la FFE ha realizado durante este año Jornadas Marxistas de Historia Contemporánea que han sido declaradas de utilidad educativa, en la Universidad del País Vasco (Facultad de filología, geografía e historia del campus de Vitoria) y la Universidad de Granada (Facultad de Letras); también ha organizado semanas culturales dedicadas al pensamiento socialista en la Universidad Autónoma de Madrid, en la Universidad Carlos III de Madrid, en la Universidad de Valencia y en la Universidad de Sevilla.
Por todos estos motivos consideramos que la participación de la Fundación Federico Engels en la Feria del Libro de Madrid cubre un espacio fundamental en la oferta cultural. Amputar este espacio, cercenar el derecho de miles de ciudadanos a poder acceder a este pensamiento crítico, es una medida que no solo perjudica la libertad de expresión sino que favorece la desaparición de la pluralidad en este tipo de espacios culturales.
Solicitamos encarecidamente a la Comisión de la Feria del Libro de Madrid que rectifique su decisión y mantenga la caseta de la Fundación Federico Engels, tal como ha venido sucediendo desde 1998. La cultura saldrá ganando con ello.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Doctor en Filosofía. Vicerrector de la Universidad Abierta de México y Director del Instituto de Investigaciones sobre la Imagen, de la misma universidad. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro del comité científico Internacional de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro de la Fundación Federico Engels
El reinado del poder confuso
América Latina en la trampa progresista
Por Jorge Beintein para Prensa De Frente
Cartón lleno, la ola progresista está a punto de cubrir lo esencial de la
geografía latinoamericana, si López Obrador llega a imponerse en Méjico, la
vieja derecha neoliberal habrá quedado reducida a unos pocos remanentes de
los años 1990. Sin embargo desde el punto de vista de los intereses
económicos dominantes en la región muy poco ha cambiado, tampoco se han
producido mejoras en el plano social, el proceso de concentración de
ingresos y empobrecimiento masivo continua su marcha. Aunque se han
producido mutaciones decisivas en las retóricas oficiales, ahora plagadas de
alusiones humanistas y de críticas a las multinacionales o al FMI (que no se
dan por aludidos y prosiguen su labor). ¿Que es en realidad el progresismo
latinoamericano?, ¿que rasgos definen a un gobierno como tal?, ¿en que se
diferencia de los regímenes anteriores?, ¿como puede ser que en Washington,
donde gobierna la extrema derecha, no aparezca ni la menor señal de
preocupación por estos cambios?.
Fronteras borrosas
Ensayar una tipificación del centroizquierda regional no es tarea sencilla,
pululan señales híbridas, contradictorias, discursos opuestos a los hechos,
promesas incumplidas. Sus fronteras son borrosas, en ciertos casos es
difícil establecer si algunos de sus integrantes realmente pertenecen o no
al espacio, su heterogeneidad ideológica y de origen político es
desconcertante. Lula fue un dirigente obrero partidario del socialismo
aunque apenas llegó al gobierno aclaró que no era un hombre de izquierda,
Kirtchner fue en la década pasada un decidido gobernador de provincia
neoliberal, amasó su primera fortuna durante la dictadura militar, pero
ahora ha decidido borrar ese pasado, se proclama progresista y recuerda
lejanos nebulosos antecedentes en la "izquierda peronista" (y aplica una
política favorable a la hegemonía de las multinacionales). Bachelet es al
mismo tiempo "heredera" del partido socialista de Salvador Allende y firme
defensora del sistema económico forjado bajo la dictadura de Pinochet. Y
tanto ella como Tabaré Vazquez (de vieja trayectoria en la izquierda y
acompañado por funcionarios ex tupamaros) están entre los más fieles aliados
de los Estados Unidos.
Algo que los marca a casi todos es su dedicación prioritaria a las
manipulaciones mediáticas, el mundo ilusorio de los medios de comunicación
es la "tierra firme" cuya dinámica sobredetermina buena parte de sus actos,
toda esa venta y reventa de ilusiones cubre un pragmatismo próximo a la
amoralidad absoluta. Su común denominador es un cierto izquierdismo
"cultural" (moderado) combinado con políticas económicas conservadoras que
preservan las reformas neoliberales de los años 1980-1990.
Aunque en materia de política internacional en algunos casos van más allá de
los discursos y practican un juego que afloja los tradicionales lazos de
sujeción al Imperio y anuda vínculos con otros sistemas de poder. En fin, la
rápida decrepitud de las privatizaciones los lleva a veces a reasumir el
control público de algún sector enajenado en ruinas, lo que les permite
animar unos pocos shows nacionalistas (muy acotados).
Tanto juego confuso despista a quienes los evalúan siguiendo patrones de
otras épocas, entre otras cosas, porque una de sus fuentes (mediáticas) de
legitimación es la utilización inescrupulosa del pasado, en especial de la
memoria (remodelada) de rebeldías populares extinguidas. Ejemplos: un alto
funcionario uruguayo que hace varias décadas era un joven rebelde tupamaro
se escuda en esos antecedentes para justificar algún acto de corrupción
gubernamental o la aceptación "realista" del saqueo realizado por empresas
multinacionales, Kirchner rinde una y otra vez homenaje a las víctimas de la
dictadura mientras obedece fielmente la última exigencia del FMI y salda por
anticipado la megadeuda argentina con ese organismo (al mismo tiempo le
arroja alguna crítica), un funcionario del gobierno de Brasil recuerda su
lejano combate contra el despotismo militar mientras Lula decide el remate
13 millones de hectáreas de tierras amazónicas o el envío de tropas a Haiti.
El nuevo contexto global
La observación de los recientes cambios en el contexto global nos puede
ayudar a entender al progresismo latinoamericano. En poco menos de un lustro
los Estados Unidos han perdido la imagen de superpotencia imbatible y ahora
afloran alianzas, polos de distinto peso que toman distancia del Imperio y
que a veces lo enfrentan, la fantasía del planeta norteamericanizado se va
esfumando. Emerge China, que pese a su dependencia comercial del mercado
norteamericano enfrenta a la estrategia estadounidense en numerosos países y
temas decisivos del comercio global (suministro de materias primas,
inversiones, etc.).
En el corazón de Asia se está conformando una alianza económico-política
entre Rusia, China e Irán, contratos multimillonarios de venta de petróleo y
gas, inversiones en infraestructura, venta de armas, programas de
cooperación tecnológica, etc., van tejiendo una tupida red entre esos tres
países, atrayendo a numerosos estados de la periferia y desplazando
intereses occidentales. India juega cierto juego propio oscilando entre los
Estados Unidos y las naciones emergentes de Asia, la Unión Europea mantiene
su amistad histórica con el Imperio pero en una suerte de distanciamiento
suave, muy prudente, manifestando a veces sus desacuerdos.
El empantamiento de los Estados Unidos en Irak y Afganistan y sus crecientes
dificultades económicas (superdeudas pública y privada, déficits comerciales
y financieros, etc.) demuestran sus debilidades estratégicas, la enfermedad
del gigante incita a las fieras circundantes a pegarle mordiscos, robarle
alguna presa o alejarse de su influencia.
La hegemonía aplastante de los años 1990 no es sustituida por otra forma de
polarización dura (como fue la bipolaridad en la época de la Guerra Fría)
sino por una situación muy original (no tiene paralelo en la era moderna) de
despolarización que le abre el paso a una suerte de multipolaridad floja de
futuro incierto. Mientras la superpotencia declina no emergen centros
dominantes de reemplazo. Amplios espacios del sistema mundial aparecen así
sumergidos en un capitalismo difuso, sin control imperialista fuerte (por
parte de potencias declinantes o emergentes).
Además el marco de esta transformación no es una nueva prosperidad general
del capitalismo sino su crisis prolongada que ahora tiende a agudizarse.
Impulsadas por esta realidad numerosas burguesías periféricas (especialmente
en Latinoamérica) combinan interpenetraciones financieras y productivas
extra norteamericanas con gestos de independencia frente el Imperio. Esto
podría hacernos recordar al mundo de los años 1930 cuando la oligarquía
argentina (y algunas otras de la región) mezclaba su tradicional anglofilia
con acercamientos hacia Alemania o Estados Unidos y alentaba a muchos de sus
políticos, militares e intelectuales al acercamiento con las "nuevas ideas"
(el fascismo) en detrimento de las "viejas" (el liberalismo decimonónico).
Pero el paralelo es en buena medida falso, este es otro planeta, en el plano
ideológico no asistimos a tentativas de recambio de los paradigmas burgueses
sino al desprestigio de los existentes sin renovaciones culturales
(capitalistas) a la vista. Desde el punto de vista económico no declina un
viejo Imperio (Inglaterra) acosado por otros más jóvenes, más bien
constatamos el deterioro del gran barco estadounidense y el probable
hundimiento por arrastre de sus aliados y rivales.
Independencias moderadas
Las pequeñas maniobras por cuenta propia del Mercosur (liderado por Brasil)
deben ser inscriptas en este nuevo contexto, también el galimatías de Evo
Morales que luego de su victoria electoral pudo exhibir el apoyo de Cuba y
Venezuela, pero también de España y la Unión Europea, el visto bueno de
Bush, la amistad de China e India y la decisión del FMI de perdonar la deuda
boliviana.
La autonomización prudente respecto de los Estados Unidos por parte de
algunos gobiernos progresistas suele combinarse con la aplicación de
políticas económicas reaccionarias, de consolidación del subdesarrollo,
Lula, Kirchner y Tabaré Vazquez son tres buenos ejemplos de eso. Evo Morales
en Bolivia con su proyecto de "capitalismo andino-amazónico", más allá de
sus desbordes verbales aparece objetivamente como un renovador de la Bolivia
burguesa (atrapada por las redes empresarias multinacionales) ampliando el
espectro de relaciones carnales con el capitalismo global, lo que
seguramente, de lograr algunos éxitos en sus objetivos, implicará cambios
importantes en las relaciones internas de poder.
Sin embargo las audacias "patrióticas" o "sociales" del progresismo son muy
limitadas porque a diferencia de los años 1930 hoy el capitalismo como
realidad mundial es básicamente un gran depredador financiero, su "cultura"
no es la de la gran industria militarizada o de otro signo sino la de los
negocios especulativos de corto plazo, los golpes de mano financieros, el
saqueo veloz de países. Nada más lejos del capitalismo global del siglo XXI
que los proyectos de reconversión productiva (recomposiciones
semicoloniales, industrializaciones periféricas, etc.). Ello incluye a la
degeneración gangsteril de las (lumpen)burguesías locales.
Algunos gobiernos progresistas suelen referirse a sus antepasados
nacionalistas burgueses (Getulio Vargas en Brasil, Peron en Argentina)...
nada que ver. Así como la prostitución no es una forma de liberación de la
mujer, la diversificación de negocios a escala internacional tampoco es la
independencia de la sociedad periférica. Cada nuevo amo-inversor aporta sus
propias perversiones, la degradación deja de tener una única referencia
externa para extenderse a un fluctuante abanico de aves de rapiña.
El neoliberalismo latinoamericano fue la expresión de una doble decadencia
(pese a sus invocaciones al milenio de prosperidad de la economía de
mercado); decadencia del capitalismo mundial que ingresaba de lleno en la
era de la hipertrofia financiera, y del capitalismo regional que dejaba
atrás sus últimas ilusiones productivistas (de industrialización acelerada,
de modernización agraria, etc.) para ingresar en el parasitismo de la mano
de Menem, Salinas de Gortari o Fujimori. Ahora el progresismo expresa una
doble degradación mayor, en el plano internacional marcado por el delirio
militarista del Imperio, su profundo deterioro institucional y económico, y
el resquebrajamiento político y social de la Unión Europea (con bajas tasas
de crecimiento), una megacrisis energética a la vista, etc. Y en el nivel
regional la tentativa de gestión de la agonía neoliberal.
Realismo norteamericano
Pero esos modestos espacios de autonomía son también el resultado de la
flexibilidad de la diplomacia norteamericana. Ironías de la historia, la era
"demócrata" de Clinton coincidió en América Latina con gobiernos de
"derecha" , la época ultraconservadora de Bush coincide con la extensión del
progresismo. Es que los años 1990 fueron los de las grandes reformas
privatistas, la recolonización se consumó en ese momento, ahora ya no queda
casi nada por privatizar, estos no son tiempos de "reformas" neoliberales
sino de preservación del sistema, de gobernabilidad, afectada por las
consecuencias catastróficas de aquellos cambios (explosión de la indigencia,
crisis de los servicios públicos desnacionalizados, desprestigio de los
elencos políticos, del sistema judicial, en suma; de la institucionalidad
burguesa). En la mayoría de los países las camarillas abiertamente
neoliberales no están en condiciones de gobernar, su presencia en el poder
provocó desde fines de la década pasada sublevaciones populares como en
Bolivia, Ecuador o Argentina o el crecimiento de movimientos sociales
amenazantes como en Brasil. La alternativa conservadora viable pasó a ser el
progresismo.
Por otra parte el Imperio consagrado a una gigantesca operación de conquista
y control militar en Asia Central y Medio Oriente no está en condiciones de
abrir un segundo maga frente militar en América Latina, menos aún cuando en
el espacio asiático está sufriendo serios reveses.
Ambos motivos han llevado a la diplomacia norteamericana a una estrategia de
"retaguardia flexible" en América Latina contemporizadora con ciertos
discursos altaneros y una que otra picardía sin consecuencias graves (por
ahora), el realismo político ha prevalecido, los halcones de Washington
tuvieron que auto controlar sus delirios fascistas.
Debilidades y equívocos convergentes
El progresismo no es el resultado del ascenso de nuevos sistemas de poder
sino el producto de diversas debilidades y equívocos convergentes. En primer
lugar aparecen las burguesías locales, transnacionalizadas, sin otro
proyecto que la reproducción del parasitismo, sin partidos políticos
conservadores medianamente estables y respetados (crisis de legitimidad).
Luego las fuerzas armadas que no se han recompuesto de sus pasados
dictatoriales, entrelazadas con redes mafiosas y diversos sistemas de
corrupción y acotadas, en parte desestructuradas por la estrategia que los
Estados Unidos aplicó en la región desde los años 1980 (logrando debilitar a
los estados latinoamericanos). En tercer lugar el Imperio ha perdido fuerza
global y en consecuencia ya no está en condiciones de imponer sus decisiones
en un ciento por ciento. En cuarto término las otras potencias (Unión
Europea, China, Japón) intervienen en la región con distinta grado de
incidencia pero en ningún caso se perfilan como fuerzas imperialistas
dominantes.
A todo lo anterior que podríamos denominar "debilidad de los de arriba"
debemos asociar una dualidad compleja en "los de abajo". A lo largo de la
década actual estallaron rebeliones, se extendió una multiplicidad de formas
de protesta, de organizaciones sociales, que en algunos casos apuntaron más
allá del neoliberalismo. En Bolivia por ejemplo a mediados del año pasado el
pueblo insurgente exigía un "gobierno obrero y popular", en Argentina el
reclamo popular entre fines de 2001 y comienzos de 2002 era "que se vayan
todos" (jueces, políticos, transnacionales...), en Ecuador las
movilizaciones sociales derribaron varios presidentes.
Sin embargo esas rebeldías no lograron destruir los sistemas de poder... las
masas avanzan, golpean, desbordan, amenazan, acosan pero finalmente se
repliegan o bien demuestran su incapacidad para superar la crisis. Es en ese
punto donde las instituciones del sistema logran recomponerse y frenan el
descontento, el poder burgués sobrevive, aunque para ello se ve obligado
vestir una nueva indumentaria que adorna con vistosos apliques
"izquierdistas" y símbolos extraídos del folclore popular, mientras arroja
al basurero a unos cuantos políticos desprestigiados.
Uno de los instrumentos de esa renovación política es la incorporación al
sistema de poder de cuadros y estructuras sociales de izquierda que
abandonan según distintos ritmos viejos principios para ingresar en el
universo de los "cambios posibles", es decir ínfimos, superficiales. El PT
de Brasil o el Frente Amplio de Uruguay realizaron un largo camino de
integración a las instituciones, cada paso hacia arriba, cada victoria
electoral los iba comprometiendo más y más con la gobernabilidad del régimen
(el proceso no constituyó ninguna novedad, repetía antiguas comedias
reformistas). En Argentina se trató de una sucesión de cooptaciones de
cuadros ablandados por la adversidad (o su "recuerdo" deformado) desde los
1980 con Alfonsin, incluso bajo Menem y por supuesto desde la llegada de
Kirchner.
El panorama es completado por una suerte de equívoco que ayuda a la
reproducción de la farsa. Cuba, una vieja revolución que resiste
exitosamente al acoso imperial y Venezuela, una revolución nueva en plena
búsqueda de caminos postcapitalistas, burlan en parte la tentativa de
aislamiento regional al que los quiere someter la Casa Blanca, anudando
acuerdos y abrazos amistosos con algunos de los gobiernos progresistas,
aprovechando los espacios entreabiertos de autonomía. Esas maniobras están
plagadas de desprolijidades, zancadillas, efectos positivos y pasos en
falso. Los Estados Unidos no pueden oponerse de manera brutal a dicho juego
porque corren el riesgo de acorralar más de lo conveniente a sus amigos
progresistas y a veces se hacen los distraídos (no siempre), por su parte
los gobiernos progresistas emplean a fondo las imágenes cubano-venezolanas
en su empresa de captura y domesticación de la izquierda, aunque a veces
cometen torpezas, por ejemplo ciertas maniobras (por encargo) de
desestabilización de esos países (así fue el "caso Hilda Molina" donde el
gobierno de Kirchner intentó crearle problemas interno-externos a Cuba
seguramente en coordinación con el Departamento de Estado norteamericano).
La izquierda empantanada
El progresismo pudo desplegar su arte de la confusión con un alto grado de
impunidad (hasta el presente) porque en numerosos casos manipuló o marginó a
una izquierda culturalmente floja que no pudo superar formas ideológicas
fracasadas, obsoletas, y comprender plenamente las transformaciones
producidas en el último cuarto de siglo. Como no saldó teóricamente sus
cuentas con el pasado permitió que los sistemas de poder pudieran aprovechar
esa grieta para bloquear su desarrollo, recapturar desbordes populares,
neutralizar o devorar a muchas de sus estructuras nuevas o viejas.
Ello plantea "temas" cuyo tratamiento excede los limites de esta nota pero
que de todos modos es útil enunciar alentando de ese modo un debate
estratégico ineludible. Primero, el bloqueo ideológico (1) que le impide a
la izquierda convertirse en catalizadora de las rebeldía populares y
promover el avance de prácticas autónomas (2) articuladas, impulsando el
desborde revolucionario de los de abajo, acosando, desestructurando al Poder
burgués apuntando a su destrucción. Prisionera de los paradigmas jacobinos
victoriosos con la Revolución Rusa y luego sensiblemente deformados, no
puede superar el anquilosamiento aparatista que le ha impedido conectar
positivamente con la nueva pluralidad popular. Producto de la última
modernización capitalista (y de su crisis) donde irrumpen miles de
organizaciones, iniciativas, ensayos de ruptura, de reconstrucción cultural,
de supervivencia, ejerciendo un alto nivel de desconfianza ante las
estructuras jerárquicas, centralizadas de manera autoritaria.
El desafío es construir concretamente, sobre el terreno de las
confrontaciones antisistema, izquierdas revolucionarias cuya meta no sea el
control de la insurgencia (con la esperanza ilusoria de conducirla a la
victoria) sino su impulso, su promoción democrática. Tal vez eso fue lo que
faltó en Bolivia en las dos últimas sublevaciones (dejándole la vía libre al
reformismo), también se notó dicha carencia en la Argentina de 2001-2002.
probablemente no con vista a una revolución en el corto plazo sino para el
inicio de un proceso de desestabilización prolongada y creciente del
régimen. No se trata de una adaptación a los nuevos tiempos sino de una
mutación cultural apoyada en la critica radical del autoritarismo.
En segundo lugar, la reinstalación superadora del proyecto revolucionario,
diferenciándolo no solo de las ilusiones reformistas sino también de los
gradualismos basistas que eluden el tema del Poder, es decir la
confrontación integral con el sistema. No se trata de elaborar
construcciones autistas sino respuestas revolucionarias a la crisis del
capitalismo (incluyendo su reciente conformación neoliberal pero
profundizando la revuelta más allá de la misma hasta llegar a las raíces del
régimen). Esta no es época de reconfiguración positiva del mundo burgués
(como lo fue la era keynesiana) sino de su decadencia, evidente en América
Latina donde las estructuras sociales elitizadas y controladas por
mecanismos de saqueo no permiten "mejoras" duraderas. Y mucho menos
desarrollos integradores de capitalismos nacionales, populares, "serios",
etc., desde el cuento kirchnerista del capitalismo nacional y popular o la
exageración folclorica de Evo Morales y su capitalismo andino-amazónico.
hasta el de la gestión astuta de lo existente apuntando a su modificación en
el larguísimo plazo (Bachelet, Tabaré Vazquez, Lula).
En tercer lugar, el enfrentamiento, la ruptura total, sin conciliaciones de
ningún tipo con el espectro progresista. Que debe dejar de ser considerado
el mal menor o el amigo inconsecuente para ubicarlo en el campo de los
enemigos del pueblo. Ello implica una compleja construcción teórica y
práctica de la confrontación con el sistema de poder y su estructura
institucional, el desarrollo de fuerzas populares extra institucionales.
Si la función histórica del progresismo es postergar, corromper, trabar el
desborde del potencial insurgente de las bases populares, el rol de la
izquierda revolucionaria debería forjarse en torno de la articulación de
vastas operaciones de destrucción del orden establecido, de liberación de la
energía social aprisionada por las estructuras burguesas, la palabra clave
es Revolución.
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(1) utilizo el término "ideología" en el peor sentido de la palabra, es
decir conciencia falsa, reduccionista, simplificadora de la realidad que se
autoproclama comprensión total (sin contradicciones) de la misma.
(2) es decir "autopraxis", liberadora de los oprimidos y destructora del
Poder opresor, tal como Marx empleaba el concepto
x Mariano Pujadas - La Haine
Como es obvio, el edificio de la liberación no podemos empezar a construirlo por el tejado, sino por los cimientos. En este sentido, la manifestación del próximo 22 pretende colocar un nuevo ladrillo en la base, supone un paso más en el camino de pasar de la resistencia a la ofensiva.
Desde finales de la década de los 90 hasta principios del nuevo milenio, el movimiento anticapitalista (o antiglobalización) ha estado en una fase de armarse sobre las ruinas, de recomposición desesperada de una lucha pisoteada con saña por el capitalismo imperialista. Fueron años de contracumbres, de protestas contra la guerra, de salir a la calle a gritar que la historia no ha terminado.
Pero ahora nos encontramos con la sorpresa de que mucha gente ha dejado de movilizarse. El PSOE e IU ya no están en el frente del pancartismo radical, más bien están sentaditos en el parlamento, ejecutando la misma política que decían denunciar, disfrutando de la triunfante campaña electoral que llevaron a cabo a la cabeza de las manifestaciones contra la catástrofe del Prestige, contra la LOU, contra la guerra... En los días que corren, los ciudadanos ya no son convocados por la tele y los periódicos empresariales ya no nos recuerdan el calendario de movilizaciones. Ahora nos encontramos con la cruda realidad: las manifestaciones absorbidas por el cinismo electoralista no tenían base organizativa (autónoma) detrás, no existía tejido asociativo (independiente a las estructuras del poder) prácticamente de ningún tipo, era aire en su mayoría, un globo que se infló y luego se pinchó.
Pero algo sucede en los barrios, a los pies de los rascacielos, de las oficinas bancarias y de las instituciones estatales. En Madrid, numerosas organizaciones están tomando las riendas del futuro, empezando a pasar de la protesta a la propuesta. Y la propuesta no es luchar por una Tercera República Burguesa, como algunos piensan. La propuesta es plantear la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad, y caminar hacia ella.
¿Y por dónde empieza este largo camino? Empieza por lo más ineludible: denunciar que ni en el más remoto de los casos puede ser democrático un estado cuyo jefe ha sido educado y elegido por Franco como su sucesor. Un Rey y Jefe de Estado, Juan Carlos I, que forjó su carácter en las fuerzas armadas franquistas de tierra, mar y aire (según palabras textuales del dictador fascista, 1969). Un personaje cuyo papel principal es simbolizar la unidad del Reino de España, marco territorial de explotación y acumulación capitalista de la burguesía españolista dominante, impuesto por la fuerza a los pueblos que históricamente anhelan la autodeterminación.
El primer paso en este largo camino trata de plantear lo más básico: Señores procuradores... señores consejeros... no nos tomen el pelo, gracias.
La extensión de la desobediencia social
En una sociedad teledirigida y esclavizada ideológicamente hasta los más profundo de las conciencias, se hace cada vez más urgente comenzar a dar la batalla contra el monopolio del consenso social impuesto. ¿Cómo es posible que a la mayoría de la gente le de exactamente igual que tengamos un Jefe de Estado que no lo ha elegido nadie, cuya sucesión es biológica y que -para mayor choteo- ostenta un cargo medieval?
La soberbia de la burguesía española es tal, que nos están regalando un argumento que, usado como arma de movilización, puede resquebrajar la armonía neoliberal reinante. Ahí radica el valor de reivindicar la Tercera República: es un elemento de desobediencia. Pero la conciencia disidente no se construye exponiendo los argumentos en debates virtuales. Es hora de volver a exponer los argumentos a través de la movilización en la calle, de los carteles, los panfletos, las pintadas... Es hora de redecorar Madrid, de tomar por asalto el espacio público.
Por eso la reivindicación de la Tercera República es, esencialmente, una lucha táctica. Queremos destruir el capitalismo, pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos de la implicación masiva de los que sufren las consecuencias de este sistema enfermo, que nos echen una mano y que finalmente se conviertan -nos convirtamos todxs- en los protagonistas. Pero para que la sociedad se implique en la lucha, primero hay que sacudir las mentes absorbidas por la televisión, despertar la rabia de todos los mediáticamente hipnotizados e invitarles a que se autoorganicen. Porque la gente está más que cansada de ser víctima del ninguneo cotidiano, pero hay que demostrar que la desobediencia al orden impuesto no es una utopía. Hay personas y organizaciones que están construyendo un espacio de protesta en la calle, y la entrada es libre. La reivindicación de la Tercera República es, por tanto, un acto de agitación social.
Y si es un acto de agitación social... ¿Por qué Llamazares ha salido públicamente reivindicando la Tercera República? Una pregunta elemental que requiere una respuesta elemental: porque la socialdemocracia pretende convertir la Tercera República en un fin, no en un instrumento. Y si la lucha de masas se vuelve poco a poco realidad, no os quepa duda que será la propia burguesía la primera en instaurar la República (burguesa). Total, el Rey no deja de ser un símbolo a fin de cuentas (coloridas repúblicas tenemos también en Francia, Argentina o EEUU, por ejemplo), cuando no sirva se deshechará con un par de malabares políticos. "Ya está chicos y chicas, queríais la República y aquí la tenéis. Ya os podéis ir a casa", sería el argumento del poder.
Por eso denunciar la Monarquía de mercado en la lucha por la Tercera República es una cuestión táctica. Señalamos al Rey pero en realidad estamos apuntando al aparato de domesticación social. Si queremos avanzar en el camino de la transformación revolucionaria de la sociedad, debemos impulsar mecanismos de desobediencia ideológica. Y en esos espacios de disidencia construida, tenemos la oportunidad de afrontar el debate sobre qué sociedad queremos, qué democracia, que horizontalidad y qué participación. Tenemos la responsabilidad de mantener viva en todo momento la llama de la discusión política de fondo (la de la destrucción del estado burgués y, en última instancia, de toda autoridad), o en caso contrario la Tercera República se convertirá en una nueva "transición", un nuevo engaño, una nueva herramienta de desmovilización.
Si dejamos la iniciativa en manos del poder, qué menos podemos esperar. Si tomamos la lucha en nuestras manos y la sacamos a la calle con toda su complejidad y dureza, y si además empezamos desde ya a trabajar en la construcción de un movimiento popular autónomo e independiente de las estructuras del poder, entonces estaremos dejando abierta la puerta de la esperanza (la esperanza que otorga el tomar y hacer, no el pedir y esperar).
Por eso el 22 de abril (18.30h, Cibeles) nos tocar mover y declarar un "Jaque al Capitalismo". Porque estamos pasando del pataleo a sentar los cimientos de la liberación. Estamos en el inicio de una lucha ofensiva: acumular fuerzas a través de la extensión de la desobediencia.
www.la-plataforma.net
La pluma y el plumero
x Jose Mari Esparza Zabalegi
De un escritor de renombre, de un intelectual comprometido, y además vecino, se espera algo más que repetir el parte oficial. El es el maestro del verbo y la metáfora, el que debe mostrarnos el lado oculto de las cosas con la bella alquimia de las palabras. Y ante todo, evitar tratar a un humilde paisano como jamás trataría al Príncipe.
H ace unos años en ?El País? entrevistaban a un escritor vasco de renombre, en la plaza de su pueblo, Asteasu: ¿Cómo es posible que en un lugar tan apacible, pintado de bucólicos caseríos, sea un importante nido de terroristas?, vino a preguntar la entrevistadora. Y el escritor de renombre se puso a explicar el contexto, y cómo en la casa de enfrente, junto a la suya, tenían un hijo preso... Un terrorista, dice la entrevistadora. Bueno es un chico? ¡Pero es un terrorista!, insiste la periodista. Sí, es un terrorista, le concede finalmente el renombrado escritor, doblando la rodilla.
A partir de entonces le leí más entrevistas en periódicos españoles y siempre me quedó la misma sensación amarga. El renombrado escritor, el mago de la palabra, se dejaba llevar con suma facilidad por cualquier periodista pichimangas que le hacía decir lo que le interesaba. Porque para llamar terrorista a tu vecino, quizás compañero de la infancia, vale cualquier chusquero de cuartel y cualquier plumilla mediocre. De un escritor de renombre, de un intelectual comprometido, y además vecino, se espera algo más que repetir el parte oficial. El es el maestro del verbo y la metáfora, el que debe mostrarnos el lado oculto de las cosas con la bella alquimia de las palabras. Y ante todo, evitar tratar a un humilde paisano como jamás trataría al Príncipe.
Cuando más tarde vi al renombrado escritor hacer campaña pública por Izquierda Unida, lo entendí mejor y lo sentí más cercano ya que, además de tenerlo como referente en el mundo mágico de la literatura, también me podía acordar de él en el mundanal de la política, cuando su partido en Navarra votaba a favor del tren de alta velocidad, se separaba de la unidad de Euskal Herria, callaba ante descaradas violaciones de derechos humanos o corría tras cargos y granjerías. La pluma es lengua del alma, aseveró Cervantes, así que, conociendo las debilidades del alma, entendía mejor el plumero.
Todo esto me ha venido a las mientes tras leer el artículo ?Primavera Vasca? que el renombrado escritor ha publicado en ?The New York Times? con motivo de la tregua. Conociendo el percal no me extrañaron sus juicios políticos adobados de fina prosa, pero sí me ha sorprendido su endeblez como analista y su revolcón historicista: el síndrome de Pío Moa llegó hasta nosotros.
Para él, érase una vez «un grupo de universitarios que fundó ETA», y que tras «cuarenta años de violencia política a nuestras espaldas», la historia por fin ha terminado. Y colorín colorado, le faltó decir. Antes de ETA no hubo nada, con ETA violencia, ergo ETA es la Violencia. A lo sumo algún exceso del Estado, ya sabemos. El resto del artículo, palabras de celofán para envolver mixtificaciones.
El artículo ha tenido su continuación en ?El País? del pasado sábado, con lo cual, más que ante opiniones sueltas, parece que estamos ante una campaña: «Siempre hay una canción o una poesía en el origen de la violencia política, y así ha ocurrido también entre nosotros, en este País Vasco que ahora mismo, cuarenta años después de los primeros disparos, celebra la vuelta a la normalidad». La canción de la violencia a la que se refiere Atxaga no es el ?Cara al Sol?, claro está, sino el ?Txoria txori?; antes de Etxebarrieta (Echevarrieta escribe) aquí no había disparos, y tras el alto el fuego, Atxaga vive ya en un país «en normalidad». Atxaga sigue diciendo lo que otros quieren que diga, a costa de mofarse de su propio país.
A la vista está que hay una corriente de escritores y articulistas necesitados de recontar cuatro décadas de historia acorde con sus acomodos. ¿Cómo explicar si no, a la hora de los balances, tantos silencios ante el Príncipe y tantos anatemas al paisano rebelde? ?Poeta horiek?, les cantábamos en los años setenta, ¿recuerdan? Es penoso volver a replicar a un Atxaga que antes que ETA existió el franquismo; que la Transición fue un fraude diga lo que diga su Izquierda Unida; que esto era un país ocupado antes de nacer ETA; que los conflictos no comienzan porque cuatro se junten, sino porque hay entuertos que enmendar; que la violencia política no es, ni por asomo, ajena al Estado; que el que no distingue entre violencias no es intelectual, sino estúpido? ¿Habrá que empezar otra vez a contar todo esto? Sin duda, una y mil veces. Como ocurrió con lo de 1936, no podemos dejar que nos roben la memoria, ni los escribas españoles ni sus Píos Moa indígenas.
Y a los que aparentan caerse de un guindo, y a la hora de los recuentos preguntan si la lucha de cuarenta años de miles de vascos sirvió para algo, habrá que devolverles las preguntas: ¿Hubiera tenido su obra el eco que ha tenido sin la lucha de sus paisanos? ¿Habría recibido tanto reconocimiento si su postura política hubiera sido otra? ¿Les encargarían entonces artículos en ?The New York Times?? Contesten, y sigamos discutiendo.
Extraído de Gara (www.gara.net)
La inmigración y la clase dominante en EEUU
Alex Callinicos
Sin Permiso
El domingo pasado marcharon medio millón de personas en defensa de la inmigración en Dallas, Texas. Al día siguiente, lo hicieron unos cientos de miles más en más de 60 ciudades. Pocas semanas atrás, había marchado medio millón en Los Ángeles??Algo muy importante está ocurriendo en USA.
Las protestas fueron provocadas por una legislación que se debatía en el Congreso, concebida para controlar la inmigración ilegal en los EEUU ?que se estima de 500.000 personas al año?. La derecha republicana representada en la Cámara Legislativa, luego de haber enfrentado una difícil elección en noviembre, trata de usar el voto anti-inmigración para aumentar su caudal electoral. Pujan por lograr una ley que reforzaría los controles fronterizos e impondría fuertes multas a quienes emplearan a inmigrantes ilegales.
En cambio, los demócratas y los republicanos moderados en el Senado proponen una amnistía que permitiría a los ?ilegales? ?aproximadamente 12 millones? obtener los derechos de residencia y ciudadanía, tras pagar una multa y soportar una larga espera. En este momento, el congreso está paralizado.
En un sentido, el debate es irrelevante, a la vista de los poderosos lazos que unen a los vecinos estadouniudenses con los latinoamericanos en una economía política común. Me percaté de eso cuando asistí a una conferencia sobre globalización e imperio en la Ciudad de México, hace algunos meses.
El tema que preocupaba más a los participantes mexicanos era la migración.
Uno de ellos describió por qué, desde la firma del Tratado de libre Comercio con los Estados Unidos, se ha producido un enorme éxodo desde el México rural: los campesinos se han visto obligados a competir con el agrobusinness norteamericano.
Pueblos enteros que han visto destruidos sus medios de subsistencia, migran hacia el norte en busca de trabajo. No sorprende que los controles fronterizos norteamericanos se comban bajo el peso de la presión. El capitalismo norteamericano tiene una gran demanda de trabajo inmigrante.
En el Financial Times de la semana pasada, hay un texto muy interesante sobre Dalton, Georgia. La población de esta ciudad sureña pasó de 22.000 habitantes en 1999 a tener 28.000 en el 2000. En el mismo período de tiempo, ha cambiado la composición racial: de ser un 83 por ciento los blancos, a representar un 40 por ciento los hispanos.
Los inmigrantes llegaron para trabajar en las fábricas de alfombras de Dalton, que abastecen a un tercio del mercado global de alfombras. No es un dato aislado. Un trabajo presentado en la Conferencia de la Ciudad de México mostró el impacto de los trabajadores rurales mexicanos en el Valle Cruci, en la Carolina del Norte rural.
Dada la dependencia de la economía estadounidense respecto del trabajo inmigrante, no es sorprendente que sectores significativos de los grandes negocios quieran suavizar las leyes migratorias.
Pero sería demasiado simplista presentar la división dentro de la clase dominante de EEUU como una contraposición entre el interés del capital por derogar las leyes de inmigración y los fanáticos irracionales que desean leyes más duras ?si bien hay muchos de éstos últimos.
El domingo pasado, el New York Times citaba a un veterano ejecutivo de la empresa de alfombras Dalton, que coincidía en que ?no considerar prácticos los requisitos impuestos por la ley del Senado, particularmente los que exigirían a los inmigrantes de larga estancia pagar multas y aprender inglés.?
?Muchos empleadores también se oponen a la clásula que penalizaría a quienes contrataran a trabajadores ilegales, sabiéndolo o no. Algunos expresan su preocupación ante la posibilidad de que se concediera la ciudadanía a los inmigrantes que hubieran residido al menos cinco años en los EEUU, porque sería un modo de alentarlos a renunciar o a ser menos productivos.?
?Los ilegales son probablemente mejores trabajadores que los legales?, dijo Mike Gonya, un agricultor propietario de 2.800 acres de cultivo de trigo y vegetales cerca de Fremont, Ohio. ?Los legales conocen el sistema. Conocen los recursos legales. Los ilegales se dejan la piel.?
En otras palabras, los intereses del capital están mejor servidos mediante controles lo suficientemente débiles para permitir el ingreso de inmigrantes, pero lo suficientemente fuertes para que los inmigrantes ilegales sigan siendo vulnerables y, por eso mismo, fácilmente explotables. Divide y reinarás es el santo y seña del capitalismo.
Con esta perspectiva, el debate actual en Washington resulta peligroso, porque empuja hacia la acción política a los rotundos 40 millones de que se compone la población hispánica en EEUU. Luego de haber provocado el desastre en Irak, parecería que la derecha Republicana está ahora empeñada en ir a despertar al gigante dormido en su cueva.
Alex Callinicos es autor del Manifiesto anticapitalista, Barcelona, Crítica, 2003.
Traducción para www.sinpermiso.info : María Julia Bertomeu
Llamamiento en defensa de la libertad de expresión
Señores:
Exijo junto con miles de trabajadores de la ciencia y militantes revolucionarios del mundo entero que la Fundación Federico Engels tenga su espacio en la Feria del Libro de Madrid y que se garantice el derecho a ser escuchada una producción editorial cuyo valor y prestigio crece gracias al impulso, la participación vive, los debates y las contribuciones de sus lectores en todo el mundo. Que no gane el silencio.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
La Comisión de la Feria del Libro de Madrid pretende excluir a la Fundación Federico Engels
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión
Se trata de una monstruosidad. Ningún silencio impuesto ha logrado acallar la inteligencia ni la razón. Con este intento de impedir la participación de la Fundación Federico Engels en la Feria del Libro de Madrid 2006 se pretende excluir a una editorial que impulsa el desarrollo científico marxista para contribuir al entendimiento y la movilización mundial de los pueblos hacia un mundo mejor que es posible sólo con el socialismo. Prohibir esto tiene ribetes intolerables. La historia de las luchas humanas incluye una lista larga de estrategias y soluciones con que los pueblos han sabido amplificar sus voces y sus ideas. Que no se traicione esa herencia? que no gane el silencio.
La jerarquía de la obra editorial impulsada desde la Fundación Federico Engels atañe a mundos científicos muy diversos y con un arco de intereses teórico-metodológicos que van desde de la academia más avanzada hasta de la vida política más vigoroso. Incluso juntas por mil razones. Nadie tiene derecho a cancelar unilateralmente la posibilidad de que especialistas y estudiantes, militantes y público en general dispongan de una fuente de información, y acción, cuyo prestigio mundial no sólo proviene de sus contribuciones científicas sino, además, de su capacidad de acercarlas a lectores que antes nunca pudieron tener contacto con ellas.
Realmente es irritante saber que hay personas capaces de tomar decisiones tan en contra de la inteligencia, arbitrarias y provocadoras? peor aun cuando se trata de una Feria del Libro cuyo renombre internacional y responsabilidad lógica hace suponer solvencia intelectual y solidaridad con el acercamiento de buenos libros, a la mayor cantidad posible de lectores, con lo mejor que la ciencia produce a pesar de muchos pesares en estos tiempos.
Sin haber comprendido las raíces económicas del capitalismo, sin un diagnóstico profundo sobre sus implicaciones políticas y sociales, y sin poner a la censura como un enemigo central es imposible dar el menor paso para entender por qué se pretende privar a los pueblos de información científica marxista. Por qué se pretende silenciarla utilizando la censura. La censura, que no es otra cosa que la actualización cínica del fascismo. Muchas editoriales Españolas, y no sólo, reconocen las estrategias de la censura. Vengan de donde vengan. Saben qué tan amargo es el trago de las prohibiciones sin fin. Toda censura es una forma de guerra ideológica. La censura no sólo sirve para manipular conciencias privándolas de su libertad de información, también es resultado de una lucha, no pocas veces mafiosa, para apoderarse de los espacios de distribución y cercenar conciencias. Es decir la censura es también una forma de impedir el pensamiento.
La distribución de libros en el mundo entero sigue atrapada por monopolios impagables, impenetrables e intocables. Reina la censura de cierto cinismo comercial. Cada vez son más frecuentes los ataques, las prohibiciones, las excusas insustanciales. No podemos dejar de analizar y desenmascarar los estragos históricos de toda censura patente o latente. Esto es tan urgente como el desarrollo de obra editorial científica capaz de proveer a los pueblos con ideas y programas avanzados para la conquista de su liberación definitiva y permanente. La censura, directa o indirecta, expresa o solapada, impuesta o soterrada, ideológica o económica, expresa el parasitismo y descomposición fascista del capitalismo que, apoyado en policías de la conciencia, pretende custodiar la información, la realidad, las ideas? La censura plantea una guerra civil de los significados. La censura es un arma de la alienación.
Exijo junto con miles de trabajadores de la ciencia y militantes revolucionarios del mundo entero que la Fundación Federico Engels tenga su espacio en la Feria del Libro de Madrid y que se garantice el derecho a ser escuchada una producción editorial cuyo valor y prestigio crece gracias al impulso, la participación vive, los debates y las contribuciones de sus lectores en todo el mundo. Que no gane el silencio.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Doctor en Filosofía. Vicerrector de la Universidad Abierta de México y Director del Instituto de Investigaciones sobre la Imagen, de la misma universidad. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro del comité científico Internacional de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro de la Fundación Federico Engels.
RESOLUCIÓN
En defensa de la libertad de expresión
No a la exclusión de la Fundación Federico Engels de la Feria del Libro de Madrid 2006
Las ideas del socialismo deben tener cabida en la Feria
Los abajo firmantes, socios, amigos y colaboradores de la Fundación Federico Engels (FFE), queremos manifestar nuestra más enérgica protesta por la decisión de la Comisión de la Feria del Libro de Madrid de excluir a la Fundación Federico Engels de la edición de este año 2006.
Desde 1998, la FFE participa en este espacio cultural que es visitado por cientos de miles de personas todos los años. El carácter de las publicaciones de la FFE, centradas en la difusión de las ideas del socialismo y que desde hace diez años ha permitido recuperar clásicos marxistas agotados desde hacía más de veinte años, ha merecido la felicitación y el reconocimiento de miles de personas que han pasado por las diferentes ediciones de la Feria.
Durante años, las ideas del socialismo, las ideas progresistas que rechazaban el pensamiento único, han sido atacadas desde todos los ámbitos. La ausencia de ediciones actuales de estos textos por los grandes grupos editoriales ha supuesto, en la práctica, cercenar la libre circulación de ideas. Por eso, la iniciativa de la FFE tiene aún más importancia y es más meritoria si cabe, pues ha permitido poner a disposición de miles de lectores obras de gran valor científico, filosófico, político e histórico.
En los últimos cinco años la FFE ha realizado más de 500 actos públicos presentando sus ediciones en Universidades, locales sindicales, centros culturales y bibliotecas públicas de más de cuarenta ciudades del Estado español. Ha contado para ello con la colaboración de decenas de intelectuales de izquierdas, profesores universitarios y dirigentes sindicales de nuestro país que han colaborado desinteresadamente con esta labor de difusión cultural.
En la actualidad la FFE está presente en la Feria del Libro de Sevilla, de Málaga, de Guadalajara, además de Madrid. Ha participado periódicamente en la Semana Negra de Gijón, en el Día de Sant Jordi en Barcelona, Tarragona y Girona; en el día del libro de Vitoria; en la cincomarzada de Zaragoza y en centenares de eventos culturales del conjunto del país.
La FFE también ha estado presente en estos últimos dos años en la Feria Internacional del Libro de La Habana (Cuba), presentando sus ediciones en actos con un gran éxito de público. Ha participado también en eventos culturales de solidaridad con los pueblos que luchan por un mundo mejor, celebrados en Venezuela, México o Argentina así como en el Foro Social de Porto Alegre (Brasil).
La FFE realiza una amplia labor de difusión de sus publicaciones en América Latina, donde sus materiales son utilizados por departamentos docentes y centros de estudiantes de Universidades como la UNAM en México, la Cantuta en Perú, la Universidad Central de Quito en Ecuador, o la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Así mismo, la FFE ha realizado durante este año Jornadas Marxistas de Historia Contemporánea que han sido declaradas de utilidad educativa, en la Universidad del País Vasco (Facultad de filología, geografía e historia del campus de Vitoria) y la Universidad de Granada (Facultad de Letras); también ha organizado semanas culturales dedicadas al pensamiento socialista en la Universidad Autónoma de Madrid, en la Universidad Carlos III de Madrid, en la Universidad de Valencia y en la Universidad de Sevilla.
Por todos estos motivos consideramos que la participación de la Fundación Federico Engels en la Feria del Libro de Madrid cubre un espacio fundamental en la oferta cultural. Amputar este espacio, cercenar el derecho de miles de ciudadanos a poder acceder a este pensamiento crítico, es una medida que no solo perjudica la libertad de expresión sino que favorece la desaparición de la pluralidad en este tipo de espacios culturales.
Solicitamos encarecidamente a la Comisión de la Feria del Libro de Madrid que rectifique su decisión y mantenga la caseta de la Fundación Federico Engels, tal como ha venido sucediendo desde 1998. La cultura saldrá ganando con ello.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Doctor en Filosofía. Vicerrector de la Universidad Abierta de México y Director del Instituto de Investigaciones sobre la Imagen, de la misma universidad. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro del comité científico Internacional de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro de la Fundación Federico Engels
El reinado del poder confuso
América Latina en la trampa progresista
Por Jorge Beintein para Prensa De Frente
Cartón lleno, la ola progresista está a punto de cubrir lo esencial de la
geografía latinoamericana, si López Obrador llega a imponerse en Méjico, la
vieja derecha neoliberal habrá quedado reducida a unos pocos remanentes de
los años 1990. Sin embargo desde el punto de vista de los intereses
económicos dominantes en la región muy poco ha cambiado, tampoco se han
producido mejoras en el plano social, el proceso de concentración de
ingresos y empobrecimiento masivo continua su marcha. Aunque se han
producido mutaciones decisivas en las retóricas oficiales, ahora plagadas de
alusiones humanistas y de críticas a las multinacionales o al FMI (que no se
dan por aludidos y prosiguen su labor). ¿Que es en realidad el progresismo
latinoamericano?, ¿que rasgos definen a un gobierno como tal?, ¿en que se
diferencia de los regímenes anteriores?, ¿como puede ser que en Washington,
donde gobierna la extrema derecha, no aparezca ni la menor señal de
preocupación por estos cambios?.
Fronteras borrosas
Ensayar una tipificación del centroizquierda regional no es tarea sencilla,
pululan señales híbridas, contradictorias, discursos opuestos a los hechos,
promesas incumplidas. Sus fronteras son borrosas, en ciertos casos es
difícil establecer si algunos de sus integrantes realmente pertenecen o no
al espacio, su heterogeneidad ideológica y de origen político es
desconcertante. Lula fue un dirigente obrero partidario del socialismo
aunque apenas llegó al gobierno aclaró que no era un hombre de izquierda,
Kirtchner fue en la década pasada un decidido gobernador de provincia
neoliberal, amasó su primera fortuna durante la dictadura militar, pero
ahora ha decidido borrar ese pasado, se proclama progresista y recuerda
lejanos nebulosos antecedentes en la "izquierda peronista" (y aplica una
política favorable a la hegemonía de las multinacionales). Bachelet es al
mismo tiempo "heredera" del partido socialista de Salvador Allende y firme
defensora del sistema económico forjado bajo la dictadura de Pinochet. Y
tanto ella como Tabaré Vazquez (de vieja trayectoria en la izquierda y
acompañado por funcionarios ex tupamaros) están entre los más fieles aliados
de los Estados Unidos.
Algo que los marca a casi todos es su dedicación prioritaria a las
manipulaciones mediáticas, el mundo ilusorio de los medios de comunicación
es la "tierra firme" cuya dinámica sobredetermina buena parte de sus actos,
toda esa venta y reventa de ilusiones cubre un pragmatismo próximo a la
amoralidad absoluta. Su común denominador es un cierto izquierdismo
"cultural" (moderado) combinado con políticas económicas conservadoras que
preservan las reformas neoliberales de los años 1980-1990.
Aunque en materia de política internacional en algunos casos van más allá de
los discursos y practican un juego que afloja los tradicionales lazos de
sujeción al Imperio y anuda vínculos con otros sistemas de poder. En fin, la
rápida decrepitud de las privatizaciones los lleva a veces a reasumir el
control público de algún sector enajenado en ruinas, lo que les permite
animar unos pocos shows nacionalistas (muy acotados).
Tanto juego confuso despista a quienes los evalúan siguiendo patrones de
otras épocas, entre otras cosas, porque una de sus fuentes (mediáticas) de
legitimación es la utilización inescrupulosa del pasado, en especial de la
memoria (remodelada) de rebeldías populares extinguidas. Ejemplos: un alto
funcionario uruguayo que hace varias décadas era un joven rebelde tupamaro
se escuda en esos antecedentes para justificar algún acto de corrupción
gubernamental o la aceptación "realista" del saqueo realizado por empresas
multinacionales, Kirchner rinde una y otra vez homenaje a las víctimas de la
dictadura mientras obedece fielmente la última exigencia del FMI y salda por
anticipado la megadeuda argentina con ese organismo (al mismo tiempo le
arroja alguna crítica), un funcionario del gobierno de Brasil recuerda su
lejano combate contra el despotismo militar mientras Lula decide el remate
13 millones de hectáreas de tierras amazónicas o el envío de tropas a Haiti.
El nuevo contexto global
La observación de los recientes cambios en el contexto global nos puede
ayudar a entender al progresismo latinoamericano. En poco menos de un lustro
los Estados Unidos han perdido la imagen de superpotencia imbatible y ahora
afloran alianzas, polos de distinto peso que toman distancia del Imperio y
que a veces lo enfrentan, la fantasía del planeta norteamericanizado se va
esfumando. Emerge China, que pese a su dependencia comercial del mercado
norteamericano enfrenta a la estrategia estadounidense en numerosos países y
temas decisivos del comercio global (suministro de materias primas,
inversiones, etc.).
En el corazón de Asia se está conformando una alianza económico-política
entre Rusia, China e Irán, contratos multimillonarios de venta de petróleo y
gas, inversiones en infraestructura, venta de armas, programas de
cooperación tecnológica, etc., van tejiendo una tupida red entre esos tres
países, atrayendo a numerosos estados de la periferia y desplazando
intereses occidentales. India juega cierto juego propio oscilando entre los
Estados Unidos y las naciones emergentes de Asia, la Unión Europea mantiene
su amistad histórica con el Imperio pero en una suerte de distanciamiento
suave, muy prudente, manifestando a veces sus desacuerdos.
El empantamiento de los Estados Unidos en Irak y Afganistan y sus crecientes
dificultades económicas (superdeudas pública y privada, déficits comerciales
y financieros, etc.) demuestran sus debilidades estratégicas, la enfermedad
del gigante incita a las fieras circundantes a pegarle mordiscos, robarle
alguna presa o alejarse de su influencia.
La hegemonía aplastante de los años 1990 no es sustituida por otra forma de
polarización dura (como fue la bipolaridad en la época de la Guerra Fría)
sino por una situación muy original (no tiene paralelo en la era moderna) de
despolarización que le abre el paso a una suerte de multipolaridad floja de
futuro incierto. Mientras la superpotencia declina no emergen centros
dominantes de reemplazo. Amplios espacios del sistema mundial aparecen así
sumergidos en un capitalismo difuso, sin control imperialista fuerte (por
parte de potencias declinantes o emergentes).
Además el marco de esta transformación no es una nueva prosperidad general
del capitalismo sino su crisis prolongada que ahora tiende a agudizarse.
Impulsadas por esta realidad numerosas burguesías periféricas (especialmente
en Latinoamérica) combinan interpenetraciones financieras y productivas
extra norteamericanas con gestos de independencia frente el Imperio. Esto
podría hacernos recordar al mundo de los años 1930 cuando la oligarquía
argentina (y algunas otras de la región) mezclaba su tradicional anglofilia
con acercamientos hacia Alemania o Estados Unidos y alentaba a muchos de sus
políticos, militares e intelectuales al acercamiento con las "nuevas ideas"
(el fascismo) en detrimento de las "viejas" (el liberalismo decimonónico).
Pero el paralelo es en buena medida falso, este es otro planeta, en el plano
ideológico no asistimos a tentativas de recambio de los paradigmas burgueses
sino al desprestigio de los existentes sin renovaciones culturales
(capitalistas) a la vista. Desde el punto de vista económico no declina un
viejo Imperio (Inglaterra) acosado por otros más jóvenes, más bien
constatamos el deterioro del gran barco estadounidense y el probable
hundimiento por arrastre de sus aliados y rivales.
Independencias moderadas
Las pequeñas maniobras por cuenta propia del Mercosur (liderado por Brasil)
deben ser inscriptas en este nuevo contexto, también el galimatías de Evo
Morales que luego de su victoria electoral pudo exhibir el apoyo de Cuba y
Venezuela, pero también de España y la Unión Europea, el visto bueno de
Bush, la amistad de China e India y la decisión del FMI de perdonar la deuda
boliviana.
La autonomización prudente respecto de los Estados Unidos por parte de
algunos gobiernos progresistas suele combinarse con la aplicación de
políticas económicas reaccionarias, de consolidación del subdesarrollo,
Lula, Kirchner y Tabaré Vazquez son tres buenos ejemplos de eso. Evo Morales
en Bolivia con su proyecto de "capitalismo andino-amazónico", más allá de
sus desbordes verbales aparece objetivamente como un renovador de la Bolivia
burguesa (atrapada por las redes empresarias multinacionales) ampliando el
espectro de relaciones carnales con el capitalismo global, lo que
seguramente, de lograr algunos éxitos en sus objetivos, implicará cambios
importantes en las relaciones internas de poder.
Sin embargo las audacias "patrióticas" o "sociales" del progresismo son muy
limitadas porque a diferencia de los años 1930 hoy el capitalismo como
realidad mundial es básicamente un gran depredador financiero, su "cultura"
no es la de la gran industria militarizada o de otro signo sino la de los
negocios especulativos de corto plazo, los golpes de mano financieros, el
saqueo veloz de países. Nada más lejos del capitalismo global del siglo XXI
que los proyectos de reconversión productiva (recomposiciones
semicoloniales, industrializaciones periféricas, etc.). Ello incluye a la
degeneración gangsteril de las (lumpen)burguesías locales.
Algunos gobiernos progresistas suelen referirse a sus antepasados
nacionalistas burgueses (Getulio Vargas en Brasil, Peron en Argentina)...
nada que ver. Así como la prostitución no es una forma de liberación de la
mujer, la diversificación de negocios a escala internacional tampoco es la
independencia de la sociedad periférica. Cada nuevo amo-inversor aporta sus
propias perversiones, la degradación deja de tener una única referencia
externa para extenderse a un fluctuante abanico de aves de rapiña.
El neoliberalismo latinoamericano fue la expresión de una doble decadencia
(pese a sus invocaciones al milenio de prosperidad de la economía de
mercado); decadencia del capitalismo mundial que ingresaba de lleno en la
era de la hipertrofia financiera, y del capitalismo regional que dejaba
atrás sus últimas ilusiones productivistas (de industrialización acelerada,
de modernización agraria, etc.) para ingresar en el parasitismo de la mano
de Menem, Salinas de Gortari o Fujimori. Ahora el progresismo expresa una
doble degradación mayor, en el plano internacional marcado por el delirio
militarista del Imperio, su profundo deterioro institucional y económico, y
el resquebrajamiento político y social de la Unión Europea (con bajas tasas
de crecimiento), una megacrisis energética a la vista, etc. Y en el nivel
regional la tentativa de gestión de la agonía neoliberal.
Realismo norteamericano
Pero esos modestos espacios de autonomía son también el resultado de la
flexibilidad de la diplomacia norteamericana. Ironías de la historia, la era
"demócrata" de Clinton coincidió en América Latina con gobiernos de
"derecha" , la época ultraconservadora de Bush coincide con la extensión del
progresismo. Es que los años 1990 fueron los de las grandes reformas
privatistas, la recolonización se consumó en ese momento, ahora ya no queda
casi nada por privatizar, estos no son tiempos de "reformas" neoliberales
sino de preservación del sistema, de gobernabilidad, afectada por las
consecuencias catastróficas de aquellos cambios (explosión de la indigencia,
crisis de los servicios públicos desnacionalizados, desprestigio de los
elencos políticos, del sistema judicial, en suma; de la institucionalidad
burguesa). En la mayoría de los países las camarillas abiertamente
neoliberales no están en condiciones de gobernar, su presencia en el poder
provocó desde fines de la década pasada sublevaciones populares como en
Bolivia, Ecuador o Argentina o el crecimiento de movimientos sociales
amenazantes como en Brasil. La alternativa conservadora viable pasó a ser el
progresismo.
Por otra parte el Imperio consagrado a una gigantesca operación de conquista
y control militar en Asia Central y Medio Oriente no está en condiciones de
abrir un segundo maga frente militar en América Latina, menos aún cuando en
el espacio asiático está sufriendo serios reveses.
Ambos motivos han llevado a la diplomacia norteamericana a una estrategia de
"retaguardia flexible" en América Latina contemporizadora con ciertos
discursos altaneros y una que otra picardía sin consecuencias graves (por
ahora), el realismo político ha prevalecido, los halcones de Washington
tuvieron que auto controlar sus delirios fascistas.
Debilidades y equívocos convergentes
El progresismo no es el resultado del ascenso de nuevos sistemas de poder
sino el producto de diversas debilidades y equívocos convergentes. En primer
lugar aparecen las burguesías locales, transnacionalizadas, sin otro
proyecto que la reproducción del parasitismo, sin partidos políticos
conservadores medianamente estables y respetados (crisis de legitimidad).
Luego las fuerzas armadas que no se han recompuesto de sus pasados
dictatoriales, entrelazadas con redes mafiosas y diversos sistemas de
corrupción y acotadas, en parte desestructuradas por la estrategia que los
Estados Unidos aplicó en la región desde los años 1980 (logrando debilitar a
los estados latinoamericanos). En tercer lugar el Imperio ha perdido fuerza
global y en consecuencia ya no está en condiciones de imponer sus decisiones
en un ciento por ciento. En cuarto término las otras potencias (Unión
Europea, China, Japón) intervienen en la región con distinta grado de
incidencia pero en ningún caso se perfilan como fuerzas imperialistas
dominantes.
A todo lo anterior que podríamos denominar "debilidad de los de arriba"
debemos asociar una dualidad compleja en "los de abajo". A lo largo de la
década actual estallaron rebeliones, se extendió una multiplicidad de formas
de protesta, de organizaciones sociales, que en algunos casos apuntaron más
allá del neoliberalismo. En Bolivia por ejemplo a mediados del año pasado el
pueblo insurgente exigía un "gobierno obrero y popular", en Argentina el
reclamo popular entre fines de 2001 y comienzos de 2002 era "que se vayan
todos" (jueces, políticos, transnacionales...), en Ecuador las
movilizaciones sociales derribaron varios presidentes.
Sin embargo esas rebeldías no lograron destruir los sistemas de poder... las
masas avanzan, golpean, desbordan, amenazan, acosan pero finalmente se
repliegan o bien demuestran su incapacidad para superar la crisis. Es en ese
punto donde las instituciones del sistema logran recomponerse y frenan el
descontento, el poder burgués sobrevive, aunque para ello se ve obligado
vestir una nueva indumentaria que adorna con vistosos apliques
"izquierdistas" y símbolos extraídos del folclore popular, mientras arroja
al basurero a unos cuantos políticos desprestigiados.
Uno de los instrumentos de esa renovación política es la incorporación al
sistema de poder de cuadros y estructuras sociales de izquierda que
abandonan según distintos ritmos viejos principios para ingresar en el
universo de los "cambios posibles", es decir ínfimos, superficiales. El PT
de Brasil o el Frente Amplio de Uruguay realizaron un largo camino de
integración a las instituciones, cada paso hacia arriba, cada victoria
electoral los iba comprometiendo más y más con la gobernabilidad del régimen
(el proceso no constituyó ninguna novedad, repetía antiguas comedias
reformistas). En Argentina se trató de una sucesión de cooptaciones de
cuadros ablandados por la adversidad (o su "recuerdo" deformado) desde los
1980 con Alfonsin, incluso bajo Menem y por supuesto desde la llegada de
Kirchner.
El panorama es completado por una suerte de equívoco que ayuda a la
reproducción de la farsa. Cuba, una vieja revolución que resiste
exitosamente al acoso imperial y Venezuela, una revolución nueva en plena
búsqueda de caminos postcapitalistas, burlan en parte la tentativa de
aislamiento regional al que los quiere someter la Casa Blanca, anudando
acuerdos y abrazos amistosos con algunos de los gobiernos progresistas,
aprovechando los espacios entreabiertos de autonomía. Esas maniobras están
plagadas de desprolijidades, zancadillas, efectos positivos y pasos en
falso. Los Estados Unidos no pueden oponerse de manera brutal a dicho juego
porque corren el riesgo de acorralar más de lo conveniente a sus amigos
progresistas y a veces se hacen los distraídos (no siempre), por su parte
los gobiernos progresistas emplean a fondo las imágenes cubano-venezolanas
en su empresa de captura y domesticación de la izquierda, aunque a veces
cometen torpezas, por ejemplo ciertas maniobras (por encargo) de
desestabilización de esos países (así fue el "caso Hilda Molina" donde el
gobierno de Kirchner intentó crearle problemas interno-externos a Cuba
seguramente en coordinación con el Departamento de Estado norteamericano).
La izquierda empantanada
El progresismo pudo desplegar su arte de la confusión con un alto grado de
impunidad (hasta el presente) porque en numerosos casos manipuló o marginó a
una izquierda culturalmente floja que no pudo superar formas ideológicas
fracasadas, obsoletas, y comprender plenamente las transformaciones
producidas en el último cuarto de siglo. Como no saldó teóricamente sus
cuentas con el pasado permitió que los sistemas de poder pudieran aprovechar
esa grieta para bloquear su desarrollo, recapturar desbordes populares,
neutralizar o devorar a muchas de sus estructuras nuevas o viejas.
Ello plantea "temas" cuyo tratamiento excede los limites de esta nota pero
que de todos modos es útil enunciar alentando de ese modo un debate
estratégico ineludible. Primero, el bloqueo ideológico (1) que le impide a
la izquierda convertirse en catalizadora de las rebeldía populares y
promover el avance de prácticas autónomas (2) articuladas, impulsando el
desborde revolucionario de los de abajo, acosando, desestructurando al Poder
burgués apuntando a su destrucción. Prisionera de los paradigmas jacobinos
victoriosos con la Revolución Rusa y luego sensiblemente deformados, no
puede superar el anquilosamiento aparatista que le ha impedido conectar
positivamente con la nueva pluralidad popular. Producto de la última
modernización capitalista (y de su crisis) donde irrumpen miles de
organizaciones, iniciativas, ensayos de ruptura, de reconstrucción cultural,
de supervivencia, ejerciendo un alto nivel de desconfianza ante las
estructuras jerárquicas, centralizadas de manera autoritaria.
El desafío es construir concretamente, sobre el terreno de las
confrontaciones antisistema, izquierdas revolucionarias cuya meta no sea el
control de la insurgencia (con la esperanza ilusoria de conducirla a la
victoria) sino su impulso, su promoción democrática. Tal vez eso fue lo que
faltó en Bolivia en las dos últimas sublevaciones (dejándole la vía libre al
reformismo), también se notó dicha carencia en la Argentina de 2001-2002.
probablemente no con vista a una revolución en el corto plazo sino para el
inicio de un proceso de desestabilización prolongada y creciente del
régimen. No se trata de una adaptación a los nuevos tiempos sino de una
mutación cultural apoyada en la critica radical del autoritarismo.
En segundo lugar, la reinstalación superadora del proyecto revolucionario,
diferenciándolo no solo de las ilusiones reformistas sino también de los
gradualismos basistas que eluden el tema del Poder, es decir la
confrontación integral con el sistema. No se trata de elaborar
construcciones autistas sino respuestas revolucionarias a la crisis del
capitalismo (incluyendo su reciente conformación neoliberal pero
profundizando la revuelta más allá de la misma hasta llegar a las raíces del
régimen). Esta no es época de reconfiguración positiva del mundo burgués
(como lo fue la era keynesiana) sino de su decadencia, evidente en América
Latina donde las estructuras sociales elitizadas y controladas por
mecanismos de saqueo no permiten "mejoras" duraderas. Y mucho menos
desarrollos integradores de capitalismos nacionales, populares, "serios",
etc., desde el cuento kirchnerista del capitalismo nacional y popular o la
exageración folclorica de Evo Morales y su capitalismo andino-amazónico.
hasta el de la gestión astuta de lo existente apuntando a su modificación en
el larguísimo plazo (Bachelet, Tabaré Vazquez, Lula).
En tercer lugar, el enfrentamiento, la ruptura total, sin conciliaciones de
ningún tipo con el espectro progresista. Que debe dejar de ser considerado
el mal menor o el amigo inconsecuente para ubicarlo en el campo de los
enemigos del pueblo. Ello implica una compleja construcción teórica y
práctica de la confrontación con el sistema de poder y su estructura
institucional, el desarrollo de fuerzas populares extra institucionales.
Si la función histórica del progresismo es postergar, corromper, trabar el
desborde del potencial insurgente de las bases populares, el rol de la
izquierda revolucionaria debería forjarse en torno de la articulación de
vastas operaciones de destrucción del orden establecido, de liberación de la
energía social aprisionada por las estructuras burguesas, la palabra clave
es Revolución.
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(1) utilizo el término "ideología" en el peor sentido de la palabra, es
decir conciencia falsa, reduccionista, simplificadora de la realidad que se
autoproclama comprensión total (sin contradicciones) de la misma.
(2) es decir "autopraxis", liberadora de los oprimidos y destructora del
Poder opresor, tal como Marx empleaba el concepto